«Compañero Raymundo» el libro de Juana Sapire y Cynthia Sabat como persistencia de la lucha

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

“Compañeros: la revolución es posible, liquidemos a la burocracia sindical, cáncer del movimiento obrero, organicemos las agrupaciones clasistas en todos los gremios, formemos los destacamentos de obreros para la toma del poder y el socialismo. Solo la guerra del pueblo salvará al pueblo, la liberación de los trabajadores, será obra de los trabajadores mismos.

Comando obrero Rosales Saldaña”

Se apagan las luces. En la oscuridad de la sala y como en un teatro ciego, un sonido irrumpe un instante y (re)pone la historia de una película que tiene más de 40 años, para traerla al presente. Es un como un silbido grave, corto y seco, conocido por cualquiera que haya pasado al menos un rato en aquellos años militantes. Un sonido que habla de temores y heridas en la memoria colectiva y los cuerpos de otros. Es el sonido de un latigazo justo, de un latigazo que lástima el dominio espacio temporal de los poderosos. Es el ruido que produce la mano rápida que lanza al aire panfletos clandestinos, esos que solo toman vuelo en la oscuridad y luego, cuando las luces se han encendido, caen cinematográficamente en cámara lenta, ante la sorprendida mirada de espectadores.

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“Nosotros miedo nunca tuvimos. No por omnipotencia, sino porque tenés que hacer el trabajo y vas y lo hacés. Por ejemplo, en México te dicen poné un guarura -alguien que este mirando a ver lo que filmás- o danos el material para que nosotros lo revelemos y lo veamos previamente. ‘Bueno’, dijo Raymundo, ‘ni una ni la otra’. Nosotros ni llevamos el guarura ni les dábamos el material. Filmábamos y a través de una azafata enviábamos el material a Bill Susman, nuestro productor en EEUU. Él miraba y nos decía ‘está bien, sigan’. Para nuestro tipo de filmación tenés que creer en lo que estás haciendo”, dice Juana Sapire a Nodal Cultura rememorando como trabajaban junto a su compañero de vida, obra y militancia.

Juana fue la compañera de Raymundo Gleyzer, trabajaron juntos en la producción y juntos se sumaron a la militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Ambos fueron fundadores del Cine de la Base, que suponía una forma de producir, pero también de hacer circular la obra cinematográfica, especialmente en los sectores populares.

“Nosotros de jovencitos nos dedicábamos a filmar, él con la cámara y yo con el sonido. Hicimos obra durante 10 años. Después incorporamos a Humberto Ríos en la cámara en México y con ese equipo mínimo equipo de máximo cuatro personas hicimos la primera de parte de la obra. Los traidores fue distinto porque era una película que combinaba el documental con la ficción, a partir de un cuento de Victor Proncet, en el cual se contaba una historia de amor de un sindicalista que se auto secuestraba para estar con la noviecita. Raymundo y Alvaro Melián escribieron el guion juntos. Para hacerlo sacaban material de los periódicos, tomaban los sucesos reales, lo que decían políticos, militares, sindicalistas. Todo es textual. Una forma de trabajar documental para una película de ficción. Los traidores muestra lo que era el sindicalismo corrupto y traidor de hace 40 años. Esos gordos que se bajaban los pantalones por dos palos verdes. Yo no sé ahora cuánto cotizan, pero me parece que la película viene al caso.”

“A Raymundo cuando lo desaparecieron tenía 34. Lo cual no es mucho para semejante obra, pero como él tenía mucho empuje, logró que vida, obra y militancia fuera una sola cosa” sostiene Juana Sapire.

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“Hace más de tres meses que empezamos a fantasear con este evento, primero con Juana y luego con Cynthia. Recuerdo que Juana me decía ‘me encantaría que lo organicen mis compañeros documentalistas y que sea en el Gaumont donde se muestran los documentales hoy’. Es que Raymundo es pasado presente y futuro del documental argentino”

Fernando Krichmar Porto, cineasta y miembro de DOCA (Documentalistas Argentinos) abrió con estas palabras un evento que se realizó el viernes 27 de mayo y sirvió a la vez de homenaje a Raymundo Gleyzer a los 40 años de su secuestro y desaparición por la dictadura en Argentina, presentación del libro “Compañero Raymundo”, escrito por Cynthia Sabat y Juana Sapire, y el re lanzamiento de su obra remasterizada. Ese día en la sala 1 del cine Gaumont, cuya capacidad para 800 personas se vio largamente sobrepasada por los concurrentes, se proyectó la película Los Traidores.

