Fútbol y dictadura: Los estadios como Espacios de Memoria en Chile

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Devolver el Estadio Víctor Jara a la ciudadanía con el reconocimiento y dignidad que merece este Monumento Histórico y Sitio de Memoria ha sido un camino difícil, lleno de promesas incumplidas y procesos inconclusos por parte del Estado chileno. Este 2017 se inicia una nueva etapa en la que el rol proactivo de las organizaciones de Derechos Humanos será vital para concretar su recuperación.

La gestión para dignificar el ex Estadio Chile como un lugar de memoria y encuentro, se inició a comienzo de los años 90, encabezada por la Fundación Víctor Jara y organismos de DDHH, como la Corporación Solidaria UTE – USACH. Recién durante el gobierno de Ricardo Lagos, surgió la idea desde Chile Deportes de entregar el Estadio Víctor Jara en comodato a la fundación para la creación de un centro cultural. Para esto, se solicitó a la fundación la elaboración de un anteproyecto con fundamentos, objetivos y misión. Finalmente esta idea no prosperó, pero las razones no fueron informadas.

En mayo del 2015, la posibilidad de rehabilitar este Sitio de Memoria renace con la promesa presidencial hecha por Michelle Bachelet de “hacer del Estadio un lugar de encuentro y memoria”. Sin embargo, luego de su revisión, el diseño contratado por el Estado fue caducado por recomendación de Consejo Nacional de Monumentos y la propia Fundación por no considerar en toda su magnitud los requerimientos de un Sitio de Memoria. Este proceso se reinicia con nuevas licitaciones para los estudios preliminares necesarios antes de alzar un diseño para una remodelación que debe compatibilizar el uso del recinto para actividades de memoria, artísticas y deportivas.

La Fundación Víctor Jara ha conseguido logros importantes en pos del derecho a la memoria, tales como la declaración de Monumento Nacional, en la categoría Monumento Histórico, o el cambio de nombre de Estadio Chile a Estadio Víctor Jara. Sin embargo las puertas del recinto siguen clausuradas para actividades masivas de todo tipo y las condiciones del pasaje de acceso están en condiciones indignas de abandono y deterioro.

Coordinadora Estadio Víctor Jara

Esa es la situación que hoy la Coordinadora Víctor Jara Sitio de Memoria busca cambiar radicalmente. Esta articulación, fundada en noviembre de 2016 y compuesta por la Fundación Víctor Jara, La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos AFEP, la Corporación Solidaria UTE – USACH y la Red Nacional de Sitios de Memoria, ha asumido el rol de en impulsar la recuperación de este Sitio de Memoria para la ciudadanía. Recuperación que además busca ser inclusiva respecto a sus usos artístico-culturales y deportivos.

Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, señala que la labor de esta articulación es esencialmente proactiva: “Ya que ha sido tan abandonado el tema de la recuperación histórica de la memoria y lo que significa este estadio, esta Coordinadora está dando pasos adelante como una forma de presionar al Estado que ha descuidado también un legado tan precioso como el que nos dejó Víctor”.

Considerando el deterioro y abandono actual del Estadio Víctor Jara, la coordinadora se encuentra planificando una agenda de actividades que devolverán este sitio de memoria nuevamente a la gente. Una de estas actividades serán las visitas guiadas que se iniciarán durante este primer semestre y que ya comenzaron con una experiencia piloto realizada el pasado 23 de marzo.

Proyecto IND

Además, la coordinadora está acompañando y velando por la ejecución del nuevo proyecto de remodelación y rehabilitación del estadio iniciado por el Instituto Nacional del Deporte (IND). Esta iniciativa ya cuenta con una licitación pública para los estudios previos para el proyecto de diseño, que puede ser revisada en el siguiente enlace: https://goo.gl/Yz18zk y que tiene como fecha de adjudicación el 2 de mayo de este año.

También dentro del mismo proyecto, representantes de la coordinadora son parte de la mesa técnica, instancia que en sus reuniones cuenta con la presencia de organismos de gobierno como el MOP, Ministerio de Bienes Nacionales, Consejo de la Cultura y las Artes y Consejo de Monumentos Nacionales. Allí se da cuenta de los avances del proyecto y se debate sobre objetivos y futuros modelos de gestión del espacio.

