La identidad en disputa

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Una colaboración de Sandra Xinico Batz | Barrancópolis

Una colectividad da sentido a nuestra existencia. Hablamos, escribimos, creamos (nos comunicamos) a partir de nuestra dimensión social-individual-social. Hemos formado códigos, símbolos, herramientas para transmitir esos elementos que definimos (o consensuamos) como cohesionadores o representativos de nuestro ser social, nuestras creencias y prácticas. Nos identificamos.

La indumentaria y los textiles para los pueblos indígenas son canales para transmitir la identidad. Existen amplios y complejos conocimientos generados alrededor de su creación y reproducción. En los idiomas mayas, nos referimos a nuestra vestimenta como: “nuestra ropa” o “nuestra indumentaria”. Somos culturas distintas, esto es parte de nuestra riqueza y se refleja en nuestros idiomas: Qatzyaq (Kaqchikel), Qaq’ (Q’eqchi’), Qatz’iyaq (Poqomam), Qxb’ala (Mam), Qatzyieq (Tz’utujil), Kopichil (Q’anjob’al), Qau’u (Achi’), Qatzyaq (k’ich’e), U q’oq’same (Ixil).

Cada parte que la compone tiene una forma de llamarse, cada instrumento que se utiliza para elaborarla también. Hay técnica y ciencia en su hechura. Diseños que pueden demorar hasta seis meses o más en ser trabajados, evidencian su complejidad. La imagen de Ixchel tejiendo en un telar de cintura, en el Códice Trocortesiano, muestra la importancia que el arte textil representaba desde entonces. Los textiles han sido parte de la vida de los pueblos por miles de años.

Los textos coloniales narran la sorpresa de los españoles frente a las ropas que los indígenas vestían y los textiles que producían. Cientos de estos textiles fueron despojados y exportados a España y muchos otros fueron elaborados específicamente para esto y como parte de las imposiciones del trabajo forzado.

La fotografía ha permitido, más recientemente, documentar los cambios y transformaciones de la indumentaria indígena. El contexto social también ha influido en estos cambios. Nuestra vestimenta como nuestra cultura no es estática. Su adaptación a nuevas técnicas y materiales ha permitido su existencia hasta hoy. Por miles de años la forma de portarlo y las piezas que le componen se mantienen.

Todo este conocimiento se ha construido colectivamente por los pueblos en el transcurso de su historia y no le pertenece a una sola persona. Los textiles son sólo una parte de este amplio conocimiento que los pueblos indígenas poseen y han sido los guardianes únicos para que permanezca. Este camino no ha sido fácil.

La disputa

Despojos, plagios, robos, destrozos, devaluación, apropiación y demás son los problemas alrededor del patrimonio de los pueblos indígenas. Las leyes del país no lo protegen y tampoco permiten la autonomía de los pueblos sobre este (sobre su administración). Los pueblos indígenas constantemente demandan que si no protege (el Estado) que tampoco despoje, folklorice y lucre en su nombre. Las empresas extranjeras ven en todo esto un paraíso para hacer y deshacer a su antojo.

Los pueblos hoy, buscan proteger su patrimonio y que se les reconozca como autores de lo que crean. Alrededor de esto, el 23 y 24 de noviembre, mujeres y hombres de los distintos pueblos mayas convergieron para dar un paso más dentro de esta lucha, esta vez a través del 1er. Encuentro Nacional de Tejedoras, que presentó ante el Congreso de la República una propuesta de Reforma de Ley de Propiedad Intelectual Colectiva de Pueblos Indígenas. Esta propuesta es el resultado del trabajo de los pueblos que se han organizado en un movimiento comunitario por la protección de la propiedad intelectual colectiva de los tejidos y de los conocimientos ancestrales: Ruchajixik ri qana’ojb’äl.

En asamblea, tejedoras y tejedores de los pueblos: Q’eqchi’, Achi’, K’iche’, Kaqchikel, Mam, Awakateko, Ixil, Poqomam, Chalchiteko, Xinka, Tz’utujil, Tujal y Sotzil, acompañados de autoridades ancestrales, lideresas y líderes comunitarios, discutieron y analizaron colectivamente la necesidad de proteger y defender sus tejidos y creaciones de empresas nacionales y extranjeras que los venden por cientos de dólares y euros, de los cuales los pueblos no reciben nada porque hasta ahora no acceden a una remuneración digna y ecuánime por su trabajo, así como también la indignación que provocan las deformaciones que empresas como: Saúl E. Méndez, Maria’s Bag, UNIK (y otras) han hecho con trajes ceremoniales sin consultar a las comunidades a las que les pertenecen. Uno de los video proyectados muestra a la empresa Maria’s Bag comercializar bolsos con el lema de que están confeccionados con tejidos elaborados “por las manos de muchas marías de Guatemala”, aun sabiendo que en Guatemala el término “María” ha sido una expresión racista para despersonalizar a las mujeres mayas.

La reforma como una de las propuestas de los pueblos

Como parte de este Primer Encuentro Nacional se realizó una caminata hacia la Corte de Constitucionalidad como un recordatorio de que se está a la expectativa de su resolución ante la inconstitucionalidad presentada en mayo de este año por omisión de normas y leyes que podrían regular el uso y la mercantilización de la indumentaria y textiles mayas; que culminó en el Congreso de la República donde se presentó una propuesta de Reforma de Ley de Propiedad Intelectual Colectiva de Pueblos Indígenas.

Esta reforma pretende una protección inmediata a las creaciones de los pueblos indígenas, concebidas como patrimonio de estos y no del Estado guatemalteco. También una regulación económica que pueda solucionar las pérdidas actuales de las tejedoras que según estudios elaborados para este proceso, se ubican hasta en un 30% en su producción, además de problemáticas como el monopolio de hilo y la proliferación de copias en masa de textiles elaborados por máquinas que son propiedad de empresas chinas y de otros países.

Esta es la primera vez en la historia del país que se demandan derechos culturales en las cortes de justicia. La reforma al igual que la inconstitucionalidad han sido pasos de un proceso que los pueblos están conscientes que es amplio, complejo y tan sólo una parte de la gran lucha por frenar los despojos. La cultura entendida como ideología de los pueblos es un territorio en resistencia y en disputa por mantener sus identidades y por esclarecer su verdadera historia que declara que “los tejidos son los libros que la colonia no puedo quemar”.

Publicado en La Hora

 

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