Gilberto Gil y Caetano Veloso giran por América Latina

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El sábado Caetano Veloso y Gilberto Gil se presentarán juntos por primera vez en Uruguay para demostrar por qué marcaron la historia cultural de Brasil y el mundo.

No es exagerado decir que Caetano Veloso y Gilberto Gil son figuras fundamentales de la música popular de la segunda mitad del siglo XX. Juntos crearon una nueva manera de ver la música pop desde el tercer mundo que se volvió universal.
En medio siglo de actividad, cada uno construyó una obra artística enorme. Hay etapas acústicas y eléctricas, obras experimentales, canciones pop, regionalismos, rock vanguardista, poesía concreta, temas cotidianos, letras hedonistas, manifiestos políticos. Son cientos y cientos de canciones excelentes que engloban lo mejor de la música brasileña.
La trayectoria de ambos músicos ha estado entrelazada desde su inicio. Nacidos ambos en Bahía en 1942, se conocieron a mediados de la década de 1960 en la universidad, donde Caetano estudiaba filosofía y Gil administración de empresas. Los dos estaban influenciados por la bossa nova, especialmente por la obra de João Gilberto. Gil había dejado el acordeón por la guitarra al influjo de la música del también bahiano y Caetano había comenzado a tocar y componer alentado por ese movimiento.
Los discos debut Louvaçao (1966) de Gil y Domingo (1967) de Veloso, siguen la tradición bossanovística. Son dos álbumes con grandes composiciones, pero que no dicen demasiado de lo que sucedería muy poco tiempo después.
Tropicalismo
Hoy el tropicalismo es considerado uno de los fenómenos culturales más importantes surgidos en la década de 1960. Veloso y Gil fueron los líderes de ese movimiento, junto a un grupo de músicos, poetas, artistas plásticos y cineastas bahianos.
Esos artistas veinteañeros, que vivían bajo la naciente dictadura, se inspiraron en el concepto de antropofagia cultural del poeta Carlos Drummond de Andrade. La idea de devorar al «invasor», digerirlo y con eso crear algo nuevo fue usada por los tropicalistas para incorporar el rock, la sicodelia y el arte pop a la cultura popular brasileña; pero, también, para continuar los enormes aportes de la generación anterior. Los tropicalistas no fueron parricidas. Adoptaron la bossa nova de João Gilberto y Tom Jobim, al cinema novo de Glauber Rocha o la poesía concreta de Augusto y Haroldo Dos Campos como puntos de inspiración y partida.
Uno de los conceptos fundamentales del tropicalismo fue que no hay influencias buenas o malas al hacer arte. Por eso, reivindicó figuras consideradas comerciales y aculturadas como Carmen Miranda, defendió la música romántica de Roberto Carlos a la vez que rescataba la poesía más vanguardista, la música culta contemporánea, el rock y el jazz. La idea de que es tan cool el paisaje sonoro que te rodea como el que llega de afuera, que el rock puede ser algo propio y personal para alguien nacido en el sur del mundo y de que es posible apropiarse de todo para construir una propuesta artística, fueron la base de una visión que marcaría a la música brasileña hasta el día de hoy.
El manifiesto artístico del tropicalismo es el álbum Tropicalia ou Panis et Circensis, editado en 1968. Es un disco colectivo liderado por Gil y Veloso, con la participación de la banda Os Mutantes, Gal Costa, Tom Zé, Nara Leão, Rogério Duprat y los poetas Torquato Neto y José Carlos Capinam.
Es un álbum que tal vez no ha envejecido tan bien como otras obras de Caetano y Gil por estar muy marcado por la época en que fue concebido. Sin embargo, es posible apreciar grandes canciones comoPanis et circencis, Baby o Bat macumba y el poder irreverente de una obra que mezcla alta y baja cultura, rock, música culta y tradiciones brasileñas en un puñado de canciones.
En su momento no todos apreciaron el carácter transformador del tropicalismo. Para una parte de la izquierda brasileña, los jóvenes bahianos eran unos alienados que no valoraban la lucha contra la cultura imperialista ni las tradiciones artísticas brasileñas.
La dictadura brasileña, sin embargo, pareció entender mejor el carácter «subversivo» del movimiento. En 1969 mandó a prisión a Veloso y Gil por tres meses y luego los expulsó de Brasil. Ambos artistas se exiliaron en Londres en 1969, volviendo a su país en 1972.
El camino de Caetano
Aunque el tropicalismo dejara de existir como movimiento, Caetano siguió sus preceptos durante toda su carrera. Grabaría dos discos en Inglaterra, Caetano Veloso (1971) y Transa (1972), mayormente cantados en inglés. Son álbumes fundamentales, que fueron el germen del posterior «descubrimiento» de su música por artistas anglosajones.
Su primer disco brasileño luego del exilio fue Araça Azul (1973), un disco experimental, en su mayoría improvisado en el estudio de grabación, que desconcertó a sus seguidores.
Esa experimentación daría paso a dos hermosos álbumes editados en 1975, Jóia y Cualquer Coisa, hermanados por su sonido acústico. El primero es más experimental y despojado, mientras que el otro está más basado en versiones personales de temas ajenos (The Beatles, Jorge Ben, Chico Buarque, Chabuca Granda, Bola de Nieve).
