Tulio Mora, el poeta de los seres anónimos

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Tulio Mora: parte uno de los broches mayores de Hora Zero

El poeta Tulio Mora Gago (Huancayo, 1948 – Lima, 2019) acaba de partir en silencio, mientras que sus versos resuenan y viven combativos en las mentes de sus lectores. Quien fuera integrante del movimiento Hora Zero, nos ha dejado de manera física, pero sus versos se mantendrán incólumes al paso del tiempo.

Esta aciaga noticia nos recibe ad portas de la celebración por los 30 años de su poemario más intenso y en el que el Perú se ve reflejado en blanco y negro: Cementerio general. Fue en 1989 en que apareció este libro, donde Mora materializó la idea de reunir la historia y su afán en discutir los problemas del país en voz de personajes anónimos, o en aquellos que tuvieron un papel decisivo en nuestro devenir histórico.

“Cementerio general es quizás el único libro que me ha dado la recompensa de un trabajo. La mayoría cuando menciona a Tulio Mora se acuerda de Cementerio general”, sostuvo el poeta en la presentación de la cuarta edición de su libro más conocido, pero no el único, pues en Oración frente a un plato de col y otros poemas (1985) ya se reflejaban los años de confrontación social en el Perú.

Nació en la ciudad de Huancayo, el 15 de febrero de 1948, donde vivió hasta la adolescencia, pues luego viajó a Lima para estudiar Medicina –carrera a la que ingresó, pero no cursó– y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se integró muy joven al movimiento poético Hora Zero, dando impulso a la segunda etapa de este grupo, donde destacaban las voces de Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Enrique Verástegui, entre otros.

“La poesía ya estaba instalada en mí cuando me hice poeta, de modo que seguí el camino en el que encontré a otros jóvenes reunidos en Hora Zero. Entonces tuve como un desvelamiento: había que comenzar de cero o casi de cero. En ese trabajo he pasado mucho tiempo. No soy de los que se hacen ilusiones con la poesía, no vivo de ella, de modo que si logré algo pues qué bueno, y si no, el mundo seguirá rodando”, afirmaba en una entrevista al portal Letralia en febrero de 2010.

Tulio Mora Gago, Jorge Pimentel, Fernando Sánchez “Carancho”, Rosina Valcárcel Carnero, Leoncio Bueno, Juan Ramírez Ruiz y Zevallos – Foto: «Chino» Domínguez

Vivió en Argentina y México, donde se relacionó con los poetas del Infrarrealismo, donde destacaba un joven poeta que luego se haría célebre como narrador: el escritor chileno Roberto Bolaño. Realizó trabajos editoriales en la capital mexicana hasta que regresó al Perú en 1985, en circunstancias en que el país se desangraba en una guerra interna.

Ese fue el caldo de cultivo que daría pie a sus poemarios Oración frente a un plato de col y otros poemas y a Cementerio general, cuyo detonante fue la matanza de los penales de 1986. El libro lo tenía en mente, pero ese hecho hizo que el proyecto se impusiera, que se volviera urgente.

Mora ha trabajado como periodista, ha hecho investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos y ha publicado tres libros por invitación de Aprodeh. Además, como investigador ha hecho el trabajo crítico y la antología más completa y testimonial de Hora Zero. Así, en 2009 vio la luz Hora Zero: los broches mayores del sonido, obra que sirve de valiosa fuente documental sobre dicho movimiento poético.

Su labor de poeta venía desarrollándola de manera silenciosa, aprovechando especialmente los momentos libres, así fue que en 2018 apareció Oncecielos, y como editor rescató la obra poética perdida del también horazeriano Manuel Morales.

En los últimos meses afrontaba una difícil enfermedad, contra la que batallaba con dignidad y en silencio.

Desde la Casa de la Literatura, expresamos nuestro pesar a su compañera, la también poeta Tatiana Berger, así como a sus hijos, familiares y hermanos poéticos de Hora Zero.

Descanse en paz, Tulio.

Casa de la Literatura Peruana


Entrevista a Tulio Mora

Por Gonzalo Geraldo y el equipo de Carcaj

Tulio Mora es un reconocido poeta nacido en Huancayo, Perú, en 1948; ha sido una de las voces principales del movimiento poético de vanguardia Hora Zero, que sacudió la escena poética de Perú y de Sudamérica en los años 70. Algunas de sus obras más destacadas son: Mitología (1977), Cementerio General (1989), Simulación de la máscara (2006), y la antología Hora Zero: los broches mayores del sonido (2009). Aprovechando su reciente visita a Chile, quisimos hacerle una entrevista, la cual fue realizada en conjunto con Gonzalo Geraldo.

