Libro centroamericano de los muertos

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Presentan en Chiapas el ‘Libro centroamericano de los muertos’

Por Javier Molina

Y Dios también estaba en el exilio, migrando sin término,/ viajaba montado en La Bestia y no había sufrido crucifixión/ sino mutilación de piernas, brazos, mudo y cenizo todo El/ mientras caía en cruz desde lo alto de los cielos. Este es el principio del Sermón del migrante, poema que inicia el Libro centroamericano de los muertos, con el que Balam Rodrigo obtuvo este año el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes.

El texto fue presentado el 18 de diciembre, Día internacional de las personas migrantes, en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas. El autor explicó que se trata de «una intertextualidad con obras de carácter documental, histórico y periodístico, y también una proyección autobiográfica, vivencial y, por tanto familiar. Una crónica del tiempo y el momento que nos tocó vivir, En el álbum familiar están las historias que me tocó presenciar en mi pueblo y en mis viajes a Centroamérica».

Balam Rodrigo nació en Villa de Comaltitlán, Soconusco, Chiapas, en 1974. Sostiene que «la frontera México-Guatemala es una falacia, porque compartimos las mismas identidades culturales, lingüísticas e incluso las mismas miserias. Y también, creo yo, la estructura de castas en que se divide la sociedad es la misma, tan es así que el concepto de ladino, la referencia a los caciques, a los oligarcas, es la misma aquí en Chiapas y en el resto de Centroamérica».

Agregó que el Libro centroamericano de los muertos «es en realidad un testimonio biográfico y también documental del éxodo de los migrantes centroamericanos en su paso por el infierno llamado México». En sus páginas encontramos referencias a otros autores, como Juan Gelman o Roque Dalton, o ésta, que nos remite a Juan Rulfo: «Vine a este lugar porque me dijeron que acá murió mi padre/ en su camino hacia Estados Unidos,/ sin llegar a ver los dólares ni los granos de arena en el desierto».

Afirmó que «la poesía en realidad es un estado de conciencia que se canaliza a través del lenguaje -y del lenguaje metafórico- que nos permite y le permite al otro alcanzar los mismos o similares estados de conciencia por vía del asombro y, primariamente, por el lenguaje mismo, que es lo que a uno le maravilla de la poesía. Es un diálogo con los lectores para generarles interrogantes sobre la condición humana».

Jornada

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