La Colmenita compañia de teatro infantil de Cuba siembra una semilla en Nicaragua

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La Colmenita, compañía cubana de teatro infantil que deslumbró en tantos escenarios del mundo, dio por estos días los primeros pasos para, como lo definió su director, Carlos Alberto Cremata, dejar sembrada una semilla en Nicaragua.

Invitado por el Teatro Nacional Rubén Darío, Cremata (o Tim, como le conocen) compartió durante varias jornadas con niños de este país, en un primer acercamiento antes de la llegada del grupo de la isla, prevista para la segunda quincena de este mes.

Sobre la compañía creada en la década del 90, el director mencionó en diálogo con Prensa Latina la existencia de 11 Colmenitas en La Habana, la capital de Cuba, y una -e incluso dos- en muchas provincias de la nación caribeña.

Todas se nutren de un «proyecto pedagógico donde el teatro, la música y el arte resultan un pretexto para contagiarnos de valores humanos, para aprender a vivir mejor, y donde el maestro es el niño», afirmó su fundador.
«Puedo dar fe por mi experiencia personal -añadió- que valores como el desinterés, la generosidad, el altruismo, la solidaridad y el trabajo en equipo los conocen mucho mejor los niños, nosotros los adultos lo vamos olvidando, entonces el niño es el maestro».

El objetivo, por eso, apunta más bien a proveerles herramientas para que, «cuando sean grandes, puedan practicar las maravillas del arte. En estos momentos, esos jóvenes (ya crecidos) están de modo inevitable transformando espiritualmente sus entornos laborales».

La vida -continuó Cremata- nos dio la posibilidad no solo de sembrar una semillita, sino muchas, y en los lugares donde el abono es bueno y la tierra es fértil crece esa planta llamada Colmenita, la cual fructificó también en otros países. ÂáÂá Ahora hay dos de ellas en España, una en Sevilla y otra en Tenerife; dos más en México, una en Chiapas y otra en San Luis Potosí; una en Winnipeg, de Canadá, y otra en República Dominicana.

Buenos Aires, la capital argentina, acoge a seis con pequeños de barrios muy humildes; mientras que en nueve estados de Venezuela suman 21, y en Colombia «hay una fabulosa, con niños de los estratos más bajos de la pobreza», ejemplificó.

A Nicaragua llegó Cremata, junto a otros miembros del proyecto, «en una avanzada para intentar enamorar» a los pequeños con La Colmenita, declarada en 2007 Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef.

NIÑOS INCREÍBLES

Me he encontrado a niños valientes, desinhibidos y eso no es común nunca en un primer ensayo, aseveró el director del grupo, que prevé presentar este mes en el Teatro Rubén Darío las obras La cucarachita Martina y La Cenicienta según Los Beatles.

Aquí ensayaron los coros de La cucarachita «en una sala de ensueño» y descubrieron las aptitudes de los infantes para interpretar a personajes como el Oso Roñoso o el Gallito de la historia con la que se espera puedan deleitarse los nicaragüenses.

Cuando esté acá La Colmenita, los pequeños cubanos harán una ceremonia bellísima, que radica en «desprenderse de la piel de su personaje y regalárselo» al niño nicaragüense que lo interpretará, comentó Cremata.

De ese modo, explicó, «ellos siguen haciéndolo solos, sin los niños cubanos», con dos profesores de la isla que permanecerán aquí.

El propósito es formar una Colmenita, estamos dando los primeros pasos pero vamos muy acelerados gracias a que los niños nicaragüenses son increíbles, dijo Cremata, quien partió hacia Cuba y regresará con la compañía para la presentación de este mes.

Claudia Alvariño, que llegó al grupo de la isla con tres años, creció en él, y ahora es una de sus maestras, también se mostró especialmente emocionada al hablar de la experiencia en este país centroamericano.

Esta vez lo que les enseñáramos debía ser muy elemental porque se trataba solo de una semana para luego venir con la compañía y hacer algo juntos, recordó la joven actriz en conversación con Prensa Latina.

Teníamos la idea de montar el coro solamente, pero en el primer encuentro fue impresionante ver cuánto se parecen los niños nicaragüenses a los cubanos, y los deseos que tienen de hacer cosas, de entregarse a pasarla bien y a divertirse, expresó.

Alvariño mencionó una frase de José Martí sobre la importancia de que los infantes se junten «una vez por lo menos a la semana, para ver a quién podían hacer algún bien», palabras que guían -reveló- a la compañía.

Se la dijimos desde el primer día, y al siguiente llegaron comentando que habían ayudado a alguien o compartido su merienda, aseguró.

La Colmenita, confirmó, no solo busca mostrar un gran espectáculo en un escenario, sino lograr la formación de mejores seres humanos y contribuir a que el niño aprenda a hacer el bien, a conocer lo que es un deber o un favor.

Con la mirada puesta también en que pequeños de Cuba y Nicaragua se conozcan y aprendan sobre sus culturas, la Colmenita seguramente volverá a encantar y a dejar plantada otra semilla tras su estancia en esta nación de centroamérica.

Prensa Latina

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