Fernando Noy: «Las redes son nuestro oráculo, el balcón donde movernos para seguir descubriendo»

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Vayamos un rato hacia atrás y detengámonos en la feliz efervescencia de los ’80, en la frenética seguidilla de “números” que explotaban como bombas de shibré en las noches porteñas del Café Einstein o el Parakultural. Allí lo encontraremos a Fernando Noy, mezclando música con poesía en el escenario, vociferando en camarines o tomando un trago en el baño con el mítico Batato Barea. Esa es la foto que ilustra el reverso de Historias del under (Reservoir Books), el libro donde Fernando narra diferentes capítulos de una década de libertad, que saltó a los aires con la Organización Negra y bajó a tierra sobre los tacones galácticos de Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese, Las Gambas al Ajillo, Klaudia con K, Markova, Tino Tinto, Las Bay Biscuits, Peter Punk y otros tantos hijos de una noche interminable, sin estrafalarias marquesinas pero llena de singulares protagonistas.

Volvamos al ahora y también nos encontraremos con Noy, trabajando junto a Lucrecia Martel en un ciclo homenaje a escritores argentinos, participando de un proyecto que se verá por Canal Encuentro basado también en nuestras poetas (conducido por Julieta Ortega), o escribiendo su propia poesía vital, esa misma que estará leyendo este viernes en Córdoba sobre el escenario de Radio Nacional, como punta inaugural del calendario artístico y cultural de la Semana de la diversidad. Entonces, hablemos de todo eso:

–Decís que sos el backstage de los ’80. ¿Cuáles son los rasgos más fosforescentes de aquel tiempo entre la escena y los bastidores?

–No sólo de los ’80, también de los ’70 y los ’90. Fui un afortunado fuera de serie. Creo que a pocos nos tocó esta suerte de épocas que, como un trébol de cuatro siglos, fui deshojando hasta hoy. El más importante sentimiento que las reúne es el desmedido deseo de libertad hecho práctica pese a tantas prohibiciones, limitadas por la caretice anquilosada en muchas mentes. Mi vida no tiene tantos límites entre escena, bastidores, camarines inventados en la propia puesta, la puesta dentro del maravilloso mundo. Ese es uno de los rasgos del poeta que escribe incluso sin papeles. Mis recuerdos tienen ese despiadado pero delicioso perfume de vivir en poesía para siempre, lo que incluye al futuro. En un Estado Poético que además no precisa de banderas ni límites y cuya forma sería un enorme corazón vibrando con todos nosotros existiendo en la patria de la más pura y salvaje alegría total.

–Según Wikipedia, sos “nieto del mítico Malevo Noy, capo del abasto” e hijo de un “Dandy Porteño, propietario del Hotel Ferroviario, que animaba las noches de Ingeniero Jacobacci”. Se podría decir que pertenecés a un linaje de anfitriones nocturnos. ¿Te sentís un poco así? ¿Qué poderes confiere la noche?

–La noche para mí es sagrada, me otorga lo que Alejandra Pizarnik escribiera: “La magistral sapiencia de lo oscuro”. Soy un escritor sonámbulo y por eso parezco un roquero, me acuesto al alba, lo mismo que aquel Noy tanguero o mi padre, que también era un poeta de la vida y del coloquio, con una cultura casi devastadora. Yo simplemente continuo el envión del boomerang en la sangre 50 por ciento catalana, por el Noy, otro 50 más druida por mi abuela irlandesa e italiana por el lado de mi abuelo paterno. Un crisol que supera la medida habitual. Si no, podemos decir tres veces 33 por ciento y el uno que me queda mapuche, porque venero a los que me criaron en el Sur ayudando a mi madre, tan fantástica e inolvidable aunque por suerte siempre presente.

Engrudo total

–Te definís como un sobreviviente de los ’80. ¿Qué cosas de ese tiempo sobrevivieron con vos y cuáles parecen haber quedado perdidas? ¿Dónde está el under hoy?

