Robin Wood no se retira

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Yo no voy a dejar de escribir, nunca voy a dejar de escribir, yo sigo escribiendo todos los días”, dijo Robin Wood en conversión con La Nación este domingo, saliendo al paso a publicaciones que señalaban que abandonaba su profesión debido a cuestiones de salud que supuestamente lo aquejan.

Los medios se hicieron eco ayer de un comunicado dado a conocer por un miembro de su círculo cercano, lo que propició estas versiones contradictorias, y puso sobre el tapete algunas cuestiones de índole familiar.

El creador de “Nippur de Lagash”, según las primeras versiones, se encuentra aquejado de una enfermedad que no le permitiría seguir produciendo, ante lo que el escritor dijo: “Realmente no sé de dónde salió esa historia. Yo amo escribir, me dedico a escribir, esa es mi profesión”.

Respecto al origen de las primeras declaraciones, pidió “por favor, que dejen de decirlo”. Conflictos de índole familiar habrían generado estas afirmaciones contradictorias.

“Salió en los diarios que yo me estaba muriendo, y yo no me estoy muriendo. Y con respecto a escribir, yo voy a seguir escribiendo exactamente como venía haciendo todos estos años”, reiteró.

Wood, originario de la zona de Caazapá, es un guionista de historietas paraguayo reconocido a nivel mundialmente por series como “Nippur de Lagash”, realizadas principalmente para la editorial Columba, en Argentina, país desde donde se catapultó su carrera a todo el mundo.

Publicado en La Nación

¿QUIÉN ES ROBIN WOOD?

Por Diego Accorsi

En esta sección podrán conocer al magistral guionista de historietas sin necesidad de examinar un montón de datos biográficos. Este es un reportaje que surgió de las inquietudes que me fueron apareciendo en septiembre de 2000, a medida que me adentraba más y más en el mundo de Editorial Columba. Habiéndome convertido en el responsable de relanzar los títulos en un proyecto kamikaze que contaba con ínfimo presupuesto, opté por reeditar los personajes más famosos de la editorial desde sus primeras apariciones. Para ello, ordené todos los números de todas las revistas (que se conservaban encuadernados en infinidad de volúmenes) y todas las fichas de las historias compradas por la editorial. Además, encontré un montón de cuadernos donde anotaban los guiones que compraban, con fecha, autor y revista en la que era publicado. Muchas herramientas, pero también, mucho material y todo abría nuevas puertas. Yo –debo confesarlo- nunca había sido un ferviente admirador de la editorial de la palomita y su guionista estrella, Robin Wood. Desde el momento que empecé mi gestión, ese nombre se me aparecía por todos lados. El tipo había hecho todo… y con ese nombre. No podía ser real. Entre los aciertos de esa dirigencia se contó con la inserción como archivista de Johnny –alias el Negro-, íntimo amigo de Robin desde su adolescencia. Johnny demostró ser una verdadera enciclopedia viviente del guionista paraguayo-argentino-danés, con una memoria prodigiosa y una voluntad ciclópea. Antes de siquiera sacar los números Uno, yo ya tenía una necesidad imperiosa de conocer más del autor de Nippur, Dennis Martin, Savarese, Mark y un larguísimo etcétera. Mis primeros acercamientos a esta figura casi mitológica fueron a través de historias de Johnny, hasta que me dijo: “Robin viene este fin de semana a Buenos Aires, ¿querés charlar con él?”. Y sin dudarlo comencé a anotar una batería de preguntas que se iba extendiendo. Coincide con que para ese momento, me doy cuenta de que me sobran páginas en los números 1 de las revistas y en lugar de rellenarlos con avisos, quedaba mucho mejor, un reportaje al gran guionista. Así, en una apacible tarde de primavera, enfilé hacia el departamentito que Robin mantenía en la ciudad de Buenos Aires, y me senté frente a frente con uno de los más grandes –y sin duda uno de los más prolíficos- guionistas del mundo. La entrevista fue casi una charla entre amigos, con muy buena onda, con anécdotas al margen, y el carisma del escritor operando a tope. Salí convertido en un fan de Robin Wood. Esta es la charla como apareció publicada en las revistas Nippur de Lagash Nº1, D’Artagnan presenta a Dennis Martin Nº1 e Intervalo presenta a Savarese Nº1 durante noviembre de 2000, por primera vez, toda de corrido. Encontrarán indicaciones a pie de página para actualizar lo más posible las declaraciones de Robin, ya que en estos ocho años y pico, algunas cosas han cambiado. Espero que los convierta en fanáticos de Wood como a mí.

Un día soleado de principios de primavera, quedé en encontrarme con Robin Wood en su departamento de Buenos Aires, cerca del Parque Centenario (Robin ya no viene tan seguido a Buenos Aires, por ende, no tiene más el departamento de la calle Sarmiento). Apenas uno entra, ve un montón de dibujos enmarcados en las paredes, una Amanda de Falugi, un Gilgamesh de Pez, varias páginas de Nippur de Lucho Olivera, tapas pintadas por De la María, y sentado a la mesa, Robin. Sobre ésta hay un laptop cerrado y un cuaderno abierto, escrito, desprolijo. Él está medio resfriado, en realidad, el venir a una ciudad tan polucionada como Buenos Aires, le hace chorrear la nariz. Me siento y empezamos una amena charla, en la que Robin –con su acostumbrado estilo- imitó a personas, entonó a la perfección cada palabra dicha en otros idiomas (inclusive el paraguayo), siempre gesticulando mucho, interrumpiéndose y cambiando de idea sobre la marcha, verborrágico, creativo, divertido y con muy buena onda. Pero basta de preámbulos, pasemos a la (…) entrevista, conozcamos…

UNA VIDA DE AVENTURAS: REPORTAJE A ROBIN WOOD

-Empecemos por el principio, ¿cuándo y dónde naciste?

-Nací en el 25 de enero de 1944… De entrada voy a remarcar que Robin Wood es mi verdadero nombre. Nací en una colonia socialista de australianos que vinieron al Paraguay . (El nombre del caserío de los australianos en medio de la selva paraguaya se llama Colonia Cosme y queda en el departamento de Caazapá). En un lugar que aún hoy en día no tiene electricidad ni agua corriente, ni nada (Ocho años después, Colonia Cosme sigue sin luz o agua corriente). Y allí yo crecí.

-¿Cuándo viniste a Buenos Aires y por qué?

-Ahí está un poco más confuso, porque mi madre era medio gitana también. Viví hasta los cinco años en la colonia, después viví con familias, después vivimos… Debo haber llegado a Buenos Aires aproximadamente… creo, porque no tengo fechas exactas, yo
debería tener 8 o 9 años. Me quedé aquí unos tres años; vivía en
un orfanato porque mi madre no me podía cuidar y volví al Paraguay a los once, doce años, más o menos.

-¿Y después vuelta a la Argentina?

