Miguel Huezo Mixco, escritor tico: «Formo parte de una corriente de personas que cree que Centroamérica tiene sentido»

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La segunda novela del salvadoreño Miguel Huezo Mixco, La casa de Moravia , es asunto de fantasmas. Sombras de las guerras centroamericanas, en una de las cuales luchó el narrador y poeta, se manifiestan en personajes y eventos imborrables. Uno de ellos tiende un puente a Costa Rica: Viviana Gallardo, la activista asesinada en prisión a los 18 años, en 1981. Su aparición es fugaz, pero estremece.

Camino de hormigas (2014), primera novela de Huezo Mixco, se acercaba al testimonio y a la crónica, más apegada a lo que vivió el exguerrillero en los años 70 y 80, clímax de los conflictos que trastornaron a toda Centroamérica. En esta nueva obra, la ficción se abre mucho más espacio y se apropia de personajes y experiencias que le permiten al autor reflexionar sobre ese pasado revuelto y complejo.

En el libro, es 1981 y un joven soñador debe llevar medicamentos y alimentos de Costa Rica a la aislada Nicaragua en conflicto. Se refugia en San José, donde una célula trata de apoyar la lucha armada salvadoreña con una emisora clandestina. Es allí donde Viviana Gallardo se une a un mosaico de personajes de una generación que vivió la guerra, la traición y la desesperanza. También el amor.

En mayo conversamos en Managua con Huezo Mixco, durante el encuentro Centroamérica Cuenta, donde presentó el libro.

El sábado 26 de agosto (4 p. m.) lo presentará en el Teatro de la Aduana, durante la Feria Internacional del Libro de Costa Rica.

– ¿Por qué el tema del conflicto armado resulta el más prominente en su literatura?

–No todos los escritores se ven en la necesidad de escribir sobre cosas que están directamente relacionados con su pasado. Es decir, Asimov seguramente nunca hizo viajes estelares ni tuvo relaciones profundas con robots, pero nos dejó legados brillantes. En mi caso, la historia personal sí juega un papel dentro de la creación literaria, concretamente en mis dos libros de narrativa. De alguna forma obedece a una necesidad de contar las cosas que han pasado, pero también –y esto puede sonar un poco frívolo– restarle gravedad a aquel proceso que fue tan duro y convertirlo algo parecido a un libro de aventuras.

–¿Restarle gravedad en qué sentido?

–En el sentido de no usar un tono grave, triste y dramático para hablar sobre lo que fue el conflicto armado, sino convertirlo en una historia de ficción que cuente una historia y que el lector pueda ingresar a ella “divertido”.

–En cierto sentido es hacer accesible una historia difícil de afrontar, hacerla accesible al traerla a la vida “real”, relato de seres humanos.

–Es un poco el rol de la literatura, hacer relatos que sean suficientemente atractivos y en la medida de lo posible bien escritos, para que la gente pueda pasar un momento con el libro y aprender algo sobre la naturaleza humana, sin que necesariamente eso sea un texto que refleje con absoluta fidelidad los hechos que ocurrieron. No hay ninguna aspiración a la verdad dentro de la obra de ficción, sino que cuenta aquellas incidencias de la vida por las que miles de personas hemos pasado a lo largo de la historia (los conflictos, las tragedias humanas), que han sido marco para grandes y pequeñas obras.

–¿Cómo surge este proyecto?

– Después de la experiencia que tuve con Camino de hormigas, que fue en general bastante satisfactoria, quedé tentado de volver a intentarlo (y quiero agradecer el apoyo de Alfaguara, que me invitó a presentar una nueva obra). La idea de la novela comienza de una manera un poco distinta. Siempre fue la idea de trabajar con los fantasmas, que tiene que ver con los sueños que tenemos, con las relaciones privadas que tenemos con los miedos, terminar de entender si eso que ha pasado en tu vida ocurrió o fue producto de tu imaginación, el recuerdo de las personas que se han perdido.

