Rostros andinos de la muerte

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Los ritos y las celebraciones relacionados con la muerte son diferentes en Bolivia, muchos se realizan desde la época prehispánica y fueron cambiando hacia un sincretismo cultural y religioso, a consecuencia de la colonización. El comunicador social y antropólogo Milton Eyzaguirre lleva estudiando estos temas desde hace más de 20 años, y esta noche presentará su libro Los rostros andinos de la muerte. Las ñatitas de mi vida, editado por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia, y que fue el ganador el año pasado del II Concurso Nacional de Tesis de Grado, en el grado de maestría.

“El libro está vinculado fundamentalmente con rituales de la muerte que se generan en el contexto andino, principalmente desde la época prehispánica, pasando por el periodo colonial hasta el periodo contemporáneo. Hago un abordaje de estos tres periodos y hace una revisión de lo que es el valor de la muerte en el contexto andino”, explicó Eyzaguirre.

“Normalmente lo que sucede con la información que viene de Europa y del Occidente es que la muerte está relacionada con algo terrorífico, mientras que en nuestro contexto la muerte está relacionada con la regeneración de la vida, por eso no es accidental que para la fiesta de difuntos se hagan las Tanta wawas (panes bebés)” aseveró el investigador.

Los rostros andinos de la muerte muestra la relación entre el sepelio, el rito de las ñatitas (los cráneos del difunto), y también, se enfoca en los ritos agrícolas correspondientes a las lluvias durante la época húmeda del año.

“Hay unos conceptos muy interesantes que aparecen en unos documentos prehispánicos: a los cuerpos de los muertos se les llamaba chullpas, y también mallquis. El concepto de mallqui también está traducido en otro concepto que es bastante importante que son las plantas, esos enraizamientos que están apenas saliendo de la tierra también se les llama mallquis,  por eso tiene que ver con este significado de ‘regenerar la vida’”, señaló Eyzaguirre.

Las ñatitas

Según el antropólogo, ya en 1701 hay documentos de un juicio a una mujer que fue castigada con 50 azotes por utilizar unas cabezas para ‘hacer brujería’.  El rito similar al de las ñatitas también se puede percibir en Cochabamba y en Santa Cruz en la época colonial. “En Santa Cruz el intendente Viedma denuncia en 1805 cómo se sacaban las cabezas de los cuerpos de los muertos para celebrar, compartir y beber con ellas”, recordó Eyzaguirre.

Las ñatitas de La Paz reciben bendiciones en misas cada 8 de noviembre, una semana después de Todos Santos. El periodo de atención a los cráneos dura todo noviembre, hasta la fiesta de San Andrés, el 30 de dicho mes, coincidiendo con el inicio de las lluvias.

“En el mundo andino los muertos llegan el 1 de noviembre y se van después de Carnaval, entonces, durante estos meses que son tres o cuatro meses los muertos van a tener que trabajar; entonces, ahí también se escapa de la percepción occidental que se tiene con la muerte”, argumentó Eyzaguirre.

Publicado en El Deber
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