-No, de ahí me fui a la ruta transchaco, a trabajar; a los once años me fui al desierto, al Chaco, y trabajé ahí por un año y medio. Después volví a Asunción, después volví a Buenos Aires porque mi madre se había casado. Lo malo es que se divorciaron ocho meses después, o sea, que toda una vida familiar que a mí no me interesaba particularmente, volvió a desmoronarse. Entonces trabajé en docenas de trabajos solo… calculá que en esa época yo tenía quince, dieciséis años. Y un buen día me fui en ómnibus de vuelta a Paraguay. Uno de mis tíos estaba trabajando en el Alto Paraná y tenía un camión obrajero, entonces me fui y pasé unos años trabajando en el Paraná.

-¿Y cuándo venís a establecerte en Buenos Aires?

-La Embajada Francesa en Paraguay ofrece un premio a quien pudiera hacer un análisis de la cultura y el arte de Francia. Yo, entre camión y camión, intervine. Y lo gané. Entonces el diario El Territorio me toma como corresponsal… además, pensá en mi edad…

-Pero… ¿de dónde sacás tu educación? ¿Cómo viajando tanto lográs escribir un texto sobre la cultura francesa?

-Yo no tenía ninguna educación, yo tengo seis años de escuela nada más, yo pasé el sexto grado y nada más. Pero por supuesto, como siempre digo, es una especie de anécdota simpática, a los ocho años yo leía Todos los hombres son mortales de Simone de Beauvoir, que muchos años después se convirtió en Gilgamesh y leía Cuentos del Mar de Hemingway, y Por Quien Doblan las Campanas; tenía ocho años.

-¿Y cuál es tu primer contacto con la historieta?

-De chico no tuve ningún contacto, acordate que yo no tenía casa, yo dormía donde podía, y después empecé a trabajar en las fábricas, en Buenos Aires, que fue el período más terrible de mi vida. Pasé entre cinco y seis años en fábricas, con los sueldos de aquella época, viviendo en pensiones con cinco camas por cuarto, y había esas cocinitas que había que pedalear, con querosene. Entonces en esos cuartos cocinábamos ahí, vivíamos de eso. Hasta hoy en día mi hígado ha quedado… porque eran hamburguesas con huevos fritos, con la grasa y todo eso, y trabajábamos generalmente seis días a la semana. Desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. Y vivíamos así, de eso. Yo era una bolsa de huesos, muy flaco, tenía granos por la mala comida, la mala alimentación, etcétera… Y yo quería ser dibujante. Era un pésimo dibujante.

-¿Cómo se te ocurre ser dibujante de historietas?

-Siempre me gustó dibujar. Y ahí vienen esas pequeñas cosas: fui a estudiar a Bellas Artes y al otro, en donde enseñaba Alberto Breccia… la Panamericana de Arte, pero yo no tenía talento. Yo quería ser dibujante, pero al final me dijeron “Robin, estás malgastando tu tiempo, no tenés talento”. Y había un individuo ahí, que estudiaba conmigo… en realidad no estudiaba, iba ahí a aburrirse, que se llamaba Luis Olivera, y entre las miles de lecturas mías, estaba la sumeriología, el estudio de la civilización de Sumer. Que era la misma obsesión de Lucho y nos sentábamos después de clase a hablar y hablar, y hablábamos y después yo me iba a la pensión, él se iba a su casa. Y un día estaba puteando porque los guiones eran malísimos y me dice “Estos no son guiones, son un horror”. Y de repente me dijo“¿Por qué no hacés un guión así, de sumeriología?”. Y le escribí además otros tres guiones. Y me olvidé. Me olvidé porque yo se los llevé a Lucho a la casa; a él yo nunca le mostré dónde vivía. Era un basural, directamente, era algo tan deprimente que me daba vergüenza, donde mi vida era simplemente poder comer ese día. Así que de repente, cuando la editorial –Columba, donde trabajaba Lucho- aceptó esos guiones, Lucho no sabía dónde contactarme. Éramos amigos de Bellas Artes y en la Panamericana, pero él no sabía dónde vivía yo. Y los guiones se publicaron dibujados por él. Pero Lucho no podía avisarme… Hasta que vi la revista con la historieta publicada. Decía Robin Wood en la tapa… ¡guau! Cuándo yo lo vi fui… Yo vivía en Retiro, y trabajaba en una fábrica que quedaba en Martínez, y ese día había llegado tarde, entonces cuando llegabas tarde no te dejaban entrar y como te pagaban por hora, ese día no comías, listo; entonces pedí un vale y no me lo dieron, pedí algo y nada, y volví caminando desde Martínez a Retiro. Y encima de yapa, llovía. Era como si fuera una película francesa, llovía a cántaros… Y paré por el camino a mirar un quiosco de revistas y vi la revista en la que yo sabía que Lucho dibujaba la abrí y me encuentro con mi nombre. Bueh… seguí caminando hasta Columba, que en esa época estaba en Sarmiento y Callao, algo así… Y fui ahí, subí y estaba una señorita preciosa, en una hermosa oficina, que me miró con toda la sospecha del mundo, totalmente justificada, y me dijo«Sí, ¿qué quiere?» No te puedo explicar el aspecto que yo tenía, era una cosa… Pesaba cuarenta y ocho kilos, la miseria de mi ropa, todo… Esta chica que luego fue amiga mía de manera íntima, me dijo que ella pensó que yo venía a pedir comida o dinero, o algo, a vender tarjetitas de ‘Soy sordomudo’ o algo así, ‘Colabore’. (risas) Yo le dije«Me llamo Robin Wood»… Chau, otra joda. Ella no estaba al tanto de las historietas, y ese nombre ridículo…

