México: Cultura, Estado y Sistema Cultural

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Por Hermann Bellinghausen

En una situación nacional donde se entronizan la mediocridad, el mercantilismo, el control social y el silencio cómplice de las élites o su rendición, la cultura es un blanco del ultraliberalismo económico y el autoritarismo policial reinantes. Las señas de la demolición son tantas que los casos concretos se volvieron bosque. El Estado acota, coopta o desangra las opciones de formación y difusión artística e intelectual de alcance público. Encabezado por un grupo de políticos profesionales de probada ignorancia, no va solo en la empresa. Para una mentalidad donde el único valor real es el dinero, por encima de cualquier otra consideración, la cultura (así, en general) resulta indeseable, y prescindible a escala masiva como la salud y la educación públicas, los programas sociales de impacto agrícola o productivo, los fondos de pensión, la protección ambiental. Todo esto no sería atribución exclusiva de un Estado pusilánime en la medida en que la diversidad de nuestra sociedad estuviera no representada ni consultada, sino a cargo de sus decisiones vitales.

El otro poder vigente (de hecho el mismo ya), que solíamos llamar sector privado, se adueñó de todo. Sí, de la educación, la salud y el cultibísnes; pero sobre todo de la ley y el orden, el territorio, las finanzas, los recursos naturales, la mano de obra y los mercados. Y no seamos timoratos, consideremos empresarios exitosos a los capos del crimen ilegal (toda vez que existe un crimen legal, y si no, impune por sistema). De hecho, este poder privado (en buena medida no nacional) se apoderó del Estado.

Intentan convencernos de que la democracia que vivimos es lo menos malo, mejor que antes; que el juego electoral sí merece subsidio irrecortable, pues es la razón última de la ciudadanía (aunque ésta quede fuera del juego pasados los comicios, con los partidos hechos rentables empresas familiares). La evidencia cotidiana demuestra que prevalecen la injusticia, el racismo, la violencia, el sexismo, la impunidad y la desinformación.

Y nos damos asco pero, momento, hay cosas que no debemos olvidar, los mexicanos las construimos y podemos sentirnos orgullosos, ya que no caducan ni siquiera bajo el actual dominio de los necios. Una sostenida creación artística y de pensamiento nos enaltece a todos. Nos hemos dado poetas, pintores y compositores mayores, dramaturgos, cineastas, coreógrafos, editores. Y hemos mantenido la inventiva popular del son, la alfarería, la confección indígena de ropa bella y elegante (por eso se la roban los y las modistas del mercado libre). Tuvimos un siglo XX más que presentable en términos de lo que se creó, recuperó, conservó y divulgó. Contra todos los analfabetismos, en el arte y la cultura hemos sido bien chingones, y sigue habiendo quién y con qué. Lo difícil es cómo.

Progresivamente se anulan las radiodifusoras libres (indígenas, estudiantiles, barriales) y se castra la radio universitaria (es el caso de la UNAM). Nunca son eventos aislados. Se cierran espacios por consideraciones políticas o mercantiles (destaca el inminente ocaso del Foro Shakespeare, un centro de las artes teatrales de alucinantes productividad y amplitud). Se tiende un cerco económico y publicitario a medios de comunicación críticos, mientras se acaparan los recursos para las artes materializados en becas, premios, estímulos, sueldos, compensaciones, publicaciones estériles y numeritos de lujo dirigidos por el fantasma de Porfirio Díaz.

Los beneficiarios de la alta cultura se acogen a la burbuja del mercado y el presupuesto (la culturota vale más que la culturita, a reserva de que sus simpáticas vetas de folclor, gastronomía y sentimiento popular sirvan para pararse el cuello con las visitas).

México se enriqueció con tanta creación vibrante porque los casos individuales tuvieron un dónde y un para qué de sustrato colectivo. Siqueiros nació en Camargo, los Revueltas en Santiago Papasquiaro, Paz en Mixcoac, Huerta en Silao, Toledo en Juchitán y Orozco en Zapotlán. Fue posible porque los mexicanos ganaron su país. Hoy lo estamos perdiendo. La masa crítica de aquella cultura apela a las nuevas generaciones, pero corre peligro. El poder teme al pensamiento, el flujo de ideas, la imaginación creativa de otro mundo posible, sin gente como ellos y con nuestras manos desatadas.

Publicado en La Jornada

«NADIE ES INOCENTE» EN LA POLITICA CULTURAL

Por Yesenia Torres*

El país atraviesa por un momento especialmente relevante frente a la creación de la nueva Secretaría y el debate en torno a la Ley de Cultura en el cual hay temas pendientes frente a la emergente política cultural. Para Pilar Villela, artista visual, escritora, traductora, gestora y coordinadora en el Simposio Internacional de Arte Contemporáneo (SITAC) XIII, pensar en las razones por las que las personas o las instituciones, públicas o privadas, adquieren obras de arte o intervienen en su creación o distribución es un tema prioritario.

Si bien este Simposio dedicado al intercambio de ideas que convergen dentro de las distintas iniciativas y generaciones que conforman la escena del arte contemporáneo en el país, este año se ha enfocado en generar el debate e intercambio de ideas en torno a la producción del valor del arte, sobre el pensar de cultura del beneficio común y la reflexión sobre una política cultural del Estado. Para Desocupado, Villela platicó un poco de lo que se estará debatiendo este fin de semana en la fase tres del SITAC “Nadie es inocente” en el estado de Puebla.

