Historia del legendario Galpón Víctor Jara: del auge a la clausura

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En épocas de codicia y negocios inmobiliarios fáciles, vale la pena recordar aquel mítico lugar cuyo único propósito fue hacer cultura sin fines de lucro y por amor al arte, y que fue clausurado con un resquicio legal por la propia Corte Suprema, en un insólito alarde de poder del conservadurismo. «Galpón Víctor Jara, Historia de una Contumaz Actitud de Rebeldía» cuenta la historia con apariciones del dirigente vecinal José Osorio y el cantante Aldo Asenjo del grupo Chico Trujillo, más conocido como «El Macha». No quisieron hablar los que le hicieron la guerra al centro cultural desde el principio.
Un documental que cuenta la historia del mítico Galpón Víctor Jara, un centro cultural que funcionó en el barrio Brasil entre 2002 y 2013, tendrá su preestreno el próximo 12 de mayo en el cine de la Universidad de Santiago.

Se trata de «Galpón Víctor Jara, Historia de una Contumaz Actitud de Rebeldía», un mediometraje de 27 minutos dirigido por Camilo Carrasco y Daniela Miranda, en una producción de la Fundación Víctor Jara y el Colectivo Audiovisual Malas Juntas.

Por la pantalla desfilan personajes como el dirigente vecinal José Osorio, el cantante Aldo Asenjo del grupo Chico Trujillo, más conocido como «El Macha», y el vocero de la Fundación Víctor Jara, Marcelo Nilo, entre otros, para retratar un lugar que fue centro de un «divertimento inteligente» y no comercial, en las antípodas del metálico espectáculo cultural dominante de hoy. No quisieron aparecer los dueños de bares e inmuebles particulares,, que le hicieron la guerra al centro cultural desde el principio.

«Era un espacio donde podías disfrutar no sólo de la música, que es la instancia más conocida del lugar, sino que también de distintas manifestaciones artísticas, que además permitía que organizaciones sociales vinculadas al barrio Brasil pudieran reunirse en espacio pluralista y respetuoso a la diversidad», comenta Carrasco a El Mostrador Cultura+Ciudad.

Galpón_Victor_Jara

Auge y caída

El lugar, administrado por la Fundación Víctor Jara, fue inaugurado en 2002, en el 70 aniversario del nacimiento del artista asesinado tras el golpe militar, y sede de diversas actividades -como exposiciones, teatro, danza y «fiestas con contenido». De allí mismo partió, en diciembre de 2009, el cortejo fúnebre que le dio la sepultura final al cantante, en un inmenso homenaje de sus seguidores.

El Galpón a esas alturas ya se había hecho muy popular, y no sólo por la fiesta: en 2010 fue centro de acopio para las víctimas del terremoto. Una masividad que -sumada a los «ruidos molestos» y el tipo de público que convocaba, no convencional, amante de la vida y la izquierda festiva extraparlamentaria- provocó que dueños de bares y restaurantes aledaños, así como vecinos pudientes del sector, se organizaran para cerrarlo.

Fue una lucha larga, a lo largo de una década. En 2012, el alcalde comunal de ese entonces, Pablo Zalaquett (UDI) -hoy formalizado y con prohibición de salir del país por el sonado caso de corrupción político-empresarial del Grupo Penta- presentó una denuncia ante el Juzgado de Policía local de Santiago para solicitar el cierre del establecimiento.

El año siguiente, en un hecho inédito, la Corte Suprema acogió un recurso de protección de ese grupo de vecinos «notables» y ordenó el cierre del lugar, con el argumento de que carecía de un permiso de edificación definitivo y la resolución final por parte de la municipalidad de Santiago.

Fue la primera vez en su historia que el máximo tribunal se abocó al cierre de un centro cultural, mientras hay centros comerciales como Costanera Center o el propio Polideportivo del Estadio Nacional que han funcionado durante años sin la recepción final. Un cierre que fue lamentado por muchos, entre otros el cineasta Cristián Galaz, quien en su momento lamentó que todo lo relativo a Víctor Jara «esté clausurado».

«Cierra simbólico»

Tras el fin del espacio, la Fundación Víctor Jara quiso darle un «cierre simbólico» al período que funcionó el Galpón , y registrar a los distintos actores que gestaron y participaron en ese lugar, comenta Carrasco, cuyo equipo está abocado a realizar productos audiovisuales que tengan una perspectiva patrimonial y de memoria.

«Creemos que el hito más importante del Galpón es que permitió que nacieran muchas iniciativas musicales y culturales», explica el cineasta.

«El galpón dio cabida a grupos y bandas que no tenían espacios para desarrollarse y a otros crecer y después de su cierre nuevamente quedaron fuera del circuito. Ya no hay espacios con la capacidad que tenía el Galpón Víctor Jara, y son aún menos los que tienen en su génesis e impronta, una figura de la talla de Víctor como base para su gestión».

Los testimonios

Para el director, este documental narra su historia a través de las voces de varios agentes de la cultura que trabajaron y/o participaron en el proyecto del Galpón y desde sus testimonios se va articulando un relato que da cuenta de la historia, de los aciertos y los desaciertos.

«Lugares como éste son difíciles de encontrar en estos países, y cuando existen, de verdad generan un movimiento cultural potente», dice en el documental Jaime Concha, bajista de Juana Fe.

«La idea era hacer fiestas con contenido, no el carrete por el carrete, conceptualizando la fiesta. Cada fiesta tenía una idea», comenta por su parte en el fil  el diseñador Pablo de la Fuente.

Esa era la diferencia. Por eso Carrasco dice que si bien actualmente hay espacios muy buenos ,»son caros tanto para las y los artistas como para el público».

«De alguna u otra manera, gran parte de lo que esta ocurriendo con el desarrollo de la actual escena musical independiente en nuestro país se vincula con lo que ocurrió en este lugar durante poco mas de una década», dice.

En otra parte del documental, Francisco Cerro, ex guardia del Galpón, recuerda, y cómo no creerle, que»el Galpón se apagaba y la fiesta seguía en la plaza, ¿pero cómo la parai?, si está la energía… y la energía gira», mientras se muestran imágenes de músicos tocando en medio del público en un solo gran cuerpo de alegría.

Un referente distinto

¿Qué es lo que transitoriamente desaparece con el cierre del Galpón? Lo dice en el documental con claridad Marcelo Nilo -ex integrante del mítico conjunto Schwenke y Nilo y vocero de la Fundación: «Un referente que construía claramente un imaginario, en términos de todo tipo de relaciones distinto, a lo que promueve el sistema político, económico, social en el que estamos inmersos». Todo entre imágenes de una mujer que agita -en medio de una fiesta- un cartel con el rostro del sindicalista Juan Pablo Jiménez, asesinado en su lugar de trabajo por una «bala perdida» en 2013.

Para Carrasco, como uno de los miles de trabajadores de la cultura independientes y autogestionados de este país, el gran mensaje de este documental es la «insistente y maravillosa porfía» que hay que tener cuando se quiere hacer arte y cultura «fuera de los marcos hegemónicos».

«Esa ha sido y será una permanente lucha en Chile», remata, «porque el Galpón ya no existe, pero seguramente vendrán otros lugares, otras expresiones que marcarán hitos históricos y entrará en pugna con entidades más institucionales y así per secula…».

Publicado en El Mostrador

 

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