“No hay nada más peligroso que un lector…tal vez sí: un promotor de lecturas”.

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Por Nodal Cultura

Hace varios años que Benito Taibo combina la escritura con su actividad como promotor y difusor de la lectura en innumerables conferencias. Interesado, sobre todo, en estimular el vínculo de las nuevas generaciones con los libros, su producción literaria y su activismo se alimentan mutuamente. Sucede que Taibo tiene una historia de vida cimentada entre bibliotecas e ideas de emancipación social. Hijo del periodista y escritor Paco Ignacio Taibo I, hermano del novelista, biógrafo e historiador Paco Ignacio Taibo II, Benito es un fiel representante de esta familia de izquierdas, de raíces asturianas y recalada en México, que hizo del apego por la palabra escrita su carta de presentación.
Autor de poemas, cuentos, crónicas y una novela – Polvo -, sus dos últimos libros lo posicionaron como un autor de interés entre los jóvenes. A la suerte de evocación ficcional de la relación de un niño con su tío -que lo guía por los caminos de la lectura- en su narración titulada Persona Normal le siguió Desde mi muro, la compilación de sus textos de Facebook. Atraído por  las nuevas formas de circulación, difusión y lectura que promueve la era digital, Taibo dialogó con Nodal Cultura sobre su obra, se mostró crítico con las etiquetas que impone el mercado editorial y expresó su concepción política.

Su libro Persona Normal generó la atención de los jóvenes junto a su actividad como promotor de la lectura. ¿Cómo conjuga lo narrativo con la intención de estimular la aparición de nuevos lectores?
Persona normal proviene de una lógica absolutamente sencilla. Yo soy promotor del libro y la lectura desde hace quince años. Me he dedicado a dar conferencias de fomento a la lectura, sobre todo, entre adolescentes. Hablo con miles de adolescentes. Entiendo al libro como fenómeno civilizador, como herramienta de transformación social y transformación personal, humana. Provengo de una generación de lectores. Después de mi generación, hubo otras que no fueron tan lectoras. Pienso que tiene que ver con cosas muy extrañas como la aparición del videoclip en su momento y fenómenos mediáticos que alejaron a los chicos del libro como tal hasta que apareció “San Harry Potter” que volvió a acercar a los jóvenes al libro como objeto cultural. No sólo por lo que tiene dentro, sino como este cuadrángulo de papel y tinta que transforma. Y entonces ahí surge una nueva generación de lectores a los que se les termina la zaga Harry Potter y dicen: “bien, ya somos lectores, qué carajo vamos a leer”. A estos nuevos chicos lectores nadie les dijo nunca que podían leer, no qué debían, y esto es muy importante, sino qué podían leer. Por eso decidí escribir Persona normal porque está llena de guiños a esos libros que generaron en mí -y en mi generación- cierta sensibilidad y que la pueden generar en cualquier generación porque son libros clásicos que no pierden vigencia con el paso del tiempo. Desde Borges hasta Cortázar, hasta incluso Tomás Eloy Martínez, pasando por Joseph Conrad, Paul Valéry y tantos otros.
En su labor de promoción de la lectura y con la publicación de Persona normal se vinculó con el fenómeno de los booktubers, ¿cuál es su mirada al respecto?
Me parece que es uno de los grandes fenómenos de nuestro tiempo. Estos chicos jovencitos, que se plantan frente a una cámara y dicen: “me llamo Juan, acabo de leer Humillados y ofendidos. A mí me gusta por esto, esto y esto, le doy cinco estrellas. Dale una oportunidad”. Estos booktubers me adoptaron como una suerte de tío extraño, han leído mi libro, lo han recomendado una y otra vez y se ha generado este boca a boca con el cual llego a Argentina a ver a chicos de 14 y 15 años como una estrella de rock y no soy más que un pinche escritor. 
¿Cómo ve el universo de las redes sociales?
A mí me parece espectacular. Creo que hay menos banalidad de la que nos quieren hacer creer. También funciona como un bálsamo contra la soledad de estos tiempos. Las sociedades contemporáneas, permeadas por el capitalismo salvaje, han logrado aislar a los seres humanos. Las redes sociales, en cambio, han logrado que socialicen sus dudas, temores, sensaciones, sus ganas de hacer cosas. Mi siguiente libro, Desde mi muro, está basado en mis crónicas de Facebook. Yo escribo ahí para demostrar que se le puede dar un uso que no sea banal y escribo crónicas muy serias por cierto. Así que decidí tomarlas y convertirlas en un libro. Él que quiera leer desde mi muro lo puede hacer, si bien una vez más honro al libro como objeto cultural. No hay nada más peligroso que un lector…tal vez sí: un promotor de lecturas.
Desde su punto de vista, ¿no habría entonces una diferenciación como hace el mercado editorial entre libros para chicos, adolescentes o adultos?

