Falleció el reconocido poeta maya k’iché Humberto Ak’abal

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Fallece el poeta k’iché Humberto Ak’abal

Por Gustavo Montenegro

Las letras guatemaltecas están de luto. La noche de este 28 de enero murió el poeta maya kiché Humberto Ak’abal, originario de Momostenango, Totonicapán (1952) creador de miles de versos con hondas raíces en la cosmovisión maya, autor de una veintena de poemarios traducidos a más de 20 idiomas y dueño de una voz poética incomparable.

La causa del deceso, explican familiares de Ak’abal, se debió a complicaciones después de una cirugía intestinal que le fue practicada el domingo 27 en el hospital nacional de Totonicapán, lo cual ameritó su traslado, en estado grave, al hospital general San Juan de Dios en donde murió.

Su sobrina Yamilet Pérez Ak’abal explicó que toda la familia se encuentra consternada pues no esperaban este desenlace. “Mi tío se empezó a sentir mal el sábado y lo llevaron al hospital José Felipe Flores de Totonicapán”, en donde lo intervinieron quirúrgicamente.

“Luego no sabemos qué fue lo que se complicó, pero nos dijeron que lo teníamos que traer de urgencia a la capital. Tuvimos que rentar una ambulancia porque la del hospital no tenía el equipo necesario. Lo trajimos la tarde de este lunes, pero a los pocos minutos, mientras yo estaba dando unos datos, él descansó”.

Poeta reconocido

Humberto Ak’abal nació en Momostenango, Totonicpán en 1952. Es uno de los poetas guatemaltecos más conocidos en Europa, Estados Unidos, México y Asia. Sus obras han sido traducidas al francés, inglés, alemán e italiano y otros 15 idiomas.

Sus poemas han aparecido en periódicos y revistas de Guatemala, Centro América, México, EE. UU., Venezuela, Brasil, Colombia, España, Francia, Austria, Suiza, Alemania e Italia.

Su poemario Ajkem Tzij/Tejedor de palabras (1996) fue editado por la UNESCO. Su libro Guardián de la caída de agua fue nominado Libro del Año y galardonado con el Quetzal de Oro APG 1993 por la Asociación de Periodistas Guatemaltecos.

En 1995 le fue conferido el diploma emeritissimum por la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es Premio Internacional de Poesía Blaise Cendrars 1997, Neuchatel, Suiza y Premio Continental Canto de América, por la UNESCO, 1998.

En el año 2003 le fue conferido el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, pero lo declinó porque, según sus palabras “Es un premio que tiene dos nombres: se llama Premio Nacional y eso ya es un nombre, y luego, el otro nombre es “Miguel Ángel de Asturias”. Aunque en realidad no iba aceptar un Premio otorgado por el país que aplastó a sus ancestros…

Un gran sueño, cumplido

El 29 de julio de 2018, Akabal cumplió uno de sus grandes sueños: presentar un recital de su poesía en su pueblo natal, Momostenango, lo cual ocurrió gracias al entusiasmo del grupo de jóvenes Tejedores de Pensamientos, que promueven la cultura de dicho municipio. El evento tuvo lugar en un salón del Centro Cultural Momostipán.

El poeta estaba visiblemente emocionado y leyó los versos en castellano y kiché. Además, posó para una fotografía de Prensa Libre junto a uno de sus poemas plasmado en un mural en el frente de la panadería Momostipán.

Prensa Libre


La realidad en dos idiomas / Entrevista con Humberto Ak’abal, poeta maya quiché

Por José Ángel Leyva

Humberto Ak’abal, poeta maya quiché (1952), viste no sólo con los colores típicos de las culturas mayas de Guatemala –y Chiapas–, luce además una sonrisa y una actitud que lo pinta de cuerpo entero en su dignidad indígena. Nos hemos encontrado en el ombligo de la Luna, en el corazón de la megaurbe mexicana, en la Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios de Ciudad de México, en el Zócalo. No hemos asistido a la cita a conocernos sino a reconocernos, porque Humberto tiene la virtud de anticiparse a la presentación con alguna frase que desde la modestia lo engrandece.

–¿Qué fue primero, la conciencia de la identidad o la conciencia de la lengua?

La identidad la va uno descubriendo a medida que uno madura, que crece y se relaciona con el mundo. La lengua es el contacto inicial que nos ayuda a reconocernos en la comunidad como nosotros mismos; nos permite identificar y construir los pensamientos propios, a descubrir lo que somos. De niño yo no tenía conciencia de quién era porque no sabía de la existencia de los otros. En mi pueblo, el noventa y nueve por ciento de la población es indígena. Cuando aparecía alguien de fuera se distinguía de inmediato. Para mí existía sólo mi gente, la del pueblo. Después me fui dando cuenta de que había otras personas distintas. Algunas veces con sorpresa, otras con agrado y muchas con dolor, porque comienzas a conocer la discriminación, el racismo. Allí, en la lucha contra todas esas manifestaciones negativas de los otros, la identidad comienza a cobrar carácter y sentido. Ser se convierte en un conflicto, reconocerte en lo que eres representa un problema que muchos no puedensuperar. Por fortuna, en mi casa mis padres y mis abuelos tenían una conciencia muy fuerte de sí mismos. Eso determinó que yo creciera sin dudas sobre mi pertenencia y siempre muy orgulloso de mis raíces, de mi cultura, de mis orígenes.

