Cuba: Un tal Korda en Buenos Aires

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Por primera vez en el país se puede apreciar en el Centro Cultural Borges una extraordinaria retrospectiva del célebre fotógrafo cubano Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Alberto Korda. “Korda: pasión e imagen” es una cuidada selección de 110 fotografías del acervo personal del artista, realizada conjuntamente por el Estate de Alberto Korda y el Centro Cultural Borges.
Cuba, 14 de septiembre de 1928, nace Korda en la isla del son, el ton y el ron. París, 25 de mayo de 2001, fallece Korda de un infarto y en el espacio, una copa del infaltable ron. Fue sepultado en el Cementerio Colón en La Habana, donde también yacen las víctimas de la explosión de La Coubre.

Yendo a la historia de las mencionadas víctimas: un 4 de marzo de 1960, una explosión destruiría parte del navío y con él un cargamento de municiones destinadas a la naciente revolución, en un atentado. “Guerrillero Heroico”, la imagen tomada durante el sepelio de las víctimas que muestra al Che Guevara con 31 años de edad, se transformaría después de su muerte en una de las más reproducidas de la historia de la fotografía contemporánea.

Tres instancias claras definen el contenido de la muestra y la obra de Korda, cuya figura quedó por siempre ligada a la del mítico Fidel Castro y el legendario Che Guevara. Se trata de la moda, sellada con la impronta estética de los años 50 y visible en las milicianas, las campesinas y modelos de alta costura; la revolución, de la cual capturo durante 9 años históricos momentos y el mundo submarino, con extraordinarias tomas de arrecifes y corales realizadas durante 10 años, a partir de 1968.
Alberto Díaz Gutiérrez muere súbitamente en París en el año 2001, dejando tras de si un cuerpo de imágenes que forman parte de la memoria histórica de Cuba.

Curadores: Diana Díaz López / Reinaldo Almira Naranjo / Virginia Fabri

Inauguración 6/8 | Cierre 13/9 Sala 21

Centro Cultural Borges

Korda, el fotógrafo de la revolución

Por Guadi Calvo

El cuatro de marzo de 1960 se produce en el puerto de La Habana el primer gran sabotaje contra la Revolución Cubana. Agentes norteamericanos hicieron estallar el carguero francés La Coubre, que acababa de arribar trasportando armas y explosivos, en contra de las estrictas restricciones que Washington ya había impuesto al nuevo gobierno. El atentado produjo ciento treinta y seis muertos y más de doscientos cincuenta heridos.

Al día siguiente, el gobierno revolucionario organiza un gran acto de protesta y recordación de las víctimas, cuyo primer orador sería el Comandante Fidel Castro; en ese discurso Castro inscribiría uno de los lemas fundamentales de la Revolución: “Patria o Muerte”.

A los pies del palco principal donde se encontraba la primera plana del gobierno revolucionario se movían un par de docena de fotógrafos que intentaban captar todo lo que sucedía. Entre todos los reporteros gráficos se encontraba un importante fotógrafo de modas llamado Alberto Díaz, más conocido como Korda, que tras el triunfo del Movimiento 26 de Julio, abandonó todo para trabajar para el diario Revolución.

Korda seguía las alternativas que se sucedían en el palco, con el ojo anhelante en el visor de su cámara Leika y el dedo tenso sobre el obturador, capturando rostros y gestos de los altos funcionarios. Uno de los que buscaba y no encontraba era el Comandante Ernesto Che Guevara.

En un momento, sorpresivamente, cuenta Korda, el legendario Che se asoma curioso para observar a la muchedumbre. El Che había irrumpido en el visor de Korda, el gesto seco, la mirada profunda del argentino, provocaron que el fotógrafo diera un paso atrás por la intensidad de la imagen, pero su fiel instinto le hizo disparar dos veces su Leika, antes que el Che volviera a desaparecer, tras las primeras filas de funcionarios.

Korda no sabría hasta siete años después, cuando el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli, a quien le había regalado una copia en su visita a La Habana e iba a publicar el primer afiche del Che tras su asesinato en Bolivia, que aquella foto que había capturado sobre el palco levantado en la calle 23 muy cerca del cementerio de la Habana, se iba a convertir en la imagen más reproducida y famosa de la historia.

Más tarde esa fotografía iba a ser conocida como El Guerrillero Heroico, y además de acompañar absolutamente todas las manifestaciones de protestas que desde entonces se han realizado alrededor del mundo desde Canadá a Ceylán y de Pakistán a Chile, la imagen del Che por Korda, se ha grabado en el inconsciente colectivo como uno de los iconos más representativos de todo el siglo XX. Esa imagen ha sido plasmada no solo en afiches y libros, sino en cuánto objeto pudiera caberle: tazas, remeras, billetes, escudo, tatuajes y así se podría continuar hasta el infinito.

