Guerra al periodismo

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En América Latina y El Caribe existe una mortífera guerra encubierta contra periodistas, comunicadores, fotógrafos, locutores y toda suerte de trabajadores de prensa que le ha costado 187 asesinatos impunes a miembros de este sector en el período comprendido desde el primero de enero del 2012 al 31 de diciembre del 2016.

La afirmación es de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) durante al XII Congreso de la organización, efectuado del 25 al 28 de Mayo del 2017, en el que rindió un informe relativo a los asesinatos y agresiones a los periodistas.

La Comisión, dirigida por Ernesto Carmona, sostiene que en la región no existe lo que en propiedad o lo que convencionalmente pueda llamarse “guerra”, “pero sí hay una guerra sucia
del poder político corrupto asociado al gran delito y sus sicarios contra los periodistas”.

El informe indica que las muertes contra los periodistas no causan ninguna conmoción mediática, ni de otra naturaleza, salvo entre los compañeros y amigos y las potenciales e indemnes futuras víctimas y los medios donde laboran.

Agregó que “al fin de cuentas no viven en países desarrollados y tampoco existe ninguna guerra en esta región del mundo. El promedio regional anual de asesinatos ascendió a 37,6 víctimas, incluidas 4 colegas mujeres, aproximadamente el 10%. En 2016 todos (as) tenían una edad promedio de 41 años más 9 meses y medio.

El informe señala que entre los 16 países latinoamericano que registraron víctimas en el periodo 2012-2016 los más mortíferos para el periodismo fueron México (64 asesinatos), Brasil (35), Honduras (34), Guatemala (16) y Colombia (14). Con 4 asesinatos cada uno siguieron El Salvador, Bolivia y Paraguay; con dos asesinatos, Ecuador y Haití; y con 1 asesinato, Argentina, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Venezuela.
Las mayoría de las víctimas fueron periodistas, fotógrafos, locutores, productores de noticieros, comunicadores y propietarios de medios de provincias.

Sus asesinatos no hicieron noticia en la gran prensa de su país o fueron acallados por la censura y autocensura. Si la noticia “pasó” fue inocua, sin informar y omitiendo datos básicos, presentada en un equívoco lenguaje recargado de eufemismos (“fue encontrado sin vida”), como lavándose las manos.

El principal instigador y autor intelectual fue la corrupción del poder político que en algunos países campea a nivel nacional, y en otros domina en provincias y estados, en estrecha alianza con grupos económicos “legales”, como grandes mineras locales y extranjeras, y a los carteles de drogas, tráfico humano y otros “rubros” letales.

En países como México algunas bandas disfrutan de cuotas de poder político local arrebatadas al Estado, o simplemente cedidas por la corrupción. Hay pueblos o ciudades donde este poder fáctico recauda sus propios “impuestos”, encareciendo con sobreprecios los artículos de mayor consumo popular.

187 PERIODISTAS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE ASESINADOS EN 16 PAÍSES EN 2012-2016.

México 17 8 9 14 16 64

Brasil 10 7 5 8 5 35
Honduras 9 4 7 10 4 34
Guatemala — 4 — 3 9 16
Colombia 2 4 3 5 — 14
El Salvador — – 2 — 2 4
Bolivia 4 — – — – 4
Paraguay — – 3 1 — 4
Perú — 1 1 — 1 3
Ecuador 1 1 — – — 2
Haití 1 — – 1 — 2
R.Dominic. — – — 1 — 1
Panamá — – 1 — – 1
Argentina 1 — – — – 1
Nicaragua — 1 — – — 1
Venezuela — – — – 1 1
TOTALES 45 30 31 43 38 187

Existen, sin embargo, otras 17 naciones de América Latina y el Caribe donde no asesinan periodistas ni trabajadores de prensa, según los registros 2006-2016 de CIAP-FELAP: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Costa Rica, Cuba, Chile, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad Tobago y Uruguay.

Los asesinatos de periodistas son la punta de un iceberg. Con o sin homicidios, todos los años en cada país se produjeron decenas de abusos y atentados contra periodistas, trabajadores de prensa y medios informativos.

Hubo asesinatos fallidos, secuestros, ataques a golpes y toda suerte de amenazas, principalmente en México, Guatemala, Honduras, Brasil y Colombia, según reportaron diversas ONGs locales, como Artículo 19 y Cerigua, organizaciones sindicales y muchos periodistas de a pié.

Su narración llenaría varios anuarios sólo con los datos básicos de las víctimas y una brevísima descripción de cientos de atentados y violaciones denunciadas en 5 años.

No ocurren tantos asesinatos entre periodistas de grandes medios y su frecuencia es baja en las capitales de los países.