– Le roba a los ricos para darle a los pobres…

-Pero este necesita para él y para nadie más. Entonces le digo«No, yo escribí unas historietas y fueron publicadas». Teresita, Teresita Murray, una irlandesita, muy simpática, me dice «Espere un momento», y se fue a hablar, probablemente se llevó todas las cosas que se pudieran robar; (risas) y al rato viene, me mira así con curiosidad y dice«El señor Basalo lo espera.» Basalo fue Balbastro en Mi Novia y Yo. Paso a una oficina donde un señor muy elegante está sentado, el tipo me mira y me dice «¿Usted es Robin Wood?» «Sí, señor». Me dice«No se ofenda, ¿tiene una cédula?» Saqué mi cédula y se la di. La miró y «Pero entonces ¿de verdad usted es Robin Wood?» «Sí», entonces me dice «Le cuento que compramos los tres guiones»… y no te puedo decir los precios de esa época, pero ponele que en la fábrica yo ganaba trabajando las horas extras que eran cuatro por día, trabajaba ocho horas más las cuatro horas extras, o sea doce horas, ganaba -un ejemplo- cien pesos por mes…«Nos gusta mucho el trabajo le compramos todo lo que entregó y le pagamos doscientos pesos». Yo había escrito tres historietas y digo «¿Doscientos pesos por las tres?» “No, no, doscientos pesos por cada una». ¡AH! De repente el mundo cambió y dice: “Y todo lo que produzca se lo compramos». «Bien, bien…» Ahí me levanté ya diferente y le digo«A todo esto…» y el tipo que ya me había calibrado me dice «Váyase al tercer piso que ahí le dan un cheque». Yo nunca había visto un cheque. Fui al tercer piso, me dieron un cheque y yo con el cheque en la mano… (cara de desconcierto) Entonces el tipo me dice«Pará, vos nunca cobraste un cheque». «No» «Salí afuera, cruzá Callao y está el Banco de Londres y América del Sur, entregá el cheque y ellos te dan el dinero». Fui, entré al Banco y en esa época debía ser una pila de billetes así (muestra las manos separadas a una distancia como la de una taza de café), entrego el cheque, y me dice «¿Tené’ cédula? … ¿Robin Hood? … Momento…» Y viste cuando sabes que no va a resultar, que algo va a pasar, que algo va a ir mal, y el tipo viene, me pone el paquete de billetes delante y me dice «¿Quiere un sobre?» Si me hubiera preguntado si quería un elefante le digo que sí tambien, me dio el dinero, me fui y de ahí en adelante gané montones de esos paquetes de billetes y once meses despues fui a avisarle a Columba que me iba.«¿Cómo te vas a ir?» «Sí, sí», le digo,«yo me pasé seis años en la fábrica desde el amanecer hasta la noche, seis días por semana y ahora yo me voy…» Yo me iba a ver entrar los barcos en el puerto, yo fui voluntario para la Guerra de los Seis Días, también fui voluntario para Vietnam, con tal de poder irme… En la Guerra de los Seis Días no me aceptaron porque no era judío ¿y a mí qué?; ofrecí seis años de trabajo en un kibutz a cambio de un pasaje. Para lo de Vietnam me dijeron «no hay problema, lo único que tiene que ir a Estados Unidos y alistarse ahí». «Pero escuchame», le digo,«si yo tuviera plata para irme a Estados Unidos, ¿para qué carajo voy a enlistarme?» Y de repente ahora tenía dinero, y dije«yo quiero ver cosas, quiero ver países, quiero ver todo», y no me fui en avión, me fui en un barco de carga, así, que tomaban siete ocho pasajeros; y me fui en el Calazeta, un barco italiano… Y van veintidós años de viajes… sin parar, nunca quedándome más de seis meses en una ciudad. Y hasta hoy en día me acuerdo del Calazeta que era un buque de carga, tenía una pileta de lona azul en la cubierta para los marineros, que la cargaban con agua salada para refrescarse, no había restaurante no había nada…

-Ahora viene la pregunta que ya me respondiste, si Robin Wood es tu nombre real… Pero la pregunta puede ser ¿qué otro nombre queda bien con el apellido Wood? ¿Cómo se llamaba tu viejo?

-No sé, nunca lo conocí.

-Y Wood es el apellido de tu mamá.

-Sí.

-¿Y cómo se llamaba tu abuelo materno?

-Hay un nombre tradicional en mi familia, Alexander. En cada grupo familiar siempre hay un Alexander o una Alexandra, mi hija se llama Alexandra. Eso es una especie de tradición… Nosotros somos un clan, no te puedo explicar en palabras lo que es un clan, nosotros somos 300, 400, vivimos en Australia, en Paraguay, en Argentina, en Estados Unidos, Irlanda, somos Wood. Para nosotros ser Wood es una cosa muy importante, muy agradable…

-¿Por qué tuviste tantos seudónimos? Yo te encontré seis, creo.

-Había como doce. Cuando empecé a trabajar en Columba, llegó un momento que decidieron que era una mala política que hubiera en el índice varias historietas hechas por mí y se lea Robin Wood, Robin Wood, Robin Wood, y entonces me pidieron que buscara un seudónimo, y así nació Mateo Fussari, que lo saqué de la sección avisos fúnebres; había muerto el pobre, decía “Mateo Fussari, que en paz descanse”. Robert O’Neil, que era una cosa así, importante; Roberto Monti era el famoso italiano con el que mamá había vivido, que fue como un padre para mí, y fue un lindo homenaje; Carlos Ruiz…

-Carlos Ruiz era el que hacía las de deportes…

-Sí, sí, Carlos Ruiz, era la chotez andante, fantasía de nada, y después el que a mí más me gustó que era Cristina Ruttegard, o sea, yo fui la primera escritora femenina de historietas… Yo estaba buscando un nombre y como era para Intervalo… Así que yo fui la primera escritora, antes de Patricia Breccia, creo que soy la única escritora femenina de historietas en la Argentina…

-Una vez que te aprobaban los guiones, ¿no se te ocurrió presentar la historieta completa? O te diste cuenta que el dibujo no…

-Presenté una, Hjalmar, una historia de vikingos, y yo le dije a Presas, «Esta la quiero dibujar yo». Las conversaciones con Presas siempre eran problemáticas porque él es tartamudo, entonces hice creo que 17 páginas en vez de las doce habituales, y cuando la vio toda me dijo: «Mirá, esto es una cc-c-cagada». Me dice «Vos Wood, vos seguí escribiendo, porque dibujando, no vas a ganar un mango». Okey, seguí. Pero son diecisiete páginas… Años después, yo le digo«la historieta esa de Hjalmar… ¿donde está?» «Ah, yo la tengo colgada en casa, en mi colección». «Ah, pero eso no se me pagó». «¿Quién te iba a pagar por una cosa así?» Le digo «tenés razón, pero si no está pagada es mía, ¿no?» «Sí, sí, es tuya». «Bueno, Dámela». «No». «¿Por qué no?» «Yo soy el único que tiene una historieta completa, escrita y dibujada -si a eso se le puede llamar dibujo- por Robin Wood». «Pero legalmente es mía». «Legalmente es tuya». «Dámela». «No». «Te rompo la cara». «No me importa, no te la doy». La tiene todavía enmarcada en su colección, nunca me la dio.

– Sé también que -a vos poco, pero a otros quizá más-, le rechazaban historietas… ¿qué había en la historieta para que en Columba dijeran «Esto no va»?

– A mí me rechazaron algunas historietas, y debo decir, en mi caso, tenían razón. Porque ellos tenían una línea, de trabajo y la seguías o no, pero si no la seguías… Algunas de esas eran tan malas… No es que fuera simplemente el hecho que usaban la autoridad, es que algunas eran tan malas. Yo las he visto… A veces me llamaban para decirme«¿vos podés corregir esto?» y yo o leía y decía «tienen razón, dejate de joder» y listo.

