Nicanor Parra, 103 años de palabras y números

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A los 103 años falleció este martes el antipoeta y académico universitario Nicanor Parra. El literato pasó sus últimos años en su casa en el balneario de Las Cruces. Allí celebró su centenario, en 2014.

“Hoy y siempre”, tributó el Ministerio de Educación. La noticia fue confirmada esta mañana por el ministro de Cultura, Ernesto Ottone y por familiares.


Nicanor Parra: Irreverente, controvertido, inmortal

Nicanor Parra durante más de seis décadas desconcertó al mundo y se autorretrató de múltiples maneras, incluida la de un hombre imaginario que habitaba una casa imaginaria en un mundo imaginario. Los funerales serán este jueves en Las Cruces.

Nicanor Parra nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914, y aunque su primer texto poético data de 1937 («Cancionero sin nombre»), no fue sino hasta 1954 que llamó la atención con sus «Poemas y Antipoemas», que causaron asombro o rechazo.

«¿Aspira a ser el mejor poeta de Chile?», le preguntó Pablo Neruda tras la aparición de ese libro. «No, me conformo con ser el mejor poeta de Isla Negra», respondió Parra, en alusión al pueblo costero en el que vivía Neruda, cerca de Las Cruces, donde el mismo pasó los últimos años de su vida.

El mayor de nueve hermanos artistas -entre ellos la folclorista Violeta Parra-, Nicanor llegó en 1932 a Santiago, estudió Física en el Instituto Pedagógico y después en Estados Unidos.

También residió en Reino Unido, donde cursó un doctorado en Cosmología en Oxford, pero su estancia allí sólo le acercó más a la poesía «Es que conocí a (John) Donne», se justificaría después.

En 2000 la Universidad de Oxford le distinguió con el «Honorary Fellow».

Admirado por Bob Dylan, Alan Ginsberg y Roberto Bolaño, Parra fue un profundo devoto de clásicos como Cervantes, Shakespeare y Dante y, según confesó una vez a Efe, de Gonzalo de Berceo.

En este último, Parra creyó encontrar un remoto referente de la antipoesía, pues utilizó «el lenguaje del pueblo» en su creación literaria.

Utilizar el «lenguaje del pueblo» es uno de los elementos principales de la poética de Parra, además de su temática, que pone al hombre común enfrentado a sus dilemas de la vida corriente.

La antipoesía es la poesía de lo cotidiano en su forma y en su fondo y Parra lo dejó en claro ya en 1954, cuando proclamó que «durante 50 años la poesía ha sido el paraíso del tonto solemne».

El hombre que definió su poesía como una montaña rusa donde quien se sube baja echando sangre por las narices ganó en 1969 el Premio Nacional de Literatura y publicó «Obra Gruesa».

La izquierda chilena rompió con Parra por tomar té en la Casa Blanca con la esposa del entonces presidente Richard Nixon mientras él se declaraba ecologista y producía sin cesar nuevos volúmenes, entre ellos sus «Artefactos» (1972).

«Cuba sí, yanquis también», decía el artefacto con que respondió entonces a sus detractores de izquierda, seguido de «La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas».

«Sermones y prédicas del Cristo de Elqui» (1977), «Chistes para desorientar a la policía» (1983), «Coplas de Navidad» (1983), «Poesía política» (1983), «Hojas de Parra» (1985), «Poemas para combatir la calvicie» (1993), son algunas de sus obras.

También «Páginas en blanco (2001), «Lear Rey & Mendigo» (2004), «Obras completas I & algo +» (2006) y «Discursos de Sobremesa» (2006).

Un largo camino poético, en el que alguna vez se declaró agotado («Yo quería seguir poetizando, pero se me terminó la inspiración») o desencantado («Ya no me queda nada por decir, todo lo que tenía que decir ha sido dicho no sé cuántas veces).

¿Cree que alguna vez obtendrá el Nobel?, le preguntó Efe una vez. «Estoy más cerca de los cipreses que de los laureles», respondió Parra, a quien le parecía mejor hacer una lista de autores que no obtuvieron el galardón que una con los que lo ganaron.

Convertido según el crítico Harold Bloom en uno de los mejores poetas de Occidente, Parra siguió creando hasta los últimos días de su vida, mientras afinaba detalles de un «Anti Museo», que levantó en Isla Negra y preparaba nuevos libros.

En Las Cruces huía de las entrevistas pero conversaba con vecinos, recibía amigos o, hasta hace poco, conducía un viejo Volkswagen escarabajo y protagonizó un documental sobre su vida.