 Respecto a esta mesa técnica, Jimena Asenjo, arquitecta responsable del proyecto por parte del IND, señaló que para su equipo esta instancia representa “la enorme posibilidad que implica el interés tanto del Estado como de las organizaciones vinculadas de construir en torno al dialogo y decidir en conjunto sobre este Sitio de Memoria. Nos queda una tarea larga, porque la discusión es amplia y requiere profundidad en cada uno de los temas.

Publicado por Fundación Victor Jara

 

Ex Centro de Detención del Estadio Playa Ancha será identificado como Sitio de Memoria

El jueves 25 de mayo a las 16.00 hrs, el Consejo de Monumentos Nacionales, la Dibam y el Ministerio del Deporte instalarán en el Estadio de Playa Ancha una placa que lo identifica como Sitio de Memoria, reconociendo las torturas y violaciones a los DDHH acontecidas en el ex Centro de Detención Estadio de Playa Ancha – Elías Figueroa Brander.

Entre septiembre y noviembre de 1973, el Estadio de Playa Ancha funcionó como Centro de Detención de la dictadura, cambiando los aplausos y gritos de alegría de fanáticos, por otros de dolor y sufrimiento. De esta forma, el complejo deportivo en donde oficia como local Santiago Wanderers -el equipo de fútbol más antiguo del país- se convirtió en uno de los 100 recintos de la Región de Valparaíso en donde se practicaron torturas y crímenes de lesa humanidad.

Testimonios recogidos en el Informe Valech señalan que el estadio fue utilizado para mantener a personas detenidas bajo amenaza, con golpes de puños y culatazos, y retenidas a la intemperie privadas de alimentación y abrigo. A cargo de la Armada de Chile, los prisioneros también permanecían en camarines inundados con agua, en graderías o en la misma cancha, en donde, según afirma uno de los presos, “nos hacían tendernos boca abajo sobre el pasto mojado por el pipí del resto de los compañeros”, ya que “el que se atrevía a decir que quería mear, le decían que se arrodillara e hiciera al lado de donde estaba tendido”.

Después de vivir este tipo de vejámenes, los detenidos -retenidos, mayoritariamente, por el toque de queda- eran trasladados a los buque Lebu, Maipo, o a la Academia de Guerra, “y otra vez comenzaban a colocarnos tipo torta; unos sobre otros en el interior de los camiones”.

La placa que identifica como Sitio de Memoria al actual Estadio Elías Figueroa Brander, reconoce que en este lugar se cometieron graves violaciones a los DDHH, permitiendo que sea utilizado para recuperar, repensar, y transmitir procesos traumáticos, y/o para homenajear y reparar a las víctimas y sus familiares.

Publicado por El Ciudadano

 

Estadio Nacional: el centro clandestino de detención más grande de Latinoamérica

Por Ezequiel Maestú

Cientos de hombres y mujeres permanecieron secuestrados en pequeñas habitaciones frías y oscuras, algunos en baños. Más de 200 personas dormían en el piso, calefaccionándose con su propia respiración. Esperaban poder ver, al menos una vez al día, el sol caer de lleno en su frente. El Estadio Nacional de Chile los aplastaba sin que ellos se dieran cuenta.

No sobraba tiempo para esconder a los militantes secuestrados, por eso, el mismo 11 de septiembre de 1973, día en que comenzó la dictadura comandada por Augusto Pinochet en Chile, se llenaron colectivos con detenidos.

Adam Schesch, académico norteamericano que estuvo diez días secuestrado recuerda: “Primero fuimos llevados en un micro con unas 15 personas a la Escuela de Suboficiales, donde vimos a un grupo de carabineros felicitándose por las nuevas promociones. Se juntó más y más gente en el micro y fuimos llevados al Estadio Nacional”.

Al mejor estilo de la Alemania Nazi, era necesario encontrar campos de concentración que los tuvieran aislados de la vida en sociedad.

