Adiós a la guerra

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‘Seríamos unos imbéciles si nos tiráramos la paz’: Patricia Lara

Por Armando Neira

Desde el año 1974, cuando fundó en compañía del expresidente Carlos Lleras Restrepo el semanario ‘Nueva Frontera’, Patricia Lara Salive ha estado en primera fila de la inútil, dolorosa y muchas veces olvidada guerra en Colombia.

Por esta razón, ha llorado ante las atrocidades de los victimarios,ha dignificado a las víctimas y entregado a los lectores textos memorables por los que ha recibido los más prestigiosos premios.

Sin embargo, ningún galardón la ha emocionado tanto como ser testigo de excepción de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc, lo que motivó su más reciente libro, ya en circulación, ‘Adiós a la guerra, una historia breve de los conflictos en Colombia’.

Otro libro sobre el conflicto armado en Colombia, ¿por qué habría que leer este?

Porque este, que está escrito, no para especialistas, sino para colombianos comunes y corrientes, deja claro, en 152 paginitas, cómo ha sido de largo el conflicto, su enorme costo humano y lo inmensamente difícil que ha sido solucionarlo. ¡Por eso no podemos tirarnos esta paz!

¿En pocas páginas está la enorme tragedia que ha arrasado al país?

Sí. Adiós a la guerra es un libro útil: resume lo que los expertos han escrito en cientos de páginas: nuestros 72 años de conflicto, desde 1946, cuando gobernaba Ospina Pérez, hasta la firma de la paz con las Farc en el gobierno de Santos, incluyendo sus antecedentes, desde las guerras civiles del siglo XIX y la guerra de los Mil Días, hasta la firma de estos acuerdos y un resumen de los mismos.

¿Es muy ambicioso?

Este libro no tiene ninguna pretensión de contener un análisis exhaustivo: lo que es interesante es que muestra la cadena de violencia que existe y que estamos a punto de romper, si no impulsamos la paz lograda.

¿Es un tanto pesimista?

Luego de tanto matarnos, ¡tenemos el deber moral de no hacer trizas lo logrado después de tantas paces fallidas! ¡Entre una violencia y otra hemos tenido cerca de 600.000 muertos y 8 millones de víctimas! ¿Le parece poco?

Usted es autora del ya clásico ‘Siembra vientos y recogerás tempestades’. ¿Cómo ha cambiado el país entre estos dos libros?

¡Se han producido unos 180 o 200.000 muertos más desde entonces! Si el país político no hubiera permitido que esos enemigos agazapados de la paz, como los llamaba mi querido amigo Otto Morales Benítez, hubieran actuado en ese momento,nos hubiéramos evitado esos muertos y se hubiera consolidado la paz de Belisario Betancur. Y Colombia habría dado un salto adelante.

¿Por qué cree que ahora fue distinto?

En este proceso hubo una diferencia fundamental: Santos involucró a las Fuerzas Armadas en la negociación. Y creo que, esta vez, la mayoría de los militares estuvo y está a favor de la paz negociada. ¡Es que ellos son los que ponen los muertos!

¿Y usted, como escritora, cómo ha evolucionado entre los dos trabajos?

Después de ese libro hice dos más que narran el dolor que ha producido el conflicto: uno a manera de gran reportaje: Mujeres en la guerra, y otro como ficción: Amor enemigo, mi primera novela. Y ahora, Adiós a la guerra, que tiene elementos de ensayo.

¿El título del libro, ‘Adiós a la guerra’, es un deseo o una realidad actual del país?

Todo depende de lo que haga el presidente Duque: si les da señales de tranquilidad a los desmovilizados, tanto a los de la base como a los jefes, en el sentido de que se van a cumplir los acuerdos; si impulsa su implementación; si le pone voluntad política al asunto, y si se da cuenta de que su éxito como presidente sería consolidar la paz y, por ende, disparar la prosperidad, el título sería una realidad.

En las páginas del libro hay relatos estremecedores, pero también hay páginas esperanzadoras. Al verlo ya en las librerías, ¿con cuáles cree que se quedarán los lectores?

Todo depende del rumbo que tome finalmente el Presidente: la paz está hoy en las manos de Duque.

¿Cómo hacer para meter en 152 páginas la historia del conflicto desde la guerra de los Mil Días hasta la firma del acuerdo con las Farc?

Ya le dije: no es un análisis exhaustivo. Es más bien un ejercicio de poner qué fue primero, si el huevo o la gallina, y eso arroja conclusiones interesantes. La principal, ¡que seríamos unos imbéciles si nos tiráramos la paz! Tenemos que defenderla con patas y manos.

A propósito del acuerdo de paz, ¿tiene ahora algún temor con el presidente Duque?

Claro. Que no tenga voluntad política para implementar los acuerdos; que no los priorice; que no impulse la reforma rural integral y la sustitución de cultivos; que desconozca los compromisos del Estado, y que, por consiguiente, en los desmovilizados y en la gente de esas zonas se consolide la creencia de que el Estado no cumple y de que en su palabra no se puede confiar.

¿Usted cree que el presidente Duque tiene una perspectiva diferente sobre la consolidación de la paz que su mentor, el expresidente Uribe?

Yo no sé. Sin embargo, cuando entrevisté a Uribe, siendo candidato en el 2002, él me dijo algo en lo que insistió después: que había que debilitar militarmente a la guerrilla para después negociar con ella. ¡Y eso fue lo que hizo Santos! Ahora, sí me parecería clave que el presidente Duque leyera Adiós a la guerra. ¡No se demoraría más de tres horas! Y así se daría cuenta de que no se puede echar por la borda un esfuerzo de tantos años, de tantos gobiernos… Porque ¡no fue solo el de Santos! ¡No se puede volver a sembrar este país de cadáveres y de víctimas! ¡No se pueden volver a sembrar vientos para recoger tempestades!

¿Cómo vislumbra qué estará el país en cuatro años, cuando Duque deje la presidencia?

Si él deja morir los acuerdos, el país estará de nuevo agobiado por la guerra. Si los impulsa y hace la paz con el Eln, el progreso será impresionante. Y ese triunfo sería, sin duda, de Duque: porque tan difícil como firmar la paz es consolidarla. O quizás lo sea más…

El Tiempo


 

 

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