Gabriel García Márquez descansa en Cartagena

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Dos árboles de roble, que para la ocasión fueron engalanados con mariposas amarillas de metal, así como nueve arbolitos de Neem de los cuales brotarán hojas amarillas garciamarquianas le darán sombra al mausoleo donde reposan para la eternidad las cenizas del premio nobel de literatura Gabriel García Márquez.

Su viuda, Mercedes Barcha de García, que estuvo toda la tarde con una serenidad casi angelical, y sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, y demás familiares, amigos y personalidades develaron este domingo el busto de bronce que fue tallado por la artista británica Katie Murray.

Previamente, en una ceremonia privada, a la cual asistieron solamente familiares, habían sido depositadas las cenizas del genio de la literatura, bajo el rostro de bronce, ubicado en el corazón del claustro La Merced de Cartagena.
“Cartagena fue siempre para nuestra familia motivo de progreso. Cuando llegamos, nuestro padre auguró un futuro promisorio”, dijo Aída García Márquez.

La música, en una tarde acariciada por la brisa del Caribe, estuvo a cargo de Beethoven y del maestro Adolfo Pacheco, amigo personal de Gabo desde 1982, quien interpretó ‘Mercedes’ y ‘El mochuelo’, canciones favoritas del escritor.

“Una vez, en Valledupar, García Márquez me dijo: ‘Toca ‘Mercedes’, el himno de mi casa’ ”, recordó Pacheco.

El periodista Juan Gossaín rememoró aquella tarde, hace más de 20 años, en el hotel Caribe, en la cual le propuso a Gabito que le vendiera su apartamento en Bocagrande, pero la respuesta del escritor fue rotunda. “No. La gente sabe que a mí me gusta vivir en Cartagena, pero más me gustaría que algún día me entierren en Cartagena”, dijo Gossaín.

Toda una vida

Gabriel José de la Concordia García Márquez había nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Magdalena). En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura por su obra maestra, ‘Cien años de soledad’, que cuenta la saga fantástica de la familia Buendía y el pueblo de Macondo, que es el punto más alto del estilo literario que él creó y al cual denominó realismo mágico.

El autor colombiano murió el 17 de abril del 2014 en Ciudad de México, a la edad de 87 años.

El domingo, para el homenaje en el claustro La Merced de Cartagena, el Banco de la República instaló en los corredores vitrinas en mesones con fotografías, textos y recortes de prensa con la vida del autor. En las paredes, fotografías y pinturas a gran escala con frases memorables de Gabo extraídas de sus obras.

Un momento mágico lo constituyó la lectura de uno de los pasajes de ‘Vivir para contarla’ por Mateo, nieto de García Márquez, también guionista, y en la cual se hace una referencia al oficio de los escribidores en la Ciudad Heroica de mediados de siglo XX.

“… Muy cerca estaba el portal de los escribanos por los calígrafos taciturnos con chalecos de paño, y uñas postizas que escribían cartas de amor y toda clase de documentos para iletrados pobres…”.

Gabo en la Heroica

García Márquez se instaló en Cartagena a finales de abril de 1948, huyendo de la violencia que trajo la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán y que dio origen al Bogotazo.

El hijo de Aracataca llegó buscando un cupo para continuar sus estudios de derecho en la Universidad de Cartagena, y se encontró con una ciudad olvidada después de 100 años de abandono, con un lejano pasado de esplendor; pero, sobre todo, oscurecida por un toque de queda en medio de la tensión por la crisis política que vivía la nación en todo el territorio.

Así describió en su obra el primer encuentro con el puerto: “Me bastó dar un paso atrás dentro de la muralla para verla en toda su grandeza a la luz de las 6 de la tarde y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer”, escribió el maestro sobre el misterio de la capital de Bolívar que lo envolvió, y que fue para siempre clave en sus letras.

El escritor pisó el Corralito de Piedra por primera vez a los 21 años, cuando ya había publicado su primer cuento, titulado ‘La tercera resignación’, en el diario ‘El Espectador’.

“Es la única ciudad a donde he llegado con lo que tenía puesto. Justamente yo vine a Cartagena porque estando en Bogotá, en una pensión de estudiantes, el 9 de abril, después de la muerte de Gaitán, en el Bogotazo, hacia el atardecer llegué a la pensión y me encontré que todo se había incendiado. La ropa se quemó, la máquina de escribir se quemó, también uno o dos originales de cuentos”, sostuvo Gabo en una entrevista.

El joven García Márquez, solitario y sin rumbo, durmió su primera noche cartagenera en una banca del parque de Bolívar, pero, como la ciudad permanecía en estado de sitio por los ecos del 9 de abril, la Policía lo llevó hasta un calabozo, donde hoy funciona el glamoroso hotel Santa Teresa.

En la Heroica, García Márquez publicó sus primeros artículos de prensa en ‘El Universal’, bajo la lupa certera del maestro sanjacintero Clemente Manuel Zabala, editor del diario y su primer gran maestro. El periódico estaba ubicado en la calle San Juan de Dios, y en aquella época Gabo firmaba sus notas con el seudónimo de Séptimus, en honor a un personaje de una obra de Virginia Woolf.

“Para mí, el rincón más nostálgico de Cartagena es el muelle de la Bahía de Las Ánimas, donde estuvo el fragoroso mercado central. Durante el día aquella era una mezcla de gritos y colores, de noche era el mejor comedero de borrachos y periodistas. Allí estaban frente a las mesas de comida al aire libre las goletas que zarpaban al amanecer cargadas de guineo verde, cargadas de remesas de putas biches para los hoteles de vidrio de Curazao y para Guantánamo, para Santiago de los Caballeros que ni siquiera tenía mar para llegar a las islas más bellas y más tristes. Uno se sentaba a conversar bajo las estrellas de la madrugada mientras los cocineros maricas que eran deslenguados, simpáticos y tenían siempre un clavel en la oreja preparaban con mano maestra el plato de resistencia de la cocina local: filete de carne con grandes anillos de cebolla y tajadas fritas de plátano verde. Con lo que allí escuchábamos mientras comíamos hacíamos el periódico del día siguiente”, escribió este hijo de Aracataca.