”A partir de esa idea, las primeras tres líneas de la novela son las primeras que escribí. Hice una selección de los fantasmas que quería tratar, no necesariamente solo los míos, sino los que son útiles para la trama de la novela y escojo tres o cuatro. Así aparecen varios fantasmas, algunos de manera muy tangencial, y uno de ellos es justamente Viviana Gallardo porque dentro del plan quería hacer una novela cuyo eje central fuera el recorrido de la Carretera Panamericana entre Managua y San José. El caso de ella me parecía muy congruente con el propósito de la novela, retratar una Centroamérica envuelta en la conflictividad”.

–Esta es una novela que tiene una vocación centroamericana. Se acerca a ese pasado para narrarlo desde el punto de vista de que fue un conflicto que tocó a todas nuestras sociedades.

–Yo me siento muy centroamericano. Más allá de la intención narrativa que podría tener al hacer este libro, me siento muy centroamericano. Manejo automóvil, con excepción de Honduras, en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica. Me siento cómodo en todos estos países, tengo amigos en ellos y siento que formo parte de una corriente de personas que creemos que Centroamérica es un espacio que tiene sentido. Algunos hablan de que no tiene identidad y no sé qué, pero esas me parecen tonterías.

–A la hora de vivir, ha demostrado que es así.

–Es un espacio que tiene sentido. Es un campo, un campo social, político, cultural, lingüístico. Me nace espontáneamente la idea de hacer una novela que se mueve en el espacio centroamericano.

–En esa forma de abordar esta historia llega a tocar una sociedad que en los últimos años se ha excluido, en parte, de la discusión, la sociedad costarricense. Usted juega con esta idea de que la historia solo es limpia cuando es falsa. ¿Qué quiere decir? ¿Qué implica?

–Usualmente las grandes narrativas sobre los procesos históricos suelen estar descontaminadas de aspectos molestos para aquellas personas que producen ese gran relato. Esto ha ocurrido en todas partes del mundo, siempre.

”La literatura tiene la suerte de que puede incursionar dentro de esto con bastante comodidad y facilidad, y contradecirlo, ironizar sobre ello, sugerir nuevas forma de leerlo que no son la lectura oficial. La lectura que ofrece la narrativa de ficción es alterna a esta. Una de sus virtudes consiste en extraer pepitas de oro que tienen que ver no con la Historia en mayúscula, sino con la historia en minúscula.

”Para quienes la historia como un proceso heroico u otros como desastroso o atroz ha sido protagonizado por personas que han tenido procesos ambivalentes de mucha valentía, de mucha cobardía, de mucho resentimiento, de mucho afecto, que han puesto sentimientos y se han jugado cosas importantes de su vida que no son registradas en esa gran historia”.

”No sé si sos un poco injusto al decir que Costa Rica se ha estado autoexcluyendo. Yo conozco al menos dos intentos narrativos de abordar el caso de Viviana Gallardo, los he leído y me sirvieron para tener una idea de cómo estaba la cosa en este tema. Anacristina Rossi ha hecho una incursión en el tema, también le entra al tema del conflicto. Sí ha habido una corriente de vinculación y atención de costarricenses con el conflicto centroamericano”.

–Pero me refiero más que todo al discurso político y a la discusión social. Porque al fin y al cabo tipo de verdades incómodas son la materia primera de las artes, son lo que buscan.

– En ese sentido, sí hacemos un deslinde entre lo que es el espacio en el que yo incursiono con esta obra y este espacio de disidencia, contestación y contradicción de verdades oficiales.

–¿Qué lo atrapó del caso de Viviana Gallardo?

–La personalidad de ella, que es una jovencita, juzgándola por sus fotografías, un personaje con una enorme entereza y fortaleza a pesar de su apariencia de fragilidad. Ella es la persona que está al frente de los operativos que emprende este grupo en aquel momento.

”Coincidía con los otros personajes que estaba componiendo, en las historias de las otras dos mujeres de la novela. Tienen 18 años en el momento que están ellas entrando a la vida muy pronto. Luego, también porque el caso de ella le quita la máscara a una parte de la historia costarricense que es muy poco conocida, que es cuando el estado de derecho se violenta y se comete contra ella un ajusticiamiento sin haberla sometido a juicio. Es un esfuerzo muy propio de gobiernos autoritarios, y no solamente autoritarios, sino tan poco visionarios de la complejidad que tiene la gente y recurren a la violencia para extirpar lo que les parece que debe ser extirpado. Es ese drama el de Viviana.