–Nada de lo que amemos jamás habrá muerto aunque pareciera perdido o, peor, desaparecido. Aquellos años del engrudo total, donde las musas eran realmente deidades de lo urbano marcadas por la genialidad, quedaron en el imprescindible inicio de una saga que hoy continúan otros seres. Siempre repito que el engrudo (under) continúa. Solo que en la actualidad se desplazaron los espacios. Antes estaban el Parakultural, Cemento, Nave Jungla, Café Einstein, Medio Mundo, Ave Porco, hasta Babilonia del queridísimo Grossman llegamos. Pero después que muere Batato y, como sagazmente lo afirma la maravillosa pintora Marcia Schvartz, había acabado el underground. Antes, con Tanguito, vi la caída del hipismo. Hace poco, dos pérdidas alertaron de algo que sería el anuncio de una nueva alborada: Pedro Lemebel y Alejandro Urdapilleta, dos soles amados que siguen enviándonos su luz desde todos los umbrales posibles. Hoy ya no existen los espacios, pero con el nacimiento de las redes sociales es la persona la que protagoniza con su 2 nombre. Acá están Susy Shock, Sofía Viola, Laura Peralta, Cecilia Zabala, Juan Pablo Geretto, Karina K, entre tantos como Camila Sosa Villada en Córdoba. La gente sabe el dato y sigue el rumor. Antes la prensa nos había puesto de moda y difundía sin cesar. Hoy es más difícil entrar en el terrible poder de los medios. Por eso digo que las redes son nuestro oráculo, nuestro aleph, el balcón donde movernos para seguir descubriendo lugares o personas imprevistas, por ejemplo a Alejandra Radano o una puesta de Julio Panno, entre tantos otros actuales precursores.

–Viniste a una edición de La Falda Rock. ¿Qué lugar ocupa Córdoba en tus memorias del under?

–Estuve en los tiempos en que Fito y Fabi eran pareja. La Falda llena de Dioses: Spinetta, Ceratti, y Andrés Calamaro con el divino Daniel Melingo. Comíamos en el mismo lugar y después de probar sonido la fiesta era interminable. Una noche me desperté dormido entre unos pastizales. De allí salió un cuento, uno de los que gracias al poeta y editor Francisco Garamona publiqué en la serie de relatos eróticos Sofoco, por editorial Mansalva. Después, de inmediato salió Historias del under, que son los libretos de un programa actualmente en el aire difundido en Canal A.

–Hay algo de barroco en tu poesía. ¿Podrías definirla? ¿Cómo operan tus musas?

–“Yo soy de barro y loca, soy barroca”, dice Adelia Prado, a quien traduje al español. No sé cuándo ni cómo aparece esa musa desvariada de cada poesía. Yo no me siento a escribir un poema. La propia poesía me obliga a sentarme. Ella baja en el espacio y momento más inesperado: en el subte, en el súper, sobre el regazo de alguien que estás amando, en el sueño, por algo duermo con mis remos lapiceriles siempre atentos. He escrito muchos poemas dormido. Justamente, hace una semana me llegó el que creo cierra este libro y se llama “No se puede dormir llorando”. Las definiciones en mi caso finalmente encarcelan, pero siento que soy un poeta de la tragedia transformada en alegría, de la mutación perpetua. Siempre más a acá del bien y del mal, ese binario castigo casi inhumano. La poética propia o de los que leo más de una vez siempre han obrado como la más poderosa salvación.

–¿Qué muros derribó la ley de matrimonio igualitario aquel 15 de julio del 2010? ¿Por qué marchás esta vez?

–Para todos mis amigos casados de palabra fue la posibilidad de sentirse legalmente cuidados para sus futuros. ¡¿Cuántas familias he visto que dejaban al viudo trolo sin un centavo del marido trillonario?! Yo me divorcié sin papeles, que no es lo mismo. Por eso el matrimonio igualitario es una gran conquista, utópica en otras épocas. Justamente porque nuestro país fue el de mayor represión que he conocido. La despenalización de adictos, el acceso real a la salud integral, trabajo y vivienda dignas para LGTB, ley por derecho al aborto, legalización de la marihuana son algunas prioridades por las que lucharemos y todo lo que poco a poco iremos recuperando para volver al paraíso que esta acá y nos los infiernizaron especialmente con una Iglesia ajena al verdadero Cristo que venero, el Cristo del Tercer Mundo, el caminante, el poeta vagabundo y siempre atento a nosotros. Por algo hay un poema en mi nuevo libro aún sin título que se llama “Peregrinación a los Dioses sin Templo”. Resistiremos en la lucha sin punto final.

Actividades. “Kermesse roja”, con Fernando Noy. Un encuentro de poetas, actores y performers. Viernes 6 de noviembre desde las 18.30 en Radio Nacional (General Paz y Santa Rosa). Se presentarán: “La belleza de tocar es encontrarse en uno”, por Melina Azul y Nehuén MC. “Romper en un abrazo”, por Sofía Menoyo y Pamela Ceccoli. “El Complejo de la Coplera”, de Malena Demin Abba. “La Gorda”, de Cecilia Quinteros. Bonus track “La Tonta”. Clase y exhibición de tango queer, a Cargo de “La Furca”. Organiza Devenir Diverse y la Mesa Organizadora de la Séptima Marcha del Orgullo. Estas actividades enmarcan la convocatoria a la marcha del 14 de noviembre con el lema “El cambio es cultural, la educación empieza por casa”.

Publicado en La Voz del Interior
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