Centro Cultural San Isidro: 10 años de un gran cambio

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En el Distrito 8 de Santa Cruz, conocido popularmente como Plan 3.000, se encuentra el barrio San Isidro, donde hace 10 años un grupo de jóvenes se reunía para ver la manera de hacer cambios en la sociedad. “Queríamos cambiar ciertos contextos donde yacíamos a partir de temas políticos, básicamente”, explica Juan Pablo Sejas, que tenía 20 años entonces, pero ya hacía tiempo que estaba en busca de mejores opciones para esta zona.

“Después nos dimos cuenta de que no podíamos hacer esos cambios a partir de teorías, sino que la mejor manera de cambiar formas y mentes era pensar en trabajar desde un punto más cercano a la gente y eso era un barrio”, recuerda Sejas, que compartía esas inquietudes con sus amigos Fernando Sejas, Lobsang Barrios, Juan Marcelo Castro, entre tantos que hubieron.

Así se fue estructurando el Centro Cultural San Isidro y con eso, también empezó uno de los hitos de esta institución, que fue el de cambiar la mirada, los estigmas que se tiene de las ciudadelas, a través de acciones puntuales y concretas para mostrar la otra realidad, y esos logros pueden palparse.

Actualidad
Actualmente, el Centro Cultural San Isidro es una institución plena con responsabilidad social. En estos 10 años ha dado oportunidad a muchos niños y jóvenes de los barrios que lo rodean, de poder ver un futuro diferente. El centro ha sabido armar redes con otras instituciones, y los voluntarios que han llegado a trabajar con ellos, tanto bolivianos como extranjeros, se cuentan por centenas.

El día de esta entrevista un grupo de niños estaba reunido en la sala de teatro que se improvisó en el patio del centro, ensayaba una obra que Javier, de 12 años, había realizado basándose en una canción que encontró en internet, todo bajo la mirada de Jorge Echalar, de 25 años, que es voluntario de San Isidro hace dos meses.

Los niños recordaban que conocían y visitaban San Isidro desde que tenían memoria y seguirán yendo porque les gusta lo que se hace ahí. Así como ellos aprenden teatro, el centro también ofrece clases de inglés, computación, lectura, guitarra y huerto, todas gratuitas.

“Uno de los aspectos que nos propusimos desde el inicio fue el de realizar actividades comunitarias”, cuenta Juan Pablo. “Para visibilizar eso, trabajamos mucho el tema de los medios. Eso fue importantísimo. A partir de eso adoptamos una filosofía que decía: “Mostremos la acción local con una coyuntura global”, señala Juan Pablo.

Meses después vino un hecho que los puso en el mapa nacional, cuando a través del programa de fútbol social, llevan un equipo de fútbol callejero al Mundial de Alemania 2006. “Ahí empezaron a notarse las cosas buenas que estábamos haciendo acá. Los medios y la gente empezaron a darse cuenta de que tenían que apuntar por otro lado la noticia”, agrega Sejas.

El centro siempre se caracterizó por ahondar en temas de arte y cultura como parte del desarrollo íntegro de la sociedad. “Cuando hablo de desarrollo íntegro, hablo de desarrollo humano”, enfatiza.

Derechos
Sejas no descansa al momento de dar apoyo a los que se acercan al centro y vive y trabaja para poder mantenerlo, hasta que otra persona tome la posta. “Todos tenemos derechos al acceso a una educación formal, pero también a una informal.

La informal es el fortalecimiento de espacios alternativos donde puedes de alguna manera, como niño o niña, adolescente o joven, desarrollar acciones que te permitan construir ciudadanía, una mente mucho más abierta y no entorpecerte ante la llamada de los grupos violentos, pandillas u otras cosas”, concluye

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