Boom de las editoriales independientes

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Poemas célebres publicados en libros ilustrados para niños, traducciones de hoy para clásicos de la literatura rusa, libretos de teatro de jóvenes dramaturgos, reediciones de la década de 1920: la enumeración puede parecer caótica, pero describe nuevas entradas en el infatigable acervo editorial argentino. ¿Estrategias ante la concentración o caprichos fugaces? Los editores independientes apuestan por «nichos» especializados e intentan convocar a comunidades de lectores descuidados por la industria. No pocas veces aciertan. Este factor se confirma cuando, poco tiempo después, los grandes grupos comienzan a imitar la tendencia iniciada por un sello mediano o pequeño, como ocurrió con la novela gráfica o los ensayos sobre música pop.

«Este tipo de editoriales más de «nicho», palabra que utilizamos para describir la peculiaridad, no atenúan la concentración ni las lógicas de todo tipo que las empresas comerciales generan. Indudablemente matizan y es un fenómeno interesante de observar. Junto al proceso de concentración de los años 90 fueron naciendo muchas pequeñas editoriales, de muy buena calidad, con propuestas que tienen un público más definido», dice Leandro de Sagastizábal, estudioso del campo editorial y director de la colección La Vida y los Libros (Eudeba), sobre la historia de la edición en la Argentina. «Estos emprendimientos destinados a lectores más segmentados dependen menos del éxito comercial y se pueden permitir algunas búsquedas en los contenidos, las estéticas, los temas, los autores. Eso les otorga mayor creatividad, lo que no quiere decir que los grandes grupos no la tengan, pero no dependen tanto de mercados seguros y no trabajan con una lógica de lo probado», agrega. Un ejemplo de éxito de estas editoriales con mercado específicos es Caja Negra, que publica ensayos sobre música y sobre estética contemporáneas, como los de Simon Reynolds y Boris Groys, que ya llevan varias reediciones.

UN CATÁLOGO COHERENTE

«Todo editor busca darle una coherencia bastante explícita a su catálogo, de manera que el nicho y la edición van de la mano en los «sellos boutique» -comenta Ana Ojeda, coeditora de El 8vo Loco junto con Rocco Carbone-. En el caso de nuestro ecosistema editorial, habitado por pequeños proyectos gran parte de las veces desentendidos del rédito comercial, casi artesanales, la lógica de encontrar una veta que permita llamar la atención, atraer el deseo lector, posicionarse de manera clara en un contexto muy nutrido (en el que resulta difícil sobresalir) es la estrategia preferida para irrumpir y distinguirse. Es una manera sencilla y rápida de conectar con un lector entrenado y consciente de lo que busca.» El 8vo. Loco comenzó con la colección Pingüe Patrimonio, dedicada a la reedición de obras de la década de 1920, aunque no exclusivamente. Publicaron todos los poemarios del 20 de Nicolás Olivari, pero también su primer libro de cuentos, Carne al sol, de 1922, la producción de Roberto Mariano, Enrique González Tuñón. Tienen ahora en imprenta el único libro de Juan I. Cendoya, Desventurados, de 1927, y La frecuentación de la muerte, de Mariani, publicado en 1930. «Elegimos ese período de la literatura argentina porque es el momento en que fragua el rioplatense.

El sello de poesía para chicos que codirigen los poetas Hilda Fernández y Gustavo Gottfried, Mágicas Naranjas, produce libros ilustrados parecidos a libros-álbum. Un poema elegido especialmente puede ser abordado por el niño con la ayuda de un adulto o mediador, y las ilustraciones aportan a la estética del objeto. «La escansión [medida de los versos] sería un poco distinta, porque se distribuye en las páginas, pero se respeta al máximo el corte y se reproduce, quizá con una ilustración sin texto, el silencio o espacio activo que suele marcar la división estrófica.» Con los aportes de Osvaldo Bossi y de la diseñadora María Valeria Chinnici -dice Gottfried-, fue tomando forma la primera colección, que se terminó llamando Pequeños y Grandes Lectores de Poesía en la que editaron a Diana Bellessi, Alicia Genovese y Arnaldo Calveyra, que revisó las pruebas de galera de los primeros libros y apoyó el proyecto.» Ganaron el premio de Alija a la mejor colección de literatura infantil de 2011 y, en una segunda instancia, editaron a Irene Gruss y a María Teresa Andruetto, a Osvaldo Bossi y a Walter Cassara. Recientemente, Mágicas Naranjas ideó una colección para adolescentes: Poesía Joven.