Sin embargo, la reclusión social no era el único fin buscado por los militares. El exterminio era su bandera, por lo que los detenidos ilegalmente eran sometidos a todo tipo de torturas: descargas eléctricas, golpes, vejaciones psicológicas y violaciones. Sin contar la mala alimentación y hacinamiento. Solo algunas de las mujeres, que estaban detenidas en salones distintos a los de los hombres, contaban con colchonetas.

Algunos organismos internacionales de defensa de los derechos humanos intentaron brindar ayuda desde la denuncia y las donaciones: más que nada frazadas, teniendo en cuenta el frío que debían soportar los detenidos. Tampoco estaban autorizadas las visitas, ni de familiares ni de abogados.

Los tiempos de reclusión en el recinto eran variables: algunos eran liberados después de algunas semanas, otros eran trasladados hacia otros campos de concentración. Otros no volvían.

Durante los días que estuvieron presos Adam y su ex esposa Pat Garret (también detenida) se prometieron ser un testimonio vivo de lo sucedido allí. Entendieron que la memoria se construiría una vez afuera, y para ello debían obligarse a mantener su salud mental. Es así que la por aquel entonces joven pareja se encargó de llevar un conteo aproximado de la gente asesinada.

En una entrevista con Luis Klener, para el sitio web Punto Final, Schesch cuenta que “se sacaban grupos de detenidos cinco a siete veces al día (…) Se les amarraban los brazos a la espalda y les hacían registrar sus nombres en una mesita. Luego doblaban hacia la derecha de la cancha y se iban custodiados por soldados”. Además, recuerda que los fusilamientos se llevaron a cabo los días 15, 16, 17 y en la mañana del 18 de septiembre, día en que él escuchó la última descarga de fusiles automáticos.

“Cada vez que la fila de detenidos doblaba a la derecha, llegaba un oficial que encendía los motores de ventilación en el costado de los camarines, donde había entre 75 a 150 detenidos en cada uno. Los motores, que aún siguen en el mismo lugar, eran usados para que los prisioneros no escucharan los fusilamientos. Yo y mi ex esposa los oímos porque estábamos contra una pared que da a la cancha”, recuerda Schesch, quién asegura que los fusilados durante aquellos días no fueron menos de 400.

Los compromisos adeudados por parte de Chile con la FIFA obligaron a Pinochet y su grupo de amigos represores a abandonar el estadio y buscar nuevos centros clandestinos de detención. Se debía jugar la vuelta del partido ante la Unión Soviética por la clasificación al mundial de Alemania 1974 (la ida había sido empate sin goles en Moscú).

Los funcionarios de la Federación Internacional del Fútbol visitaron el lugar para asegurarse de que se encontraban las condiciones básicas para que se dispute el partido. Sin embargo, no estaban muy preocupados por la realidad política y social del país.

Gran parte de los detenidos fueron llevados a punta de pistola hacia la oscuridad de los vestidores, obligados a guardar silencio. Sin embargo, otra parte minoritaria de prisioneros permanecieron en las tribunas, en tablones de madera donde pasaban gran parte del día. Felipe Agüero fue uno de ellos y contó al diario New York Times: “Queríamos gritar, decirles ‘Oigan, aquí estamos, mírenos’. Pero ellos sólo estaban interesados en el césped de la cancha”.

Sin embargo, la Unión Soviética -al tanto de lo que sucedía en el país- se negó a jugar aquel encuentro. “Por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos”, declararon. La FIFA dio el encuentro por ganado a Chile.

Se estima que durante los dos meses que funcionó el centro clandestino de detención, hubieron alrededor de 40 mil detenidos. Según un informe de Inteligencia de la CIA del 20 de diciembre de 1973, los detenidos extranjeros fueron 552, la mayoría de países latinoamericanos.

Pasadas más de cuatro décadas, el Estadio Nacional funciona como un museo por la memoria en la actualidad. Además, fue declarado patrimonio nacional y monumento histórico. En lo que alguna vez fueron salones de torturas y pasillos oscuros hoy florece la memoria de un pueblo. Los tablones donde los detenidos pasaban horas y horas siguen intactos entre las gradas -fue la única parte del estadio que no sufrió modificaciones-. Un cerco las protege, en conmemoración a las vidas dejadas allí por una patria más justa. En la salida de los túneles a la cancha hay un cartel que dice: “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.

Publicado por Notas
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