Hugo Coya: «El Che no es el dios ni el diablo en que quisieron convertirlo»

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Por Maribel de la Paz

Un correo electrónico fue el detonante: “Quiero contar la historia de mi tío”, decía el e-mail despachado desde Chupaca. Quien le escribía era sobrino de Lucio Galván, ‘Eustaquio’, y tenía en su poder cartas y diversos documentos inéditos del hermano de su abuela, uno de los peruanos que acompañaron al Che Guevara al momento de su muerte en Bolivia.

“Todos estos hombres que se metían a la guerrilla hacían partes de guerra, contando cómo se habían subido al monte o enfrentado a los soldados que mataron a dos de sus compañeros, o pasado tres días sin comer”, dice Coya, y narra cómo al caso de Galván se sumaron para su investigación los de José Cabrera y Juan Pablo Chang-Navarro y, claro, el de la primera esposa del Che: Hilda Gadea. El periodista afirma: “Primero no le di mucha importancia al correo que recibí, no conocía bien el tema del Che y no tenía algo nuevo que contar al respecto, pero luego descubrí que lo nuevo en este caso estaba paradójicamente en lo más cercano a nosotros, que era la influencia del Che sobre toda una generación de peruanos que creyeron en sus ideas e intentaron hacer una revolución en este país, y que fueron muriendo; pero no me quedo solo en contar los hechos políticos, sino que trato también de indagar sobre las personas, y ahí me encuentro con un Che que trasciende la figura política, el Che de la intimidad”.

—¿Cómo es ese Che de la intimidad, aparte de su falta de entusiasmo por el baño diario?

El Che era un mujeriego. No se bañaba, pero las mujeres caían rendidas ante él. Y en el libro me introduzco también en la intimidad de Hilda, que tiene esta imagen de la mujer peruana que renuncia a todo en aras del amor, que aguarda a que él vaya a triunfar a la revolución y acepta resignadamente. Ese es uno de los grandes mitos. Estando casados, ella se había visto obligada a salir de México por persecución y regresa al Perú a aguardar el retorno del Che, pero él la traiciona. Y a partir de los testimonios de sus amigos y parientes, te das cuenta de que cuando ella descubre la traición del Che se siente muy herida. Después de esperarlo largo tiempo, él le pide el divorcio y le cuenta que ya tiene una nueva compañera. En ese momento, ella descubre la traición y que su espera había sido en vano. Además, él tiene algunas expresiones poco felices acerca de Hilda: que estaba con ella porque lo ayudaba cuando él estaba con problemas financieros.

—Y le lavaba la ropa.

Y le daba dinero. Y otro de los mitos es la supuesta amistad casi monacal que existía entre el Che y Fidel. Había enfrentamientos y disputas, era una relación de amor-odio que de alguna manera explica por qué el Che se separa y renuncia a la ciudadanía cubana. Además está el tema del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), al que pertenecía De la Puente Uceda en el Perú. Se decía que había sido un error foquista [teoría revolucionaria inspirada por el Che], pero lo cierto es que había sido infiltrado por la CIA, en cuyos documentos se habla también de tres millones de dólares y cuentas suizas donde los chinos habían depositado el dinero para hacer la revolución en el Perú.

—Dice que la pretensión del Che no era Bolivia, donde murió, sino el Perú.

Y Argentina. Era tal la obsesión del Che por el Perú, que el nombre que toma su comando guerrillero con el cual muere se llama Ejército de Liberación Nacional: toma el nombre de la guerrilla peruana con la cual murió Javier Heraud.

—¿Cuál diría que era el elemento común de los peruanos que siguieron al Che?

Dos de ellos habían sido apristas, y el padre de otro, Lucio, también lo había sido, aunque este se negaba a serlo. Luego, todos fueron a Cuba, algunos a estudiar, otros a apoyar la revolución o a prepararla para hacerla en el Perú. Esos son los elementos comunes que son los mismos de Heraud y De la Puente. A fines de los cincuenta en las universidades se gesta toda una generación, con muchos intelectuales, entre ellos Pablo Macera, Calvo, Max Hernández, Corcuera y Mario Vargas Llosa, que se identifican con la revolución cubana, van allá y ven solo el lado bonito, amable y simpático de la revolución. Lógico: cuando vienes al Perú, Prom-Perú te muestra lo más lindo. Ahora, nadie puede negar que muchas de las cosas que hizo la revolución han sido positivas para Cuba, como la salud, pero el precio ha sido la falta de libertad, las persecuciones y la dependencia económica que tuvo ante la Unión Soviética y ante la Venezuela de Chávez. El modelo cubano venía con todo eso, y cincuenta años después demuestra que el precio de algunas conquistas sociales se pagó con el establecimiento de una dictadura.

—¿Cómo era el Che Guevara lejos de su caricatura, del mito?

Era un ser humano, tenía un lado tenebroso, un lado terrible, el lado que no permitía ninguna disidencia, su lado oscuro que provocó que miles de personas fueran llevadas a campos de concentración. Mucha gente fue fusilada, mucha gente fue violada en estos lugares, homosexuales, cualquier disidente; bastaba con que fueras su enemigo o hicieras algún tipo de cuestionamiento acerca de la línea que estaba conduciendo. Por momentos él se comporta como un fanático, por momentos es un idealista, por momentos es un romántico, por momentos es una persona contradictoria, por momentos es ruso, por otros momentos es prochino, por momentos es tercermundista, ni con uno ni con otro. Por momentos es el que deja una carta maravillosa a sus hijos.

—¿Qué le seguirá llamando la atención sobre este personaje?

El hecho de que el Che para algunos es un gran héroe y para otros fue un miserable, un dictador, un hombre despiadado; y que, aun así, cincuenta años después, sigue siendo quizás el latinoamericano más famoso del mundo. Para muchos jóvenes, el Che todavía es un signo de rebeldía… El Che no es el dios en el que quisieron convertirlo ni el diablo en el que quieren transformarlo. Pero, como peruano, para mí lo más importante es entender por qué el Che ha inspirado a tantos peruanos y todavía sigue inspirando: hay gente en la izquierda que lo aclama, que sigue sus ideas y le gustaría continuar la revolución que él inició… Y en el 2017, muchos de los ideales que él perseguía aún siguen siendo ideales, no han sido conquistados: todavía tenemos un país con un desequilibrio económico bastante grande, con gente muy pobre y gente muy rica; hay problemas en la educación, grandes problemas de salud… Muchos de los ideales de esta sociedad mágica que ha resultado ser utópica se mantienen. O sea, los ideales se mantienen, es el modelo el que quizás ha demostrado su fracaso. No solo en Cuba, sino en todo el mundo.

Publicado en El Comercio
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