Tesoros en la Biblioteca

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Por Carlos Darío Torres

No por azar le pusieron de nombre Carlos Antonio López. Es la sala de lectura de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y en medio de este recinto se encuentra la prensa con la que se imprimieron los primeros números de un periódico nacional: El Paraguayo Independiente, cuyo primer ejemplar salió a la calle el 26 de abril de 1845, en tiempos de don Carlos.
La hemeroteca es el recinto más concurrido de la biblioteca pública, según los registros de la institución. Su director, Rubén Capdevila, relata que desde sus orígenes, el acervo más importante de la biblioteca nacional fue este, que guarda los diarios y otras publicaciones periódicas. «Fue la primera colección importante y hasta hoy es la más grande del país, porque no hay otra de tal envergadura en Paraguay», asevera.
Antiguo y moderno
En este lugar se encuentran publicaciones que datan de 1845, las primeras. Es el sitio ideal para los investigadores, porque guarda la memoria contenida en diarios y revistas, a los que se puede acceder directamente, concurriendo a la biblioteca y también a través de internet, en el sitio web de la institución.
En internet se puede encontrar lo publicado entre 1845 y 1900. Algunos de los materiales están digitalizados, y también hay otros que fueron microfilmados en su momento y luego pasados a formato PDF. Las publicaciones originales ya están fuera de circulación, por su delicado estado de conservación.
Capdevila explica además que algunas de las publicaciones microfilmadas no pudieron ser digitalizadas debido a su estado, y si bien la calidad de la imagen obtenida con la digitalización es superior a la de la microfilmación, esta última también permite una lectura en buena definición.
«Dimos prioridad a las publicaciones referidas a la Guerra contra la Triple Alianza en esta primera carga. Ahora estamos trabajando en la segunda carga, que lleva su tiempo lógicamente. Pero también el usuario puede identificar el material que necesite y pedir que se le proporcione una copia en formato digital», aclara el director.
Se puede acceder al formato digital en la misma biblioteca, donde hay que llenar una solicitud, algo que también puede hacerse por mail, a través de la página web. El usuario debe identificar el periódico, el año y las páginas. El pedido se procesa, se entrega al solicitante y una copia se queda en poder de la institución. «Podemos grabar en un cedé, en un disco duro o en un pendrive virgen. Con los pendrives tenemos mucho más cuidado, porque son los que traen virus, por eso pedimos que sean vírgenes. Grabamos sin restricción lo que el usuario quiera», informa el funcionario.
La solicitud se realiza llenando una ficha, trámite que se puede hacer por mail, a través de la página web, sin necesidad de formulario, o presentándose en la biblioteca. «Este es un servicio que ofrecemos; recibimos muchos pedidos por mail desde el extranjero. Lo que no hacemos es servicios de investigación. Si bien tenemos historiadores en la biblioteca, eso requiere un tiempo extra que no tenemos», aclara Capdevila.
Para todos

La biblioteca tiene además una modalidad de cooperación interinstitucional, mediante la cual cualquier entidad puede solicitar apoyo para digitalizar sus acervos. «Hacemos un convenio mediante el cual digitalizamos lo que nos pidan y guardamos una copia. Toda información que pueda servir como fuente de investigación, para nosotros es importante. Hay acervos cuyo rescate es fundamental para nosotros. A veces no podemos conseguir que donen, entonces ofrecemos digitalizarlos y conservar una copia, pero devolvemos los originales», dice el director.
Vale aclarar que los servicios mencionados no tienen costo para el usuario. «La Secretaría de Cultura, de la que depende la Biblioteca Nacional, no tiene una estructura presupuestaria de recaudación, así que no podemos cobrar por ningún servicio», refiere el director y agrega que tampoco dan servicio de impresión.
En la hemeroteca hay una computadora para consultar el acervo digital, aunque Capdevila explica que la gente prefiere grabar los materiales que precisa y llevárselos. En la sala Alfredo Viola, donde se ofrece el material bibliográfico, también hay un monitor para consulta y un escáner para digitalización —gratuita— a disposición de los lectores.
En la sala Carlos Antonio López no se dispone de escáner, pues se requiere uno mucho más grande, como para abarcar las páginas tamaño sábana de los periódicos de antes. Además, la manipulación es diferente. A veces los pedidos no se pueden satisfacer, como cuando el investigador solicita «periódicos raros, como el de los colonos franceses del Paraguay», que son difíciles de conseguir.
«Hay colecciones fotográficas, disponibles en la página web. Tenemos pensado avanzar en un proyecto con uno de los países vecinos para hacer un acervo iconográfico regional importante. Está previsto concretar este plan el año que viene», adelanta Capdevila.
En la biblioteca hay abundante material, suficiente como para convocar a la gente a investigar. Dispone de importantes colecciones hemerográficas, y si bien es cierto que mucha gente piensa que en la hemeroteca solamente están los periódicos, existe asimismo una numerosa colección de revistas.
«Hay mucho material para la investigación. La especialidad es Paraguay, pero hay mucho material de referencia para cualquier otro tipo de investigación. Tenemos mucho de literatura internacional, y con la incorporación de nuevas colecciones, ahora poseemos abundante material sobre historia rioplatense, literatura americana», añade Capdevila.