-A propósito de esto, ¿qué aportó el estilo Robin Wood a Columba? En Columba había una fórmula, y un día aparece Robin Wood dentro del estilo Columba, pero aportando un montón de cosas. ¿Qué hiciste vos que no se venía haciendo antes? A medida que tus guiones empezaron a poblar todas las revistas, todos los otros guionistas empezaron a parecerse más a vos…

-Esa es una pregunta bastante, bastante difícil… Yo nunca razoné lo que hacía, hasta hoy en día, yo trabajo así: (señala un cuaderno garabateado con números de cuadro y un breve texto de pocos reglones en cada uno). Esto (señala la laptop), es nada más que para pasar en limpio. Hasta hoy en día yo trabajo así y si te fijás un poco, yo no corrijo, rarísimo, una… pero en general no corrijo nada. Tal cual como sale, sale. Yo tenía una cultura monstruosa, y una fantasía monstruosa, y eso son cosas que no podés explicar. Yo nunca lo pude explicar. Una vez yo estaba con el guionista (Gustavo) Amézaga, y miró mis guiones y dijo «acá no hay corrección». Y le digo«Yo nunca corrijo nada, lo hago todo de una sola vez, después tal vez corrija aquí una cacofonía», y él me dice «pero yo tengo que hacer tres, cuatro o cinco copias de un guión»… Así como sale, queda. Creo que en esa época, hubo tres tipos que afectaron la historieta. Uno por supuesto es el grande, Oesterheld. Ni me voy a molestar en hablar, porque él era EL mejor. Absolutamente el mejor. El otro fue Ray Collins, el desaforado, porque realmente él era en todo exagerado. Y quedaba bien. El tercero fui yo, creo que una mezcla entre los dos. Por supuesto yo lo imité a Oesterheld en todo, porque lo admiraba, lo leía, copiaba sus guiones, los guardaba… Mort Cinder en las Termópilas… Yo copié todo de ahí… (recita de memoria, con tono trágico y profundo) «Subo la colina y me encuentro con tres ilotas perdidos, me acompañan, pero el día es negro porque el viento sólo puede repetir una palabra Alfeus, Alfeus…» Eso es arte. Eso es lo mejor. Eso es espléndido. Sargento Kirk nunca me convenció. Pero Mort Cinder… eso es…

-Vos releés cosas tuyas y retomás alguna punta que haya quedado colgada, algún enemigo que haya quedado vivo…

-Todo el tiempo. Me encanta.

-¿Hacés eso?

-Ajá. Por una simple razón. ¿Qué es lo más fascinante que hay en las historias? Los malos. Un bueno es bueno, y es bueno en una manera bondadosa, pero los malos, los villanos… Escuchame, en Batman, ¿quién es más interesante? ¿Batman o el Joker? ¡El Joker! Batman está bien, es bueno, mientras que el otro no tiene ningún límite. Entonces el Joker es el gatillo de la historia, el malo es el que hace que el bueno intervenga. Vos sabés que el bueno va a venir, va a intervenir, lo va a cagar, etcétera, pero el malo es el bueno, o digamos que lo interesante es el malo…

-¿Cómo es tu forma técnica para escribir guiones y cómo es tu trabajo con los dibujantes? Vos dividís por página, por cuadro…

-Por cuadro, fijate (señala el cuaderno), está todo dividido por cuadro, después cuando lo paso a la computadora doy las aclaratorias, cada cuadro tiene una aclaratoria: cómo debe ser el enfoque, primer plano, personaje, documentación, expresión, etcétera…

-¿Y vos ya sabés para qué dibujante lo estás haciendo?

-Sí, hace una diferencia tremenda.

-Pero cuando empezaste en Columba no…

-No, no, no, en esa época no, hoy en día yo trabajo con Falugi, Carlos Gómez, Salinas, Enrique Breccia, yo sé exactamente lo que ellos pueden dar  (Al momento de subir esta página, Robin trabaja con Carlos Gómez, Pedrazzini, Goiriz y varios coloristas)

-En el librito de guiones de Columba encontré que en una semana entregaste dieciséis guiones juntos, ¿cómo hacías para escribir dieciséis guiones por semana? Porque no es que no hiciste nada la semana anterior ni nada en las siguientes, una semana hacías diez, otra doce, ¿cómo hacías para producir tanto? ¿Tuviste ayudantes?

-Nunca; nunca. Una vez Columba me puso ayudantes, pero no funcionaba, porque la idea de ellos era que los ayudantes escribían el guión y yo los retocaba y salía. Pero cuando yo los leía… los hacía de vuelta, entonces le dije a Columba «Para esto laburo yo solo», pero hasta hoy en día, escribo cantidades; esto lo escribí esta mañana en dos horas (de nuevo señala el cuaderno), es una historieta de Dago… Ayer escribí otra, no, ayer escribí dos… Pero aparte de eso hago los libros de Dago, de 94 páginas que no sé si los viste…

-¿Escribís algo más aparte de historietas?

-Sí, sí, sí… Escribo muchos artículos sobre cine, sobre historia, análisis histórico…

-Escribís en danés, en inglés…

-En danés, en inglés, en italiano, en francés, etcétera, aparte de eso… yo soy un combatiente ecologista… pacífico, no estoy diciéndole a nadie lo que tiene que hacer, simplemente hago lo que puedo… he salido en libros sobre ecología… Creo que tengo una cierta conciencia social…

-Engancho esto con una pregunta que tenía dando vueltas, ¿cuando hacés las historietas, alguna vez dejás traspasar un mensaje, una ideología, algunas ideas tuyas…? ¿Alguna vez sentías que estabas transmitiendo tus ideas personales a los protagonistas o que una idea fuerte tuya era el mensaje de la historieta?

-Sí, sí, eso es inevitable… Yo tengo una conciencia social, porque no formo parte de ningún grupo, pero no podés evitar, mirar alrededor y sacar la conclusión de que un poquitito… Yo pago los estudios de más de veinte chicos pobres, aquí en Sudamérica, a través de organizaciones danesas… soy ecologista, no un ecologista agresivo, porque yo creo que eso también llega a sus extremos… yo hago la mía…

-¿Alguna vez un personaje dijo «No como carne porque está mal», o una cosa así?

-No, no, nunca, porque eso es algo a título personal, no podés obligar a la gente a ser vegetariano, a no beber…

-En los ‘70 se te ve sobre todo en Mark, una especie de enfrentamiento a la tecnología, a las computadoras, Mark dice ‘los de la ciudad son como robots manejados por las computadoras’… Te venía molestando la tecnología…

-Claro, pero no la tecnología, lo inútil que yo era en relación con ella. Vale decir que yo aprendí a manejar una computadora hace dos años, antes era todo así (señala el cuaderno), y con birome roja hacía las aclaratorias y mi mujer las pasaba a máquina. Hasta que un día, me agarró, me hizo sentar y me dijo«tu problema es que sos perezoso, ahora vas a aprender» y ahora uso la computadora.

-¿No te aburrís del formato que te obliga terminar la historia cada doce o trece páginas? ¿No tenés necesidad de hacer historias más largas?

-Las hago; hice un mecanismo ahora, que por ejemplo series como Amanda y Dago, son de doce páginas; pero la historia en sí, se extiende a cinco capítulos, o sea que al final, serían unas cincuenta páginas, por la posibilidad de hacerlo en libro.

-Vos escribiste infinidad de géneros, históricas, western, policial… ¿con cuál es el que te sentís más cómodo?

