Colombia: cine e inclusión

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Por Daniela Hernández

Un universo de posibilidades. Un instrumento que conmueve y tiene la capacidad de hacer sentir. Eso es el arte. Y eso es el cine: la reunión de todas las artes, la congregación de todos los sentidos. Las historias de la gran pantalla pueden suceder ante los ojos de cualquiera sin ser vistas. Pueden ser cantadas sin ser oídas. Pero sobre todo, pueden ser sentidas, recreadas en la mente, pasar por la risa, la sorpresa o el llanto y quedarse en cualquier parte del cuerpo. Pueden nacer de la luz o de su ausencia, tener color, ser solo un sonido o ser solo silencio. El cine, además, puede ser un espacio en el que todos tienen lugar. Puede sonar utópico, pero es lo que sucede en las mañanas del último sábado de cada mes, en doce ciudades de Colombia.

Una sala de cine de Bogotá se llena de entusiastas del séptimo arte que han esperado un mes por esta función. Se aproximan a la entrada a partir de las 9:30 de la mañana. Es el último sábado de junio. Algunos llegan con gafas oscuras que no disimulan su emoción. Se ayudan con bastones o se prenden de sus lazarillos. Llegan también en sillas de ruedas y apoyados en caminadores, con respiradores o con tapabocas. Otros hablan con señas y tienen aparatos en los oídos. Hay niños, jóvenes, adultos y ancianos, todos con una ilusión en común: ver una película en cine.

 

El plan, que para muchos resulta ser un pequeño placer cotidiano, es para ellos una oportunidad que llega una vez al mes. Es lo más divertido que algunos harán en junio, y es también un derecho que solo en 2013 se les empezó a reconocer en Colombia, cuando el país se adhirió a un tratado de la OEA que protege los derechos de acceso a la información, cultura y entretenimiento de todos los seres humanos. Es un ideal de inclusión que se hace realidad gracias a ‘Cine para Todos‘, una iniciativa del Ministerio TIC, la Fundación Saldarriaga Concha y Cine Colombia.

En esta ocasión verán El perro rockero, una película animada que cuenta las hazañas de un perro que llega a la ciudad para perseguir el sueño de ser una estrella de rock y recurre a un famoso y antipático gato, en busca de ayuda.

Como la experiencia de ir a cine cobra más sentido cuando hay crispetas y gaseosa, algunos optan por ir primero a la confitería, donde adquieren estos combos por $ 2.200 pesos, casi el 15% de lo que pagarían en una función comercial. La discriminación económica y las escasas oportunidades laborales para la población en condición de discapacidad es una realidad que también contempla ‘Cine para Todos’ El acceso es gratuito. Cine Colombia ha dispuesto 13 salas de cine en doce ciudades del país, como parte de su política de responsabilidad social.

Quienes prefieren obviar el maíz, o ya lo tienen en sus manos, se apresuran a la entrada de la sala, donde reciben dispositivos que suplen sus limitaciones y hacen que la función sea accesible. Se trata de gafas que proyectan los diálogos en lengua de señas o subtítulos con onomatopeyas incluídas y diferenciación de personajes por medio de colores en los textos. No todas las personas sordas saben leer en español, ni todos manejan el lenguaje de señas. Pero aquí hay opciones para todos.

También se entregan tabletas, que mediante la aplicación Whatscine se sincronizan con el sonido de la película y cumplen una función similar a la de las gafas, con la diferencia de que en este caso, los asistentes deben mirar a la pantalla de cine y a la de la tableta. Quienes cuentan con dispositivos móviles propios también pueden descargar la aplicación.

La adaptación tecnológica tiene lugar en los estudios de AT MEDIOS, en los que expertos en estos tipos de lenguaje trabajan en piezas complementarias para la accesibilidad las películas. El proceso involucra personas ciegas y sordas, cuyo veredicto es definitivo al momento de evaluar si la historia se entiende. El trabajo previo a cada función dura entre 15 y 20 días e incluye el envío del material a España, donde tiene lugar la sincronización entre el audio y las aplicaciones.

Al interior de la sala, las personas con discapacidad visual reciben equipos de audio descripción. Son audífonos conectados a pequeñas cajas negras, desde donde se enciende el aparato y se regula el volumen. De esta manera, acceden a un relato que ofrece descripciones minuciosas de personajes, acciones, colores y cuanto sucede en la pantalla.

Ellos disfrutan de la película como si de una radionovela se tratara. La historia, que no tiene lugar frente a sus ojos, se despliega con libertad al interior de sus mentes. El arte como ejercicio de creación también tiene lugar en esta mañana de sábado. La escenografía, vestuarios y apariencia de los personajes son producto del ingenio individual.