“Raymundo Gleyzer vive en cada documentalista latinoamericano. Con ‘una cámara en la mano y una idea en la cabeza’ ya Raymundo nos mostraba, desde la patria de Glauber Rocha, que los problemas son continentales y que el Che solo seguía el sueño de Bolivar, San Martín, Sandino y todxs quienes le precedieron en la lucha por la liberación”. Continuó Krichmar Porto.

“Esa vocación latinoamericana y libertaria fue la que nos legó Raymundo y luego, con su incorporación al Partido Revolucionario de los Trabajadores- Ejercito del pueblo (PRT-ERP) y la creación del Grupo Cine de la Base, nos hizo entender el hecho colectivo del cine, coronado con esa monumental obra de denuncia de la burocracia sindical, Los traidores. También nos marcó además de un horizonte latinoamericano, colectivo, estético y socialista, un horizonte ético que nos marcaba que las palabras no se las lleva el viento, y que cuando afirmaba de cara a los oprimidos ‘A vencer o a morir por la Argentina’, no estaba bromeando.”

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Con el apoyo de Instituto Nacional de Artes Audiovisuales (INCAA) en la edición y en la remasterización de la obra completa de Raymundo Gleyzer, la periodista y cineasta Cynthia Sabat y Juana Sapire publicaron su libro “Compañero Raymundo”, que se presenta acompañado de 4 DVDs, tres de los cuales contienen la obra completa de Gleyzer, mientras el cuarto contiene extras: el documental “Raymundo” de Virna Molina y Ernesto Ardito, “Fuego eterno” de la propia Sabat y la declaración completa de Sapire durante el juicio oral en el cual se imputó a los responsables del secuestro y desaparición de Gleyzer.

“Yo me encontré con la obra de Raymundo cuando era chica en un cine club de barrio. Me dio mucha curiosidad saber quién era el artista detrás de esas obras. A partir de aquello empecé a escribir artículos en un blog pionero del cine independiente argentino y un día me llegó un mail de Juana Sapire diciendo “Gracias por tus notas”. Para mí fue impresionante. Yo ni sabía que ella estaba en Nueva York, ni que tenía la obra. Con las redes sociales empezamos a charlar y a vernos por skype. Surgió entre nosotras una amistad virtual, con mucha afinidad. Hasta que un día Juana me dice ‘Me mandaron el pasaje, tengo que ir a declarar a Comodoro Py. Quiero ir a Buenos Aires y me quiero quedar en tu casa’. Yo tengo un departamentito en Buenos Aires de dos ambientes, muy humilde, pero por supuesto que la recibí. Ella vino a mi casa y yo la acompañé a declarar en el juicio. Después de 35 años la justicia la requería a ella para escuchar lo que tenía para decir. Fue un momento muy fuerte. Juana, que hacía mucho tiempo tenía la idea de plasmar sus memorias en un libro, me propuso entonces escribirlo con ella”, contó Sabat a Nodal Cultura.

“Finalmente, y con apoyo del INCAA, viajé a Nueva York donde vive Juana, y me quedé tres meses con conviviendo con ella, entrevistándola, investigando. Me encontré con un archivo increíble.  Raymundo además de un gran director era un gran trabajador y era muy meticuloso. Había armado unas carpetas con todos los documentos. Cartas, contratos de venta de películas, recibos de laboratorios, todo tipo de papeles, pequeños escritos a manos. Todo eso era datos y datos. Empecé a trabajar con esas carpetas. Estaba mi salsa. Uno es un investigador, y allí me sentía como un chico en un parque de diversiones. Fue increíble lo que encontré. El trabajo fue darle forma a todo eso. Leer los documentos, preguntarle a Juana por el lugar de cada documento, de cada dato en la historia. Encontramos muchas cosas nuevas de las cuales no se sabía ni se habían hablado”.