«Antes de verlo pensaba que era guapo», dijo tras ver el filme el poeta, que obtuvo a lo largo de los años muchos premios, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura (1969), el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1997) y el Premio Miguel de Cervantes (2011).

Los últimos días de Nicanor Parra no fueron gratos, tras la denuncia de que varios de sus cuadernos con originales habían desaparecido de su casa de Santiago y se ofrecían en el mercado del arte.

En la mayoría de los casos hubo soluciones amistosas y los cuadernos fueron devueltos por sus actuales tenedores, pero para el poeta fue un trago muy amargo saber que personas muy cercanas estuvieron implicadas.

Ha muerto Nicanor. No descansará en paz. Lo anticipó él mismo en 1985 («Hojas de Parra»): «claro – descansa en paz, y la humedad? y el musgo? y el peso de la lápida? y los sepultureros borrachos? y los ladrones de maceteros? y las ratas que roen los ataúdes? y los malditos gusanos que se cuelan por todas partes haciéndonos imposible la muerte o les parece a ustedes que nosotros no nos damos cuenta de nada.

Publicado en El Mostrador

En el año en que el antipoeta cumplió 100 años, escritores, dramaturgos, actores, músicos y artistas lograron sintetizar en una frase la importancia de Nicanor para sus vidas.

Jaime Luis Huenún, Poeta: “Parra supo cómo reírse del régimen militar sin perder, literalmente, la cabeza”.

Daniel Riveros, gepe, Músico: “Su obra es la mejor forma de hacer lo simple y real algo complejo y distante”.

Claudio Pérez, fotógrafo: “Me enseñó a tener paciencia y lucidez, a leer y amar más”.

Alejandra Costamagna, escritora: “La lección vital de Parra es que hay dos alternativas: morir a los 33 como Hamlet y Jesucristo, o morir después de los 100 para volver a los 17”.

Alejandro Jodorowsky, escritor: “Es un poeta inteligente y humorista, a diferencia de Neruda. Es un gran marionetista, un maestro”.

Alejandro Zambra, escritor: “Parra enseña a desaprender. A desconfiar de los consejos, de los profesores y de nosotros mismos”.

Rodrigo Salinas, dibujante y comediante: “Me enseñó que los chilenos no somos serios, que somos todos humoristas”

José Angel Cuevas, poeta: “Parra fue un golpe en la mesa de la poesía. Se salió de la escritura para entrar en el habla popular, como quien dijera ahora: ‘Sabí que sí loco, ¿cachái o no?’. Y así fue como entramos de otra manera en la realidad”.

Héctor Noguera, actor: “Desde joven sentí la revelación de leer una poesía que no era como cualquier otra. Recogía el lenguaje cotidiano, aunque convertido en verdadero arte. Encarnar al Lear de Parra fue usurpar su voz, su esencia. Fue una simbiosis mágica”.

Samy Benmayor, pintor: “Antes de él, para mí la poesía era soporífera. El reinventó ese mundo”.

Camila Le-Bert, dramaturga: “Descubrir a Parra en texto y objeto fue un deleite irónico, lógico y matemático”.

Diego Zúñiga, escritor: “Me enseñó que la literatura no tenía por qué ser solemne para ser valiosa”

Arturo Duclos, artista visual: “Cuando partí usé poemas de él para mis obras. Para mí, él era el desacato, la lucidez. La figura de ese artista libre que yo quería ser”.

Bosco Cayo, dramaturgo: “Con él, todo podía ser desechable y romperse

Gerardo Oettinger, dramaturgo: “Es un alquimista, un mago, un ser de millones de años”.

Jaime Vadell, actor: “Es un genio, por eso tuvo y tiene carta libre para hacer lo que quiso”.

Nona Fernández, escritora: “Aprendí que una pelela rota y una cuchara doblada podían ser poesía. Que la puteada del vecino o el dicho del casero de la esquina tenían dimensión poética. Después de eso, se habita otro territorio. Uno más sabroso y noble, sin duda”.

Claudia di Girólamo, actriz: “Su poética es desvergonzada, audaz e insolente. Es única”.

Carlos Franz, escritor: “Para mí, Parra es un ejemplo de autonomía. Un librepensador ajeno a modas y capillas”.

Gopal Ibarra, dramaturgo: “Parra es el poeta más ordenado dentro del caos”.

Isidora Stevenson, dramaturga: “Lo que hizo y hace con su vida es arte puro”.

María José Viera-Gallo, escritora: “Parra logra un desequilibrio intenso y alarmante, un efecto que sólo he sentido frente a una obra de arte”.

Publicado en La Tercera
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