Los pibes rapean contra la violencia institucional

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Bajo el título «Mi cara, mi ropa y mi barrio, no son delito» se realiza un festival mensual que tiene como objeto combatir la violencia institucional en los barrios populares. La convocatoria es este sábado 13 de agosto a las 13 hs en el barrio de Bajo Flores, en la intersección entre Rivera Indarte y Balbastro. Habrá rap, choripan y chocolatada.


Rapeando contra la violencia institucional

Por Clarisa Busemi

Este sábado se realizará el cuarto Festival de Rap “Mi cara, mi ropa y mi barrio, no son delito”, en Tierra Amarilla Club (Barracas) con la idea de seguir construyendo “un espacio de producción” que focalice y acompañe los casos de violencia institucional en los distintos barrios de los casi 70 raperos que participarán de la jornada. Los fondos recaudados serán destinados al armado del Club Tierra Amarilla, creado este año por el rapero de 16 años, Denis Alvarenga alias “Gago”, a puro pulmón.

Desde la organización se estableció un punto de encuentro entre las 15.30 y las 16.30 en Olavarría y Velez Sarfield “para poder entrar juntos al Club y que no se pierda nadie”. La invitación es para la gran familia del rap que reúne a bailarines, djs, y grafiteros a quiénes se convoca a pintar un gran mural en el lugar donde se desarrollará el evento.

La movida “Mi cara, mi ropa y mi barrio no son delito” surge a principios de este año. “Nuestra imagen para la policía significa delincuencia, y sufrimos el abuso de autoridad por la ropa que usamos”, explica Lucas García, uno de los impulsores junto a tres raperos más que se sintieron motivados por la bandera del Festival. Lucas se convirtió en el referente que “une a todas las familias (de raperos), y arma una red de confianza”, reconocen los coordinadores de evento.

La violencia institucional no sólo la protagonizan las fuerzas de seguridad sino también se desarrolla “en las escuelas que no tienen vacantes, ni viáticos”, dice Lucas que vive en la 21 y corrobora que en el último mes la situación se agravó. “Hay colegios que están recibiendo alimentos del día anterior o que directamente no reciben”. Otra situación es la dificultad a la hora de conseguir trabajo: “escribís la manzana, la dirección y la altura y no nos toman en el laburo por pertenecer a la villa”.

“Al Congreso (de la Nación) lo mirábamos por la tele”

Tanto Gago (afuera del Congreso de la Nación) como Lucas participaron el pasado 9 de mayo en el Encuentro que organizó la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional. “Nadie conocía el Congreso, y es mejor que el Luna Park”, ironiza Lucas que cantó junto a Akuma de Villa 31, Dariel de Soldati, el Chino de La Boca y Carlitos frente al último panel, en el Salón de los pasos perdidos siguiendo la consigna “Cada derecho se conquista en la calle”.

“Fue una oportunidad única de estar cara a cara con los diputados y decirles nuestra realidad y las necesidades del barrio que los medios no muestran. Después nos abrazamos con familiares de víctimas de gatillo fácil y eso no se compra ni se vende”, sostiene Lucas. “Hasta el día de hoy pensamos en la emoción de ése día”.

Desde el Festival reciben un gran aporte de La Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, porque desde allí “generan un espacio de encuentro, de visibilización de las problemáticas de los pibes y de un lugar para que pueden conocer sus derechos, porque ellos son los más vulnerables y tienen que sentirse protegidos”, reconoce Lucas.

Tierra amarilla Club

Denis Alvarenga alias Gago tiene 16 y hace menos de un año organiza unas canchas en medio de la villa 21 para armar un club de fútbol donde entrenan 70 chicos entre 6 y 14 años. El lugar necesita darse a conocer por la necesidad de sumar entrenadores. “El año pasado lo mentalizamos pero este año lo pusimos a funcionar”, repasa Gago en plural.

Al club se lo alquilan a un señor y están construyendo una casita atrás para hacer vestuarios y ampliar la comodidad. “Estamos día a día armando el lugar a pecho para hacer un bien común y sacar a los chicos de la droga. Más que nada”, señala Gago. “Juntamos fondos con el Movimiento Evita que está en el barrio”, dice el rapero.

