Arte en el duelo migratorio

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Arte para la transformación social en el duelo migratorio venezolano

La Fundación TAAP (Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento), creada por una pareja colombo-venezolana, ha ayudado, desde metodologías de innovación social desde el arte, a 50.000 migrantes y desplazados venezolanos en Colombia.

Por Adriana Abramovits

Cuando Gaby Arenas y su esposo Carlos empezaron a fusionar el arte y la pedagogía para generar procesos de transformación social no fueron aceptados por el sector artístico ni por el académico. Les tomó casi 10 años de trabajo en comunidades vulnerables demostrar que sus metodologías podían transformar poblaciones enteras y generar innovaciones sociales, a partir de un proceso colaborativo y de aprendizaje.

La semilla se sembró en Venezuela y germinó en toda Latinoamérica. Por medio de la Fundación TAAP (Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento), esta pareja colombo-venezolana ha beneficiado a más 1.250.000 personas, de las cuales 50.000 son migrantes y desplazados. Durante años trabajaron empoderando a las víctimas del conflicto armado y ahora desarrollan programas de integración para los venezolanos que están llegando, ayudándolos a superar el duelo migratorio.

En octubre, Gaby Arenas, fellow de Ashoka, la más grande red de emprendedores sociales, fue nombrada Embajadora de Paz del Rotary Internacional por ser pionera en la creación de ecosistemas de paz en Colombia. Hablamos con ella sobre su labor con el arte como herramienta para el desarrollo social y la resolución de conflictos.

¿Cuáles son los retos más grandes de trabajar con migrantes?

Los adultos expresan sus sentimientos de manera más abierta: comentan lo que extrañan y sienten un profundo duelo… sufren de ansiedad y depresión por separarse de sus familiares, por la pérdida de su tierra, de su estatus social, de su identidad. Con los niños sucede que, si bien tienen una altísima capacidad de adaptación y resiliencia, no saben expresar el duelo migratorio. Por eso llevamos una serie de propuestas artístico-pedagógicas para acompañarlos en ese proceso.

¿Qué actividades de integración recomiendan?

Con la población venezolana los programas varían. Estamos trabajando en el barrio San Bernardo, con la Fundación Comparte Por Una Vida Colombia, en refugios y distintos centros de atención primaria. Como una forma de integrar a los migrantes a la comunidad que los está recibiendo, les pedimos que en conjunto elaboren un dibujo, escultura o collage de la vida que sueñan durante la estancia en su nuevo lugar. En una comunidad a las afueras de Bogotá, esta actividad detonó un proceso poderoso de creación colectiva: dibujaron casas coloridas, parques para los niños, una cancha de tejo y otra de “bolas criollas”, un juego tradicional venezolano. A los meses eso que cocrearon lo llevaron a la realidad: pintaron casas, limpiaron calles y construyeron espacios recreativos.

 

¿En qué consiste el arte como proceso y no como obra final?

Para nosotros lo importante no es la obra, sino el proceso en el cual se crea. Cuando llegamos a una comunidad lo primero que hacemos es invitarlos a reflexionar sobre los conflictos que existan dentro de su entorno. El artista invitado es el mediador de la actividad. Durante el proceso, los participantes logran visualizar sus sentimientos por medio de las artes (dibujo, escultura, videos, fotografías, performance) para proponen soluciones y crear entornos más pacíficos. Todas nuestras intervenciones tienen algo de arte, incluso el trabajo de investigación y políticas públicas. El arte es una forma de lenguaje y de comunicación para el desarrollo.

¿Cómo el arte aporta a la resolución de conflictos?

El arte abre posibilidades para resolver asuntos que antes se consideraban imposibles, como en el caso de procesar las secuelas de alguien que ha sido víctima de violencia sexual o intrafamiliar. Las víctimas no quieren hablar o sufren al hacerlo, pero el arte les permite comunicarse de manera sutil y profunda. Pueden narrar lo que les sucede por medio de una obra artística, romper con la victimización y aprender a encontrar soluciones.

En una oportunidad, trabajando con mujeres internas en una cárcel, Fundación TAAP dictó un taller de dibujo, donde las reclusas podían pintar lo que les había pasado. Una de ellas creó un cómic con su historia. Al escribir el guión se dio cuenta que dentro de ella estaba la solución para sanar y empoderarse. Dos años después, al salir de la cárcel, se convirtió en una líder comunitaria. El hecho de que tú mismo encuentres esa reflexión que te guíe a hallar la solución de tus problemas, te motiva mucho más a que alguien te diga lo que tienes que hacer. El arte no es un acto simbólico, es una herramienta de transformación para reinventarse y descubrir posibilidades.

¿Cómo hacen sostenible el desarrollo social?

Para incrementar el alcance y hacerlo sostenible damos mentorías gratuitas a padres, maestros y organizaciones locales para que dominen nuestras metodologías y las repliquen. Si un padre aprende a comunicarse con su hijo por medio del arte, la relación cambia y lo mismo sucede con los docentes. Nuestros programas de formación han capacitado a más de 35.000 beneficiarios directos (padres, docentes y escuelas) en América Latina.

Revista Arcadia

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