José María Zonta: «Yo no creo en la inspiración, creo en el trabajo»

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El viernes pasado, José María Zonta recibió en su casa de Alajuela la llamada que, desde México, le confirmó su más reciente reconocimiento: el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía.

En su cuarta edición, el certamen ya se considera como uno de los fomentos más sustanciosos para la creación poética en español. El próximo 27 de octubre, Zonta recibirá el premio en Zaragoza: un homenaje protocolario, la publicación de su obra y la suma de $100.000.

Su obra ganadora, Antología de la Dinastía del Otoño: Poetas de la Dinastía Tang , prosigue la exploración artística y espiritual que el escritor ha estudiado desde la filosofía china.

Aunque es suya la mano que escribió cada poema que conforma el texto ganador, la antología se compone de las voces de otros poetas, chinos, a los que Zonta les inventó su obra y vida.

El proyecto lo abordó tal y como ha hecho con el resto de sus obras premiadas: planificando su tiempo de trabajo literario.

Hablemos sobre su filosofía de trabajo. ¿Cómo diseña un libro?

Mucha gente publica libros que se llaman Poesía 1995-2005 para indicar las mejores obras que escribió en esos años. A mí me parece que hay cierto descuido, cierta arbitrariedad. Yo apuesto decididamente por los libros conceptuales. Es un libro que no es monotemático; es un libro predominado, no dominado, por un concepto, el concepto que el poeta quiere expresar y el vehículo que usa son los poemas.

”Diseñar un libro es como construir una casa. Nadie construye una casa sin un plano. (…) Hay unos poemas que son vigas y sostienen la estructura. Es una cosa arquitectónica. Desde el título hasta el último poema está puesto como (lo haría) un arquitecto.

”Los epígrafes, el ritmo, el orden de los poemas, todo es una construcción premeditada, y el jurado lo agradece”.

En Antología de la Dinastía del Otoño escribió los poemas desde los puntos de vista de varios personajes. ¿Cómo lo hizo?

Uso una capacidad para meterme en el personaje, como lo hacen los actores o los novelistas (…). Uno tiene que estar consciente de que el libro necesita personajes y de que los personajes tienen que sonar diferente, deben tener voz propia.

Mencionaba que escribe conforme a planes de trabajo. ¿De qué forma funcionan?

Yo no creo en la inspiración, creo en el trabajo. (…) Yo no controlo la inspiración. Picasso decía: ‘Yo no creo en la inspiración pero si llega que me encuentre trabajando’. En cambio, el trabajo es una noción que yo controlo.

”Creo que el poeta puede escribir a voluntad como un mecánico repara un carro a voluntad. Yo soy un campesino de la poesía: me levanto y siembro, abono y cosecho. Afortunadamente, ahora he tenido varias cosechas. Llegó una temporada en la que me llamaron de México para decirme que gané: esa es la cosecha.

”Yo hago un estudio de las posibilidades del mercado poético. ¿Qué quiere decir? Hago un estudio de los premios que me interesan y de las fechas en que se vencen. (…) Por unos se participa por plata y en otros por distintos criterios que no son el dinero.

”Entonces me pongo a trabajar. (,..) Salgo a correr, a caminar, con una libretita barata de El Rey, un lapicero y mi iPod con música, eso es clave. Comienzo a pensar en el libro que estoy escribiendo, en el poema que quiero escribir”.

“Así fue como escribí este libro o también haciendo fila en el Banco Nacional, mientras me llaman. Soy muy adaptable. (…) Esto un trabajo, el poeta tiene que trabajar. A mí no me gustan los poetas que no trabajan.

Cuando habla de la “poesía de siempre”, ¿a qué se refiere?

Es la poesía que recurre al recurso fácil de llenarse de adjetivos en vez de crearle al lector, mediante otros recursos, la misma emoción, el mismo sentimiento.

”La poesía de siempre es la poesía tradicional que se apoya en lo anímico, lo emocional, y desperdicia la oportunidad de plantear ideas y pensamientos.

”En este país, el modelo de escritura poético es que estoy triste y escribo un poema. Estoy feliz y escribo un poema. Es una poesía de emociones. Yo admiro, disfruto y trato de seguir, una poesía que plantee ideas, pensamientos, teoría, una crítica. La poesía costarricense ha sido emocional, pero no es que emocione tampoco”.

¿Cómo se rompe ese modelo?

Con una política de talleres coordinada entre el sector privado y el sector público. (Una política) que se dedique no a crear adeptos, seguidores, fanáticos del tallerista sino a abrirle la cancha al poeta para que encuentre su propia voz y, una vez que la encontró, darle los instrumentos para que la explote, desarrolle, experimente, escriba poemas malos y luego escriba poemas buenos.

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Usted no visualiza la creación literaria como solamente arte, sino como con un diseño…

Empresarial. Yo soy una empresa y soy un empresario de la poesía. Uno tiene que aplicar a la poesía los conceptos del fútbol: los grandes equipos tienen ‘ojeadores’ . El país necesita ojeadores que entren a los colegios. Los futbolistas entrenan todos los días y juegan los domingos. Un equipo sale campeón todos los años. Yo entreno todos los días y juego un montón de partidos todos los años y, eventualmente, un libro mío sale campeón.

”Pero hay una cultura de esfuerzo, de sudar la chaqueta y ‘bretear’. El poeta tiene que trabajar. Si el trabajo del poeta es escribir, escriba: lea, infórmese, mándese a premios.

Premios. Jose María Zonta ha recibido, entre otros, el Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz; el Premio Iberoamericano Juegos Florales de Tegucigalpa y, en el 2015, la primera entrega del Premio Iberoamericano Entreversos. En Costa Rica, recibió el Premio Joven Creación en 1985 con su primer libro, y ha sido Premio Nacional en dos ocasiones

Publicado en Nación
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