Denis Alvarenga dice que “la policía te tira por tener una visera plana, piercing, tatuajes o un porro en la mano, o por no tener documentos o ser extranjero”. Recuerda que a un amigo suyo la policía lo discriminó por su nacionalidad: -Vos sos paraguayo, yo odio a los paraguayos, le dijo el policía.

“Día a día estamos fluyendo con nuestra música para que la gente nos vea representando a los pibes que no pueden decir lo que les pasa, que es la temática del guacho pobre de los barrios bajos, que no tiene nada y que anda pisando barro”, dice Gago y adelanta que los nuevos temas que está pensando son para los chicos más pequeños.

Publicado en Marcha

Festival de Rap contra la Violencia Institucional: «La Villa 31 no es como la tele y el sistema lo predice»

Por Jorge Giordano. 

La cancha de fútbol del barrio Güemes en la Villa 31 hizo de escenario del último festival «Mi cara, mi ropa y mi barrio no son delito», organizado desde la Campaña contra la Violencia Institucional. Este lunes cientos de personas desafiaron la llegada del invierno para ver a más de treinta raperos y raperas de los barrios de la ciudad. El festival contó también con la presencia de Malena D’Alessio, ex Actitud María Marta, quién filmó algunas escenas para su próximo videoclip.

«Desde la Campaña contra la Violencia Institucional venimos armando los festivales de rap, el motivo principal es que si escuchás las letras sobre las vidas de estos jóvenes de los barrios más humildes, están atravesados por la violencia institucional» afirma Pablo Zappulla, responsable de la Campaña en la Villa 31. Zappulla amplía: «Acá la situación es tremenda, en la Villa 31 estamos atravesados por la militarización. El barrio fue militarizado por miles de gendarmes y policías y nadie les preguntó a los vecinos si estaban o no de acuerdo. Por eso la necesidad de organizarnos, cómo hacer para que la población civil tenga incidencia en las políticas de seguridad».

«Quiero hacer un anuncio. En la parrilla de allá, 35 pesos. Alto paty. Si comés eso, a la noche no cenás», avisan desde el micrófono. Entre los organizadores se habla mucho del «rap conciencia». «El rap conciencia es dejar un mensaje claro a las personas que escuchan. Te hace pensar, no sólo cajetear y recordar. Es decir ‘yo soy esto, y quiero hacer esto, por esta razón’. Quiero cantar por el barrio y para los barrios. Contar la vida de todos, mostrar que todos somos iguales», dice Akuma MC, organizador del festival y rapero.

De ese contar la vida se trata el festival. Habla de violencia institucional, pero también de la piba que no contesta en el whatsapp, de la madre a la que se hace renegar. Habla de un pueblo que se va cansando: «Y si te aumenta el costo, no pasa nada/Y si vendimos Argentina, no pasa nada». Zappulla agrega: «Cuando cantan las chicas salen también temas sobre la violencia de género, la violencia obstétrica, de los malos tratos en los hospitales hacia las mujeres». En el cuento «Como un león», el escritor Haroldo Conti pintaba el universo de un joven de la Villa 31. Cuatro décadas después y en el mismo lugar, los pibes muestran que quieren y pueden hablar por sí mismos.

«¿Cómo se deletrea?» «Me llamo ‘E, Z, un guión para arriba, L’.» Renombrarse es también reafirmarse. «Sinceramente la primera vez vine por el show, no sabía lo que estaban haciendo. Me explicaron la movida, que era contra el gatillo fácil, darle un mensaje a los pibes, y me sumé sin problemas. Ya estuvimos en Soldati, Barracas, Tierra Amarilla, acá en Retiro», dice Eze’L, de San Miguel. Hace poco cumplió dieciocho. «Cuando arranqué, por mucha depresión, muchos problemas familiares, cuando empecé a escribir, no sabía bien. Yo empecé como un juego nada más, y la verdad me abrió muchas puertas, me hizo desahogarme», cuenta.