”En segundo lugar, lo que luego pude conocer fue un poco de historia personal de ella, que tiene que ver con la pérdida que tiene en el momento culminante, cuando ocurre la persecución después de que, como se les acusa, han asesinado a tres policías y a un taxista. En la persecución, ella se baja del automóvil para tratar de darle masajes de reanimación a uno de sus compañeros que, hasta donde tengo entendido, era su compañero sentimental en ese momento.

«Siendo ella líder del proceso que estaban llevando adelante, se sacrifica, se entrega, pero confiando en que no solo iba a ser posible salvar la vida de esta persona, sino también que iban a pasar por un proceso justo. Después encuentra la muerte de una manera poco digna y terrible. Eso es congruente con la historia que yo quería contar, la historia de una guerra que a todos nos tocó, a unos más, a otros menos. Al final, ninguna de las sociedades nuestras está vacunada contra el bacilo de la violencia. Ninguna sociedad, por democrática que sea, nunca está suficientemente vacunada contra el exceso de autoridad y la arbitrariedad”.

–Desde el punto de vista de la construcción del relato, el papel que juega Viviana es como el de un remate, como una especie de coda dramática y potente a una historia que subraya lo íntimo, lo personal que se vive durante un proceso así. Es una indagación de cómo negociamos con la memoria de una época difícil.

–Y también es un debate sobre el uso de la violencia, porque uno de los debates que tiene este grupo que vive en esta casa de Moravia es el dilema sobre responder con violencia o no a una eventual incursión de la autoridad a la casa que ellos habitan. Ese debate es sostenido por parte de los costarricenses, diciendo que no tiene caso hacerlo, porque están en un país completamente diferente.”Y lo otro que pudiera parecer irracional es estar dispuesto a matarse a tiros con policías que van a llegar a hacer una indagación a una casa. El espejo de Viviana sirve para decir que cualquier cosa puede pasar. Nunca la sociedad está libre de eso. También está el otro debate sobre si hace falta o no la violencia para resolver los conflictos, que ha sido la tendencia en Centroamérica desde hace casi dos siglos”.

–Naturalmente, al circular este libro en Costa Rica, el hecho de que incorpore esta parte de nuestra historia puede generar dudas, cuestionamientos, un reavivamiento de esa discusión. ¿Cómo se siente ante eso?

–Primero, no quisiera que esto molestara a nadie en particular. Se trata de una historia de ficción que está basada en algunos hechos de la vida real, que son usados como parte de un proceso estrictamente literario. No quiero que el libro se convierta en una herramienta política, pero si derivara en algo como eso, la sociedad costarricense está en pleno derecho de discutir sobre esto todas las veces que quiera.

”Desde mi posición de autor de ficción estaré dispuesto a escuchar las contradicciones o aprobación que pueda haber con la humildad que corresponde a una persona que se dedica a fabular historias. Es una historia que toca una nervio. En la novela hay tres historias que también tocan otros nervios y que probablemente en sociedades tan anestesiadas por la violencia verlos nuevamente no produce el shock o sobresalto que puede producir en otras.

”En Costa Rica puede tener otro efecto el hecho de que uno de los personajes, de los fantasmas que está en la novela, tiene que ver con hechos de la vida real de El Salvador. Dos de los fantasmas tienen que ver con hechos que ocurrieron en la vida real. Esta novela está basada en hechos de la vida real para aceptar y reconocer que efectivamente estamos en un proceso de transformación de los géneros literarios en la cual ficción y no ficción duermen en la misma cama, se contradicen y se complementan, se aman y se odian”.

Miguel Huezo Mixco estará en el país durante la Feria Internacional del Libro para presentar, por primera vez en Costa Rica, su novela ‘La casa de Moravia’ (Alfaguara). El sábado 26, a las 4 p. m., charlará en el Teatro de la Aduana con la académica Alexandra Ortiz Wallner y el autor de esta nota. Es gratis.

Publicado en Nación
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