En 1977 Caetano volvió a editar dos discos, ambos con pulso bailable: Muitos Carnavais, basado en la música del carnaval bahiano, y Bicho, influenciado por los ritmos africanos. Fue muy criticado en su momento por ese giro hacia una propuesta considerada más superficial.
Hasta mediados de la década de 1980 siguió mostrando su costado más hedonista, cercano al pop pero mezclando una cantidad de influencias distintas, y su variada pluma, que podía ir de lo intelectual y poético a lo más cotidiano.
Acompañado por su grupo llamado A Outra Banda da Terra realizó álbumes como Muito (1978), Cinema Transcendental (1979), Outras Palavras (1981), Cores Nomes (1982) y Uns (1983). Esta es quizás la etapa que, en el largo plazo, más influyó a las siguientes generaciones de músicos, terminando de cimentar una manera única de ver la música pop con raíces brasileñas.
A fines de los 1980 y principios de los 1990, inició una etapa más roquera y vanguardista, que comenzó en los discos Velô (1984) y Caetano (1987), y se asentó en Estrangeiro (1989) y Circuladô (1991). Estos dos últimos fueron grabados en Estados Unidos con la producción del músico Arto Lindsay, representante de la vanguardia pop neoyorquina. Para muchos fue una de las etapas más creativas de toda la carrera de Veloso.
Ya con 50 años, vivió entonces una segunda juventud musical y terminó de convertirse en un referente global, citado como influencia por artistas tan disímiles como Beck, M.I.A, Arcade Fire y Nelly Furtado.
Livro (1997) y Noites do Norte (2000), producidos junto a Jaques Morelenbaum, denotaban cierta mirada hacia atrás, pero con una sonoridad muy particular, donde se mezclaban los arreglos orquestales con la moderna percusión bahiana. Esa mirada hacia el pasado está también en Fina Estampa (1994), su disco más exitoso en el ámbito hispanohablante, que recorre grandes canciones de la música latinoamericana.
Acercándose a los 70 años, Caetano, de la mano de su hijo Moreno y de músicos de esa generación (alrededor de 30 años), ensayó un sonido eléctrico y minimalista, que uno podría llamar roquero, pero que sigue siendo intransferiblemente Caetano. Abraçaço (2012), hasta ahora su último disco de estudio cierra, según su autor, una trilogía que se inició con (2006) y continuó con Zii e Zie (2009).
El camino de Gil
Antes de su exilio forzado, Gil había editado dos álbumes titulados con su nombre en 1968 y 1969, que seguían la línea del álbum Tropicália: una mezcla de psicodelia y música brasileña, rock y arreglos orquestales. También editó otro disco homónimo en Inglaterra en 1971, bañado con la misma melancolía y tristeza que los discos ingleses de su amigo Caetano.
Tras su regreso a Brasil, Gil editó algunos de sus mejores trabajos, como Expresso 2222 (1972) yRefazenda (1975).
En los siguientes Refavela (1977) y Realce (1979) muestra de manera más directa las raíces africanas de su música, con un pulso más pop. Aunque la música de Gil siempre estuvo marcada por los sonidos afrobrasileños, su viaje a Senegal, Nigeria y Costa de Marfil en los 1970 marcó aún más su música en esa dirección.
Gil también tuvo que ver en el renacimiento de la tradición del afoxé en el carnaval bahiano, siendo parte de uno de sus blocos más emblemáticos, los Filhos de Gandhi.
Desde la época de su exilio en Londres fue uno de los primeros músicos latinoamericanos en estar en contacto con el reggae y un pionero en combinar ese ritmo con la música brasileña. Esas mezclas fueron una enorme influencia tanto para las bandas roqueras surgidas en Brasil en la década de 1980, como Paralamas y Titãs, como para la posterior movida del samba reggae de Olodum y Carlinhos Brown. Gil grabó y tocó con Jimmy Cliff en los 1970 y grabó con los Wailers en posteriores trabajos suyos comoRaça Humana (1984).
A fines de la década de 1980 el artista comenzó una carrera política, sin nunca abandonar la musical. Fue edil y secretario de cultura del gobierno de Salvador, Bahía. En 2003, cuando Lula da Silva asumió como presidente en Brasil, nombró a Gilberto Gil como ministro de cultura.
En 2005 Gil recibió el Premio Polar, considerado el Nobel de la música, otorgado por la Real Academia Sueca de Música, sumando su nombre a artistas como Paul McCartney, Ray Charles, Bob Dylan, Ravi Shankar y Pink Floyd.
Otra vez juntos
En 1993 Veloso y Gil volvieron a grabar un disco a dúo, como celebración de los 25 años del tropicalismo:Tropicália 2. Es un disco muy lejano a aquel de 1968, pero que muestra a los dos músicos en un gran momento creativo. La celebración los llevó a realizar una serie de conciertos juntos.
Pasaron 20 años de ese álbum y de esa celebración. Fiel al espíritu tropicalista Gil y Veloso siguieron reivindicando músicos vistos como comerciales por el público más intelectual. En 2012 los dos hicieron un recital junto a Ivette Sangalo que fue editado en CD. Caetano se había sacado el gusto de hacer un disco a dúo con Roberto Carlos en 2008, versionando nada menos que a Tom Jobim.
En 2014 los dos amigos volvieron a juntarse en un escenario, realizando una gira por varios países de Europa. Es con ese espectáculo que celebra «100 años de música» (la suma de ambas trayectorias) que ambos se presentarán el próximo 12 de setiembre en el Velódromo Municipal.
Una oportunidad única de ver a dos de los más grandes músicos que ha dado Brasil.