Con el micrófono en la mano, Eze’L le canta a su madre: «Primero que nada te pido mil disculpas/por esos momentos de llanto que eran mi culpa/por no terminar la escuela, por no ser empresario/ por decidir ser un cantante».

– ¿Te ponés a escribir todos los días?

– Es que no puedo, porque trabajo. Tengo que ayudar en mi casa, tengo que trabajar. La cosa ahora está mal, me imagino que está así en todos lados.

– ¿De qué trabajás?

– Yo laburo de albañil y pintor, de 6 de la mañana a 7 de la tarde.

– ¿Y cuándo te ponés a escribir?

– Y capaz que cuando me despejo un poco. A veces también te ponés a escribir porque te pasó algo, si estás con una piba capaz escribís sobre eso, o si te peleás necesitás desahogarte y escribís.

En el escenario pasan decenas de artistas, uno tras otro. Pibes y pibas del barrio, muy chicos, se ponen a bailar enfrente, espontáneamente. Desde hace algunos años el rap viene pisando fuerte en los barrios. La cumbia villera dejó vacante un espacio desde que se dedicó casi en su totalidad a hablar de amor. Hoy en día la música que habla de lo que pasa en los «barrios bajos» es sin ninguna duda el rap.

Akuma afirma que «Muchos adolescentes se dan cuenta de que el hip hop representa algo de su vida, de su barrio, o algo que les pasó. Yo canto desde los 10 años, hace doce años que canto. El rap me cambió la personalidad. La primera vez que canté en un freestyle me sentí libre, en paz. La discriminación que veo en la violencia institucional también tiene que ver con eso. Cuando canto en la Avenida, la gente me esquiva, me mira mal, la policía me para. Queremos dejar el mensaje clarode que el barrio bajo no es como todos dicen, que la Villa 31 no es como la tele y el sistema lo predice. Gracias al hip hop y la música entendí lo que quiero ser. Acá hay varios pibes que se la rebuscan cantando, por ejemplo yo también canto en los trenes. Quiero que entiendan que la música te cambia, te representa y lo podés sentir cuando cantás».

Publicado en Agencia Paco Urondo

Unión y rap contra la violencia institucional en los barrios bajos

«A mí no me interesa la fama, ni el éxito, ni la plata, yo lo único que sueño es tener dos bondis para ir a todos los barrios con raperos y la cultura”, Carlitos de Barracas se expresa así, en la reunión de balance. Pasó el quinto Mi cara, mi ropa y mi barrio no son delito, el festival que se ha organizado desde abajo, en los barrios bajos. Llegar a la Villa 31 fue importante: “Retiro es un punto de encuentro, porque pueden venir de todas partes por los trenes. Aunque algunos no tienen ni para el boleto”, explica Lucas García.

Lucas con su amigo Carlitos y Lucas Bogado, militantes en el Movimiento Evita y todos menores de 24 años, empezaron a cranear cómo conectar a los pibes en las villas. “Yo no vengo del rap, pero salimos a buscar raperos. Caminamos un montón, en los trenes, en las ranchadas”. Al principio los gastaban (“me decían raperro”, recuerda Carlitos) y al primer festival apenas fueron siete raperos: en el quinto se sumaron más de 100.

Peñas, radios, talleres son otros espacios “para los pibes que no tienen laburo, y tratan de no hacer giladas”. El festival funciona como un motivo para reunirse, como un paraguas de contención y una red para estar comunicados.

 

El nombre del festival que fue tomado de una campaña institucional anterior, no pierde vigencia.

–¿Qué cambió para ustedes en estos seis meses?
–Con el gobierno anterior, la policía era como que tenía un bozal. Con este gobierno les sacaron el bozal. Y vienen directo a morder.

Palos y requisas cada vez que entran o salen de sus barrios son moneda corriente, pero no lo único que padecen. “La violencia institucional es algo amplio. Con la salud y la educación también lo sufren. Esperan diez horas para que los atiendan en un hospital o van a la escuela y no hay calefacción o bancos”. Los chicos se organizan, las rencillas se terminan. “Y la familia crece”, cierra Lucas.

Publicado en Clarín
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