Cartagena de Indias está muy presente en la obra de Gabriel García Márquez bien sea porque marcó momentos decisivos de su carrera o porque la retrató con símbolos mágicos de la más excelsa literatura. Aunque los pasajes cotidianos de Gabito, el hombre soñador de carne y hueso, entre las murallas, son tan sublimes como la misma fantasía plasmada en sus libros.

El desaparecido periodista costeño Jorge García Usta, autor del ensayo ‘Cómo aprendió a escribir García Márquez’, profundiza y detalla la época del nobel en la Heroica y la importancia de ese periodo en su obra.

“… En Cartagena se cumplió uno de los periodos fundamentales en la formación literaria y periodística de García Márquez, y el puerto es el segundo escenario –real, ficticio, polivalente– más importante para su obra después de Macondo…”, resalta García Usta en su revelador ensayo.

El legado de Gabo en Cartagena

En la calle San Juan de Dios operan las oficinas de la Fundación Nuevo Periodismo, creada por el nobel y en donde grandes maestros del oficio capacitan a jóvenes promesas de Latinoamérica.

Uno de los honores que Gabo le hizo a Cartagena fue haber escogido a la ciudad para construir su casa, al igual que en Barcelona, París y Ciudad de México. Pero entre todas, la casa de la calle del Curato, vecina del hotel Santa Clara, era la preferida del escritor. La diseñó el arquitecto Rogelio Salmona.

Cuando el Festival de Cine de Cartagena, creado por el recordado Víctor Nieto Núñez, se encontraba en crisis, desde cualquier parte del mundo donde estuviera, García Márquez extendía su mano salvadora. Conocida su afición por el cine, el certamen, cuya sede está ubicada frente al Museo Naval, siempre fue ‘un hijo consentido’ para Gabo.

Publicado en El Tiempo

García Márquez, el universal

“No hemos venido a despedirnos, sino a saludarlo. No nos reunimos aquí para darle el último adiós. Esto es una reunión de amigos y los verdaderos amigos nunca desaparecen, menos aún si se trata de un amigo inmortal.” Con estas emotivas palabras, Juan Gossaín dio su discurso en la ceremonia celebrada esta tarde en la Universidad de Cartagena donde se inauguró el mausoleo y se develó el busto dedicado al escritor Gabriel García Márquez en el que, por disposición de su familia, reposan las cenizas del nobel.

El evento que reunió a personajes de la política y la cultura nacional como el actor y productor Salvo Basile, el director de la Fundación Nuevo Periodismo Jaime Abello, el alcalde de Aracataca Pedro Sánchez, la ministra de cultura Mariana Garcés, entre otros, se desarrolló en el Claustro de la Merced lugar escogido por Mercedes Barcha y sus hijos, presentes en el evento, por su cercanía a la casa que tienen en la ciudad (ubicada en la calle del curato) y por el significado de Cartagena en la vida de García Márquez.

El discurso inaugural a cargo de Edgar Parra Chacón, rector de la Universidad de Cartagena, recordó precisamente la estrecha relación de Gabo con esta ciudad que inició en 1949 cuando, aturdido por los hechos que provocó la muerte del líder político Jorge Eliecer Gaitán en Bogotá, el escritor decidió mudarse a Cartagena y continuar, en un principio, con sus estudios de Derecho en la Universidad de Cartagena.

Estudios que tiempo después abandonaría para dedicarse al periodismo un oficio que aprendió junto a los jefes de redacción de El Universal, primer periódico donde trabajó y en el que publicó los primeros capítulos de su novela La Hojarasca.

Y es que el amor de García Márquez por Cartagena está presente no solo en las conversaciones con sus amigos cercanos como Juan Gossaín, que reveló hoy en su discurso, una charla que sostuvo con Gabito, como se refiere de manera entrañable al nobel,  20 años atrás en el Hotel Caribe y en la que el escritor le confesó que “la gente sabe que a mí me gusta vivir en Cartagena, pero me gustaría más que me enterraran aquí”.

Mateo García, uno de los nietos de García Márquez, leyó algunos fragmentos de la obra Vivir para contarla, obra autobiográfica del nobel en la que hace alusión a Cartagena con un profundo cariño.

El gobernador de Bolívar, Dumek Turbay Paz y la Ministra de educación encargada, Natalia Ariza, también celebraron que los restos del escritor retornaran a la ciudad del caribe que lo vio nacer en la literatura y que fue el escenario de algunas de sus primeras crónicas. Ariza agregó, además, que la obra del escritor debe ser fuente de inspiración para los colombianos, especialmente, para aquellos que ocupan esa alarmante tasa del 50 por ciento que en el último año no leyó ni siquiera un libro.

Para la adecuación del claustro académico en las que hoy reposan las cenizas del nobel, la Universidad de Cartagena invirtió 581 millones de pesos. Del total invertido el Ministerio de educación aportó el 88 por ciento de los recursos.

El busto, esculpido por la artista británica Katie Murray, fue revelado a las 6:15 de la tarde mientras la sinfónica de Cartagena interpretaba la música de Adolfo Pacheco. El evento se cerró con el maestro Pacheco quién interpretó canciones como El Mochuelo y Mercedes y recordó que este vallenato era el himno nacional en la casa de Gabriel García Márquez, como él mismo solía decir.

Publicado en Semana
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