Imágenes que retratan la idiosincracia tica

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150 fotos retratan el ser costarricense

Valga la paradoja: La espera es una instantánea. En vez de pasar, el tiempo mira hacia los lados, y Ana Bonilla Cascante, la fotógrafa, capta la escena, habitual en una clínica que brinda servicios a la Caja del Seguro Social: mientras la atienden, ante una ventanilla, una paciente parece meditar en cómo se pasa la vida… Escenas como esta, tan comunes, ilustran los muros de la Galería Nacional en la exposición fotográfica Idiosincrasia tica , presentada por alumnos de la Escuela de Fotografía Rocío Escobar y por su directora.

La exhibición ofrece 130 fotografías tomadas por 46 personas, quienes llevaron el curso de dos años en la escuela de dirige Rocío Escobar, una experimentada fotógrafa y diseñadora gráfica.

Esta exposición es la quinta de una serie que se inició hace más de un año. Aumentando cada vez el número de las fotos, la muestra ha recorrido cinco galerías antes de ofrecer esta exposición. Se reúnen fotografías impresas en blanco y negro, y otras en colores.

La mayoría de los expositores no son fotógrafos profesionales y frecuentan los más diversos oficios; sin embargo, algunos consideran dedicarse únicamente a la fotografía.

“Varios de ellos, a su vez, quieren dirigir talleres para estudiantes nuevos, de modo que nuestra experiencia se multiplicará”, revela Escobar.

La exhibición se brinda en tres amplias salas. Las fotos se agrupan según sean en colores, o en blanco y negro. Los formatos son grandes, aunque unos sean apaisados, y otros, cuadrados.

La muestra ofrece temas muy diversos: paisajes de playa y de campo; escenas domésticas y deportivas; comidas y calles, animales y plantas, pero casi todas las fotos presentan a las personas –niños, adultos y ancianos, mujeres y hombres– en situaciones cotidianas.

“Queremos mostrar cómo somos los costarricenses: diversos física y culturalmente, pero, a la vez, formando una comunidad nacional”, expresa la directora.

Las salas incluyen fotos tomadas en grupo, cuando los alumnos visitaban un lugar, como el parque de Alajuela; también se brindan fotos que cada alumno captó por su cuenta. Rocío Escobar hizo la selección.

Los fotógrafos se arriesgaban a tomar las vistas sin anunciar a las personas. “No debe perderse la espontaneidad porque, si alguien percibe que lo fotografiarán, comienza a posar”, asegura el expositor Christian Lee.

Christian añade: “El recorrido nos lleva hasta el jinete a caballo, el vaquero que ordeña vacas, pescadores en charla reposada, zapateros y limpiabotas, sastres y afiladores, boyeros y campesinos, el trabajo en el trapiche y en el patio donde se seca café”.

Pasado y presente. Sí: la muestra registra oficios tradicionales, pero no es nostálgica: se aviva con el presente, con fotos de aviones, de vendedores, de bomberos…

Grettel Vargas recuerda que “sin avisar” tomó la fotografía Bendición en el mercado de Cartago cuando una madre despedía a su hijo. “Después hablamos con las personas, y casi siempre se alegran de aparecer en una fotografía artística”, afirma Grettel.

Algunos de los involuntarios modelos han acudido ya a la exhibición a exponer su orgullo de verse para ser vistos.

Todas las fotos se tomaron con cámaras electrónicas. “Hemos procurado que las fotografías sean muy cercanas a las escenas reales, con poca o ninguna modificación posterior en las computadoras”, expresa Rocío.

“En el mundo existe la tendencia a intervenir mucho la fotografía: cambios de colores, de luces, de definición…; pero esto ya está más cerca de las artes gráficas que de la fotografía”, añade la directora.

Empero, ciertas fotos aceptaron algunos toques de técnica. Por ejemplo, Tortillas del mercado , de Juan Fonseca Sanabria, es una foto en blanco y negro, pero incluye un color dorado solamente en las tortillas.

Romeros , de Christian Lee, muestra nítidamente la basílica de los Ángeles detrás de un mar de borrosas cabezas de fieles. Un efecto similar se logra en ¡Soque, afición! , de Rocío Escobar, foto que muestra la técnica del “barrido”: la cámara sigue a una persona que está en movimiento: se la ve nítida, mientras el fondo, inmóvil, queda borroso.

Instantes y siglos. La exposición se dedica a dos personas que habitan en lugares visitados frecuentemente por el grupo de alumnos. Una de ellas es José Uriel Delgado Corrales, “don Chepito”, quien ha llegado a los 115 años en excelentes condiciones físicas y mentales. Él vive en el Hogar de Ancianos Piedades de Santa Ana.

La segunda persona es Hilda Delgado, oriunda de Escazú. Pese a sus limitados recursos económicos, ella y su esposo, albañil, han criado ocho hijos, algunos ya profesionales.

La exhibición dará lugar a un libro homónimo que reunirá estas fotografías; ha sido diseñado por Frank Delgado, también expositor. La escuela busca financiación para solventar el costo de la impresión del libro.

Al fin, ¿qué es una buena foto? Es un momento que nadie esperaba. En lo cotidiano también bulle la historia. Un anciano emplea una lupa para leer, y el fotógrafo Mariano Rodríguez Arias nos da una lección: “Aún aprendo”, como dice la leyenda de un grabado de Francisco de Goya. A toda edad, la juventud permanece si algo nuevo le pedimos a la vida.

El fotógrafo es un adivino de sus errores y sus aciertos: antes de que presione el botón decisivo, ha previsto la mitad –o más– del resultado.

Esta exposición nos confirma que las buenas fotos no necesitan grandes acontecimientos, así como, en el teatro, no hay pequeños papeles, sino pequeños actores.

La rápida composición mental y la definición del ángulo logran fotos memorables de instantes que tal vez nadie recordaría.

Idiosincrasia tica es una colección de esos segundos que forman siglos: nos dirán cómo fuimos cuando seamos diferentes, cuando ya no estemos.

La muestra puede visitarse en la Galería Nacional (dentro del Museo de los Niños) hasta el jueves 30 de julio de lunes a viernes de 8 a. m. a 4:30 p. m.; sábados y domingos, de 9:30 a. m. a 5 p. m. La entrada es gratuita.

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