Julio Frade músico y actor uruguayo: «Con Decalegrón las amenazas fueron muy grandes»

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Por Carlos Reyes

Sesenta años no es nada no es solamente un disco que contiene 12 melodías de géneros muy diversos, que van desde el tango al samba. También es como una biografía musical de Julio Frade, en la que el maestro reunió una docena de canciones que están muy vinculadas a distintos momentos de sus seis décadas de vida profesional. “Hice la selección pensando en algunas cosas importantes de mis 60 años de trayectoria. Incluí, por ejemplo, “Adiós Nonino”, porque me recuerda mi encuentro con Ástor Piazzolla, en 1982, cuando dirigí una orquesta de 70 músicos, para acompañarlo en el Palacio Peñarol. Piazzolla era un gran tipo, un hombre muy combativo, porque los tangueros radicales son fanáticos. Y decían que lo que él hacía no era tango. Y él me dijo: ‘mirá pibe, todo lo que suena a Montevideo o a Buenos Aires, es tango’. Y no me di cuenta que en ese momento estaba viviendo un hito histórico en mi propia vida. Para mí fue un trabajo más, ese concierto que hicimos a cartel parejo, porque él lo quiso así. Piazzolla tuvo más éxito después de muerto, como sucede muchas veces”, dice Frade, analizando una de las canciones.

“La Cumparsita”, “Over The Rainbow”, “Alfonsina y el mar”, “La puñalada”, “Aquarela do Brasil”, “Malena”, “La casita de los viejos”: cada canción despierta en él una serie de anécdotas. “Puse un tema de Henry Mancini, “Días de vino y rosas”, no solamente porque me encanta, sino porque a Mancini lo conocía en 1968 en Cleveland, donde hice un concierto con él. Y pude preguntarle un millón de cosas sobre la dirección orquestal”, comenta el músico, quien en entrevista con El País repasa algunos tramos exitosos de su carrera, remontándose a 1962 y los días en que Telecataplúm salía al aire, marcando un momento de oro de la televisión uruguaya.

-Usted es más músico que actor, y sin embargo la gente lo tiene más presente como actor.

-Siempre en mí pesó más la música, muchísimo. Yo nunca estudié para ser actor, aunque estuve rodeado de gigantes del humor. Aprendí trabajando. Mientras que la música la estudio desde los cuatro años y medio. Y la sigo estudiando. Pero mucha gente me conoce más como actor, por los éxitos de la televisión, que como músico.

-¿Cuál fue la clave del éxito de Telecataplúm?

-Está muy próxima a El País, porque la clave fueron Los Lobizones, Jorge y Daniel Scheck, dos grandes creadores, que tenían muy claro lo que hacían. Telecataplúm fue la génesis de todo lo que nosotros después hicimos. Yo soy de los fundadores de Telecataplúm, del primer elenco, y a partir de allí hacía 50 años de televisión. Y a Berugo Carámbula lo llevé yo, porque era guitarrista de mi orquesta. Él ni soñaba con ser actor. Y a partir de ese momento, le marcó toda su carrera.

-¿El más actor de todos era Ricardo Espalter?

-No, no se pude decir cuál era más o menos actor. Espalter lo que tenía era que con un gesto de la cara decía todo, y ya hacía reír. Pero si tenía que aprenderse un texto era muy malo porque no se acordaba de nada. Pero tuvimos grandes actores y grandes actrices como Henny Trayles, que es de los que queda aún con vida, y está viviendo en Capilla del Monte, en Córdoba. Y Enrique Almada era muy buen actor. Eduardo D´Angelo más que un actor era un imitador, y un hombre que hacía sus creaciones, y que miraba siempre a Hollywood como un referente. Se pasaba mirando películas y sacaba todo de los materiales que veía de allá.

-Y Raimundo Soto era el más elegante.

-Soto no era actor, era un tiro al aire. Lo que sí, era muy bueno como creativo publicitario. Y era un high class. Era un aristócrata arruinado. Andrés Redondo era un gran improvisador, y libretaba muy bien. En aquella época, que no había computadora, tenía una maquinita Olivetti, del tamaño de una tablet. Era una máquina de escribir eléctrica, a pila, y la abría en cualquier lado y se ponía a escribir. Lo que veía o se le ocurría en el momento, lo escribía. Cada uno tenía una característica distinta. Creo que eso hizo más grande al programa. Éramos todos diferentes.

-¿Quizá en Buenos Aires los reconocieron más que aquí?