-Todos… Dependiendo del humor del día….

-¿Qué pasa cuando te ponés a escribir, por ejemplo un guión de Nippur y después tenés ganas de escribir otro y otro…? Yo vi en el cuadernito que entregabas varios guiones del mismo personaje el mismo día, después durante tres meses a ese no lo tocabas, después otra entrega de varios episodios…

-Es el ritmo. Anoche escribí un Dago, éste lo escribí esta mañana, a las cuatro de la mañana (señala el cuaderno), probablemente esta tarde escriba el tercero.

-¿Te arrepentís de algo de lo que hiciste? ¿Hay algún trabajo que digas me arrepiento de haber hecho esto?

-Sí, un montón…

-¿Puedo nombrar uno?

-Dale.

-La adaptación de La Guerra de las Galaxias.

-Ahhh, pero de eso no me arrepiento por una sencilla razón; era la época que Columba había hecho un trato con una empresa cinematográfica, entonces estas empresas mandaban una reseña, una brevísima reseña de veinte palabras, y cuando yo pienso que hice La Carga de la Brigada Ligera, -inclusive ahora estoy tratando de hacer una reproducción de la Carga en miniaturas-, y cuando lo leí, y me acordé de lo que había escrito… ¡y a la puta! Pero claro, me daban así, «Robin tomá», diez líneas, y sobre eso tenías que improvisar, yo no tenía la más puta idea de qué se trataba, asi también hice La Profundidad, y una vez me trajeron uno, en la época de los luchadores de catch mejicanos… Super Argo, terrible. Te traían y te daban un papelito, «Mirá, hacé algo sobre esto…» » Bueh…» Y algo hay que hacer… La Carga de la Brigada Ligera es una cagada total… La Profundidad – The Deep- , que la salvó el dibujante, porque era una cagada. Una vez, Johnny, mi amigo, estaba conmigo en el aeropuerto, yo me volvía a Europa, y yo estaba ahí, meta escribir, marcar, todo, hasta que anuncian vuelo con destino a Ginebra,«Okey, terminé», le digo«Negro, llevalo y que en Columba alguno lo pase a máquina…» Y salió una cagada total.

-¿Alguna vez un personaje te resultó un éxito sorpresa, que vos no esperabas gran cosa y de repente pegó mucho…?

-Yo pensé que Helena era una pavada; Mi Novia y Yo era una historieta nada más, yo no pensaba una serie… Hubo varias humorísticas y esta era simplemente una más, y de repente en Columba me dicen «Mirá, tenemos correo, llamadas telefónicas y demás, ¿vos podés seguir haciéndola?» ¿Y qué historias puede haber de un tipo que está de novio con una petisa de mal carácter y que tiene un perro? Eh… cuatrocientos cincuenta capítulos. Y el otro en el que no creí y lo hice realmente porque me interesó a mí, fue Helena. Yo lo empecé a escribir y nunca estuve totalmente satisfecho con eso; Ernesto García Seijas que es un gran dibujante, en esa época estaba muy duro, muy… Y sin embargo fue un éxito y hasta se hizo la serie de televisión en Italia, todo…

-¿Y al revés? Uno al que vos le apostabas todo y no pegó.

-Ronstadt, por ejemplo. Yo pensé ‘Este personaje me fascina’, pero me cagaron con el dibujante…

-¿Alguna vez te sentiste decepcionado por el dibujante, que vos te habías imaginado al personaje de una manera y el resultado final es un desastre…?

-Uf… Noventa por cierto de las veces…

-¿Y con el color de Columba?

-¿Qué color? (risas)

-¿Quién los convenció de que había que sacar todo a color?

-¿Qué sé yo? Yo estaba en China, en Japón, yo estaba lejos… Por alguna razón también… Eso era horroroso.

-Cuando vos hacías diferentes géneros, ¿era porque vos querías o porque te lo pedían?

-No, porque yo quería. Yo todavía hasta hoy en día, leo Mi Novia y Yo o Pepe Sánchez y me río. Y como yo siempre digo: «No debe estar del todo mal cuando el autor se caga de risa». Pero además, como yo escribo de esta manera, así, de un tirón, no lo razono, no lo pienso. Carlitos Gómez se divierte porque siempre me pregunta «¿Y qué va a pasar en el próximo capítulo de la serie?» Y yo le digo «No tengo la más puta idea». Y Falugi, el que hace Amanda, él también lo sabe, «y bueh, esperemos» -dice-. Ellos saben que yo no sé lo que va a pasar.

-¿Con qué dibujantes te gustaría trabajar?

-Con los que trabajo ahora que realmente me gustan, Zanotto, Alcatena, Falugi, Carlos Gómez, Salinas… (Además de los países que nombra Robin, a la fecha sus obras se han publicado también en México, Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Suiza)

-¿Y alguno de los que no estés trabajando?

-Es difícil, porque una cosa es lo que muestran y otro es cuando empiezan a la serie… Un soldado puede estar muy bien vestido, andar bien a caballo, todo, pero cuando empieza la batalla, ahí es otra cosa. Eso ha ocurrido muchísimas veces, una serie es un ejercicio de resistencia, y de decisión, de ganas, no de otra cosa.

-¿Cómo fue o cómo es tu relación con otros guionistas, por ejemplo con Oesterheld, tuviste algún tipo de relación?

-No, a Oesterheld lo conocí una sola vez y fueron dos minutos, nada más. Me preguntó a qué me dedicaba.

-¿Con Ricardo Barreiro?

-¿Era el Loco? Sí, a él lo conocí… Bueno, vos sabés lo que era Barreiro… y me encontré con él en el primer Fantabaires apareció él en su estado habitual y me dijo «Vos sos Robin Wood», «Si», le digo,«Yo soy Barreiro». «Ah… ¿Y?» «Sabés qué, vos no tenés la cara de hijo de puta que me dijeron que sos». «No,» le digo, «la carita me la dio mamá». Y terminamos a las seis de la mañana, con un pedo total, porque con Barreiro no podés terminar de otra manera… Y me cayó muy bien, realmente me cayó muy bien. Me gustó mucho el tipo…

-¿Y con Carlos Trillo?