En esa relación de lengua, cultura y conciencia del origen, ¿cómo figura la noción de la poesía?

–Para hallar respuestas a tales preguntas siempre me veo obligado a regresar a mis antepasados. Por el lado de mi madre eran contadores de cuentos, de historias. Con frecuencia nos reuníamos alrededor del fogón de la casa para cultivar la tradición oral, para escuchar nuestra lengua, la de mi familia, de mis tías y abuelas que nunca aprendieron el castellano o español. Por el lado de mis abuelos paternos, ellos eran músicos, marimbistas. Su casa era punto de reunión de músicos de otras regiones y allí tenían lugar fiestas que no respondían a motivos especiales, sino simple y sencillamente a la ocasión del encuentro. Podían durar hasta una semana. Se sacrificaba un marrano y la fiesta concluía cuando se agotaba la carne del animal. Era también una fiesta de la lengua maya quiché, un banquete de diálogos y juegos ingeniosos del habla. Siempre advertí que el maya quiché tiene una fuerza telúrica muy emparentada con los sonidos de la naturaleza.

En tu poesía se hallan referencias al pasado remoto. ¿En qué momento tomas conciencia de esa ancestralidad?

–Yo no leí el Popol Vuh sino cuando tuve como veinte años de edad pero, desde mi infancia, los abuelos narraban fragmentos de ese libro, historias que hacían referencias geográficas reconocibles. Por ejemplo, se mencionaban barrancos que yo conocía, que eran del dominio de la comunidad y donde sucedían acciones que se nos presentaban de manera muy vívida. Esos mismos sitios que menciona el Popol Vuh eran parte de nuestra realidad. Lo que me sorprendió fue encontrar que todas esas historias estuviesen escritas, reunidas y organizadas en un libro. Hoy en día ha menguado un poco esa presencia popolvuhica por las influencias religiosas, políticas, mediáticas, pero afortunadamente es vigente dicha oralidad.

¿Cómo fue tu escolaridad?

En el pueblo, en aquel entonces, nuestra cultura era monolingüe y cuando nuestros padres decidían que asistiéramos a la escuela estábamos obligados a aprender en español y a aprender este idioma. Sufríamos mucho porque hablábamos un castellano muy elemental y rudimentario. Eso provocaba laburla de los maestros y de los compañeros, a pesar de nuestra niñez, pues no podíamos pronunciar bien algunas palabras. El maya quiché carece de algunos sonidos presentes en el castellano, por ejemplo, carece del sonido de la efe. No podíamos decir fósforo y pronunciábamos pósporo, entre muchas otras palabras que provocaban la risa y la burla franca de los otros niños. Era una transición cultural y lingüística bastante complicada.

¿Qué significó para ti dicho tránsito lingüístico, dicha posibilidad de pensar la realidad en dosidiomas?

–Honestamente fue un gran descubrimiento. Me di cuenta de que existía otro mundo allí, al otro lado. Fue como el propio descubrimiento de la lectura y de la escritura que abría puertas hacia otros mundos, hacia posibilidades de imaginación y de expresión inadvertidas. Fue realmente grandioso advertir la fuerza de la palabra escrita y percatarme de las diferentes formas de pensar del indígena y del no indígena. Se me ampliaba el horizonte del nosotros. Comencé a esforzarme por pensar de laotra manera, para comunicarme de manera más clara y precisa con los hispanohablantes o castellanohablantes en su propia lengua. Esa conciencia de los otros reforzaba mi identidad y mi noción de las formas peculiares de comunicación, de esos otros nosotros que habitamos el maya quiché, con nuestro humor y nuestros sentidos de la realidad.

¿Qué aportó la escritura en lengua castellana a tu idioma materno, a tu conciencia de esa lengua del origen?

–Yo era analfabeta en mi propia lengua, la hablaba, pero no la sabía escribir. Así, comencé a apoyar las traducciones que había hecho el Instituto Lingüístico de Verano de los textos bíblicos. Ese fue mi primer patrón para iniciar la escritura en mi propia lengua. El siguiente paso fue esforzarme porque mis autotraducciones no perdieran la riqueza que, en mi opinión, poseen los textos nacidos en mi lengua. Esa fue una lucha interna, conmigo mismo, porque buscaba que no sonaran como si hubiesensido escritos en español y se alejaran de mis propios sentimientos, sino todo lo contrario: que respondieran al lenguaje sencillo que es la naturaleza misma de la lengua maya quiché.

En tu poesía está muy presente tu familia, tu abuelo, tu padre ausente desde muy joven y la relación esencial con tu madre. ¿Qué representó en tu trayectoria poética y vivencial, en tu visión del mundo, lamuerte de tu padre?

