Fedora Alemán, la voz emblemática

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Fedora Alemán, una de las cantantes lirícas más destacadas del siglo pasado en nuestro país, falleció por causas naturales a los 105 años.

Ernesto Villegas, ministro del Poder Popular para la Cultura, fue uno de los primeros en informar acerca de la despedida de Fedora, nacida en Caracas en 1912.

«La soprano coloratura Fedora Alemán nos deja a los 105 años. Su voz inspiró a compositores como Joaquín Rodrigo, Inocente Carreño, Moisés Moleiro, Antonio Estévez, Ana M Azuaje, José Reina, María L Escobar. Ante ella se rindieron Andrés E Blanco y Aquiles Nazoa. ¡Viva Fedora!», comentó el ministro en su cuenta de Twitter.

En tiempos recientes, Fedora fue distinguida por la Universidad para la Cultura y las Artes (UNEARTE) con el título de Maestra Honoraria.

Después de su debut en el Teatro Municipal de Caracas en 1936, Fedora se encargó de reproducir su encantadora voz alrededor de Venezuela y el mundo. En 1997 recibió el Premio Nacional de Música y en 1989 anunció su retiro artístico. Al año siguiente, junto a la soprano Lotty Ipinza, fundó el Taller de Técnica Vocal Fedora Alemán pensado para impulsar a futuros intérpretes de bajos recursos pero gran talento en el canto lírico.

Publicado en 2001

Fedora Alemán, cantante por elección

De pie sobre el escenario, Fedora Alemán era un ave. Sus brazos, alas de plumaje blanco, se abrieron al recibir los aplausos del público que celebró su presencia. Se inclinó en tres reverencias y avanzó hasta rodearse del ensamble de doce cellos que esperaba por ella. De pie sobre el escenario, Fedora Alemán también era brisa, de esas que conquistan a los sentidos. Al compás del pizzicato de los cellos, vocalizó la cantilena inicial de la Bachianas brasileiras N° 5, del compositor Heitor Villa-lobos. Su tema predilecto. Alabado en su voz incluso por su autor. No podía ser otro sino ese el que escogiera cantar en aquel concierto, celebrado hace 25 años, con el que se despidió de los escenarios en los que reinó durante medio siglo.

Esta mujer signada por la belleza -de su rostro, de sus movimientos y, sobre todo, de su voz-  es una insignia entre las glorias del bel canto en Venezuela. A sus 105 años, y aún con buena salud, esta soprano coloratura no solo puede jactarse de la inconfundible presencia en escena que la distinguió durante su carrera, sino también de haber sumado prestigio e internacionalización al repertorio venezolano y latinoamericano en cada uno de los recitales que ofreció dentro y fuera del país. Por eso, ha cosechado a su paso reconocimientos que van desde los más simbólicos regalos de piezas de compositores como Antonio Estévez, José Antonio Calcaño, Inocente Carreño o Juan Bautista Plaza, hasta meritorias condecoraciones entre las que resaltan el Premio Nacional de Cultura, mención Música, la orden Andrés Bello, la orden Ciudad de Caracas, o la placa de la Asociación Venezolana de Autores y Compositores. Fue además, docente y directora musical en el Museo del Teclado, directora de Música de Fundarte y presidenta del Consejo Nacional del Arte Lírico. Su nombre engalana, al igual, una de las salas de conciertos del Centro de Acción Social para la Música.

Elección de vida

En su niñez, el canto no parecía ofrecérsele como destino a Fedora Alemán. Nacida el 11 de octubre de 1912 como la menor de tres hermanas, no había sido, en principio, la escogida en aquella familia caraqueña como favorita para la música. Así lo comenta su tercer hijo, Frank Di Polo, músico y miembro fundador del Sistema de Orquestas, quien describe: «Todos creían que Elba, la hermana del medio, era la que tenía la mejor voz. Pero mi mamá un día se dijo: ‘Si ella puede ¿por qué yo no?’, y se puso a practicar hasta que hizo una audición en la que quedó bien calificada».

Fueron su dedicación y su empeño los factores que le permitieron hacer de su voz un sello con alma. Aunque ella misma calificó siempre a su instrumento vocal como «pequeño», se dedicó de tal forma a educar su canto con los docentes Andrés Delgado Pardo, María Irazábal, Fausto Cleva y, en particular, con Alfredo Holander, que logró el máximo provecho de su coloratura.

«Mamá era una mujer apasionada por el canto, y muy disciplinada. No había día en que dejara de estudiar alguna nota o de mejorar así fuera algún pequeño detalle en su interpretación de alguna canción. Se despertaba temprano y vocalizaba con el piano a diario, en las mañanas, porque decía que un cantante nunca dejaba de formarse, nunca alcanzaba la perfección», recuerda Di Polo.