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Algo que coinciden Sapire, Sabat y Krichmar, más los cientos que participaron de la presentación del libro y de Los traidores, además de la justicia del homenaje, es cuanta vocación de futuro tiene esta recuperación. La obra de Raymundo Gleyzer, más allá de su sentido presente –Los traidores parece un relato de la realidad de la conducción de alguno de los grandes sindicatos argentinos y México, la revolución congelada muestra el quietismo del poder político en los últimos 80 años en ese país- es también es un modo de mirar, de producir, de hacer circular, de dialogar con los públicos, de la que hoy se hace necesario aprender. Es una obra que se reconoce como Latinoamericana y reivindica esa identidad como única forma posible de superar los regímenes desiguales e injustos.

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La lucha de entonces y la tarea del presente es para Juana Sapire la misma. Ella conservó durante 40 años la obra esperando el momento de poder presentarla y hacerlo en condiciones que permitan conocerla sin que parezca un material de museo. “Yo pretendo impulsar que conozca a Raymundo gente que no lo conoció. Al querer silenciarlo quisieron silenciar su obra. Por eso yo contra viento y marea durante estos cuarenta años me encargué de conservar la obra, llevándola a mi casa de Nueva York de a pedacitos y juntándola con la que había allá. Cuando el laboratorio en el que procesamos toda nuestra obra en EEUU iba a cerrar y tirar todo, yo decidí traerme la obra de Raymundo Gleyzer a mi casa. Eran 21 cajas llenas de material que ocupaban un pasillo completo de mi casa, y que en verano tenían un aire acondicionado para conservarlas. Yo sola mantuve la obra cuidada”.

“A mí me parece muy positiva esta presentación, si a él lo hicieron desaparecer y lo han torturado y reventado cuando tenía 34 años, cuarenta años más tarde acá estamos. Acá estoy yo y está toda la obra. Porque cuando a él lo secuestraron, reventaron toda la casa, se robaron hasta las cucharitas, la sal, el azúcar, televisores pero la obra no la tocaron. Como la obra estaba en latas de 16mm, habrán dicho ‘y esto para que nos sirve, mejor dejémoslo’. Y se llevaron todo lo que se podía vender, televisor, ropa, cucharitas. Y así se salvó la obra y así la cuide durante cuarenta años y ahora es mi orgullo máximo presentarla”.

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volanteLos volantes caen en cámara lenta, cinematográficamente. El texto que contiene es el que cierra la película Los traidores. Es una ficción, pero no lo es. Ese manifiesto pudo haber sido el de cualquier organización revolucionaria de los años ’70 a las que adscribían quienes hicieron colectivamente la película. El lanzamiento de esos volantes ficticios al final de la función podría ser considerado una “performance”, pero no lo es. Es un gesto estético y político. Con la ventaja adicional de que quienes lanzaron los volantes desde las sombras esta vez no debieron huir. Por el contrario, sonrían y se mostraban libérrimos. Lo que estaban haciendo era al mismo tiempo que recuperar la memoria de la obra político – cinematográfica de Raymundo Gleyzer,  ponían en movimiento presente y futuro aquel manifiesto a favor de la lucha, la resistencia ante las injusticias, la unidad latinoamericana y la defensa inclaudicable los derechos humanos.

Fue un gesto que hizo acto aquello que aclamaron Juana Sapire y Fernando Krichmar junto a los cientos que colmaron la sala:

Compañero Raymundo Gleyzer, PRESENTE!!

Ahora y siempre!!

Entre el 9 y 15 de junio podrá verse en el cine Gaumont de la ciudad de Buenos Aires la retrospectiva de la obra completa de Raymundo Gleyzer con copias remasterizadas

Programación completa (todos los días a las 19hs)
Jueves 9
La tierra quema (12 min.)
Ceramiqueros de traslasierra (20 min.)
Ocurrido en Hualfin (42 min.)

Viernes 10
México. La revolución congelada (66 min.)

Sabado 11
Quilino (16 min.)
Nuestras Islas Malvinas (30 min.)
Me matan si no trabajo y si trabajo me matan (30 min.)

Domingo 12
Raymundo de Ernesto Ardito y Virna Molina (127 min.)

Lunes 13
Los traidores (105 min.)

Martes 14
Swift (12 min.)
Banade (7 min.)
Ni olvido ni perdón (30 min.)
Las AAA son las tres armas (56 min.)

Miercoles 15
Fuego eterno de Cynthia Sabat (27 min.)
Testimonio de Juana Sapire en el juicio por la desaparición y secuestro de Raymundo Gleyzer (40 min.)

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