Relatos anfibios

1.533

Relatos Anfibios: cómo narrar una masacre invisible

Después de varios meses de trabajo, Dejusticia y Cartagena Federal lanzaron Relatos Anfibios, un ‘podcast’ que quiere reconstruir acontecimientos olvidados por la historia colombiana. El primer capítulo rastrea el relato de las víctimas de la masacre de 2002 en Los Guáimaros y El Tapón, en los Montes de María.

Por Nicolás Rocha Cortés

“Estamos en San Juan, en los Montes de María. Es el año 2002 y parece un sábado como todos los otros. Es época de lluvia y hace calor. La tierra amarillenta recibe el primer sol de la mañana, la gente se levanta poco a poco y se incorpora a la rutina de un pueblo pequeño del Caribe.

Pero hoy no es un sábado como cualquier otro. Ayer, en una zona a 16 kilómetros de aquí, empezó a escribirse la historia de una masacre que dejará 15 muertos. Tres días después empezarán a llegar al pueblo por tandas los cuerpos, en un alto estado de descomposición, colgados de helicópteros”.

Pedro Espinosa y Sebastián Duque tienen muchas cosas en común. Ambos son cartageneros y aunque uno creció en Pie de la Popa y el otro Blas de Lezo, compartieron su infancia jugando PlayStation y comiendo galletas con Kola Román en la tienda del barrio que no era de cachacos. El primero estudió cine en la Universidad Nacional de Colombia y el otro periodismo en la Universidad Externado. Son primos. Juntos llevan más de dos años haciendo el podcast Cartagena Federal y ahora, de la mano de Carolina Gutiérrez, periodista de Dejusticia, recorren San Juan Nepomuceno, un pueblo en el Caribe colombiano, para descubrir cómo se narra una masacre.

Llevan tres días en los Montes de María escuchando a los familiares de las víctimas contar lo sucedido. Aunque reconstruyen la historia de quienes murieron en las fincas de Los Guáimaros y El Tapón el 30 y 31 de agosto de 2002, su intención no es recolectar anécdotas. Pedro y Sebastián quieren esculpir, con las voces de San Juan, la incertidumbre de una masacre olvidada. A pesar de que los mosquitos se pasean como humaredas entre las casas y el calor, los primos siguen grabando los huecos del pasado y la falta de verdad con la que han vivido los habitantes de este lugar durante años.

Yaneth Meléndez, una de las víctimas que reconstruyen los hechos de la masacre de El Tapón en el podcast Relatos Anfibios. Foto: Cortesía Dejusticia.

“Y sin embargo hoy, en esta madrugada de sábado, las cosas en San Juan transcurren como si no estuviera pasando nada, como si no hubiera acabado de ocurrir una masacre. A eso de las cinco y media de la mañana un personaje, al que en este relato llamaremos Ignacio, viene corriendo con la noticia de que hombres fuertemente armados asesinaron a ocho trabajadores de dos fincas cercanas. Esto es lo primero que sabemos de la historia de esta masacre que ocurrió en dos momentos. Hoy en el pueblo hay siete personas que todavía no saben que en menos de 24 horas perderán la vida en la segunda parte de este hecho que pasará a la historia como la masacre de Los Guáimaros y El Tapón”.

Gracias a su experiencia como director de fotografía, Pedro sabe que desligar la narración de adornos, como lo pueden llegar ser los fotogramas, resulta efectivo cuando la historia está bien desarrollada. Si alguien les cuenta que un carro pasó por ahí el 31 de agosto de 2002, entonces buscan otro auto que pase por ese mismo lugar y graban cómo las llantas mastican la tierra arenosa a su paso. La imagen sobra en el instante en que las voces son capaces de contarle una película al oído y levantar la escena vívidamente en la imaginación de las personas.

Y es que después de más de dos años de trabajar juntos realizando Cartagena Federal, estos primos tuvieron la oportunidad de experimentar con la narrativa sin ningún tipo de límites. Pedro y Sebastián contaron su ciudad desde el sonido del béisbol, los picós de la plaza de toros, la intermitencia de la luz, el retumbar del dominó sobre las mesas del Parque Bolívar, el escozor del sol y el bañarse con agua lluvia. Después de tres temporadas con este podcast necesitaban un nuevo reto.

“Mientras tanto en este mismo sábado, en el pueblo y ya de madrugada, el señor José Luis Contreras, padre de una de las víctimas, sospecha lo peor. Su hijo Francisco, trabajador de la finca Los Guaimaros, no había llegado a dormir la noche anterior y como estaba la cosa en la zona su padre hacía una predicción que rogaba con el alma no fuera cierta”.

Desde que Irina Junieles, jefe de la línea de investigación de justicia transicional de Dejusticia, los contactó junto a la periodista Angélica María Cuevas y les contó la primera versión de los hechos, Pedro y Sebastián sabían que no querían unir fragmentos cronológicamente. No era justo narrar la historia desde un pasado olvidado. Querían traer el relato al presente, construirlo de tal manera que todos los que desconocen el acontecimiento sientan lo que los habitantes de San Juan sintieron.

El proyecto estaba muy avanzado antes de que Pedro y Sebastián se unieran. La idea del director y cofundador de Dejusticia, César Rodríguez, de crear un podcast se venía ya materializando de la mano de todo el equipo de investigación. Parte de su trabajo culminó en la publicación del libro Los Guáimaros y El Tapón, la masacre invisibleA los creadores de Cartagena Federal los contactaron para que adaptaran todos los datos y testimonios al formato que dominan.