En efecto, en la publicación Sobre la técnica del canto, elaborada para la Cátedra de Canto Lírico de la Escuela de Música Vicente Emilio Sojo,  Alemán da fe de esa exigencia y sentencia: «El camino del nunca alcanzable goce: ‘Perfección’, es largo y difícil; ningún éxito con el público, ni críticas excitantes, me hicieron pensar que yo había llegado a la perfección». Quienes han oído sus interpretaciones, sin embargo, opinan lo contrario: «Fedora ha tenido siempre una voz excepcionalmente bella y una musicalidad sin par, con una elegancia y un instinto musical realmente fuera de lo común», alaba la también soprano y maestra Margot Pares-Reyna.

Alemán superó desde hace cuatro años el siglo de vida, y tanto Di Polo como Pares-Reyna coinciden en señalar que, para ellos, la disciplina ha sido clave tanto para su calidad interpretativa como para su longevidad.

«El secreto de ella siempre ha sido saber respirar. Las personas normalmente usan solo una pequeña parte de su sistema respiratorio, ella busca respirar siempre completo, llenarse verdaderamente de aire. También hay algo en su personalidad y sentido del humor, ella nunca peleó con nadie y todavía ahora cuando la visitamos está atenta a decirnos alguna cosa ingeniosa», declara su hijo. Pares-Reyna cuenta también la sorpresa que le produjo Alemán cuando la visitó hace dos años: «Le llevé un ramo de flores, y ella me habló de los ejercicios de respiración que todavía hacía a diario y me mostró cómo los hacía en el balcón. Yo dije: ‘Dios mío, esta señora es un ejemplo a seguir… ¡increíble!'».

La escena

Aquella noche, en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, bajo la dirección de Rodolfo Saglimbeni, Fedora Alemán entornaba los ojos para dirigir con suavidad cada palabra (o flor, o dardo) hacia la audiencia. Entonando ya, en perfecto portugués, el canto de Las Bachianas, sonreía gustosa, aún en los momentos de mayor dificultad. Toda ella llenaba la escena. Toda ella y su postura de dama erguida.

La directora de la Camerata  de Caracas, Isabel Palacios, agradece a Fedora Alemán la mayor parte de su formación. A «la profe», como la llama, le atribuye no solo su enamoramiento por el uso de la voz como instrumento, sino también la actitud en escena, algo que siempre ha sido el sello de esa cantante. «El día antes de mi concierto de grado yo estaba muy nerviosa y, típico de los nervios, empecé a sentir que me estaba poniendo ronca. Entonces la llamé para contarle que no sabía si iba a poder cantar, y ella ni me dejó empezar y me dijo: ‘Mi amor, hay algo que no hemos hablado, y es a dónde vas a mirar tú mientras cantas’ (risas). Con eso se me pasaron los nervios, y entendí que su encanto en escena estaba en que ella siempre cuidó todos esos detalles».

Además, Palacios resalta el valor que sumó Alemán  a la ejecución de recitales en el país. «Ella enseñó que no solo son las óperas, difundió el valor del recital como expresión máxima y cercana de un cantante con su público, como un gran acontecimiento, para el que escogía programas deliciosos. Ella estrenó grandes piezas dedicadas exclusivamente para ella en sus recitales, y difundía entre nosotros, sus alumnos, ese repertorio, sobre todo Latinoamericano y muy contemporáneo para la época».

No en vano, en sus consejos a los jóvenes cantantes, Fedora Alemán escribió: «Estudiando una canción, no cante solamente una melodía, cante un poema. La música levanta el poema de la frialdad hablada, transformándolo en una nueva belleza. Pero usted, cantante, debe lograr que el poema, lejos de perder su belleza se haya ennoblecido, haya renacido con gran esplendor. Nunca olvide: Recite el poema cuando usted cante. Solamente uniendo con iguales valores música + poema, es que la perfección puede llegar».

Di Polo recuerda que las partituras de 250 de las piezas que integran el repertorio de Alemán se encuentran a disposición del público en el Conservatorio Simón Bolívar.

Al terminar Las Bachianas, repleta de notas complicadísimas, Fedora Alemán derrocha gestos de candidez y recibe con otra reverencia los aplausos del público que la despide. Besa al director en la mejilla. Saluda a la Orquesta. Mira a la audiencia con el rostro encendido de quien ha sabido hacer del canto una decisión, un gusto y un hechizo.

Publicado en El Universal
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