-El movimiento poético Hora Zero se desarrolló (a partir de los años 70) dentro de uno de los periodos más violentos de la historia reciente del Perú y de Sudamérica. Dentro de ese contexto, Hora Zero siempre apostó por un “compromiso político”, no a la manera tradicional de los partidos, sino ante todo por un compromiso con la vida misma, afirmando una “poesía viviente”, que no invitara al “pacto con las fuerzas negativas”, como decían Pimentel y Ramírez Ruiz en “Palabras urgentes”.    

¿Cuáles eran esas fuerzas negativas contra las que era necesario escribir en ese momento? ¿Son las mismas que hoy en día? En ese sentido, ¿hay una diferencia entre escribir poesía en los años 70s y escribir ahora?

-En los 70 no hubo violencia, más bien hubo un gobierno militar atípico: el velasquismo, que fue reformista, expropió los latifundios y entregó esas tierras a los campesinos. Fue el gobierno que derribó lo que en historia llamamos la república oligárquica que se estableció a sangre y fuego desde los años 30. Con el derrumbe de las estructuras socioeconómicas también sobrevino el cuestionamiento a la visión estética del Perú, en todos los campos. Hora Zero no fue una excepción, en esa década aparecieron pintores, músicos (de rock, por ejemplo), cineastas con una visión más articulada de país. Poéticamente hablando, HZ cuestionó que los poetas no recogieran el habla popular, que no escribieran desde la perspectiva del otro y que no recogieran los diversos registros de la escritura (la narrativa, el ensayo, el lenguaje mediático, dramatúrgico, etc.) en lo que denominó el “poema integral”. Estos fueron sus mejores aportes con los que enfrentó la década de los 80, cuando empezó la guerra interna, y sobre la cual escribió los primeros libros de poesía que hoy son referenciales. Me refiero a “Tromba de agosto” (Jorge Pimentel), “Taki Onqoy” (Enrique Verástegui), “Las armas molidas” (Juan Ramírez Ruiz), “Cementerio general” (Tulio Mora).

Hoy son otras las fuerzas negativas. Debemos contar al neoliberalismo y al fujimorismo que han refundado una república conservadora, discriminadora y corrupta. El Perú se va acercando peligrosamente a México y no veo a los jóvenes poetas escribir sus alegatos de época: contra el ecocidio y la corrupción. Más bien los veo conformistas, solipsistas y con desesperados deseos de ser reconocidos. Como saben que la poesía no otorga reconocimientos en el país, se han dedicado a escribir novelas. Eso es un suicidio: la poesía peruana es valiosa, la novela tiene pocas excepciones, la mayoría no es precisamente referencial en el continente. Pero creo que eso no les importa, sino ganar dinero por lo que escriben, ser escritores profesionales.

-¿Cuál era la función del grupo, organizado como movimiento, en el desarrollo o la búsqueda de una escritura? ¿Cómo se relaciona una poética nacida de una búsqueda grupal con una idea individual, autoral de la poesía?

-El grupo poético, por muy disparatado que sea, funciona como un partido político. Eso le da el componente divertido que recrea tan bien Roberto Bolaño en “Los detectives salvajes”. Hay liderazgo, directivas y expulsiones, congresos y disidencias. Con todo eso, en HZ hubo una concurrencia casi mística. Por ejemplo quien ingresaba al movimiento tenía que demostrarlo mediante un “acto contundente”: repartir volantes, proporcionar materiales para las publicaciones, organizar recitales. Y cada quien cumplía con esta orden. Algo más importante: cumplió con extender el movimiento a las demás regiones del Perú, que no tenían un pasado literario y de donde procedían muchos de sus integrantes. Así se crearon bases en Chiclayo y Chimbote (en la costa norte), en Huancayo y Cerro de Pasco (sierra central) y en Pucallpa (en la selva). Esa descentralización fue la piedra basal de su permanencia en la poesía peruana que es hasta hoy centralista y canónica.

Por supuesto, hubo quienes se retiraron, pero el movimiento sobrevivió. Así empezó la segunda etapa de HZ en 1977 -ya sin la presencia de Juan Ramírez Ruiz y de algunos que lo rodeaban- y tuvo vida orgánica hasta el 2000, por lo menos. Hoy muchos se siguen considerando de HZ aunque ya no haya una actividad grupal intensa, aparte de los recitales y alguna que otra presentación.

Otro punto importante que siempre se tuvo claro fue que el nombre HZ no era una marca o paraguas bajo el cual uno ingenuamente podía ampararse. Un movimiento no convierte a nadie en poeta, esta tarea es una construcción individual. Un grupo no puede uniformar las escrituras, como algunos tontos nos decían (y entre ellos hay críticos literarios no solo peruanos): las experiencias personales son indivisibles. Si tomamos en cuenta a WC Williams, para quien la escritura es memoria, imaginación y experiencia, obviamente ninguno de estos tres requisitos puede ser clonado grupalmente.

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-¿Qué relación tuvo Hora Zero con el Infrarrealismo, a nivel político y a nivel literario?

