Librería ambulante
Por Agustina Rella
En un mundo de realidad virtual, tweets, podcast, algoritmos y mensajes digitales, no sólo los libros se han aggiornado para subsistir sino que las librerías que los albergan y sobre todo aquellas que conservan la esencia de lo independiente, lo libre, lo insurgente y vanguardista resisten y se fortalecen en nuevos espacios.
Esas librerías que escapan a los autores consagrados pero mantienen la curiosidad del lector con innovadores escritores, más cercanos, más humanos, se replican en los barrios de distintas capitales y la misionera no es la excepción.
Más allá de integrar el circuito local de Poesía de miércoles y codearse con escritores contemporáneos, Flori llegó a la librería propia a raíz de la iniciativa de una amiga en Capital Federal, donde vivió, trabajó y estudió varios años. “Una amiga puso una librería en su casa y empecé a estar más en contacto con las editoriales, los escritores. Después por decantamiento me volví a Posadas y entonces ella me dijo: ‘te volvés con libros y vendés’”, arranca explicando.
Así, se las ingenia para armar su propio mercado móvil en un lugar atractivo y que llame la atención del transeúnte, que abra el diálogo, permita el intercambio y el goce literario.