La nueva narrativa uruguaya tiene su antología

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Para un especialista o un fanático de la literatura uruguaya contemporánea, no estoy seguro qué tan útil o disfrutable puede resultarle Antología de narrativa nueva/joven uruguaya (Fondo Editorial Casa de las Américas, 2015), pero para un lector ocasional como yo es una verdadera alegría confirmar que la vitalidad de la narrativa uruguaya no termina en Onetti y Mario Levrero.

Ramiro Sanchiz, con un rigor de monje medieval, prologa la obra con un ensayo muy atractivo no solo para entender el estado actual del cuento en el Uruguay sino para comprender cuál es el punto de partida y cuáles son los resortes temáticos, demográficos y sicológicos de esta antología, en la que Sanchiz, para parafrasear su propia expresión, se la juega, no tanto con el interés de canonizar un conjunto de autores como con el de provocar el pensamiento en torno al trabajo de ciertos narradores que identifica como notables.

Para ello propone una selección a partir del término “narrativa nueva/joven uruguaya”, resultante de la intersección entre la joven narrativa (etariamente hablando) y la nueva narrativa (literariamente hablando). El resultado es una muestra de autores nacidos luego de 1973 (fecha de comienzo de la dictadura, evidente parteaguas en la sociedad uruguaya) con una obra sostenida que y que hayan sobrepasado la categoría de promesas para adentrarse en el campo de consagrados, y con un desempeño de alguna manera representativo de las zonas de creación que Sanchiz detecta en la narrativa posterior al comienzo del siglo XXI (elementos muy subjetivos, si se quiere, pero que son bastante eficaces para hacer una selección).

Cómo señala el propio Sanchiz, se trata de “una muestra si no exhaustiva, sí al menos suficiente” de un complejo panorama que incluye variadas referencias temáticas, genéricas y autorales, como son el “rechazo del realismo como marca única de la canonicidad literaria, la aceptación de los géneros llamados populares como modos legítimos de escritura literaria, la apertura a influencias de tradiciones como la estadounidense y también el cómic, el cine y la música pop/rock, la centralidad de Mario Levrero como alternativa o complemento a la fijación onettiana vigente hasta bien entrada la década de 1990, y la plena incorporación de modos de escritura vinculables a la posmodernidad y reevaluación crítica de las vanguardias”.

Entre los diecisiete cuentos que recoge la antología, podría destacar Luz que sube en la noche, de Pedro Peña, un relato en la voz de un niño que destaca por su virtuosismo narrativo para contar una historia de crueldad desde una contención admirable; Cuatro crisis y un funeral, de Ignacio Alcuri, divertida sátira posmoderna sobre las desventuras de los superhéroes; Escaleras a la nada, una autoficción de Jorge Alfonso en la que su autor cuenta qué significa ser un nuevo escritor de éxito en Uruguay; Capitán, de Leonardo Cabrera, semblanza de un hombre de pueblo visto en todo su empecinamiento, orgullo y esplendor por la visión a contrapicado de su hijo; y Moto Taxi, relato negro de Rodolfo Santullo que cuenta una noche de un joven sin futuro que se ve compelido a comprobar los extremos de su resistencia cuando ya no queda nada que perder.

Sin ser un conocedor de la narrativa contemporánea uruguaya me arriesgo a demandarle a Sanchiz una mayor presencia de voces femeninas, no porque crea en la existencia de una “narrativa femenina”, sino porque me resulta bastante difícil creer que solo cuatro mujeres merezcan estar reunidas en lo mejor y más representativo de la cuentística uruguaya de hoy. De igual forma es notable la ausencia en la antología de narraciones pertenecientes a un género insoslayable en la producción literaria de cualquier país desde la segunda mitad del siglo XX como es la ciencia ficción.

En cualquier caso, son, como decía al comienzo, apuntes de un lector ocasional que ya puesto a demandar le hubiera gustado visitar esas otras provincias del nuevo/joven mapa literario uruguayo. Nada eso opaca el hecho de que se trata de uno de los viajes más disfrutables y recomendables que pueden hacerse en lo que a producciones literarias se refiere, en una Cuba que si no fuera por este y otro puñado de libros podría decirse que acaba de pasar sin penas ni glorias por una de las ferias del libro más triste que registran los anales. Agradecida sea, entonces, la Antología de narrativa nueva/joven uruguaya por la provocación.

Publicado en Cuba Debate
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