-¿A qué nos referimos cuando hablamos de una cultura en beneficio común?

Desde el punto de vista que pretende abordar el SITAC, pensar en una cultura en beneficio común remite específicamente a buscar esas narrativas que al articularse hacen que todos podamos “sentarnos a dialogar”, es decir, pensar en la cultura del beneficio común como un lenguaje.

Yo he me he cuestionado si el arte es un beneficio común o debe ser algo que beneficie. Siempre suponemos que hay algo o alguien que tiene el deber de hacer y producir, pero muchas veces cuando una obra artística es lanzada a la población que tiene tantas expectativas puede ser problemático. Con esto me refiero a que muchas veces no entendemos que no es lo mismo arte que cultura. Entonces  ¿cuál es ese común del beneficio común?

Con este tema estaremos inaugurando Nadie es inocente, en donde estaremos explorando los fundamentos del operar humano, la percepción en relación con el lenguaje, siendo este el punto de partida para iniciar la reflexión en torno a nuestras preguntas.

-En un segundo eje temático del SITAC se hablará sobre la producción del valor de arte. ¿En qué momento se produce el valor del arte ya sea económico o social?

Es un tema amplio y vigente. Entendemos al arte por su valor implícito, intrínseco. El tema tiene muchas aristas y colinda con diversos territorios que van desde la especulación financiera, hasta la precarización del empleo o una nueva definición de las funciones del Estado. Podemos preguntarnos qué es lo que se valora ¿la obra o la firma del autor? o ¿qué parte es la que se valora como arte? ¿Cómo contribuye la exposición al incremento de su valor?, y en su conjunto ¿cómo contribuye el sistema de arte a la valoración de las obras?

Desde un punto muy específico, se puede abordar el tema cuestionando si el arte se produce en términos de un sistema capitalista o si es sólo esa pequeña islita que sale de todo nuestro esquema de nuestro sistema neoliberal. Reflexionar sobre el valor económico de obra es cuestionar si el éxito o rechazo proviene del artista o lo produce el aparato de circulación.

-De esta forma, el arte también adquiere un valor social. Como instrumento para la cohesión social.

Se habla mucho de que el arte disminuye la criminalidad en lugares conflictivos, porque se tiene la percepción del arte como bien suntuario. Los museos son espectaculares y lujosos y cada vez es más común escuchar que vendieron la obra de tal en tanto porque la sociedad tiene la percepción de arte como un indicador de lujo. Y eso se puede percibir como bueno. Por otra parte, la realidad del sistema del arte es otra y no es un secreto a voces. Cuando hablamos del sistema del arte me refiero a todas las personas que están involucradas en esta esfera artística, es decir el autor, el  artista, el gestor, las personas que trabajan en los museos, todas estas personas tienen sueldos de risa, entonces ¿dónde quedo el valor de su producción? Ahora, la sociedad tiene la creencia de que leer te hace una mejor persona. Eso no es cierto, quizá te haga más interesante pero no una mejor persona. Si pensamos así, ¿qué nos hace suponer que al ver arte somos mejores personas?

-Entonces, ¿cómo es ahora la función del Estado como regulador del sistema cultural y artístico?

El Estado nos está dejando ver su propia crisis. Ahora se entiende por sí mismo comoadministrador de una empresa, como regulador del sistema de cultura con una propaganda poderosa. Un ejemplo que tenemos son los llamados Pueblos Mágicos, pues te vende “somos arte, somos mejores, ven, visítanos y pruébanos”.

Ahora dividimos la educación de la cultura y solo es un aparato. Es decir, la nueva Secretaria que se haga cargo del cine, del teatro o de la literatura es como decir que el mismo vendedor de libros también va a vender obras de arte. Todo esto se podía entender bajo el términoeducación y tenía cierta lógica. Lo que está en juego es ver si la Secretaría como la Ley le apuesta al producto o a los productores. Véase las condiciones laborales de todos.

-A propósito del nombre de esta fase tres del SITAC Nadie es inocente.

Nadie es inocente es el nombre de un mal chiste pero depende de con quién hables a quién lo remita. No apela a una ambigua frase de culpa judeocristiana o rinde homenaje a la película de Sarah Minter.

El nombre es llamativo y surgió como alterno de un “¿por qué no podemos sentarnos a hablar?”. ¿Sabes?, es muy difícil sentarse a dialogar con alguien. Yo no creo que forme parte de una masa que va a llegar a iluminar a otra desinformada. Nadie es inocente porque todos somos corresponsables de las crisis. Creo que se ha perdido un poco el sentido de valor a ello. Cada quién hace lo que puede desde su trinchera.

Nadie es inocente, fase tres del SITAC XIII se llevará a cabo el viernes 30 de septiembre y sábado primero de octubre en el Auditorio Guilermo y Sofía Jenkis en Cholula, Puebla. Contara con la participación de  Vivian Abenshushan, José Luis Cortes Santander, Anthony Huberman, Rafael Lemus, María Minera, Mónica Nepote y  Carmen Serra por mencionar algunos.

* Periodista. Egresada de la UNAM.
Publicado en Revista Desocupado

 

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