Paisajes de tres décadas

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Juan Bernal: 30 años dejándose seducir por el paisaje

Por Carlos Restrepo

Es probable que, sin saberlo, muchos hayan mirado las obras del artista plástico paisa Juan Bernal todos los días, cuando van o vienen en TransMilenio, en Bogotá. Él es el autor de los gigantescos murales de palma de cera que engalanan la Gobernación de Cundinamarca.

Para celebrar sus más de tres décadas de trayectoria artística, congelando con su pincel los paisajes colombianos y su naturaleza, Bernal acaba de publicar el libro de gran formato ‘Tears Of Nature’.

La fascinación por esta temática le viene a Bernal desde su niñez, pues creció en medio de los paisajes y los bosques de la finca de sus abuelos, en Envigado, Antioquia. Por esos caminos correteó hasta los 15 años.

“Mi abuela cultivaba orquídeas. Y yo crecí trepado en los árboles y entre orquídeas y árboles frutales que tenía ella. De todos sus viajes por el mundo siempre llegaba cargada de semillas”, recuerda el artista, nacido en 1953.

El libro se inicia con su etapa temprana, cuando Bernal comenzó pintando el bosque nublado andino, en la década de los noventa. “La bruma que se levanta en las madrugadas, cuando uno se despierta, ha producido en mí siempre una gran emoción”, anota.

Pero el “flechazo” completo con el paisaje le llegó la primera vez que pisó el valle del Cocora, en el Quindío, y se encontró con el imponente entorno de la palma de cera protagonizando todo lo que rodeaba.

Recuerda que se maravilló no solo por la belleza de esta planta y por ser el árbol nacional del país, sino, en especial, por un compromiso personal que se propuso, cuando vio la amenaza que se posa sobre esta emblemática planta.

“Lo triste de Cocora es que tú ves unas palmas que miden 80 o 90 metros de altura, pero a medida que han ido talando el bosque ya las plantas no pueden nacer. No ves hoy palmas de 5 o 10 metros”, alerta.

Aunque se formó como arquitecto, su pasión por la fotografía y la pintura terminaron ganando el pulso. A finales de la década de los noventa, Bernal y su familia fijaron su residencia en Estados Unidos, en donde él se dedicó de lleno a la pintura y a participar en concursos y exposiciones colectivas.

“Siempre he creído que un cuadro mío es como abrir una ventana a la naturaleza”, dice. Precisamente su primera exposición en Washington se llamó ‘Ventanas de Colombia’.

Hoy, su obra ha pasado por diferentes etapas (abstractas incluso) o el interés por los detalles, a través del diálogo más reciente entre las gotas de agua y las plantas. Esa metáfora inspiró el título del libro, ‘Lagrimas de la naturaleza’, que refleja también el grito doloroso por la mano devastadora del hombre.

“Recreo la geometría de la naturaleza. Entonces regreso a la gota de agua para descubrir en ella un universo que me regresó al paisaje. Fue como dar todo el círculo de la vuelta evolutiva”, concluye.

El Tiempo

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