Falleció el poeta venezolano Ramón Palomares

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A los 80 años de edad falleció este viernes 4 de marzo el poeta venezolano Ramón Palomares, uno de las grandes poetas actuales en lengua castellana, informó el ministro de Cultura, el escritor Freddy Ñáñez. El autor residió sus últimos años en la ciudad de Mérida, en los Andes venezolanos.

“Con mucho dolor informo al país que Ramón Palomares, el más grande de nuestros poetas, acaba de fallecer. ¡Hasta siempre, viejo lobo!”, escribió Ñáñez en su cuenta en Twitter, @luchaalmada.

“Viejo Lobo, contigo todo era alegre reencuentro como cuando logramos distraer la tristeza. ¡Nos vamos quedando solos!”, agregó el ministro en otro mensaje, que acompañó de un extracto del poema “Saludos”, perteneciente a El reino (1958), primer poemario de Palomares.

Nacido el 7 de mayo de 1935 en la población de Escuque, en el estado Trujillo, Palomares obtuvo en 1952 el título de maestro normalista en la Escuela Normal Federal San Cristóbal y en 1958 se graduó como profesor de castellano y literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas. Enseñó en colegios de educación secundaria en los estados Nueva Esparta y Trujillo, y en Caracas. También se licenció en letras por la Universidad de Los Andes, de la que fue profesor titular de literatura hasta su jubilación.

El autor formó parte del grupo Sardio, bajo cuya editorial apareció su primer libro, que fue recibido por la crítica como un suceso y fue llamado por la Revista Nacional de Cultura como un “fabuloso hecho poético”. En Sardio Palomares estuvo al lado de intelectuales como Salvador Garmendia, Adriano González León y Guillermo Sucre, entre otros. En 1963 se sumó a El Techo de la Ballena y participó como editor de la revista Rayado sobre el techo.

En 1964 el Ateneo de Boconó, en el estado Trujillo, publica su poemario Paisano, y el mismo año aparece El ahogado, un poema con fotomontajes del artista Mateo Manaure. En 1965 obtuvo el Premio Municipal de Poesía de Caracas por Paisano, y Ediciones Poesía de Venezuela, dirigida por Pascual Venegas Filardo, publica Honras fúnebres.

En 1966 la editorial Seix Barral publica la Antología de la poesía viva latinoamericana, de Aldo Pellegrini, donde por Venezuela se incluye a Palomares junto con Rafael Cadenas, Juan Sánchez Peláez, Juan Calzadilla y Francisco Pérez Perdomo. Al año siguiente, en conmemoración del cuatricentenario de Caracas, Palomares publica el poema Santiago de León de Caracas, donde recrea momentos de importancia en la historia de la capital venezolana.

En 1975 es reconocido con el Premio Nacional de Literatura por su obra Adiós Escuque. En 1991 se realiza la Primera Bienal de literatura Mariano Picón Salas, en la cual se rinde homenaje a la trayectoria de Palomares. En 1997 la VI Semana de la Poesía, organizada por la Fundación Juan Antonio Pérez Bonalde, también le rinde homenaje. En la misma, los artistas plásticos Gloria Fiallo, Ernesto León y Gisela Romero exponen dibujos basados en los poemas de Palomares. En 2006 se publicó el último libro de Palomares, Vuelta a casa.

El 14 de junio de 2001 le es concedido un doctorado honoris causa por la Universidad de los Andes, junto con los poetas Rafael Cadenas y Juan Sánchez Peláez. En 2006 gana en su primera edición el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora con Antología poética. El jurado estuvo conformado por los poetas Gustavo Pereira y Gabriel Jiménez Emán, de Venezuela; Miguel Fernán Vello, de España; Nicolás Suescún, de Colombia, y Norberto Codina, de Cuba. Ese mismo año es homenajeado en la segunda Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven).

