Mujeres ngäbes: entre el modernismo y la tradición

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Las mujeres jóvenes de la cultura Ngäbe no quieren perder su identidad vistiéndose a la usanza de la moda occidental, pero tampoco quieren quedarse en la estética de sus madres.

Por esa razón, han asumido los diseños con sus rasgos identitarios como los motivos en forma de zig zag y los colores intensos, pero en patrones más juveniles pegados al cuerpo y cortos de falda (ver imagen).

En el territorio Ngäbe de La Casona se pudieron apreciar modelos de este tipo durante el festival cultural celebrado el pasado 9 de agosto 2015 en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

La mujer Ngäbe es reconocida por su belleza con sus cabellos de intenso color azabache, su piel y formas bien definidas, así como expresiones naturales de una cultura que ha logrado perpetuarse por los siglos, con poca mezcla inter-étnica.

No hace una década, en la misma comunidad de La Casona, un grupo de indígenas de esa cultura tuvo que manifestarse en la escuela de la comunidad para lograr que sus hijas e hijos pudieran ir con su vestido y camisas tradicionales. Protestantes encarcelados y agitación comunal fue el resultado de esa lucha que finalmente dio como resultado que el Ministerio de Educación -con la resistencia del entonces director y algunos maestros- aceptara el vestido tradicional para ir a la escuela.

Más adelante, las madres hicieron un vestido tradicional en blanco y azul sin perder los rasgos del diseño original Ngäbe, en busca de ese sincretismo que predomina.

Las madres Ngäbes tradicionales, por su apreciación de una estética no occidental y la cosecha de muchos hijos, terminan engordando después de los años e incluso desde muy jóvenes ya se dejan embarazar, producto de una cultura machista que ha empezado a cambiar poco a poco.

No hace pocos años el cacique Pedro Bejarano, considerado el último cacique tradicional en Costa Rica, era chamán, cacique, curandero y ejercía un poder tal que incluso a sus años seniles tenía varias esposas y algunas de ellas muy jóvenes. Por esa razón sufrió procesos penales, pero el respeto a la autonomía cultural indígena lo libró de la ley occidental. Con su muerte hace un quinquenio, al parecer, la apertura en La Casona es inminente.

En esta comunidad de Coto Brus, uno de los cinco territorios de esa cultura en el país, el Inamu y otras instituciones han empezado a empoderar a sus mujeres sobre la violencia doméstica y sus roles en la sociedad actual.

“Tenemos un grupo de mujeres y trabajamos para entender que las mujeres no solamente somos amas de casa, también podemos estudiar y trabajar”, relata a un grupo de turistas de Culturacr.net la indígena Ngäbe Nelly Gallardo.

Ella es de la “vieja guardia”, tiene hijos adultos ya y está separada de su esposo. Ahora intenta reivindicarse y sobrevivir sola con sus hijos más pequeños y sus nietos, ha aprendido a hacer artesanía y tiene muy claro que no debe permitir ningún abuso en su contra.

“Antes las mujeres éramos solo para la casa, ahora podemos hacer cosas importantes y podemos participar”, narra convencida, serena, pero aún un poco temerosa Gallardo.

Las niñas andan sus vestidos y las mujeres mayores siguen orgullosas esa vestimenta, pero el cambio parece inevitable. Eso sí, lo tienen muy claro, no dejarán de ninguna manera de darle valor a su cultura y su historia.

Publicada en Cultura Cr
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