Libretto es un sello que difunde textos de dramaturgos contemporáneos. «Hay editoriales grandes que publican teatro -observa Matías Luque-; pienso en Adriana Hidalgo, Entropía, Interzona, Colihue… Pero que se dediquen exclusivamente al teatro, solo recuerdo a Libros Drama, de Ariel Farace. Nuestra intención es usar al teatro como soporte para poder vincular y acercar al público teatral con otras esferas del arte, de ahí que en nuestro catálogo se pueden encontrar con dramaturgxs, escritores de narrativa, artistas visuales, textos escritos por internos del penal de San Martín y compañías teatrales.»

Mercedes Güiraldes y Julieta Obedman crearon VanEditoras en 2013. Publican pequeños libros con fotos de paisajes, y proponen otra manera de contar el entorno, con imágenes y fragmentos literarios de autores nacionales que operan como guías para visitantes y locales. Ya cuentan con tres libros-souvenirs: Colonia, Campo y Tigre.

LA ESPECIALIZACIÓN COMO MARCA

Ezequiel Bajder y Mercedes Pérez, editores de Vestales, se anticiparon unos años al fenómeno actual de la ficción romántica con dosis de erotismo. «En los inicios de la editorial, hace casi diez años, parte del catálogo fue de ficción romántica. Quisimos trabajar con géneros populares escritos originalmente en castellano. Esto, más la irrupción de las redes sociales, nos dio la posibilidad de alentar el vínculo entre el autor y el lector, de convertirlo en una figura accesible, de colaborar con su ingreso a un circuito de firmas, presentaciones, festivales, ferias; acciones que ayudaron a dar a conocer a los autores», comentan. Ahora Vestales sumó a su catálogo otros géneros populares, como el policial y la novela histórica.

«Las especializaciones crean entornos favorables siempre y cuando se desarrollen dentro de un marco claro, como parte de un plan mayor -opina Miguel Balaguer, editor de Bajo la Luna, inicialmente dedicado a la poesía y desde hace unos años también a la narrativa-. Para las editoriales independientes es muy importante comunicar bien la línea en la que se está trabajando, que se vea en el catálogo una directriz clara y que proponga una oportunidad de descubrimiento o de nuevas lecturas. En este marco se pueden desarrollar especializaciones, algunos proyectos pueden ganarle al plan general y empezar a tensar la línea en determinada dirección, como nos pasó con los autores coreanos.» Bajo la Luna ya lleva publicados catorce títulos de escritores coreanos contemporáneos, a los que sumarán pronto una antología de poetas y otra de narradores.

El narrador Edgardo Scott, flamante editor, junto con Virginia Gallardo, Martín Hain y Yair Magrino, del sello Club5, vio que en el ecosistema local había varias editoriales que priorizaban las novedades, e incluso la traducción, pero no así la reedición, y pensaron que allí podían aportar. En la reedición de literatura argentina contemporánea. «Con contemporánea nos referimos a libros de autores vivos, pero que después de diez, quince, veinte años, y aunque sean reconocidos y valorados, nunca han vuelto a reeditarse. La política de reedición argentina en general es nula, si no escasa, aislada, con mucha suerte eventual y solitaria», comenta. Su primer título fue la primera novela de Aníbal Jarkowsi, Rojo amor, y continuarán con El amparo, de Gustavo Ferreyra. «Hay un terreno fértil, porque de 2000 para acá, y contra lo que se piensa, se han ganado lectores. Antes se decía que para que un libro se instale eran necesarios 500 ejemplares o menos; nos parece que ese número hoy ha crecido. La literatura no es best-seller, sino long-seller; queremos reponer libros que aún no han adquirido la dimensión plena que merecen.»

CHICAS, NUEVAS, INDEPENDIENTES

45% editoriales pequeñas representan una gran porción en el mercado editorial local, con sólo el 10% del total de títulos publicados, lo que indica el alto nivel de concentración de los grupos multinacionales.

Según el Libro blanco de la Cámara Argentina de Publicaciones, las que tienen menos de 5 años representan el 13% del total del mercado y apenas el 4% de las publicaciones. La tirada promedio de estos sellos es de 500 ejemplares.

Además de Caja Negra, 27 Pulqui, Mágicas Naranjas y Libretto, están Ediciones Winograd (filosofía clásica), Años Luz (traducciones de clásicos), Clara Beter (poesía heavy metal), Wu Wei (terror y misterio), Cactus (filosofía contemporánea), Editorial Común (novela gráfica y cómic), Puente Aéreo (ensayo y teoría) y La Mariposa y la Iguana (poesía y diversidad), entre otros.

La Nación

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