-Mirá, honestamente creo que Carlos Trillo me odia a muerte, pero nunca he hablado con él. Nunca he hablado con él, pero tengo un resentimiento muy profundo contra él y Guillermo Saccomano, porque cuando hicieron La Historia de la Historieta- que incluso se publicó en Francia- me pusieron como fachista, y yo pensé ¿por qué me acusan de algo así? A mí, que una vez lo dije, en una reunión que me acusaban de capitalista, en el período peronista, de la revista El Descamisado y demás, y me dijeron que participara y yo les digo «No puedo por una simple razón; primero que no vivo aquí, no voy a tomar partido político por nadie, no lo tomo ni por los milicos ni por los peronistas, porque si algo no me convence, ¿por qué lo voy a hacer? ¿porque todos lo hacen?» Entonces ahí me atacaron muchísimo (y hasta hoy día), por fachista. Yo dije «pero aquí yo soy el único que ha sido obrero, todos ustedes son universitarios, estudiantes, burguesía, aquí el único que ha sido obrajero en el Alto Paraná, que ha trabajado como levantador de piedras en el Chaco, que ha sido obrero de fábrica, soy yo. ¿Y ahora ustedes me llaman a mí fachista, capitalista, burgués?» Y Saccomano y Trillo hicieron ese libro… y yo respeto al trabajo de Trillo, respeto a Saccomano, es decir, una cosa es su trabajo, ahora pues, nunca entendí que sacaran ese artículo lapidario que me tildaban de fachista… yo no sé por qué. Honestamente, con Trillo yo hablé una sola vez cinco palabras, le dije «Hola», en una reunión, siempre nos hemos tratado con total cortesía, no conozco al hombre, pero el hombre tampoco me conoce a mí… Y una vez le dije a Salinas padre, José Luis Salinas, cuando hicieron un quilombo en una bienal en Córdoba que yo gané la medalla de oro, y me dice «No, Robin, vos entendé que nosotros estamos en contra de esa sociedad vampirista que es Columba, no contra vos». «-Bueno, pero yo trabajo para Columba, Columba me ha tratado siempre bien, y todos estos dibujantes que están alrededor mío, trabajan para Columba; cuando vos atacás a Columba, nos atacás a todos nosotros». «No, no, no». «Vos sos un privilegiado», le digo, «no te me vengas a hacer el rebelde, porque vos venís de una familia de abolengo, siempre fuiste rico, trabajaste para Estados Unidos siempre, el Cisco Kid y todo eso, ¿cómo de repente te venís a hacer el rebelde social aquí? Vos estás elegante, bien vestido, bien comido y financiado y de repente querés…» Ah, como otro tarado, también, que dijo «Lo que vamos a hacer es ir a tomar Columba y quemarla». No me acuerdo quién era, pero yo le dije «Sí, vos querés ir a tomar Columba y quemarla, ¿sabes por qué? Porque sos un dibujante malo. Sos un mediocre…» Cuando José Luis Salinas se enteró de que Alberto su hijo, iba a trabajar conmigo, le dio un soponcio. Esto ocurrió porque cuando Ramón Columba y José Luis Salinas se conocen, Columba padre era un escribiente en el Congreso, y Salinas ya era El; pero sucede que Ramón Columba padre tenía gran talento y edita El Congreso que yo He Visto y eso, y con los manguitos que sacó, hizo El Tony, y eso creció y crecio y yo creo que José Luis Salinas nunca le perdonó que siendo El, el genio -que lo fue-, este otro, creo un imperio. Ramón Columba padre terminó rico, rico, en un imperio mientras José Luis Salinas seguía trabajando para la Fleetway.

-¿En qué países se publicaron tus obras?

-Un montón… En Brasil, en Alemania, en Francia, Italia, en Turquía, en Samoa, ahora van a empezar a publicar también en España, donde ya publiqué… (Dentro de la ciencia-ficción, actualmente Robin se encuentra desarrollando la serie Warrior-M con dibujos de Roberto Goiriz.)

-Empezaste muchísimas series y muchísimas series dejaron de hacerse… ¿Tus series, llegan a finales? ¿Terminan alguna vez?

-No siempre… porque a veces el dibujante cambia, por ejemplo, vos te habrás dado cuenta, Kayan empezó con Zaffino, siguió con otro… y despues lo siguió Enrique Villagrán, porque no te olvides, una serie tiene dibujantes…

-Pero cuando vos las escribís, no les pensás un final…

-Llega un momento, donde pensás, por equis razones, aquí vamos a terminarla. Por ejemplo, Kozakovich & Connors, que terminó ahí…

-Y cuando otro guionista la seguía ¿cómo era? Vos se la pasabas…

-Era esa época en Columba, cuando yo tenía tantas series, además yo viajaba, yo desaparecía a veces por meses, y ellos tenían una producción por las dudas, sus guionistas podían llenar esos huecos, pero, honestamente nunca me molestó eso.

-Cuando trabajabas para Columba, o para otra editorial, ¿tuviste problemas de censura, con respecto al sexo, las puteadas?

-Uf, uf… No solamente de sexo, también de política….

-Eso quería saber, por ejemplo, en la época de la Dictadura, ¿tuviste que cambiar algo, alguna vez alguien te dijo «No toques más este tema»?

-No, pero me vinieron a ver una vez, unos señores, que me dijeron que yo había estado escribiendo cosas buenas sobre los judíos. Y yo dije«Sí, ¿y?», «-Bueno, sabe que eso se puede ver como una crítica». «No es crítica, yo hice una historia sobre la creación del Estado de Israel», «Usted sabe que los Sabios de Sión han intentado dominar la Patagonia…» «No jodan, yo escribí una historieta, ¿qué me van a hacer?» «No, le advertimos amistosamente que no siga con eso porque el sionismo está tratando de destruir a la Argentina». Yo crecí con los judíos, allá donde yo era muy joven, muy pobre, estos judíos polacos que eran todos taxistas… Dicen «Los judíos siempre tienen plata», pero estos judíos polacos no tenían un mango. Nada. Mi primera novia fue judía, y yo crecí con ellos, hasta aprendí a hablar iddish, y leía textos hebreos, poesía, de todo, como siempre…

-Y con respecto al sexo, en Columba te corregían…

-Uuuh… Además había varias cosas que eran tabú.

-¿Cuando empezaste te dijeron «esto, esto y esto no lo podés poner»?

-Absolutamente. Adulterio era tabú, suicidio no se podía. Era anti-católico. No se podían suicidar. Sexo, por supuesto, nada. Había una escena en que Grace Henrichsen estaba en la ducha con bombacha y corpiño. Yo fui a ver a Presas y te digo«¿Tu esposa se ducha con bombacha y corpiño? (risas) Es tan ridículo, la gente se va a reír». Además a los dibujantes les decían que los senos no fueran muy grandes, porque sino parecía una provocación…

-Contame alguna anécdota o algo relacionado a la idea detrás de la creación de los personajes de esta colección… Empecemos por Nippur. En el episodio 100 de Mi Novia y Yo, el protagonista lee un libro que se llama Lagash de Nippur y de ahí sacas el nombre Nippur de Lagash, ¿eso fue así?

-No, eso es mentira. Yo leía sobre sumeriología, y había dos ciudades importantes, Nippur y Lagash.
Y en ese momento cuando Lucho me dijo«hacete algo», yo dije «bueno, un guerrero»; ahora ¿como mierda se llamaba un guerrero en la Mesopotamia? Pepe no se llamaba, entonces se me ocurrió la idea: okey, la ciudad de Nippur es la ciudad de Lagash y el padre de Nippur nació en Lagash o viceversa, le puse a él el nombre de una ciudad y lo hice vivir en la otra. Así de simple, fue una emergencia.