-No, es que los argentinos se adueñan de los éxitos, toman a todo como a un fenómeno argentino. Aunque a nosotros nos conocían como “los uruguayos”. También es cierto que el argentino es más efusivo, más demostrativo: te para en la calle, te pide autógrafos, quiere hablar con uno.

-Sí siempre hubo más plata para producción.

-En eso fue tremendo. Cuando fuimos a trabajar a Buenos Aires, fue como ir de Pando a Hollywood. La diferencia era enorme. Nosotros empezamos acá en Canal 12 en 1962, y a finales de año ya fuimos a dar una prueba a Buenos Aires, a Canal 13. Y llevamos un número que era “El coro ruso”, que los hicimos reír mucho a los cubanos, porque eran todos cubanos los dueños de ese canal. Habían venido de Cuba, escapando de Fidel. Y todo lo que hicimos en Canal 13 fue glorioso. Era una producción igual a las de Estados Unidos. Eran grandes profesionales de la televisión.

Frade con Eduardo D'Angelo en Capitán Cañones

Frade con Eduardo D’Angelo en Capitán Cañones. Foto: Archivo El País

-Hoy la televisión perdió poder…

-Sí, antes tenía una audiencia impresionante. Cuando hacíamos Decalegrón, en Canal 10, uno de los números más vistos, “El Chicho”, tenía 54 puntos de rating. Hoy en día es impensable. Tinelli creo que no llega a 20. La audiencia se ha repartido, primero con los canales de cable y luego con internet, Netflix y demás.

-Decalegrón fue una resistencia en tiempos de dictadura…

-Sí, y tuvimos muchos problemas. A mí me amenazaron dos veces de madrugada en mi casa, vía telefónica. Y a Almada se le metieron en la casa una noche, y le pintaron toda la azotea, con la familia durmiendo, sin que él se enterara. Las amenazas fueron muy grandes. Pero también había algunos militares que se reían con eso. Pero había otros que no les gustaba.

-¿Cómo compararía Telecataplúm con Decalegrón, más allá de ser de épocas diferentes?

-Eran cosas totalmente distintas. Telecataplúm era un programa internacional. Decalegrón se hacía solo para Uruguay, y que estaba muy dedicado a la política uruguaya, a todos los acontecimientos del país. Era actualidad, política. Pero un cómico puede tener más fuerza que un político opositor. Con Telecataplúm nunca nos metimos en política, y hacíamos cosas que se podían hacer en cualquier parte del mundo y en cualquier momento.

-¿Usted a Juan Verdaguer lo conoció?

-Más que eso, trabajé con él dos años en televisión. Él siempre necesitaba un pianista de partenaire. Y cuando murió Correa, que fue su pianista de muchos años, me citó, cuando yo estaba de director musical en ATC. Hicimos el programa Este loco, loco hotel: él hacía de gerente del hotel y metre de restaurante, y yo de pianista. Él comenzó copiando los monólogos de Bob Hope, y después fue desarrollando su propio estilo. Era un muy buen humorista.

-Usted antes era como más serio, y ahora quizá tenga una actitud más juvenil.

-Una vez Boris Cristoff me hizo la carta astral, aunque yo no creo mucho en la astrología. Y me dijo que yo de joven había sido un viejo, y que iba a hacer cosas juveniles cuando fuera realmente un viejo. Y tenía razón, porque a los 19 años yo ya era un profesional con muchas obligaciones sobre mis hombros. Fui director musical de los canales de televisión de Montevideo, y también de más de un canal de Buenos Aires. Y era muy pibe. Y ahora me divierto mucho. En aquella época no me divertía tanto.

CLAVE

Un consejo que puede servir para siempre

60 años no es nada cuenta con Julio Frade al piano, Jorge Pi en contrabajo y Enrique Cairoli en batería, y de algún modo ofrece una síntesis de toda una carrera, tanto por la elección de los temas como por la ejecución. “Yo tengo 60 años de trayectoria musical, porque empecé a los 14. Comencé muy temprano como músico profesional. Y a los 19 ya estaba dirigiendo orquestas en Buenos Aires. Eran otras épocas: hoy en día creo que se considera que alguien no es adolescente, después de los 35 años. Son maneras de ver las cosas”, comenta Frade con humor.

“Yo tuve muchas oportunidades de conocer gente muy importante del mundo musical, y poder hablar con ellos, preguntarles cosas, aprender. Eso es muy importante en la vida. Si uno lo hace de muy joven, aprovecha mucho. Y yo eso lo hice desde muy joven”, aconseja el artista.

Publicado en TV Show

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