Caetano Veloso y Gilberto Gil: explosión de tropicalismo

El hombre llamado Caetano Veloso que compuso en 1968 la canción monumental «Tropicália», que marcó la génesis del movimiento tropicalista, está contemplando una pintura de Caravaggio que hay en la habitación con la serenidad y agudeza de un crítico de arte. Es el mismo hombre, performer y artista audaz que se puso un revólver en la cabeza mientras cantaba una canción y fue a prisión durante tres meses antes de exiliarse en Londres. Es el mismo artista que fue la voz musical del Cinema Novo de Glauber Rocha, de los manifiestos antropofágicos de Oswald de Andrade y del arte visual de Helio Oticia. Es incluso el que hace unos años se reinventó en el rock crudo y vanguardista de la Banda Cê.

Su compañero Gilberto Gil entra en escena. Tiene la delicadeza de un príncipe y la energía de un guerrero africano. Ya no porta la barba y ese vestuario psicodélico que sedujo a la generación de fines de los sesenta que lo comparaba con un Jimi Hendrix bahiano, hijo del sonido moderno de Jorge Ben, del beat nordestino de Luiz Gonzaga y de la psicodelia beatle de Sgt. Pepper’s. Pero conserva esa visión profética que lo impulsó a crear a fines de los años sesenta himnos como «Domingo no parque», que anunciaron el movimiento tropicalista que cambiaría la música de Brasil del siglo XX.