-¿Por qué Nippur teniendo amigos en todos los reinos no va de una a recuperar Lagash y decide vagar por todo el mundo?

-Una vez un individuo, un tipo al que yo conocí en la época de mi apogeo aquí, me dice «pero Robin, vos en Buenos Aires…» -yo estaba viviendo en España, en un viejo caserón abandonado, que después yo arreglé-… me dice «pero vos en Buenos Aires, en Argentina, en Sudamérica, sos conocido sos famoso, podrías vivir ahí, ganás muchísimo dinero, y estás aquí, donde no te conoce nadie, donde se ríen de tu nombre… ¿por qué?» Y yo le dije «nunca se me ocurrió, prefiero estar aquí». Me preguntan por qué vivo en Dinamarca, donde no me conoce nadie, y todos dicen el sudamericano ese que vive en la casa blanca y es periodista o algo así, y me gusta eso.

-¿Y vos crees que a Nippur le gustaba el seguir viajando…?

-¿Sabés qué? Yo viajé durante treinta y dos años, pero todo el tiempo, he hecho, por ejemplo, el famoso viaje en tren de Londres a Hong Kong, cruzando toda Europa, cruzando Rusia, Mongolia -yo no sabía que Mongolia existía, y ahí estaba-, cruce toda China, llegué a Hong Kong, de ahí me fui a Macao, después me fui a Australia, viví varios años en Australia… Viajé por tierra desde Buenos Aires hasta Méjico, no pude entrar en Estados Unidos porque no tenía visa, pero de ahí volé… y me fui prácticamente a pie desde Holanda hasta Dinamarca… Yo bajé de los Himalayas en balsa, en Nepal, 150 kilómetros de rápidos, y estuve en India, Escandinavia….

-¿Dennis Martin viene inspirado por James Bond?

-No, no, curiosamente, Dennis Martin venía inspirado en Terence Stapp. Yo veía Modesty Blaze y Terence Stapp que era un hombre muy hermoso pero con cara de malo, hacía el papel de Willie Garvin, el ladero, y tiraba cuchillos todo el tiempo, y era así, exquisito, malo, pero malo, malo. Y cuando yo vi en Modesty Blaze a ese personaje, se me ocurrió Dennis Martin.

-¿Y Mark sale de El Hombre Omega, no?

-Sí, con Charlton Heston, de ahí me vino la idea. Además vos viste lo que es Charlton Heston, épico, colosal, fuerte, todo. Entonces ahí me vino la idea de crear a este personaje que estuviera perdido en ese nuevo mundo.

-¿Y Savarese?

-Quise crear un antihéroe, me basé un poco en Al Pacino y Dustin Hoffman. Yo había estado en Sicilia y siempre me gustó el ritmo de Sicilia, yo hablo italiano, por supuesto, y hasta hoy día cuando lo hablo parece que con un acento bastante siciliano. Y de repente pensé, podés crear un héroe que al mismo tiempo sea un perdedor, y creé a Savarese. Era un pobre… un poco fue un predecesor de Mojado, pero Mojado tenía la fuerza, era un pegador, Savarese no tenía nada, excepto el cerebro. Era chiquito, era feo, fumaba demasiado, tenía caspa, además se enamoraba perdidamente de Anemette, que Anemette es mi mujer. Por eso es danesa, como Ingebord, la prima de ella, también, yo siempre tuve un gran problema con las escandinavas… Pero cuando hace diecinueve años atrás, vine con Anemette embarazada de mi primer hijo, fuimos a Paraguay, a una gran recepción, una noche, en una fiesta y yo charlaba por ahí, y Anemette se queda sentada con su pancita de cinco meses y un tipo elegante de traje se le sienta al lado y después de un momento le dice (con un acento paraguayo muy divertido)«Anemette, ¿por qué le hacei eso al Savarese?» Mi mujer lo mira «Perdón…» «-Él te quiere, él te quiere mucho, vos no tené’ que andar con otro’ hombre’…» Y la danesa que es sólida como una pared con nada de esa imaginación latina…«Vo’ tené’ que quererlo, te tené’ que casar con él… Mientras él está peleando, vo’ sali’ con otro poráhi, no le hagá eso». «Permiso». Viene la gringa y me dice «Ven aquí. Just fuck off you and your fucking followers, this is it! Estoy aquí embarazada de cinco meses y este me está diciendo que no me vaya a encamar con nadie más porque tengo que vivir con un siciliano que no conozco. Manteneme al margen de esto, están todos locos»(risas).

-¿Vos te considerás argentino, paraguayo, danés…?

-¿Qué importancia tiene? Qué importancia tiene eso de ponerse una etiqueta ‘Soy Argentino’, ¿qué es un argentino? Un cordobés, un santiagueño, un misionero… cuando se habla de ser argentino, ¿qué es? ¿Qué es un paraguayo? Un concepcionero, un encarnaceño, un guaireño, es como decir yo soy francés, pero yo conozco Francia, yo he vivido en Francia, y yo sé que un francés de la Alsacia Lorena es un medio alemán, que uno de la Camarga es otra cosa y así… Nacionalidad es una cosa geográfica, nada más… ¿España? Un catalán, un vasco, un gallego, un andaluz… En España te dicen «Shomo’ andaluze»‘ «-¿Españoles?» «Ah, esho tambi黑. Eso es una cosa geográfica, política…

-¿En qué cosas cree Robin Wood?

-No creo en Dios, no porque haya tomado esa decisión, sino porque simplemente nunca pude… ni siquiera me lo postulé el creer en Dios, que hay algo más… Una periodista el otro día en Paraguay me preguntó si yo creía en la vida después de la muerte, y le dije «Jamás me preocupe por ello. Cuando muera me voy a enterar. Pero no creo que esto sea una especie de aduana, que tenés que llenar formularios para poder entrar». Yo creo en lo que decía Zorba el Griego, «Dios debe ser un tipo cansado, envejecido, harto, y a ese tipo que maneja todo vos vas a ir a decirle Señor, he fornicado», (risas), «Señor, he mentido», yo no entiendo; el tipo te dice«por favor, andate. No me vengas a joder con esas pavadas»; escuchame, mi fornicación, mis mentiras, ¿le van a interesar a Dios si es que existe? Yo no estoy seguro, pero la patada más chica que te da…

-¿Y en vida extraterrestre? No recuerdo mucha ciencia ficción en la obra de Robin Wood…

-Si, he hecho Starlight con Zanotto, pero no… (Dentro de la ciencia-ficción, actualmente Robin se encuentra desarrollando la serie Warrior-M con dibujos de Roberto Goiriz)

-¿En la magia?

– A todo eso yo le doy la concesión de que puede ser… Es divertidísimo, existen las cartas del tarot Robin Wood, pero yo no creo en eso, no creo en todas esas cosas… No, no es que no creo, jamás me preocuparon directamente, si hay magia, si hay seres extraterrestres, perfecto, no me molesta…

-Enganchando con el tarot, ¿qué hay de Robin Wood aparte de los cómics?

