Entrevista exclusiva a Guillermo Pellegrino, biógrafo de Zitarrosa: “Alfredo era un tipo con una gran formación política y literaria”

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En Contexto
Alfredo Zitarrosa, el más emblemático cantor uruguayo, nació el 10 de marzo de 1936. Hombre de una voz profunda y conmovedora, se inscribe en la tradición de los grandes cantores latinoamericanos que sostuvieron un compromiso ineludible con su tiempo, su clase y su pertenencia social, a través de su poética y su relación con el pueblo de su país y de la región.

Por Tomás Forster / NodalCultura

Una tarde indecisa entre chaparrones estridentes y un sol que se niega a esconderse detrás de las nubes oscuras. Un encuentro rioplatense en un bar perdido de los suburbios de Buenos Aires, una charla que se extiende mientras los viejos juegan billar y algún que otro parroquiano se pierde con la mirada nublada en el devenir de los peatones apurados. Un tiempo que se agita porque el tema en cuestión es la cifra de un nombre que venció cualquier olvido, sinónimo del entrelazamiento virtuoso entre arte y compromiso político: Alfredo Zitarrosa.

Se enciende el grabador y, del otro lado de la mesa, el periodista y escritor Guillermo Pellegrino, apoyado en ese hablar grave y pausado característicamente uruguayo y en una afabilidad que le es propia, comienza a despacharse sobre la vida y la obra de este emblemático coterráneo suyo, que también fuera poeta, locutor y periodista –Zitarrosa formó parte del mítico semanario Marcha, dirigido por Carlos Quijano y que tuvo un par de años a Juan Carlos Onetti como Secretario de Redacción-.

Pellegrino es el autor de Alfredo Zitarrosa, la biografía, una reedición que publicó en el 2012, con modificaciones y agregados, de su anterior Cantares del alma, el primer trabajo en el que abordó la vida y la obra del autor de Adagio en mi país. Lejos de la canonización y del bronce, la investigación de Pellegrino muestra los matices, valores, vaivenes y claroscuros de una vida marcada por una sensibilidad musical excepcional y una preocupación constante por las causas de las mayorías populares.

¿Qué fue lo que te llevó a interesarte en la figura de Zitarrosa?

Zitarrosa un poco me encontró y otro poco lo encontré. El interés surgió hace más de quince años y se fue profundizando durante el trabajo de recopilación e investigación que llevó a Cantares del alma, la primera biografía que hice sobre él. En ese entonces, yo vivía en Palermo, en un departamento y, en un momento del día, unos vecinos ponían alguna canción de su repertorio. Un día cuando estaba por salir a Ciudad Oculta donde trabajaba, escucho que suena El violín de Becho, y cuando llego a Ciudad Oculta la gente de ahí también estaba con la misma canción. Ahí entendí que Zitarrosa traspasaba todas las barreras sociales. Creo que eso fue lo que me llevó a engancharme tanto con su historia y a pretender contarla.

¿Cómo trascurrieron sus años de la infancia y la temprana juventud?

La madre, Blanca Iribarne, lo tuvo de muy jovencita, con muy pocos recursos y lo anotó con su apellido. Al poco tiempo de nacido se lo dio a un matrimonio, de clase más baja que media. Y él pasó a ser Alfredo Durand durante varios años mientras la madre lo visitaba esporádicamente. Al cumplir Alfredo dieciséis años, la madre se había casado con un argentino que se llamaba Alfredo Nicolás Zitarrosa y Alfredo termina adoptando el apellido de este hombre. De gurí tuvo tres apellidos, tres identidades diferentes y eso lo marcaría hondamente.

Una de las características principales y constantes de Zitarrosa fue su compromiso político y militante, ¿Cuánto influyó ese rasgo en su obra como cantor y letrista? 

Alfredo era un tipo con una gran formación política y literaria a partir de inquietudes propias y de algunas amistades que dejaron su huella. En su juventud se juntaba con algunos amigos de ideas anarquistas, algunos de ellos poetas. Su generación también tomó mucho de la impronta que irradiaba la Revolución Cubana y, desde ese momento, comenzó a dividirse entre los que buscaban un cambio a través de las masas vía el Partido Comunista y los que optaban por la vía armada a través de los Tupamaros. En aquel Uruguay, hubo dos vertientes de cantores: los procomunistas, entre los que estaba Alfredo, y los protupamaros. Alfredo participó activamente en el nacimiento del Frente Amplio.

¿Qué importancia tuvieron los viajes que realizó por Latinoamérica?

Alfredo quería llegar a Cuba y, en un momento, intenta hacerlo vía Perú pero termina quedándose un año allí. Por esas vueltas del destino, Perú termina siendo un mojón muy importante en su vida porque en ese país se consolida como cantor. Hasta ese momento, se había destacado como poeta, locutor y periodista en el mítico semanario Marcha. En Perú debuta como cantante profesional en la televisión. A Cuba llegaría finalmente, algunos años después, ya convertido en un cantor popular muy reconocido.

¿Cómo fueron los años del exilio?

En el golpe de Estado del ´73, Zitarrosa banca todo el tiempo que puede en Uruguay hasta que en un momento queda muy complicado y apretado y sabe que no puede seguir. En el ´76, dice “Ta, me voy”…y  es de los últimos cantores en irse. Primero decide venirse a Argentina, en Febrero del ´76; peor lugar no podía elegir. Al mes ya vio como venía la mano y al poco tiempo se va para España. Pero se encontró con una España en la que había caído Franco y los tipos querían escuchar a sus propios cantores. En ese entonces, además, se separa de su familia y estaba sólo, bajoneado. Se termina encontrando en México con la familia y ahí encuentra un exilio mucho más benévolo porque había muchos exiliados latinoamericanos y un público ávido para la música rioplatense.

A Zitarrosa se lo quiso encuadrar tanto en la bohemia montevideana como en el folklore del interior uruguayo, ¿Cómo convivieron esas distintas dimensiones en su obra?

Zitarrosa era un tipo urbano que, en algún momento, vivió en las afueras de Montevideo, con el campo muy cerca. El gusto por la vida de campo lo adquirió porque de chico fue, en varios veranos, a la casa de un tío en Flores, en el interior. Ahí comenzó a consustanciarse con la poesía rural. Para definir las distintas facetas de Zitarrosa se puede hablar de las distintas etapas que recorren su trayectoria. En la primera etapa se nota más lo folklórico, está Pa´l que se va, Zamba por vos, milonga de ojos dorados. Y después en su última etapa, está mucho más interesado en lo instrumental. Se decía que despreciaba el rock y la guitarra eléctrica, y que se yo, pero la realidad es que en su último disco, Sobre Pájaros y almas, termina con una Milonga del alma que tiene arreglos rockeros. No era tan bohemio como se lo ha pintado, aunque es cierto que le gustaba el trago y el encuentro nocturno con amigos o, el café sin apuro, que existe cada vez menos por estos tiempos donde todo es vertiginoso. Alfredo no se la pasaba errando por las calles, siempre volvía a su casa, con los suyos.

  

 

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