Inauguran el Bar Piglia en Buenos Aires

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Piglia (1941-2017) supo del homenaje antes de morir, e incluso escribió un texto sobre lo que para él significó la biblioteca como espacio de lectura y de «guarida nocturna para disidentes políticos», adelanta Moreno.

«No sé por qué -dice el texto del escritor- pensaba que los militares no iban a irrumpir en el recinto. Quizás, creía yo ilusionado y sin ningún fundamento, que los iba a intimidar el nombre del lugar».

Como un cauce, bibliotecas y bares componen, al menos, parte del paisaje que para Piglia escenificaron el encuentro de lecturas, escritura y notas fragmentadas en cuadernos. En la del Congreso, por ejemplo, el escritor estudió la vida de Enrique Lafuente, personaje en quien se basaría para crear al Enrique Osorio de «Respiración artificial», mientras que los cafés mediaron como borradores de sus novelas, ideas para ensayos y apuntes.

Ahora es el bar de la Biblioteca del Congreso, sobre Adolfo Alsina al 1835 (CABA), el que conjuga esos espacios piglianos: la apertura del bar con su nombre -ambientado con un mural de Rep y unas vitrinas con las obras del autor- y el lanzamiento de «Palabra viva», como si Piglia, de algún modo, fuese su primer invitado.

El segundo encuentro del ciclo será el 17 de abril en ese lugar, con María Pía López, Cristian Alarcón y Martín Kohan como invitados.

Télam dialogó con Moreno sobre el comienzo del ciclo y la inauguración del bar.

-Télam: ¿Qué significa Piglia para el paisaje de los bares y bibliotecas en la tradición literaria argentina?
-María Moreno: Para él el bar era escritorio, biblioteca, salón de recibo. Escribir en el bar es también una tradición existencialista. Simone De Beauvoir y Jean Paul Sartre escribían en bares y su actividad «marcaba» a estos bares y también mandaba un mensaje antiburgués: que la escritura se realizara en un espacio no doméstico, también común y democrático.

-T: ¿Y cuál de los dos fue primero: el nombre del bar o la idea del ciclo?
-MM: «Palabra viva» significa entre otras cosas la posibilidad del reconocimiento en vida, en la parte de adelante del bar hay muchos nombres de escritores vivos. Ricardo ha tenido mucho reconocimiento pero nos gustó uno más personal: ponerle su nombre a un bar, un lugar tan unido a su obra. Imaginamos a los Emilio Renzi del futuro, cachorros de escritor, lectores ávidos, de esos que todavía trabajan en los bares y que escribieran en su diario: «Hoy estuve trabajando y tomándome un café en el Piglia». Toda su obra es un mapa de recorridos por los bares. Cuando supo del homenaje, escribió un texto sobre la Biblioteca del Congreso muy hermoso -en realidad es como un cuento- donde relata sobre la época que investigaba allí, cuando estaba abierta toda la noche. Durante la dictadura era un refugio para todo tipo de disidentes y Ricardo lo señala. «Palabra viva» quiere decir también eso: la palabra puede mantenerse viva y libre, en los libros, en la hemeroteca y puede burlar el cerco represivo. Escribió ese texto y murió a las pocas horas.

-T: Para Piglia la Biblioteca fue un lugar de «guarida», de resistencia, ¿qué lugar ocupó en su obra y en su experiencia?
-MM: Si, no sólo para él. Una de las próximas movidas de «Palabra Viva» será convocar a los que investigaron en la Biblioteca del Congreso, sobre todo en su fabulosa hemeroteca que cobija toda nuestra historia política a través de los acontecimientos registrados por la prensa. También allí está la palabra viva de autores como Rodolfo Walsh, Enrique Raab, Haroldo Conti y tantos otros que marcaron fuertemente cada década.

-T: ¿Qué podés adelantar sobre el ciclo literario?
-MM: «Palabra Viva» alude a una palabra no jerarquizada, es decir no solo la «culta» en el sentido de elegida por los expertos, sino una palabra donde la lengua sea porosa a la de la calle, la de las tribus, la de los inmigrantes, la de las culturas de los bordes, la autodidacta, la nueva que se acuña y se difunde (no me gusta decir que se viralizan) oralmente en lo que canta un gallo. Elegir el escenario del bar implica ya una forma diferente de la mesa redonda, acerca más a la conversación informal, café de por medio. Me interesó por eso mismo: en la mesa redonda está la tendencia a la exposición por turnos y la media hora de debate. Los que exponen siempre están colocados un poco más alto que el público. Ya sé que la forma no garantiza un cambio pero propone otras alternativas.

Publicado en Telam

 

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