-Todo, de todo. Ahora estoy preparando más películas, aquí ya hice una con Darío Grandinetti, la serie de teve La Condena de Gabriel Doyle, la serie de Helena en Italia, y ahora tengo un nuevo proyecto con Raúl de la Torre para otra película, un montón de cosas…

-¿Y merchandising?

-En España están haciendo los muñecos de Dago, hay un montón de cosas… Graciela mi representante se ocupa de todo eso porque sino yo no escribiría una línea jamás…

-¿Cómo es un día en la vida de Robin Wood?

-Me levanto, generalmente… Sufro de insomnio, es muy raro que duerma más de cuatro, cinco horas. Me levanto muchas veces a las cinco, seis de la mañana y me voy a correr. Unos cinco kilómetros por día. He corrido medias maratones y demás, después voy a hacer un poco de boxeo, soy cinturón negro de karate, tercer dan, he sido competidor internacional representando a Suiza y a Inglaterra, en otros tiempos, por supuesto, después el resto es… caótico. Simplemente escribo, leo, dibujo, voy, salgo, no hay ningún… Ahora estoy preparando dos viajes que voy a hacer el año que viene, uno es a Groenlandia, quiero cruzar en trineo tirado por perros la parte Este, y el otro es a Islandia… Siempre hago así, un par de viajes a la vez. Leo continuamente, a veces leo el mismo libro varias veces. Nunca me canso de releer algunos libros. Leo la Biblia…

-Hay un libro de Isaac Asimov que se llama Guía de la Biblia…

-Sí, ese lo tengo, lo leí, es muy bueno…

-Hay quien dice que no lo escribió Asimov sino sus ayudantes pero…

-Hay muchos que dicen que Robin Wood es una organización de escritores que trabajan juntos… (risas). La Biblia la leo y la rastreo, he leído El Corán… Es todo medio caótico, como mi música; mi música es… caótica. Me preguntan qué música me gusta «Ninguna». Me gustan canciones, el jazz no me gusta, pero escucho a Satchmo cantando This is a Beautiful World y es bárbaro. Me gustan óperas, me gustan conciertos, me gusta la Novena Sinfonía de Beethoven, me gusta Carreras, etcétera. No es un tipo de música que me gusta…

-¿Qué tenés contra los perros que en todas tus historietas «perro» es un insulto?

-Es una expresión idiomática, nada más. Y además existe, para los musulmanes, los cristianos…

-Sí, bueno, pero la usa tanto Nippur como Mark o Savarese… Todos insultan«¡Perro!».

-Honestamente a mí los perros no me gustan. Yo tuve de chico en Paraguay un perro fantástico que se llamaba Tom, pero en general nunca he entendido el placer de estos… En Copenhague cada mañana hay estos desfiles de gente atragantadas de sueño tambaleándose, paseando un perrito, con el guantecito de plástico, por que cuando cagan hay que recogerlo y yo me pregunto cuál es exactamente el placer de un perro que encima viene y te lame, te llena de saliva y demás, ¿cuál es…? No tengo nada en contra de los perros, no los quiero en mi casa, eso sí… Y particularmente hay momentos en que a los villanos yo los llamo ‘cerdos’ y demás, a mí me encanta el jamón, o sea que no es nada personal, es puramente idiomático.

-Para terminar, ¿qué querés decirle a los fans de Columba de siempre que se vuelven a enganchar en este proyecto…?

-Que ellos han sido la mayor fuerza de la historieta que jamás existió aquí. Porque con todo respeto, el manga, los superhéroes, todos esos son transitorios, porque no neguemos, estas historietas de estos personajes han existido ya por más de treinta años, y todavía hay gente joven no solo los viejos lectores, que conocen a estos personajes, que los buscan…

-Y un mensaje para los chicos que por primera vez tienen la posibilidad de acceder al número uno, por ejemplo, de Nippur…

-Es muy simple, como todos los vicios, es una cuestión de adicción, pero por lo menos creo que esta es una adicción positiva, es una cosa para soñar, para fantasear. Hoy estamos perdiendo mucho la fantasía, la cultura oficial ha perdido mucho la fantasía. Y sin embargo en Latinoamérica y en Europa, la historieta sigue tan activa, tan… y eso es lo que siempre trato de explicar cuando me dicen «la televisión va a acabar con la historieta» y yo digo«pero son cosas diferentes». Cuando salió la televisión le llamaban la Caja Boba, dijeron que iba a acabar con el cine, ¿por qué? Son dos cosas diferentes. Ricky Martin no va a dejar sin trabajo a Plácido Domingo, porque son dos cosas distintas. El otro día un periodista de televisión me estaba haciendo un reportaje y compara como un idiota y dice «Bueno, yo no leo historietas porque leo libros…» ¿y qué tiene que ver una cosa con la otra? Es como que yo te digo«Yo hago karate» y vos me decís «eso está muy bien, pero yo personalmente prefiero el tenis». Las dos cosas están muy bien, pero son dos cosas que no tienen nada que ver una con la otra. La estupidez de la gente a veces es colosal y Dios sabe que yo quiero a mi público, los cuido, etcétera, trabajo lo mejor que puedo, porque si ellos pagan tienen el derecho a exigir…

-Planes para el futuro y terminamos…

-Acabo de hacer el Libro del Centenario. En Italia decidieron hacer un libro que cubriera todos los últimos cien años como apertura para el 2000, entonces la idea era hacer diez historietas, cada una marcaba algún punto especial en una década. Me llamaron y me preguntaron si podía hacer uno. Por supuesto. Curiosamente después me llamaron otra vez y me dijeron si podía hacer los diez. Hice las diez. Una de ellas es la muerte del Che Guevara combinada con la llegada del Hombre a la Luna; el primero es la batalla de Spear Copt, donde participaron tres hombres: uno fue Louis Botha que después fue el primer presidente de Sudáfrica, el otro fue Winston Churchill que era un teniente, y el tercero fue Mahatma Gandhi, que en esa época era un enfermero hindú. El segundo es la muerte de Rasputín, el tercero es la muerte de Pancho Villa y su obsesión con una chica que él conocía, despues viene una de gángsters cómica, porque yo quería variar… y los dibujantes que hicieron esto son individuos como Quique Alcatena, Mássimo Carnevale de Italia, Jordi Bernet de España, Ernesto García Seijas, Mandrafina, Solano López, Carlos Gómez, es decir, es un who’s who de la historieta. Yo hice los diez guiones y salió ahora en Italia y estaba por todas partes, y justamente en Roma, el 16 de noviembre tengo que estar ahí porque se hace una especie de homenaje al libro, y el 27 en Lucca, la ciudad más renacentista de Italia, hacen una exhibición de Dago, que dura un mes; se hace en el Palacio Ducal, en el cual combinan con museos de Italia, armaduras ropas, libros de la época, todo, etcétera.

-Bueno, esto es todo, muchísimas gracias, Robin.

-Chau, suerte.

Publicado en Portal Guaraní
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