–Mi padre fallece cuando iniciaba mi juventud, alrededor de los dieciocho años. Su desaparición marcó una falta muy honda, pues me encontraba en un momento en que su presencia era muy importante en mi desarrollo. Por fortuna mi abuelo estaba vivo y vino a suplir esa figura, esa carencia. Mi abuelo era muy respetado en el pueblo, era un chamán. La importancia de mi abuelo no sólo para mí sino para la comunidad fue determinante en la responsabilidad que asumí desde un principio. Ello significaba que yo debía labrar mi propio camino y mi lugar en el pueblo. Él murió a la edad de cienaños, así que tuvo tiempo suficiente para compartir conmigo muchas de sus experiencias y de su conocimiento de la vida. Creo que esa presencia es notable en
mi poesía.

En alguno de tus poemas hablas de tu propia experiencia, de tus carencias incluso físicas, como es la cojera de la que adoleces desde chico. Ese es un poema muy revelador de lo que esperas de los demás, no sólo la comprensión sino además la solidaridad. Allí aplicas una vez más el humor, la ironía contra ti mismo.

–Es simplemente la aceptación de la realidad, sin dolor, tal como es. Asumir los hechos obteniendo de alguna manera un cierto provecho al encontrar una solución feliz o en otras no tanto, pero siempre enbeneficio de la madurez.

Afirmas que te gustan los poemas que de alguna manera representan el espanto. Sabiendo de laexistencia de un abuelo chamán, ¿qué relación hay entre el espanto y la idea de la capacidad visionaria del poeta y del chamán?

–El abuelo realmente trabajaba la medicina tradicional, en la herbolaria y en los rituales. Participaba en las sanaciones recetando yerbas o pócimas naturales. Pero también con su sabiduría e inteligencia podía resolver algunos problemas psicosomáticos mediante técnicas que implicaban el susto, es decir, el espanto. Cuando comencé a escribir poesía tuve en cuenta esa práctica de sanación del abuelo y asumí que la poesía es otra forma de sanar el alma.

¿Cuál es tu perspectiva de la poesía que se escribe en lenguas indígenas, más allá de su rareza o su emergencia antropológica, política?

–Creo que es un fenómeno nuevo, que empezó a dar sus primeros pasos a partir de 1992, con el famoso Quinto Centenario del Descubrimiento y Conquista de América. Yo creo que la poesía escrita en lenguas indígenas experimenta lo que la mayoría de las culturas, produce una buena y una malapoesía. Es importante la oscuridad para darnos cuenta de la luz, de su importancia y sus significados. El día que nos falte la poesía el mundo quedará mudo. Lo cierto es que la poesía es una herramienta de salvación del hombre.

La Jornada Semanal


Poemas de Humberto Ak’abal


K’o ku riqa

K’o kuriqa
kintzolqomij ri nube
xa jewa kinnatisaj jun jasach.

We ta xa ta kolon kinbin cho nuwach,
kinkowinte nek’uri kinbij chawe
jas ri’ ri ucholaj  ri sachibal jolomaj.

De vez en cuando

De vez en cuando
camino al revés,
es mi modo de recordar.

Si caminara solo hacia adelante,
te podría contar
cómo es el olvido.


Ri abaj

Man xa ta che ri abaj emem,
xa kakik’ol ri kich’awem.

Piedras

No es que las piedras sean mudas,
solo guardan silencio.


K’amal rech tz’inowik

Chi k’o ri’, ri labaj
jela’, ri oj.

Ri uk’amal ri tz’inowik
yuqun ri’b
xa kureye’j  kat’oqkenik
che jun raqonchi’aj.

Chaq’ab ri’
ri xepu k’isinaq chik.

Janik’ jawi xqesaj ri qachuq’ab
che man xqaraq ta qachi’,
ri xibinel xk’is ri uchuq’ab:

xcholchob ri k’am,
are k’ut ri labaj xanimajik!.

La cuerda del silencio

De este lado estaba el espanto
y del otro lado nosotros.

La cuerda del silencio
estaba tan tilinte
que de un momento a otro
se rompería en un grito.

Era de noche
y la vela ya se había consumido.

No sé de dónde sacamos fuerzas
para no soltar el grito,
el espanto se dio por vencido:

se aflojó la cuerda
¡y desapareció!


Ri labaj

Jun q’ij xinwil unonoch’ jun labaj
uyuqun rib cho ri jun chunan tapia.

Ri ik’ xuk’u rib chwij
ri in kinbirbit che xibinaqil.

Chi uxol ri waqan
xin na’o jun maq’ina ja’
xin chomaj che wene ri labaj xin nuchuluj.

El espanto

Una vez vi la sombra de un espanto
alargado sobre una pared recién encalada.

La luna se escondió detrás de mí
yo temblaba de miedo.

Sobre mis pies
sentí caer un chorrito de agua caliente
y creí que el espanto me había orinado.


Maj uchi’ja

Ri qachoch k’o ta uchi’ja,
rumal k’o ta sataq qe
man rajawaxik ta katoqaxik,
chupam xwi kokwi ri tew xuwuje ri oj. 

Sin puertas

Nuestra casa no tenía puertas,
como no teníamos nada
no necesitábamos trancas,
a ella sólo entraba el frío y nosotros.

 

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