Pasó cerca de medio siglo, desde que los dos creadores -junto a poetas, escritores, músicos- colaboraron, grabaron canciones y fundaron el movimiento tropicalista, a partir de la edición del álbum colectivo Tropicália ou Paninis et circensis, en el que participaban Os Mutantes, Rogerio Duprat, Nara Leao, Torquato Netto,Tom Zé y Gal Costa, y que rompió los canones musicales de su tiempo, incorporando sonidos psicodélicos, samba, rock , música y poesía concreta, íconografía pop y las imágenes surrealistas de películas como Terra en trance de Glauber Rocha. Pasó más de medio siglo desde que Gilberto Gil fue considerado el nuevo profeta de la música brasileña y Caetano Veloso, su discípulo directo. Ahora, los dos amigos tienen 72 años. Después de compartir el proyecto Tropicalia 2 (1993) y celebrar los 25 años del Tropicalismo no se volvieron a juntar en un escenario. «Para mí es la posibilidad de acercame a Caetano, que es algo que siento en falta. Lo necesito, por ser él quien es y por todo lo que significa para mí», confiesa Gil, que no oculta su admiración por su hermano musical.

Al aspecto afectivo del encuentro, Caetano le suma su agudeza intelectual. Esta reunión con Gilberto Gil (ex ministro de Cultura de Brasil durante el gobierno de Lula da Silva) tiene un significado más profundo para la cultura brasileña. «En Brasil cayó en un momento especial este encuentro. Fue como un contrapunto a la sensación de que todo va mal y que Brasil no tiene solución. Esto de estar los dos celebrando cincuenta años de música y que aparezcamos juntos es leído como un símbolo. En Brasil ahora hay pesimismo, desesperación, como sino hubiera nación. Que estemos juntos en un escenario es como que al menos todavía hay una nación brasileña», reflexiona Caetano Veloso.

El reencuentro no tiene un gesto nostálgico, aunque el repertorio que tocarán hoy, en la segunda función en el Luna Park, pasará por todas sus épocas. Quieren volver a experimentar la inquietud musical y vanguardista de tocar canciones como «Tropicália», «Marginalia 2» y «Domingo no parque». Quieren tocar temas icónicos para la gente como «Coração vagabundo», «Desde que o samba é samba» y «Terra». Y quieren seguir cantando música nueva. «Pensamos en cosas que hace mucho tiempo no cantábamos y también le pedí a Gil cantar una de sus últimas canciones, «No tengo miedo a la muerte». Para mí es la canción más significativa del show, le da una perspectiva a todo el espectáculo en términos de originalidad. Es una canción nueva, moderna. El sonido, la voz, lo que hace con la guitarra Gil tiene un tono experimental que dialoga con el Tropicalismo. Eso pone las cosas en su lugar», apunta Caetano.

-Hubo un tiempo en que se compartían comentarios sobre las canciones y se pedían opinión el uno al otro.

Gilberto Gil: -En el comienzo éramos así. Especialmente yo.

Caetano Veloso: -Yo también

Gil: -Los dos comprendíamos que debía haber una colaboración en ese sentido. Para mí también era un aprendizaje. Yo tenía en cuenta la forma de hacer música de Caetano. Para mí era algo distinto y de gran significado para la música del Brasil. Yo empecé a aprender a hacer canciones y música con él.

Veloso: -Para mí su música estaba muy bien hecha (se ríe).

Gil:-Estaba bien hecha quizás, pero no tenía algo que pasó a tener después que conocí a Caetano. Una manera, una variedad temática y un gusto por cosas más profundas. El tenía esa «dificultad» que yo quería traer para mí trabajo. Sino hubiera pasado eso seguiría solamente haciendo música. Con él aprendí a darle una dimensión pensante a la canción.

-¿Y vos cómo lo veías a Gil?

Veloso: -Para mí era él quien tenía toda la música en sí. Yo admiraba cómo tocaba. Quería entender como secuenciaba esas posiciones en la guitarra y los sonidos en el oído que lograba. Así que aprendí más de musicalidad con él.

Gil: -Mientras, yo aprendía más de poesía con Caetano.

-Fueron como opuestos complementarios en su relación.