Estoy en contra de las etiquetas, no creo en la literatura de géneros. Ni Emilio Salgari ni Julio Verne escribieron para jóvenes, eso es mentira. Pensar que escribieron para jóvenes es un mito. Escribían para su tiempo y también para los adultos de su tiempo.
Lo que trata de hacer en su obra va en el mismo sentido, cruzar las fronteras entre los géneros, ir más allá.
Exacto. Y decirles: “miren, hay más libros que estrellas. Hay un universo listo para ustedes y todo es cuestión de que le pierdan el miedo y se acerquen y vean como se van transformando”. Hay un juego en Persona Normal que tiene que ver con que todos podemos ser ese niño o el tío que lo está guiando por un camino de lecturas, ¿por qué? Porque apela a pasiones humanas y todas las pasiones humanas son compartidas. El niño chino, el niño argentino y el niño mexicano a la larga están teniendo los mismos pensamientos simultáneamente sobre cosas que le afectan en su entorno.
¿En sus personajes suele volcar características de su propia personalidad?
Sin lugar a dudas y tal vez de mi padre y de mi propio hermano. Son ellos los que me acercaron los libros. El libro por obligación es el antídoto supremo contra el placer de la lectura. Cada vez que obligas a alguien a leer, ese que es obligado seguramente se convierta en un anti-lector y tendrá pánicos atávicos al libro como tal porque lo liga con la obligatoriedad, con castigos. En México, en algunos casos, las bibliotecas de las escuelas son consideradas los lugares de castigo. “Pepe te portaste mal, ¡a la biblioteca!”. Esto tiene que ver con esta mala lógica de leer para aprender, en vez de leer para comprender; comprender el mundo, comprenderte a ti, comprender el doloroso proceso que significa crecer.
¿Cuál es su estrategia a la hora de estimular la lectura entre los chicos y jóvenes?
Mantengo la teoría de que la única posibilidad de promover el libro, de una manera sana, abierta, inteligente, lejos de la obligatoriedad de la academia, es contando las propia experiencias personal de lectura. Funciona igual que con alcohólicos anónimos: uno cuenta su experiencia y los demás se sueltan a contar la suya propia. El libro a mí me cambió la vida y trasmitir esa vivencia puede generar algo nuevo en otros. El libro está ahí y puede transformar tu vida. Tiene que ver con la socialización del inmenso placer de la lectura. Suena muy utópico, pero funciona. Todos merecemos tener una vida extraordinaria y si esa vida extraordinaria es tocada por la magia y la gracia de un libro se convertirá es una vida todavía más extraordinaria.
Ese elemento de lo extraordinario que esconden las cosas simples parece estar muy presente en sus narraciones. La idea de convertir lo cotidiano en una aventura.
Sí, de eso se trata. Estoy convenido que en lo cotidiano se oculta lo extraordinario. Y solamente se trata de abrir los ojos y tenerlos listos para el asombro.
¿Cómo es su relación con las ideologías y lo político?
Provengo de una familia liberal de izquierda, de gente que piensa que el destino de la humanidad está en la socialización y en el bien común. Vengo de un país que está sumido en una de las mayores tragedias de este siglo. Estamos en una guerra que nadie ha declarado y ya llevamos más de 100 mil muertos. Es una barbaridad y todos los días desaparecen personas. Es una especie de infierno en la tierra. El libro es, en pequeña medida, un bálsamo para esas heridas infringidas por esta guerra. Y todo esto permea a lo ideológico y tiene que ver con una concepción del mundo que proviene de las ideas liberales y cuando hablo de liberal no se debe confundir con neoliberal o con lo que eufemísticamente se llama libertad de mercado. Para que se entienda repito las sabias palabras de los anarquistas del siglo diecinueve: “es mucho más noble robar un banco que fundar un banco”.

Entrevista: Tomás Forster

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