Ilustración de carátula del libro Los Guáimaros y El Tapón, la masacre invisible, de Dejusticia, del que surge el primer capítulo del podcast.

 

“El señor José Luis Contreras, acompañado de su compadre de toda la vida, Manuel Luna, y otros siete habitantes del pueblo, salen cerca del mediodía en busca de los cuerpos. Ninguno de ellos creía que no fuese a regresar. Al fin y al cabo no era la primera vez que en la zona un grupo de personas iba a buscar cadáveres a fincas cercanas. El conflicto estaba en su etapa más cruda, y esto, duele decirlo, se volvió una experiencia común en los Montes de María. Había que ir y volver, sin más”.

Mientras la señora Eli se mece en la sala de su casa, Pedro y Sebastián se toman un café y escuchan atentamente cómo la esposa de una de las víctimas les cuenta su historia. Después, se levantan y se dirigen hacia la guayabera de su difunto esposo que está colgada en la pared y a la cual ella le habla de vez en cuando. Graban su risa, su dolor y también su terapia. La graban cantando con un loro, diciéndole a José, su esposo, que está pelado. La graban viviendo y a través de su vida logran honrar la muerte de su ser querido. Lo mismo hacen con Yurleidis, José y Yamita, otros familiares de víctimas.

Desde que el equipo de Dejusticia se imaginó la historia se propusieron crear un contenido que le fuera útil a un magistrado de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) o a un comisionado de la verdad para tomar decisiones sobre la masacre. El fin es visibilizar y representar a quienes han perdido a sus familiares. Ir más allá, no continuar con la práctica extendida de explotar una historia sin hacer nada al respecto. En otras palabras, tienen claro que se debe trabajar para que los hechos permanezcan en la memoria, pero que ese ejercicio de memoria tiene que estar acompañado de herramientas que permitan la reflexión.

Es por eso que un año de trabajo con la comunidad de San Juan (talleres de reconstrucción de memoria, compilación de testimonios y formación de relatos) culmina en lo que hoy Pedro y Sebastián están haciendo: escuchando a la señora Eli hablar con una guayabera que alguna vez cubrió el cuerpo de su esposo mientras terminan de sorber café caliente en un pueblo a una hora y cuarenta minutos de Cartagena.

“En el primer momento de esta masacre, ocurrido el viernes 30 de agosto del 2002 en las fincas Los Guáimaros y El Tapón, mueren Jose Manuel Tapia Pájaro, Heberto Meléndez, Danilson Cantillo, Joaquín Ortega, Manuel Muñoz Yepes, Francisco Javier Contreras Lang, Eugenio Mercado y Sergio Herrera. Y al día siguiente, el 31 de agosto, pierden la vida José Luis Contreras, Manuel Luna, Andrés Romero, Rafael Barrios, Roberto Blanco, Rafael Santana y Rider Ramírez. Dieciséis años después todavía no está claro qué sucedió. ¿Quién lo hizo? ¿Con qué motivo? No entendemos cómo la tercera masacre más numerosa de la historia del conflicto en Bolívar ha permanecido invisible para las autoridades, desconocida y por lo tanto irrelevante. Esta masacre no se nombra, no figura en los relatos históricos más conocidos de la guerra, por eso queremos contar lo que pasó, queremos evitar que caiga en el olvido”.

El día se termina y deben regresar a Bogotá. Los testimonios están pero falta lo más importante: tejer la historia con la voz de Pedro como hilo conductor. “Estamos en San Juan, en los Montes de María. Es el año 2002 y parece un sábado como todos los otros…”, después de eso los sonidos que grabaron empiezan a cobrar vida. Los carros se ven, el lodo se siente y las aspas del helicóptero retumban en los oídos. La voz de una mujer aparece, luego la de un hombre y después la de otro, y alternan su acento cartagenero con cada fragmento de la narración.

Un par de días después terminan la pieza. Sebastián la comparte con el equipo de Dejusticia y hacen los cambios pertinentes. Ahora solo falta un visto bueno: el de sus protagonistas. Relatos Anfibios es un espacio en donde no solo los periodistas e investigadores se retroalimentan entre ellos, sino donde los verdaderos dueños de estas historias también opinan. Para alegría de todos, las noticias desde San Juan son positivas: aprueban el capítulo y el proceso sigue su curso.

Pedro y Sebastián siguen trabajando, ahora en el siguiente capítulo de Relatos Anfibios: viaje a la incertidumbre, pero también en el que le sigue a ese: voces desde el cocal. El trabajo no para y es que en este país el olvido nunca deja de crecer, es un abismo infinito. Los primos tienen claro que ellos son contadores de historias, no “podcasteros”, ni periodistas o cineastas –aún respetan demasiado la imagen como para usarla–. Por ahora seguirán contando historias, hoy desde Cartagena Federal y Relatos Anfibios, y mañana quién sabe desde qué lugar y a favor de qué olvido.

“En 2018 todavía no se sabrá quiénes cometieron la masacre, bajo órdenes de quién, con qué motivos, por qué asesinar trabajadores inocentes… y dieciséis años después de la masacre las personas cuya vida cambió desde ese momento fatal seguirán esforzándose por saber en verdad qué ocurrió aquel fin de semana lluvioso de agosto.

Desde Dejusticia y Cartagena Federal, esto es Relatos Anfibios, mi nombre es Pedro Espinosa, quédense con nosotros”.

Escuche abajo el primer capítulo de Relatos Anfibios:

Revista Arcadia

También podría gustarte