Caetano: -Sí, somos así.

-En el libro Verdad tropical, decías que te sentías menos músico frente a Gil. ¿Es verdad?

Veloso: -Me siento todavía

Gil: -Como yo me sentía menos poeta que él. Entonces nos complementábamos. En un sentido, cuando nos conocimos se integraron esos mundos.

-¿Cómo dialoga ese disco/manifiesto que fue Tropicália ou pannis et circensis con el presente de la música?

Veloso: -No escucho mis discos nuevamente pero, en mi memoria, Tropicália es un disco muy bonito porque es colectivo, es variado, tiene ese tono de manifiesto de una generación de cineastas, pintores, músicos y es muy poético. Es como una película en mi cabeza.

Gil: -Creo que si tomamos una canción como «Tropicália» que da nombre al disco, marca todas las cosas arriesgadas que pasaron a ser parte de nosotros mismos. Tienes en esta canción una referencia, porque es una canción compleja en términos musicales y también en la forma de escribir la realidad y la fantasía: las dos cosas dialogan. Es una canción seminal para el futuro. Para el procedimiento de todo lo que después pasó en términos de composición en la música del Brasil.

-El tropicalismo parecía un grito generacional en oposición a la bossa nova, aunque ustedes eran discípulos de João Gilberto.

Veloso: -La bossa nova también fue un escándalo cuando surgió. Fue algo impactante y que tuvo reacciones de rechazo. La bossa nova fue violenta también. Hubo personas de las discográficas que se rehusaban a distribuir los discos de bossa nova porque la encontraban insoportable. Fue la creación de un estilo nuevo pero una vez establecido era una cosa meramente agradable. Ya el tropicalismo fue una actitud también agresiva contra el ambiente y con material fuerte sonoramente y sin un estilo definido porque combinaba el samba, la psicodelia, el rock, la poesía. Todo lo que se hacía era desde un punto de vista diverso. La presencia del folklore era más cruda. Era sacar un trozo de cada estilo y armar un collage con ese espíritu. Eramos más cubistas.

Gil: -La bossa nova tenía un estilo que aunque al principio fuera formado por cosas distintas se quedó en un género definido. La tropicalia jamás llegó a ser un estilo. Jamás deseamos eso. El tropicalismo no era solo un hecho musical, ni poético, ni literario. Es una entidad.

Veloso: -El tropicalismo fue también como una anti bossa nova, pero hecha por admiradores y amantes de la bossa nova. Lo hicimos justamente por respesto a su origen contestario. Reconociendo el aspecto de ruptura que introdujo la bossa. Principalmente de eso se alimentó el tropicalismo.

Gil: -Trayendo todo lo que ella nos propiciaba y nos daba.¿La canción aquella te acordás Caetano?

Veloso: -«Eu, você, nós dois Já temos um passado (canta los primeros parráfos de «Saudosismo», con esa tonalidad irresistible).

-Una cosa que me sorprendió es que Gil reconoce en una entrevista que el creador de toda esta idea del tropicalismo fue Caetano.

Gil: -Sigo pensando lo mismo.

Veloso: -Gil empezó todo para mí porque hizo las propuestas musicales con sus actitudes, sus acciones, todo de una manera muy elaborada y explícitamente. Cosas que estaban en el aire pero que las concretó Gil. Recuerdo que estuvo un período en Pernambuco y cuando volvió trajo todas esas ideas nuevas y los puntos esenciales muy definidos de lo que fue el tropicalismo después. Para mí fue Gil quién lo creó.

Gil: -Yo creía que toda esta forma nueva debería contener justo algo que tenía Caetano como contenido, como comprensión de la dimensión cultural de la música y de la acción artística. La compresión que tenía él a diferencia de la que tenía yo cuando lo conocí. Yo quería que fuera un colectivo para toda la segunda generación de la bossa nova. Pero eso no fue posible porque muchos no comprendieron. Nos rechazaban y no nos entendían.

-¿Tienen nostalgia de aquellos tiempos de revolución tropicalista?

Gil:– No tenemos nostalgia. Estamos contentos de que se renueve ese ciclo tocando juntos.

La Nación

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