Cine nacional en Valdivia

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El cine chileno en Valdivia: de los monumentos públicos a la soledad femenina

Jorge, un cineasta radicado ahora en Nueva york, recuerda cuando su padre le mostró el busto de un oscuro neurobiólogo portugués llamado  António Egas Moniz. En rigor, no es tan desconocido, pues ganó el Nobel de Medicina, pero para efectos de la historia su nombre y su cara es tan misteriosa como casi todo lo que aparece en esta muy interesante propuesta de Jerónimo Rodríguez. El  documental se llama El rastreador de estatuas y tal como lo dice su simbólico y preciso nombre es la serie de asociaciones históricas, políticas y hasta poéticas que una persona establece a partir de diferentes bustos y monumentos ubicados en los sectores dónde vive, transita y pasa al azar.

El rastreador de estatuas es una de las nueve películas chilenas en la Competencia Nacional del Festival de Valdivia, que se realiza hasta el domingo en la capital de la Región de los Ríos, pero cuyos resultados ya estarán este sábado. El padre médico de Jorge, la conocida escultura del cerebro del Instituto de Neurocirugía, el fútbol,  Colo Colo, el absurdo partido que Chile le ganó por bocover  a la Unión Soviética en noviembre de 1973 en el Estadio Nacional, las calles de Ñuñoa, las picadas del barrio Franklin. En fin, un Chile en blanco y negro que este director presenta con una extraña poética y una voz en off delicada y justa.

Otra de las películas chilenas que ayer se presentó e Valdivia es Atrapados en Japón, de la destacada realizadora  Vivienne Barry, conocida sobre todo por sus trabajos de animación en stopmotion. Se trata al mismo tiempo de la reconstrucción de una historia de ribetes espectaculares y de un reencuentro al menos en imágenes con el propio padre de Barry, el reportero Carlos Barry Silva. La trama es la siguiente: seis periodistas chilenos, entre ellos el padre de la cineasta, viajan a Japón y los sorprende el ataque nipón a Pearl Harbor en 1971. La guerra retrasará su regreso a chile durante al menos un año.

La sombra del roble, también mostrada ayer, es el primer largometraje del estudiante de la Universidad del Desarrollo Nicolás Saldivia, quien acá reúne a los actores Daniel Candia (Matar a un hombre), Julio Jung y Francisca Poloni para contra un drama de afectos en conflicto: Jorge, de unos 50 años, apenas logra sobrellevar su viudez y es casi una sombra para sus dos hijos, que sienten en el abuelo Roberto a la verdadera figura paterna. Un diagnóstico de Alzheimer para Roberto acelera la toma de conciencia y las acciones de Jorge, quien deberá tomar las riendas de su vida familiar.

También del mundo estudiantil es Sebastián Pereira (recién egresado de la Escuela de Cine de Chile), que ayer estrenó acá Los Iluminados. La trama pone en apuros a Felipe, un muchacho de edad escolar que prepara un trabajo de investigación junto a un compañero y que se enreda sentimentalmente con la madre de éste.

La última cinta en la competencia local presentada ayer tiene también algo de El rastreador de estatuas. Al menos está ese espíritu evocativo de un país que a muchos se les fue de las manos hace años: se llama El ruido de los trenes y es sobre la vida en San Rosendo, con aquella estación de trenes casi fantasma que alguna vez fue todo bullicio y que hoy sólo ve pasar dos trenes al día. Uno en la mañana y otro en la tarde. La dirige Cristián Saldía.

Dentro de la Competencia Internacional , a las 22.45 horas es el turno de La vida sexual de las plantas, la cinta de Sebastián Brahm sobre la doble vida sentimental y fundamentalmente sexual de Bárbara (Francisca Lewin). Nuevamente están las preocupaciones biológicas y orgánicas que Brahm también gatillaba en su anterior El circuito de Román, pero ahora el realizador logra adentrarnos con mucha mayor fuerza en la vida de sus personajes. La película es un detallado recuento de la soledad de Bárbara, un personaje eternamente insatisfecho y triste, sexualmente voraz y sentimentalmente golpeado: su pareja se ha transformado en un papanatas tras sufrir literalmente un golpe y porrazo en una excursión en la montaña y la existencia juntos es sólo una sombra de otros tiempos. Una aventura con Nils (Cristián Jiménez) le permitirá tal vez salir del calvario que hoy atraviesa.

Publicado en La Tercera

 

Lo que ha sido la competencia chilena en Ficvaldivia 2015: Entre la búsqueda del padre y los traumas familiares

Nicolás Saldivia Muñoz (27) venía todos los años a Valdivia como estudiante de cine de la Universidad del Desarrollo, y ahora acaba de estrenar en el festival de la ciudad, su ópera prima: “La sombra del roble” (2014). Está expectante, y espera que un posible éxito y buena recepción de su trabajo en el sur, lo conduzca a presentar su crédito en muestras internacionales como la de La Habana y Cartagena.

