Lo uno o lo otro

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«Lo uno o lo otro», la obra sobre la vida de una empleada doméstica inmigrante

Por Beatriz Molinari

“Cuando a uno le sacan todo, uno se vuelve malo”, dice la mujer que cuenta su historia de inmigrante en relación a una de las tantas personas a la que sirvió como un ser invisible y sin nombre. Marcela Artieda, la actriz, bajo la dirección de Susana Palomas, toma prestados fragmentos de El nombre de Griselda Gambaro y transforma la experiencia del texto con materiales nuevos y una búsqueda que la involucra más allá de la escena.

Lo uno o lo otro muestra la vida de María, o como la llamen, empleada doméstica desde los 12 años. Cada señora de la casa que la tomó a su servicio le dio el nombre que quiso: Ernestina, Lucrecia, Florencia… El trabajo de interpretación de la actriz va creando un espacio en el que aparece su identidad, descubierta a través de las diferentes marcas. María es inmigrante boliviana, mujer pobre acostumbrada al maltrato y el mal pago desde pequeña, despreciada, nostálgica de su música y su modo de decir las cosas que lleva en el corazón.

El monólogo reconstruye la historia, desde los cinco años, cuando la pequeña vivía con su abuela. Cada escena se relaciona con una etapa de su servidumbre sin derechos. La acompañan coplas y canciones que Marcela interpreta con bailecitos que dan la imagen de libertad y alegría, a pesar de todo.

“Conocí la obra de Griselda Gambaro hace tiempo. Después leí el artículo “El tráfico de niños bolivianos legalizado”, de la investigadora Mercedes Assorati en una revista y, en el diario, el caso de Yenny, la niña boliviana que repatriaron porque había quedado en la calle”, comenta Marcela, la actriz que realizó averiguaciones en torno a la trata de personas.

“En el año 2007 salieron de Bolivia 15.000 menores, la mayoría mujeres, sin la compañía de padres o familiares. A Argentina llegaron 13.300 con la pobreza a cuestas”, dicen las notas previas a la obra de teatro. A la actriz le interesó saber el movimiento de migraciones. Los niños salían de Bolivia sin acompañamiento de un familiar, sí de un adulto autorizado por un solo juez.

“Me conmocionó mucho el artículo sobre Yenny, la niña abandonada. Entonces quise incluir esa vida en el monólogo. Todavía no sabía qué estética tendría la obra. Salió de las improvisaciones en el laboratorio con la directora Susana Palomas”, dice Marcela. Andando en busca de testimonios, Marcela entrevistó a cuatro peruanas que trabajaban en casas de familia. “Era terrible lo que contaban tres de las cuatro. Esas historias fueron marcando el camino de la obra. Les pasaba lo que se ve en la escena tres: discriminadas por el olor, el tema del dinero, el control de la comida y siempre, el tema del nombre que les cambiaban, incluso, de un día para otro”.

Marcela Artieda y Susana Palomas tomaron varias decisiones a partir de las evidencias y el texto inicial que fue quedando en fragmentos. “Pensamos otro final, con la vuelta del personaje a la tierra, a la madre, las raíces. Es importante tener ese espacio. Aquí en Córdoba muchos resisten porque tienen su espacio en Villa El Libertador donde una vez al año danzan (en la festividad de la Virgen de la Urkupiña). Yo trabajé en una escuela del barrio con un proyecto de interculturalidad. Es muy importante el sentido de pertenencia”, dice Marcela.

En la obra se escuchan coplas cantadas por el personaje y suena música andina.

“Conocí a María Angélica (la coplera jujeña) en una escuela donde participé con otro monólogo. Le pedí una coplita de amor y escribió la primera de la obra, la de la lagartija; después escribió la de la escena de la viejita y me enseñó a tocar la caja. El resto es una melodía que salió en los ensayos. También me contacté con la coplera Eva Sulca. Fueron surgiendo las coplas. María Angélica tiene la sabiduría de la montaña. Ella me dijo que no copiara, que siguiera mi ritmo. Me enseñó a recuperar cosas que tenía adentro. Ella me revalorizó”, comenta la actriz.

En medio de las confesiones de la niña que se vuelve mujer cambiando de nombre y casa, suenan las canciones de la potosina Luzmila Carpio. “Le dicen la soprano andina por la voz tan aguda que tiene. Vive en Francia. Me dio permiso para usar su música en la obra”, dice la actriz que incorpora palabras en aymará. “David Paco tradujo las palabras del texto. Yo estoy aprendiendo ahora”, explica Marcela Artieda, que llegó a Córdoba en 1978 para estudiar y volvió a La Paz, su ciudad natal, a fines de 2000, egresada de la Escuela de Teatro Roberto Arlt. Hasta 2003, año del regreso a Córdoba. “Ya sé que éste es mi lugar. Estoy feliz de haberlo decidido. Además, estoy muy agradecida a este país por todo lo que me ha dado”, concluye la actriz.

Lo uno o lo otro

Unipersonal basado en El nombre, de Griselda Gambaro. Dirección: Susana Palomas. En escena: Marcela Artieda. Viernes 10 y 17 de abril a las 22 en Casa Grote, Padre Grote 1080. Entrada: $70.

La Voz

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