Korda nunca cobró derechos por esa foto, al contrario se sentía feliz que “su” Che Guevara se difundiera en el mundo entero, pero en el año 2000 hizo la única demanda de derechos “por motivos ideológicos”. Fue contra la firma Smirnoff en Londres, que pretendía usar la imagen en un anuncio. “Utilizar la imagen de Che Guevara para vender vodka es un insulto a su nombre y a su memoria”, declaró en una entrevista al periódico inglés The Guardian. Lo obtenido en el acuerdo extrajudicial, unos cincuenta mil dólares, Korda los donó al Ministerio de Salud cubano. “Si el Che estuviera vivo, habría hecho lo mismo”, dijo.

El Guerrillero Heroico, no es la única de sus fotografías que has pasado a la historia. Siendo el fotógrafo de la revolución y habiendo acompañado a sus líderes en infinidad de ocasiones Korda tiene muchas otras fotografías que podría catalogarse como emblemáticas.

Alberto Díaz había nacido en el barrio habanero de El Cerro en 1928. En una familia de trabajadores. Su acceso a la fotografía fue casual. A su padre, operador de telégrafos para los ferrocarriles, le habían regalado una cámara de 35mm, de la que Korda se apropió de inmediato y pasó a ser un elemento indispensable en sus recorridas callejeras como vendedor de productos farmacéuticos.

En 1954 abriría su propio estudio fotográfico en una pequeña oficina de un céntrico edificio de su ciudad. Dos años después “Estudios Korda” se mudaría a un local frente al emblemático Hotel y Casino Capri, convirtiéndose de inmediato en un hombre muy conocido en la excéntrica noche habanera, una mélange de estrellas de Hollywood, mafiosos, empresarios de dudoso origen, funcionarios corruptos, traficantes de drogas y cafishos con su mercadería en exhibición permanente.

Por esos años fue que se transformó en el creador de la fotografía de moda cubana; sus producciones comenzaron a salir en las principales revistas de la época.

Las tremendas diferencias y contradicciones que conoció en las calles de La Habana, los poderosos Cadillac frente a familias mendicantes, fue lo que le hizo adherir de inmediato a la Revolución Castrista.

Apenas comenzado el nuevo gobierno se presentó en la redacción del diario Revolución. Por lo que rápidamente pasó a convertirse de hecho en el fotógrafo oficial, aunque nunca se reconoció como tal, y nunca recibió un sueldo por ese trabajo.

Enviado por Revolución a Venezuela acompañó a Fidel en lo que sería su primera visita oficial al exterior y desde entonces lo seguiría en casi todas las que realizará el mítico jefe alrededor del mundo, Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Vietnam.

En Washington D.C. Korda capturaría otra de las más icónicas de sus fotografías Fidel Castro en el Lincoln Memorial.

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Fidel se convertiría en uno de los más fervientes admiradores del trabajo de Korda y por ese motivo lo seguiría acompañando durante los siguientes nueve años, en todas las giras y presentaciones oficiales del Comandante de la Revolución. Lo que los llevó a convertirse en amigos personales, relación que se continuó hasta la muerte de Korda a raíz de un infarto mientras preparaba una muestra en Paris en 2001.

Las fotografías de Korda han logrado plasmar el espíritu épico del pueblo cubano que no dudó nunca de acompañar el proceso revolucionario. Korda fue un testigo privilegiado de las grandes movilizaciones.

Otra de sus grandes fotos es El Quijote de la farola, cuándo el 26 de Julio de 1959, consiguió retratar a un campesino trepado en una farola callejera, que parece flotar sobre la multitud, convocada para recordar un nuevo aniversario de la toma del cuartel Moncada.

Korda también será el autor de las famosas fotos del Che y Fidel jugando golf con uniformes de campaña, o la serie en que se puede ver al Che en plena zafra azucarera. Oportunidad en que el guerrillero heroico puso a su retratista a cortar caña por una semana, ya que nunca lo había hecho.

Sin duda no solo el retrato del Che pasará a la historia de la fotografía universal de los trabajos Korda, son muchas, cincuenta y cinco mil, las tomas que ha capturado, de la gesta revolucionaria, sino fundamentalmente de la vida de un pueblo heroico.

Una selección de las 55 mil fotografías tomadas por Korda se puede ver hasta el 13 de septiembre, en los muy abandonados galpones del Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín).

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