En 2010 recibió en España el premio Fray Luis de León de Poesía Iberoamericana, que concede la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos de Salamanca en colaboración con el Instituto de Estudios de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. En la misma edición fueron galardonados los también venezolanos Guillermo Morón y Enrique Viloria Vera.

Desde 2003 se celebra en Trujillo la Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares, que rinde homenaje a su trayectoria y a la que asisten destacados intelectuales venezolanos. En 2015 se celebró la sexta edición.

Según una nota de la editorial El Perro y la Rana, la obra de Palomares “está llena del paisaje andino y sus formas, así como sus afectos familiares. El entorno rural en el que nació, las costumbres propias del campesino le han servido de inspiración”.

Publicado por Letralia

Poemas de Ramón Palomares

El Patio

Pues me estuve entre las flores del patio
Con las cayenas
Gozando con las hojas y los rayos del cielo.
Aquí pongo mi cama y me acuesto
Y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirle a las culebras y a las gallinas
Y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
Conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
Mañana le digo al sauco que me voy
Hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
Donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
Y me comía las estrellas, y me senté
Y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
Que brillaban como un diente
Entonces arrojé una gran rama de naranjo
Y todo quedó oscuro.

Más allá de nosotros

Conversaciones que venían
Hoscas
Buscándonos
Gentes del sueño y Gentes del Viento
Árboles ventosos y golpes en el corazón
Y al cabo estábamos volando
conversando
Árboles ya y gentes del sueño y vientos
(con el alma errada y un errante árbol
Furiosos, Incorpóreos,
dando vueltas en torno a la vida
y desentrañándonos
desentrañándonos
Más allá de nosotros.

Máscaras

He aquí que existimos en el límite de la mentira
Que nuestra vida es impalpable
Que estas personas representadas pertenecen
A un dueño de otro orden.
Cumplimos cabalmente en escena
Ante el gran público. Así recreamos bajo los astros
Y acudimos a una cita en los vientos
Saliendo al paso de nuestras fiestas.
Nuestro corazón está prestado a otros personajes,
Murmuramos un sueño y nuestros labios no son responsables,
Somos bellos o nobles según la circunstancia.
Nos asalta un delirio azaroso
Y caemos en los escenarios bajo una voluntad extraña.
Y no tenemos vida,
Pues andamos sobre ruedas en un país desconocido
Cuyas flores nos interesan de manera frívola
Y cuyas mujeres nos aman en alcobas de falsedad.
Producimos un fuego y su corazón azul
Crepita con más fuerza que el nuestro
En tanto arden los leños a la manera de sangre.
Nos permitimos ser extraños. Falsos.
Llevar una emoción no sincera.
Mientras andamos, desterramos de nuestro cuerpo
En un interminable paseo.

 

De noche

A mis hermanos
Atanasio, Laurencio y Leopoldo

Anoche estuve en una parte muy negra
volando sobre candelas
metiéndome en las casas y sentado sobre flores que les habían robado
[a los muertos.
Y me metía por las ventanas porque era un humito
y olía todo
y vi muchas mujeres que bailaban
y les caía agua y formaban una gritería y se reían
hasta que salí y cogí por una sabana
y entonces llegaron unas conversaciones:
-«Ay caray, tan bonito que estaba ese árbol con las guacharacas arriba
ay, y cómo le metieron una puñalada, ay, ay,
y aquella muchacha que estaba sentada en el zaguán».
Y como estaba blanca la luna,
como estaba blanca,
me fui para donde habían caballos a verlos relinchar
y a verlos en el chao para averiguar lo que tienen de noche
y si hablan y por qué parecen envueltos en sábanas.
Hasta que pasaron las doce y tenía que devolverme
y así fue que tuve que convertirme en piedrita
y echarme a rodar y rodar
y caer en un ventarrón, y así
hasta que pasó un borococo y de una vez me comió creyendo que yo era
[un ánima
y me fui por la noche entre su alma y
apareció un enorme mar
y quedé en el azul.

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