-El infrarrealismo es nuestro gemelo, poética y políticamente, aunque La diferencias entre Perú y México sean notorias. Estuvimos relacionados desde la primera etapa (1970-73) y de manera más activa en la segunda (1977-2000) cuando yo viajé a México y conocí personalmente a Mario Santiago, Pedro Damián, los hermanos Méndez, Mara Larrosa, José Peguero y Lupe Ochoa. A mi regreso mantuvimos esa relación, por eso en el 2000 elaboramos con Bolaño una antología que salió publicada en Venezuela, luego yo amplío esa obra a su verdadera dimensión en 2009 con el título “Los broches mayores del sonido”, y a cuya presentación vinieron los infras de México y España, en 2013 publicamos en Lima la 2ª edición de la antología infrarrealista que elaboró Rubén Medina un año atrás en México (profesor de la universidad de Wisconsin), con la asistencia de Rubén y Peguero. Debo agregar que desde hace 5 años en Barcelona, la editora argentina Ana María Chagra, horazeriana, y el poeta y músico chileno Bruno Montané, amigo íntimo de Roberto Bolaño, han creado la editorial “Sin fin” donde se han publicado libros de Mario Santiago, Jorge Pimentel, Cuauhtémoc Méndez, libros que a su vez se están reeditando en México. Como verás la relación se ha reforzado aún más.

-¿Qué impacto tuvo la derrota política de los movimientos revolucionarios latinoamericanos en la escritura poética? ¿Había un horizonte de victoria o derrota para la propuesta poética de Hora Zero?

-Yo diría que ninguna, más allá de nuestros compromisos políticos personales. Muchos de HZ fuimos de izquierda y por supuesto que nos sentimos muy decepcionados y sin horizonte cuando el socialismo se derrumbó. Pero nosotros mismos habíamos hecho críticas feroces a ese tipo de socialismo, de modo que la decepción era más bien un sentimiento relacionado con el triunfo de las fuerzas oscuras que ingresaron con el liberalismo. En ese momento la derrota parecía irreversible, hoy vemos que la humanidad ya está sacudiéndose de la neoesclavitud liberal. Es una batalla larga, aun no puede avizorarse un desenlace, pero la tendencia está marcada. Lo que me sorprende es que no veo a la nueva poesía acompañando ese nuevo proceso.

-¿Existen, hoy, a su juicio, escrituras que puedan llamarse revolucionarias?

-Deberían existir, ¿no? El proceso histórico de la literatura es la irrupción de un movimiento que posteriormente es sacralizado y a su vez es interrumpido por la insurgencia de otra fractura. Es lo que se conoce como la temporalidad pendular que va del romanticismo al clasicismo y viceversa. Hoy el mundo tiene un contexto para revolucionar las formas y los contenidos literarios. Más aún: la tecnología es un componente que te exige una renovación permanente.

Resultado de imagen para tulio mora-En su poesía ha existido siempre la preocupación por darle o cederle la palabra al otro, a un otro al que normalmente le está negada la posibilidad de la palabra, ya sea porque está muerto, porque es un inmigrante, un niño, o un animal. ¿Cuál ha sido la importancia de esos otros marginados en su trabajo poético?

-Sí, desde mi primer libro, “Mitología” (1977), he escrito sobre el otro. La pluralidad de voces en un poema te sugiere algo cercano a la polifonía social. El poeta es como un director de una orquesta de música.

-¿Cuál es hoy el horizonte de su escritura?

-Depende del entusiasmo que le ponga a los temas que se me presentan. Por ahora, quiero concluir “Cementerio general”, el cual fue pensado con 100 poemas, y encontrar un historietista para publicar un poema dramático cuyo título es “Oncecielos”.  También tengo deudas pendientes con Manuel Morales, un poeta de culto que solo dejó un libro y cuyos poemas inéditos me entregó su familia que vive en Brasil. El año entrante debo publicar 40 de ellos traducidos del portugués. Y finalmente he reunido mis ensayos para entregarlos en un libro. No tengo más proyectos.

Septiembre 2017

Carcaj


Selección de poemas

Túpac Amaru (1740 – 1781)

Todavía hablan de mí situándome en el centro
de la imagen -las cuerdas, los caballos,
mi cuerpo que defiende la unidad intacta
de sus miembros-, y remordidos
prefieren mantenerme ingrávido en el aire.
Se llenan de frases elegantes al citarme:
Aquí no hay más culpables que tú y yo,
……………tú por someter a mi pueblo,
yo por pretender liberarlo.
……………Y hasta el horror se les antoja recurrente
al indagar en los folios del castigo
lo barroco de mi queja: Onze coronas
de hierro con puntas muy agudas,
……………que le han de poner en la cabeza…
…Por la parte del cerebro se le introducirán
……………tres puntas de hierro ardiendo
que le saldrán por la boca…
Qué decir de sus sospechas,
siempre irreprochables, al implicar
en la forma torturada
una metáfora de culpas nacionales
(el equilibrio entre mi cuerpo indivisible
y el verdugo que quiere fragmentarlo,
¿no evoca al equilibrio suicida del Perú,
su imposible armonía?).

