Dos obras inspiradas en la viuda de Pinochet

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La musa del general reaparece en las tablas

Pronto se cumplirá una década de la muerte del hombre que fuera su esposo por más de 60 años. Desde ese 10 de diciembre de 2006, Lucía Hiriart, viuda del general Augusto Pinochet, ha permanecido en las sombras. Muda. Sí le ha tocado salir al paso ante los escándalos del Caso Riggs y los constantes acosos periodísticos, pero hoy, a sus 92 años, ha preferido y seguirá prefiriendo el anonimato. Sin embargo, algo muy dentro de sí le dice que quizá es tiempo de volver a aparecer en público, aunque los rencores ajenos puedan tumbarla.

En efecto, el próximo año se conmemorarán los primeros diez años tras la muerte del dictador, y aunque su imagen no ha estado al margen de creaciones artísticas, las burlas y polémicas, resulta curioso que precisamente esta semana, dos estrenos teatrales se centren en la mujer detrás del hombre que torció la historia del país a partir del 11 de septiembre de 1973. La primera en correr el telón será Lucía, en el GAM, pieza de la dramaturga Ximena Carrera que, bajo la dirección de Sebastián Vila (ambos detrás de la exitosa obra Medusa), muestra a una Lucía Hiriart cansada, aunque con ganas de volver a la palestra.

La convencen de conceder su primera entrevista en años. Para ello, la mujer, encarnada por la actriz Carmina Riego, sale de su casa rumbo al antiguo edificio Diego Portales, actualmente convertido en uno de los principales centros culturales del país, para reunirse con el periodista de una reconocida revista. El solo hecho de tomar conciencia del paso del tiempo a través de su ventana le perturba: alguna vez, dentro del mismo recinto, tuvo su propia oficina, estaba al tanto de todo, y su poder, para muchos, era decidor aunque silencioso, relegado a las reprimendas domésticas. “Nos llamaba la atención ahondar en el personaje de la mujer detrás del hombre que representó la tiranía del poder, y sobretodo porque ella se ha jactado de que así fue”, dice Vila. Para hacerlo, leyeron bastante sobre Hiriart, cuenta, pero también sobre Eva Brown, Carmen Polo e Imelda Marcos, mujeres y consejeras de Hitler, Franco y Ferdinand, respectivamente.

“Lo que hoy representa Lucía Hiriart es lo aspiracional de un Chile que quería ser otro. En este caso, quería imitar a Margaret Thatcher en muchas cosas, como en la tenencia del poder, pero no le alcanzó ni para dama de cobre”, afirma Carrera. La comedia negra que debuta este viernes tendrá, además, a un segundo personaje que la enfrentará con ella misma: “Es un guardia del edificio que la pone en aprietos”, advierte el director. “Es quien le recuerda quién fue y todo lo que se supo tras la muerte de su marido”.

En la misma tecla de la comedia, la compañía Teatro La niña horrible llevará hasta el escenario del Teatro Camilo Henríquez, desde el sábado, la obra En el jardín de rosas, de la dramaturga Carla Zúñiga. Dirigida por Javier Casanga (Historias de la amputación a la hora del té), también retrata a una delirante ex primera dama,  personificada por el actor y director Gopal Ibarra (Víctor sin Víctor Jara). Según su autora, “Hiriart es el personaje icónico de la siutiquería chilena. Representamucho más que a la esposa del gran dictador”.

La anécdota de la puesta en escena comienza en el living de la casa donde Lucía Hiriart ha vivido años de soledad, al cuidado de dos enfermeras. Un fantasma, el de su difunto esposo, la ronda por los rincones y le insiste en que debe retomar las riendas de un país en crisis. Convencida, sale a la calle y llega hasta la Plaza de Armas, pero el pueblo, desde luego, no la recibe como ella espera.

La Tercera

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