“Siempre quise debutar profesionalmente aquí: Valdivia es el encuentro cinematográfico más importante del país, y también me interesaba por su línea editorial, la ventana y la vitrina que representa, sus aires de diversidad y de apertura hacia lo nuevo y lo desconocido. Cuando estudiaba, en la Escuela siempre nos daban todas las facilidades para venir hasta acá, y conocer gente, hacer contactos, ver cine y reflexionar audiovisualmente sobre lo que observábamos y estábamos aprendiendo”, explica el joven realizador a El Mostrador Cultura+Ciudad.

 Sin fecha de estreno comercial en las salas , La sombra del roble fue recibida con entusiastas aplausos por el público que acudió a su premiere en la Aula Magna de la Universidad Austral. Protagonizada por los actores Julio Jung, Daniel Candia y Vicente Almuna, se trata de un drama intimista y familiar, que analiza la decadencia de los vínculos afectivos de un grupo humano, signados por la muerte de la madre, y la decrepitud mental y psicológica del patriarca, el abuelo del clan (Jung).

Es una película emotiva, que deja pensando y cuyo lenguaje cinematográfico (encuadres cerrados, primeros planos y una cuidada composición de los elementos plásticos), resultan atractivos no sólo por el brillo “oscuro” de la luz, sino que también por el manejo experto y la fluidez con que la dirección, hace uso de esos factores: la continuidad narrativa, y la hondura dramática de sus personajes, describen, igualmente, un libreto “desarrollado” y escrito con ciertas pretensiones literarias.

“La trama del guión (redactado por Michelle Redon y Paloma Miranda) está basada en mi historia familiar: somos muchos hombres y pocas mujeres en mi casa, y existe una relación estrechísima entre mi abuelo, mi padre y yo. Y mi tata falleció de Alzhéimer, como el personaje que encarna Julio Yung. Por eso las reacciones sensitivas de la gente, después de verla, porque se trata de un conflicto latente en muchos hogares, donde las relaciones entre los padres y los hijos no son las mejores, y donde la disfuncionalidad se impone a veces como patrón de conducta y de convivencia”, analiza Saldivia para este magazine.

Esperanzado en lo que pueda suceder con su filme, luego de Valdivia, el realizador se confiesa: “De aquí depende todo”.

Un cuento chileno de la segunda guerra mundial

La periodista y directora de cine de animación, Vivienne Barry Onfray (68), desde que tiene memoria, ha vivido marcada por la desaparición temprana de su padre, el también periodista Carlos Barry Silva, fallecido recién a los 40 años de edad, por un infarto al corazón (1958).

Desde esa experiencia personal, que ella define como de “pérdida y abandono”, y del viaje que una delegación chilena de periodistas emprendió al imperio del sol naciente, en plena Segunda Guerra Mundial (la que además de su progenitor, integraban los reporteros Mario Planet, Rodrigo Aburto, Augusto Iglesias, Jorge Vial y Gustavo Labarca), la autora ha filmado su primer largometraje documental:Atrapados en Japón (2015).

La obra mezcla en su montaje procedimientos propios del stop motion (la especialidad de Vivienne Barry), secuencias documentales desconocidas del conflicto (protegidas por universidades norteamericanas), voces en off, recortes periodísticos de la época, bibliografía escrita por uno de los miembros de la delegación, y escenas en donde se retrata a la misma realizadora, en la indagatoria por los lugares que recorrió su padre en el Lejano Oriente (Japón y la Manchuria, en China), rastreando su pista, siguiendo sus huellas, sus apuntes, sus señas de identidad, las de él, y las propias.

“Esta pieza es un collage de lenguajes audiovisuales, y su temporalidad se encuentra alterada, por decirlo de alguna manera: voy desde el presente al pasado, y así sucesivamente, pero creo que mi propuesta se entiende bien. Es una historia muy personal, que a mí me marcó mucho como fue perder a mi padre cuando era sólo una niña, pero creo que su sentimentalidad interpreta a mucha gente afectada por el despojo, el abandono, por la orfandad afectiva y familiar. Pero también, el documental, aborda un episodio desconocido en la historia del periodismo nacional y en la de Chile, como fue el intento del Japón por seducir a nuestra sociedad, y tratar de a ganarse a nuestro país como plataforma de ingreso a Sudamérica, en su estrategia expansionista”, afirma Barry Onfray.

Sobre su participación en la versión 22° de Ficvaldivia, la directora señala: “Espero que esto sea el comienzo de muchas buenas cosas para la película, pues con el impulso que obtenga aquí, espero llegar al Festival de Cartagena en Colombia”, manifiesta.

Aún sin fecha de estreno en el circuito comercial, Atrapados en Japón se exhibirá hoy miércoles, nuevamente en la Aula Magna de la Universidad Austral (13:30 horas).

Publicado en El Mostrador


 

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