Y se escudan en los mitos y obsequiosos
de palabras fermentan en mis miembros mutilados
(por los que yo sufro
mientras ellos investigan)
inconcretables utopías: Cuando su cabeza,
que escondieron debajo de palacio de gobierno,
……………se encuentre con sus extremidades,
volverá el tiempo de Inkarrí.
……………Y esperan que otra vez Areche me coloque
entre los potros del tormento,
y el hacha, ya no los animales,
en las diestras manos del verdugo
separe mis huesos de sus goznes
para encontrar sentido a sus asertos.
Inútil recordarles a los muertos precedentes:
que mi esposa Micaela caminó hasta el cadalso
sin bajar la vista (y eso que llevaba
la lengua hecha un guiñapo y salpicaba sangre
en las finas ropas de Matalinares);
que Tomasa Titu se rió de los cuchillos;
que el negro Oblitas derramó dos lágrimas,
no por la inminencia de su muerte,
sino por lo enojoso de las despedidas;
que, en fin, mis hijos aguardaron con paciencia
que uno a uno los fueran destroncando.
Prescindible es el dolor para tan eruditas
reflexiones: ¿abjuré del rey y sus impuestos?

¿Sobreestimé las condiciones subjetivas
y el carácter de masas de la insurrección?
¿No fui un novato en estrategia?
Pero al cabo generosos
exaltan mis virtudes
caras al siglo de las luces:
era un noble arriero que vestía
……………de negro terciopelo y cabalgaba un potro blanco
y se sabía de memoria a Garcilaso
……………y montaba el drama del Ollantay
antes de entrar en la batalla.
……………Un look para el consumo: los cabellos largos
coronados por un sombrero con el pico rombo
y el ala tiesa y circular -ideal

para levantar turistas en el Cusco.
Una tentación de los arcanos astrológicos:
Huáscar versus Atahualpa,
Manco Inca versus Paullu,
Túpac Amaru versus Pumacahua,
los pares fratricidas -Géminis, sin duda.
Una extravagancia de genealogistas:
rastrear sangre de mi estirpe
en las cortes de Polonia y Portugal.

Un recurso del poder:
citar un verso del poema vigoroso de Romualdo
(querrán matarlo y no podrán matarlo)
cuando la mancha india se arrebata.
Nada más oportuno para todo
que el agonista prometeico,
el que muere porque no muere.

Si tanto saben de mi vida y de mi gesta
¿por qué no revierten mis fracasos
y después me echan en tierra a descansar mi muerte?


Dos verdades

Una verdad es que cuando croan todas
las ranas del altiplano
en pocos momentos empezará a llover.

Definitivamente nunca fallan coro y tormento.

Tienen la precisión que le debe a la fascinación
la algarabía de un poema.

Las batracias no necesitan de la videncia o la religión
ni de la ciencia o la filosofía.

Apenas aplican el canto aprendido
desde su nacimiento oliendo en el viento
lo que su pecho despertará,
la plegaria melodiosa que no distingue
sino el júbilo compartido
por el agua que vaciará el lago del cielo.

¿Podríamos llamarlo felicidad o solo un aprendizaje
depurado en millones de años?

¿Y qué hemos aprendido nosotros en el mismo tiempo
que no sabemos cantar hasta hoy con el mismo fervor?


Guillermo Cárdenas
(1928- 1984)

Para mi fueron compuestos
los Cocaine Blues de Cyril Lefebvre
que en un poster de mi celda
ofrecía la circunferencia
dulce de su Banjo.

Para mi fueron cantados
los versos de Cole Porter:
I got kick for yo.

Tuve clientes más ilustres
que Freud, Mike Jagger
o el papa León XIII.

Yo convertí al Perú
en la cocaína exportadora
más grande del planeta.

Yo pasé de la polvera ejecutiva
al consumo horizontal
sin bad landing ni adicción.

Yo introduje mi producto
en aviones de juguete y a control remoto
que el Time llamó
la audacia tecnológica del crimen.

Yo ofrecí pagar la deuda de mi país
con una fórmula antiimperialista
el FMI es al Perú
lo que la coca a EE.UU.

Me mataron
los modos y los recodos
de mis socios del gobierno.
En el patio de un motín
me mataron con la hoja sucia
de un longo verduguillo.

Rey de los panes,
rey de la madera,
rey de los cristales
puros y rosados por el éter
bajo la hierba mis huesos no descansan
porque canta cuando cagan los Zorzales.

 

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