Una cantora que se hace al galope

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Salvo los lunes, todos los días se levanta temprano y a las 07:30 se va a montar a caballo. «Es lo que más me gusta hacer en la vida, es mi terapia más grande. Cuando era más guacha me lo tomaba más a pecho, quería competir los fines de semana. Ahora no, ahora es para pasarla bien», dice.

A media mañana tiene que estar en la oficina (trabaja en la empresa familiar de cortinas) para cumplir con las ocho horas, por lo que tiene que interrumpir su tarea para esta entrevista con El País, que también le sirve para almorzar y hablar largo y tendido de una de sus pasiones: los perros.

«Hay 11 perros por habitante en este país. Encima la gente quiere hacer un esfuerzo, adoptar… Ahora di una, rompió una pata de la mesa y me la devolvieron», comenta. Reina la tiene preocupada; es una perra de tamaño mediano y necesita una familia.

Para Andreu, un plan ideal puede ser hacer «una carne» en la estufa de su casa rodeada de sus perros; o ir a cantar con sus amigos a El Club de Anita, su boliche preferido. «Yo soy de la casa, me lavo el vaso», dice entre risas.

Y también cantar tango, algo que le ha dado varias alegrías. Su flamante disco Otra vuelta, que ya está en disquerías, ganó el Premio Graffiti 2015 a Mejor Álbum de Tango. «Está buenísimo el disco, estoy recontenta. Ahora descubrí que te da vergüenza escucharte a vos mismo. El primer disco no lo puedo escuchar, este disco lo banco. ¡Me da como una cosa!», dice.

—¿Qué diferencia notás entre uno y otro?

 —Primero creo que el repertorio; en el primer disco había mucho hit. Y va más allá del repertorio, por mi manera de cantar. Cantar en un estudio, que a mí me cuesta tanto… A mí se me activa la cantora cuando estoy con gente. Sola en un estudio no me pasa nada, entonces me cuesta un montón. Y vi que hice un gran avance en eso. Y es un disco que tiene bandoneón, dos guitarras y guitarrón, y el formato me parece el ideal. Guzmán Mendaro hizo la producción artística, el cuadro está divino, el disco suena divino; estoy muy conforme.

—En el repertorio sí hay una gran diferencia. Son grandes tangos, pero no son hits.

—Son temazos. De hecho en un momento Lea (Ben Sasson) me dijo: «meté algún hit». Por ella metí «Desencuentro», «Maquillaje». Igual me parece que los hits están tan bien… ¿La versión de «Maquillaje» no está buenísima? Para mí fue un disfrute tan grande cuando la terminé de grabar; en el estudio generó algo que está bueno. Porque por lo general escuchamos y yo digo: «no me gusta, vamos a hacerlo de nuevo», y es Guzmán el que me dice: «está de más».

—¿Sos muy quisquillosa en ese sentido, con ellos?

—Horrible.

—Te tienen paciencia.

—Sí. Guzmán es lo más grande. Es el beneficio de trabajar con amigos, Guzmán es como mi hermano y me conoce toda la psicología de la inseguridad, todo ese rollo.

—¿Sos insegura?

—Creo que sí, musicalmente. Soy insegura a la hora de… (Piensa) Qué pregunta me hiciste, mirá. A la hora de decidir si está bien o mal, siempre estoy tirando a mal y Guzmán me dice: «no seas ridícula». Después cuando salgo a la cancha digo: «tenía razón».

—Otra vuelta tiene, además, un bonus track genial. ¿Cómo surgió «La Francis»?

—Yo soy muy fan de Karibe con K y todo ese mundo, tengo muchos amigos en la movida tropical, todo ese cuadro increíble de Yesty (Prieto), Ale (Alex Stella), Gerardo (Nieto) y me nutrí mucho de ellos. A mí me mata el cantor de oficio y ellos son cantores de oficio, te meten 10 bailes en una noche y la clavan en el ángulo en todos. Me parece que ellos son los rockeros de verdad. Ponete en esos zapatos… ¡No sabés a los bailes que van! Se fuman cada cosa. Y a Carlitos Alejandro, que es el que escribió «La Francis», lo conocí por estos amigos. Él escribe mucho para Gerardo Nieto, sobre todo, temones. «Latita de cerveza» es de él, un capo. Un día me llama y me dice: «¿en qué barrio te criaste?». «Punta Carretas». «No rima… Bueno, ahora te llamo». Y me manda un mail, porque aparte Carlitos es crack, no te manda la letra, te manda una grabación de compu. Me la mandó y me partió la cabeza. Y decía «Pocitos». Aparte me pinta.

—Te sentís bien identificada.

—Ahora ya no canto de championes. Me tengo que meter stilettos, cumplí 30.

—Este año salieron discos de Mónica Navarro, Maia Castro, sale el de Malena Muyala en breve, pero el tuyo es el que tiene más arrabal.

—Yo creo que somos cantoras de tango pero hacemos las cosas tan distintas, es como que hay para todos los gustos. Y creo que conmigo está el arrabal y la guitarra. La copa y los perros (se ríe).

—¿El arrabal hoy qué es?

—Más barro. Es como muy clara la diferencia, escuchás a Gardel y a Goyeneche y Gardel es melódico y el Polaco arrabalero. Lo mío es más pasional. Como lo vivo tan lindo, lo disfruto tanto, tampoco me lo cuestiono mucho.

—Además es la característica que te hizo popular.

—Sí, la voz de camionero.

—¿Siempre la tuviste?

—Sí, mi vieja me llevaba al fonoaudiólogo, asustada. Era raro ese vozarrón, pero nunca tuve sueño de cantora. Mi hermano (Bruno Andreu, guitarrista de Once Tiros) siempre supimos que quería ser músico, estudió mucho para eso. Pero para mí, la diversión estaba en montar a caballo o estar con perros.

—¿Hoy cambió eso?

—No (se ríe).

—No sos entonces una cantora de oficio.

—No, no. A mí me sirve mucho económicamente, pero básicamente me la paso bomba. Para nosotros, para todos los que trabajamos en esto, salir a tocar es una fiesta. Ahora fuimos a Tacuarembó y pasamos tan divino. Se generan cosas lindas, y a mí me conmueve mucho el apoyo incondicional que tengo de la gente. Lo que me propongo hacer, me aguantan la cabeza. Y este ciclo de Paullier y Guaná (ver recuadro) me viene bárbaro porque tengo muchas ganas de cantar con la gente cerca. Me encanta ver que estoy cantando un tango determinado y alguien se conmueve mucho. Me pasó de empezar un clásico y que haya gente que se desgarre, que te digan: «mi marido se murió hace 15 días y le encantaba cómo hacías este tema». Me pasó.

—¿Con qué canciones te conmovés vos?

—En el disco «Mi dolor», «Mi tango triste». La música genera cosas que están buenísimas y una de mis motivaciones para cantar es saber que la gente siempre me acompaña. Es divino lo que me pasa en la calle. Soy de las que disfruta del amor de arriba.

—¿Podrías dedicarte a interpretar otro género?

—No lo voy a hacer, pero cantando música tropical me siento bien.

Publicado en El País
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