Las bandas criminales financiadas por la corrupción política-empresarial más bien interfieren la lucha por informar y denunciar la corrupción dominante del periodismo más pobre, aquél de carácter local y regional que incluye a reporteros y propietarios de pequeños medios, en particular radios locales o comunitarias, portales Internet y publicaciones de papel, como periódicos y semanarios.

No sólo caen asesinados periodistas de oposición, sino también comunicadores afines al gobierno, como Ricardo Durán Trujillo de Venezuela.

Mientras más crece la concentración de la propiedad y la internacionalización de grandes medios estilo SIP y cadenas locales y foráneas de TV, los periodistas pierden más empleos a la vez que aumentan la censura, autocensura y ocultamiento de importantes noticias reales, incluido el asesinato de periodistas.

El periodismo de TV y de los grandes diarios terminó por convertirse desfachatadamente en abierta propaganda consumista de marcas, vacaciones, tiendas, alimentación, vestuario y muchos productos presentados como “noticias” en los informativos estelares, a veces con avisos de propaganda donde actúan como modelos los mismos relatores (as) y conductores (as) de los noticiarios.

Estamos presenciando cómo la banalidad es el denominador común de la gigantesca manipulación de las mentes que ahora los medios ejercen a escala mundial.

En cada país se extingue el debate, desaparecen más y más la diversidad ideológica, la libertad de análisis y la multiplicidad de enfoque de las noticias.

La concentración de la propiedad mediática trae consigo la chatura de un solo punto de vista, impone un concepto banal y consumista del periodismo y ofrece la misma visión para explicar lo que sea que ocurra: el tamiz del dogma neoliberal, hoy en decadencia tras 40 años de fracasos.

Ahora abundan poderosas y bien financiadas ONGs de cuestionables objetivos políticos que “luchan por la libertad de información” mientras buscan el reconocimiento oficial como entes auxiliares de Naciones Unidas.

Las fuentes regionales de información menos sesgadas, entre otras, son los reportes de CERIGUA, Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, OEA.

Es lamentable la ausencia de centros de estudios y fuentes de información regionales que respondan a los intereses propios de los periodistas y trabajadores de prensa. La FELAP debe fortalecer el trabajo de esta comisión con gente más joven.

Publicado en NoticiasSin

Periodismo y muerte

Ya son 15 los periodistas asesinados en América Latina en lo que va del año, según el reporte de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP), de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap). Esta institución ha realizado un estudio desde 2006 a la fecha y por cuyos resultados nos enteramos que el país más peligroso para ejercer el periodismo es México, con 147 periodistas asesinados; le sigue Honduras, con 58; luego Brasil (47); y en cuarto lugar Guatemala (30).

¿Por qué matan a los periodistas en México? Le pregunté al periodista mexicano Teodoro Rentería, su respuesta fue clara: “Para ocultar información sobre la corrupción política que se alía al narcotráfico, quienes se encargan de poner a los sicarios que terminan victimando a las mujeres y hombres de la prensa”. Todos los periodistas que fueron asesinados en México estaban investigando actos de autoridades corruptas ligadas al narcotráfico, como lo confirma Artículo 19, otra organización de defensa de los periodistas, cuando informa que “el 53 % de las muertes fueron presuntamente cometidas por funcionarios públicos”.

Ileana Alamilla es una periodista guatemalteca, representante del Observatorio de Periodistas de su país. Ella describe la difícil situación de Guatemala para ejercer el periodismo al encontrarse entre México y Honduras, las dos naciones con más crímenes contra periodistas en la actualidad. En Guatemala se implantó la censura y la autocensura; la prensa local casi no informa de crímenes vinculados al narcotráfico; aunque sí informa sobre actos de corrupción que cometen las autoridades públicas, y hay evidencia de que los periodistas que fueron asesinados estaban informando sobre estos casos.

En estos tres países ejercer el periodismo consciente, de investigación y denuncia es un llamado a la muerte y al olvido. Ninguno de los casos fue resuelto; estos crímenes se mantienen en la impunidad. Lo que agrava la situación de los periodistas, porque aumenta la indefensión de quienes trabajan por el derecho a la información que tienen todos los ciudadanos y que es imposible de ejercer sin libertad.

A pesar de las amenazas y de los asesinatos, los periodistas de estos países continúan ejerciendo su oficio contra sicarios y balas. Es importante para ellos, sus familias y sus medios de comunicación, saber que la información que elaboran, las denuncias documentadas que realizan, se difunden en otros países solidarios como el nuestro; que los periodistas desde otras latitudes estamos atentos a su trabajo; y que todo lugar, espacio, medio, artículo o reportaje es una palestra para hacer sentir el repudio que tenemos y la exigencia de que estos casos sean resueltos y se ponga fin a los crímenes contra periodistas.

Publicado en La Razón

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