Teatro Nacional de Colombia: casa de todos

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El rumbo para la compañía artística está planteado. Presentar los mejores contenidos de la mejor manera posible, pero sobre todo fortalecerse como una entidad cultural de creación. Esa ambición se ha traducido no solo en una programación pensada para seguir respetando la diversidad de públicos y de intereses distintos que convergen en el teatro, sino en ejercicios y alianzas con nuevos actores.

Pareciera que el teatro está en una revitalización constante, y, por supuesto, todo empieza por la programación. Las nuevas propuestas artísticas han dado espacio incluso a Mi puta obra, de Daniel Samper Ospina, una sátira política que ha resultado muy exitosa, una obra pertinente para la realidad política actual. El relanzamiento de Frida, una propuesta de Flora Martínez sobre la vida de Frida Kahlo, y Mujeres a la plancha, una puesta en escena que ahora cuenta con música en vivo, sobre las canciones románticas de los años setenta y ochenta.

Flora Martínez es Frida en la Castellana.

Para Nicolás Montero, nuevo director, el contenido teatral que se presenta está en redescubrimiento constante. “Hay una frase de Jaume Vallcorba –editor fallecido de Acantilado y Quaderns Crema–: “Mi trabajo como editor es presentarle al público un contenido que todavía no sabe que le va a gustar, pero que sería muy bueno que le gustara”. En el teatro funciona de manera similar: es una tensión constante entre lo que se quiere y lo que se puede proponer, se trata de buscar y cruzar públicos”.

Pero este es un año de nuevas apuestas, una de las más importantes es confirmar la importancia de la creación en diferentes ámbitos, además del teatral. Así nació un proyecto, en alianza con la Secretaría Distrital de Educación, que reafirma a los profesores como creadores que se ven representados e identificados en su obra: el salón de clase, sus alumnos y todo lo que sucede allí.

John Álex Toro y César Mora son Conversaciones con mamá en el Teatro Fanny Mikey.

En este proyecto, el Teatro Nacional planteó una metodología de siete talleres elaborados a partir de un lenguaje creativo distinto. La transformación del cuerpo en la educación; los juegos teatrales y la improvisación como una manera de privilegiar el aquí y el ahora, un momento en el que se juega y se aprende; el lenguaje audiovisual que propone aprovechar al máximo la manera en que hoy se cuentan las historias; un taller de ecología para entender que una relación sana con nuestro entorno es fundamental; apreciar los conocimientos y las historias locales que hay en cada región y aprender de ellas; decantar y explicar qué significa la apuesta del distrito: Bogotá como ciudad educadora y la última, escenotecnia: una sala de teatro y un aula son espacios que pueden transformarse según el contenido que se quiera mostrar.

Hoy, después de una convocatoria que tuvo lugar a finales del año pasado, 169 maestros de distintos colegios reciben estos talleres. La idea es que conozcan todas las propuestas, pero profundicen en un solo lenguaje, durante tres meses, y al finalizar presenten un proyecto que desarrollarán con sus alumnos. Por cada lenguaje se escogerán dos proyectos que se presentarán al público, en La Castellana, en una actividad similar a una charla TED, en la que los profesores hablarán sobre los retos, las dificultades y los aprendizajes obtenidos al finalizar esta experiencia.

Reconquistando a la audiencia

Que el teatro nos transforme puede sonar para muchos como una redundancia. En teoría, los encuentros artísticos nos cambian, pero en la práctica deben, al igual que otros sectores, reinventarse. Con este propósito nacen planes como el programa de fidelización del Teatro Nacional usando la plataforma de Leal, una manera de fidelizar la relación de los asistentes a sus tres salas: La Castellana, Fanny Mikey y La Casa del Teatro Nacional. Funciona con una tarjeta o con un código QR en la que los usuarios pueden acumular puntos y redimirlos en boletería de teatro. Desde su inauguración, en enero pasado, el programa cuenta ya con 7.394 suscriptores.

“Las tardes de teatro y libro”, en alianza con la editorial Penguin Random House, es otro de los planes que incorporará el teatro. La idea es que ciertos contenidos de la editorial sean adaptados a obras y arrancará con Tratado de culinaria para mujeres tristes, del escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince. Los asistentes podrán escuchar al autor en un conversatorio, ver la obra y además tener acceso a sus libros, en un mismo espacio.

El camino de transformación, que ya recorre el teatro, está basado en la solidaridad que está detrás de las alianzas. Gracias a eso, este año ha sido un semillero de nuevos emprendimientos, un trabajo que depende de actores, directores, asistentes y los propios trabajadores del teatro para lograr que el Teatro Nacional siga siendo la casa de todos. Como lo dice Montero: “Mi reto más grande al frente del teatro es que todos entendamos que necesitamos instituciones como esta, necesitamos de estos escenarios fortalecidos donde podamos representar lo que nos divierte, lo que nos angustia. La creación es una de las pocas cosas que puede garantizar que el siglo XXI sea un poco mejor que el XX”.

Publicado en Revista Arcadia
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