Encontrar un tesoro
Además de todo lo mencionado, en la biblioteca poseen maravillas varias veces centenarias, como un ejemplar de Comentarios de Libros de Salmos, de 1618 (el más antiguo en propiedad de la institución), que perteneciera al acervo del Colegio de los Jesuitas. No es precisamente un incunable (del siglo XV, anterior a la aparición de la prensa de imprenta de tipos móviles), pero se trata de un libro de características únicas.
También es posible encontrar el Atlas novus, publicado en Italia en 1638, con mapas coloreados de todos los países y regiones conocidos en esa época. La mala noticia es que el ejemplar resistió el paso del tiempo, pero no la codicia de algún inconsciente que mutiló la obra, quedándose con las páginas referidas a América, cuya presencia, robada, está certificada en el índice. A propósito, en el glosario ya aparece el nombre de Paraguay.
El hurto y la mutilación de libros, lamentablemente, son males que suelen atacar a los materiales de una biblioteca. En la pasada década de los 80, muchos de los ejemplares de la institución fueron saqueados por manos inescrupulosas, lamenta Capdevila.
El paso del tiempo es otro de los problemas que afectan a los libros y, especialmente, a los diarios, hechos con papel de pulpa de madera, que con los años no solo se vuelven amarillos, sino también quebradizos, y deben ser manipulados con cuidado, por el peligro de que se deshagan —literalmente— en las manos.
Por eso, uno de los desafíos, dice el director, es la inversión en la conservación de lo que se encuentra actualmente en la hemeroteca. El monto requerido para mantener en buenas condiciones los periódicos y revistas es de por lo menos 500.000 dólares.
«Estamos buscando esa inversión. Es una preocupación del actual ministro y de los que lo precedieron: incrementar el presupuesto de la Secretaría de Cultura para solventar el mantenimiento de archivos, bibliotecas y museos», afirma el funcionario. Las instituciones mencionadas se encargan de la conservación del patrimonio, algo que demanda mayor presupuesto por las características del acervo que custodian. «Es fundamental, en este momento, el incremento de ese presupuesto para mejorar las condiciones de conservación y guarda», recalca.
Es una cantidad de dinero elevada, pero la única solución para el problema del deterioro de los ejemplares hoy es la digitalización. La restauración podría ser una alternativa, pero es aun más desgastante en términos presupuestarios y, además, con el tiempo los materiales seguirán deteriorándose.
Proyección

La idea es que todo lo que se haga a partir de ahora sea de forma definitiva y no se vuelva a tocar el material. La digitalización ofrece asimismo la ventaja, para el investigador, de que el texto se puede aumentar de tamaño en el monitor.
«En lo que insisto cada día es en incrementar el acervo y completar la historiografía nacional. Como tengo un interés particular en la historia paraguaya, me dediqué a adquirir e identificar posibles donaciones, a aumentar el inventario bibliográfico sobre la historia y la cultura del Paraguay», afirma el director.
El funcionario también reclama una mayor colaboración de los medios de prensa, proveyendo sus publicaciones bajo la figura de gentileza, para que no falten números en las encuadernaciones de diarios. Asimismo, pide que las empresas periodísticas permitan la digitalización de sus materiales o que compartan sus archivos digitales, una meta todavía no alcanzada.
«Hay colecciones de periódicos que son inhallables. También tenemos proyectado reeditar la Ilustración paraguaya, una revista aparecida entre 1888 y 1889. La única colección que conozco está en la Biblioteca Nacional. También hay material que se publicó en baja cantidad», cuenta Capdevila.
Está planeado hacer ediciones en facsímil de algunos de los periódicos que ya están fuera de la hemeroteca. Es otro de los desafíos de la institución y del Estado paraguayo: el rescate del patrimonio documental del país. Para no perder la memoria.

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Darse cuenta

«Con el tiempo, las instituciones encargadas de organizar el conocimiento, que son las bibliotecas, se dieron cuenta de la gran importancia que tiene el material hemerográfico, las publicaciones periódicas, los periódicos, para la reconstrucción de la historia y la memoria recientes», afirma Rubén Capdevila.

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Recintos

La Biblioteca Nacional no tiene adosado a su nombre el de algún prohombre paraguayo, pero homenajeó a tres de ellos a través de sus espacios: el laboratorio de restauración y digitalización Viriato Díaz Pérez, la sala Carlos Antonio López de la hemeroteca y la sala Alfredo Viola de la biblioteca.

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Aportes
La Biblioteca Nacional y su hemeroteca deben su acervo principalmente a las donaciones de las colecciones de Enrique Solano López, Juan E. O’Leary, Juan Silvano Godoi y Washington Ashwell.
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Casa argentina

El predio en el que se asienta la biblioteca es una donación de Argentina. Formó parte del terreno donde hoy funciona el Colegio Argentino, que también fuera la casa de Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, hasta ahora no se pudieron terminar los trámites para que la propiedad donada pase a manos, esta vez legalmente, del Estado paraguayo.

Publicado en Últimahora

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