La historia de Medellín

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‘Este libro pretende contar la historia objetivamente’

A Ana Cristina Aristizábal, como una incipiente reportera del Noticiero Nacional, le tocó cubrir la bomba del edificio Mónaco, donde vivía Pablo Escobar con su familia. En la madrugada del 13 de enero de 1988, explotaron 80 kilos de dinamita que sacaron a la ciudad de su letargo habitual. Ese día, dice, fue su verdadero debut como periodista.

Pero, más allá de su experiencia individual, la fecha marcó el comienzo de una nueva época para Medellín: la del narcoterrorismo. Desde ese acontecimiento hasta el 3 de diciembre de 1993, cuando fue dado de baja Escobar, 225 bombas estremecieron a los medellinenses.

Ahora, poco más de 30 años después del atentado del Mónaco, Aristizábal, ahora escritora y profesora de la Universidad Pontificia Bolivariana, saca a la luz un libro sobre esos casi seis infaustos años que vivió la ciudad.

“Esa experiencia que tuve como reportera me quedó en el subconsciente todo este tiempo. Sin embargo, la motivación de este libro es contar la historia de esos años de una manera objetiva, sin las mentiras o los maquillajes de las narconovelas”, precisa Aristizábal.

Esa es una de las pretensiones del libro Medellín a oscuras, ética antioqueña y narcotráfico, que busca que los jóvenes que no vivieron esa época entiendan el drama y la angustia de esos años. “Para los menores de 30 es difícil entender lo que pasó. En gran medida es porque los adultos nos hemos encargado de censurar la historia. ‘No hablemos de eso, no más’, es lo que siempre hemos dicho”.

Según la escritora, ese hermetismo creó un vacío narrativo. Como siempre se evadía el tema, los acontecimientos, la vida de esos años y las anécdotas quedaron en manos cuestionables: la industria del entretenimiento.

Entonces aparecieron los dramas televisivos y cinematográficos que tienen como objetivo hacer rentas con esas temáticas. “El fin que persigue la industria es comercial. En general han hecho un trabajo muy malo, sacaron de contexto la historia e hicieron héroes a los narcotraficantes, que son tristes personajes”, expresa la escritora.

El libro, agrega, pretende recomponer esa visión truncada de lo que fueron esos aciagos años para la ciudad. Por eso, en el prólogo queda clara la vocación del texto: “Esta versión escrita no presenta musicalización, el gran vestuario, el maquillaje ni el interés comercial de las ‘narconovelas’ y sus puestas en escena”.

La obra es, por el contrario, una recopilación de datos y visiones que ayudan, de manera parcial, como la misma autora lo reconoce, a reconstruir lo más objetivamente posible lo acaecido en esos casi seis años de terror.

Por eso está conformado por seis entrevistas a personajes que vivieron la época: los alcaldes de Medellín Juan Gómez Martínez, Ómar Flores Vélez y Luis Alfredo Ramos. Ellos, desde su experiencia, narran lo que de manera personal vivieron como autoridad máxima de la ciudad.

Las otras tres fueron hechas a conocedores de la violencia de esos años: Gustavo Duncan, Alonso Salazar y Carlos Alberto Giraldo.

Además, una revisión de los artículos de prensa publicados en ese lapso ayudó a completar la visión de lo que sucedió. Fue así como la autora comprobó que 225 bombas explotaron en Medellín en esos años. Y, no solo eso, sino que pudo establecer como en un solo día explotaron 12 y otras 5 fueron desactivadas.

El caldo de cultivo

No es casualidad que en Antioquia el narcotráfico se haya extendido tan rápidamente. Dentro de los valores antioqueños siempre estuvo presente la ambición por el dinero.

En el texto aparece una frase esclarecedora de la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda, quien asegura que en la sociedad antioqueña “el dinero todo lo consigue, desde el bienestar físico, la prelativa ubicación social en el mundo de los vivos, hasta el perdón de las faltas y el logro de la bienaventuranza y más bienes terrenales como retribución divina”.

Hay otro hecho que ayuda a explicar el fenómeno del dinero fácil. La sociedad antioqueña fue menos rígida socialmente, lo que permitía, por ejemplo, que el negro lograra ‘blanquearse’ a través del dinero.
Esa posibilidad de ascensión social por medio del poder adquisitivo exacerbó la ambición por el dinero. No en vano, algunos de los entrevistados citaron una frase recurrente con la que fueron criados: “Vaya consiga plata honradamente y, si no puede, vaya consiga plata”.

El libro de Aristizábal es, en definitiva, un intento por entender y explicar las dinámicas impuestas por el narcotráfico en aquella época y las consecuencias para una sociedad igual de conservadora como mundana.

El Tiempo

 

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