 

No es de extrañar que a la salida, cuando se les pregunta por el aspecto de los personajes, unos describan un perro rosado, otros un perro peludo y otros un gato muy gordo y sin ropa que andaba en cuatro patas. Las descripciones varían entre quienes perdieron la visión y quienes nacieron con esa condición.

Quienes vieron sin escuchar, sin entender mucho o sin poder moverse describen un perro café vestido de azul, y un gato blanco muy flaco, con ropa negra, que andaba en dos patas. No hay respuestas erróneas. Las historias son libres y el arte, susceptible a cualquier interpretación.

El evento también acoge a personas de movilidad reducida y con diferentes discapacidades cognitivas, por lo que avanza a un ritmo diferente a las funciones de cine tradicionales. Desde la recepción, hay personas con camisetas púrpura que conducen a los espectadores hasta las sillas del teatro y los asisten en la entrega de los equipos tecnológicos. Hay quienes no los requieren como Camila, una niña de nueve años con síndrome de Down que llega en silla de ruedas. Ella no habla mucho. “Acaba de salir de dos operaciones en las piernas y le reconstruyeron el peroné. La traigo porque es una manera de distraerla de tanto dolor”, cuenta su padre, quien añade que disfrutan más de este tipo de funciones, donde la silla de ruedas de Camila no causa molestias, ni tienen que estar sujetos a los afanes de la gente al ingreso y a la salida de los cines.

Este es un espacio en el que todos tienen lugar, y donde la tecnología está ingeniosamente dispuesta para que el arte toque a quienes usualmente excluye. ‘Cine para Todos’ se viene desarrollando desde junio de 2013. El año pasado, 2.274 personas con discapacidad visual, 5.421 con discapacidad auditiva y 4.569 con otros tipos de discapacidad se congregaron en 165 funciones a nivel nacional.

En la actualidad, esta iniciativa ha atendido a más de 60.000 personas que disfrutan del cine por medio de tecnologías de audiodescripción, subtitulado especial y lengua de señas colombiana. No se trata de espacios que los aíslen. Aquí la inclusión es una realidad pues todas las personas pueden disfrutar de la película en igualdad de condiciones: un modelo de lo que deberían ser todas las funciones de cine en el mundo.

Cuando todos han ingresado a la sala, se anuncia que la próxima función se adelantará, y se hace una introducción sobre la película que están a punto de ver. A los costados de la sala, las personas de camiseta púrpura entregan el mensaje en lenguaje de señas. La emoción es inevitable, y hasta contagiosa. Las personas sordas levantan sus manos y las sacuden. Los demás aplauden como pueden. Todos celebran, a su manera, la posibilidad de estar allí.

 

La luz se apaga y algunos siguen ingresando. Quienes no ven se desplazan por las filas con la naturalidad de quien domina el mundo en la oscuridad, mientras que algunos de sus acompañantes, se agachan y se agarran de las sillas, tropezando a su paso con todo lo que encuentran. La película transcurre entre risas, gritos de emoción y aplausos cada vez que el perro rockero triunfa. La espontaneidad está en el ambiente. Es una función totalmente desprovista de las reglas de “educación” de las funciones convencionales, donde reír muy duro, celebrar, preguntar o comentar es motivo de molestia para los demás.

Esta idea, que surgió en 2012 y se materializó un año después, se inspiró en proyectos similares que se estaban desarrollando en España y Estados Unidos, donde la inclusión, además de considerar lo laboral y lo educativo, estaba encontrando un lugar especial en el entretenimiento y en la cultura.

El proyecto es el único de esta naturaleza en Colombia. Hoy, además de las funciones adaptadas para personas con discapacidad, ha ganado espacio en festivales de cine nacionales, en los que esta población está empezando a crear sus propios contenidos. Así sucedió en la pasada edición del Festival Smart Films, en el que se abrió una convocatoria especial para personas en condición de discapacidad. Además, el sector de producción cinematográfica del país se ha sumado a la iniciativa. Su aporte consiste en ceder los derechos de exhibición de sus producciones a ‘Cine para Todos’. Precisamente el cine colombiano es el que más disfrutan, pues no tienen reparos a la hora de reír y disfrutar de las historias con las que se identifican.

ste 10 de junio se llevará a cabo la siguiente función de ‘Cine para Todos’. La fecha se corrió para no interferir con los festivos del mes. En Bogotá se llevará a cabo en las salas de Cine Colombia del Centro Comercial Gran Estación y del Centro Comercial Plaza de las Américas. Se proyectará la película Ítalo, dentro del marco del festival Eurocine.  La entrada en las trece ciudades del país estará habilitada a partir de las 9:30 a.m. Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Pereira, Armenia, Ibagué, Montería, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Villavicencio podrán disfrutar, una vez más, de una iniciativa en la que el arte desdibuja las las limitaciones y abraza a quienes quieren sentir.

Aquí puede consultar la programación de ‘Cine para todos‘

Publicado en Revista Arcadia

 

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