Gonzalo Alfonsín, director del FITLA: «Descentralizar es lo fundamental»

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Del 13 al 21 de abril se desarrolla en Buenos Aires el FITLA, Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano Âmbar. Con una propuesta democratizante y diversa, el Festival pondrá en escena en diversos puntos de la ciudad y el conurbano obras teatrales y actividades que dan cuenta del lugar que atraviesa el teatro regional en el presente. NodalCultura conversó con Gonzalo Alfonsín, director del Festival.

Por Daniel Cholakian

¿Cómo se creó y sostuvo un festival tan diverso e itinerante?

El festival tuvo su primera edición en San José de Costa Rica en 2013. La segunda en Salvador de Bahía en 2015 y la tercera, anterior a esta, en Lima en 2015. El Festival es bienal y se hace en los años impares. Su historia está relacionada con la historia del colectivo Ámbar, que somos los organizadores, y surge en 2010 en el teatro Malayerba (Ecuador), en un encuentro de formación de los que hacen anualmente Arístides Vargas y su equipo.

Entre el grupo de estudiantes y artistas internacionales que participó allí se armó una linda dinámica de grupo y fue el propio Arístides quien propuso que siguieran en contacto para consolidar ese grupo. Esas cosas que se dicen y se siente en el momento, pero difícilmente luego se hacen. En este caso sí se hizo. Fue Daniela Chávez Palomino, compañera peruana que en ese momento vivía en Costa Rica y ahora vive en Brasil, la que tomó la posta y convocó al año siguiente a todos los participantes a Lima a tomar un taller con otro de los grandes grupos del teatro latinoamericano, el grupo Yuyachkani.

El tercer encuentro ya se organizó de modo exclusivo para los miembros del grupo Ámbar. Lo hicimos en el Teatro de los Andes, otro de los grandes grupos y otro de los grandes maestros.

Luego de esos tres encuentros, ya en Costa Rica, además de un encuentro de formación con la agrupación Abya Yala, se decidió hacer el primer FITLA. El objetivo de ese primer festival fue mostrar nuestros trabajos. Fue un festival pequeño, con pocos apoyos y hecho solo con miembros de la red. En Brasil se agrandó la cosa. Ya teníamos varios de trabajo, el grupo estaba consolidado, entonces las compañeras que tienen bastante experiencia en gestión lograron que tuviéramos el apoyo de Iberescena y eso nos permitió crecer. Pudimos invitar otras agrupaciones y hacer que participen muchos artistas de Brasil.

Al año siguiente hicimos un taller de creación colectiva con el Teatro La Candelaria (Colombia) y luego hicimos el tercer FITLA en Perú, que fue de las dimensiones parecidas a las de Brasil. Este año tocaba venir a Argentina, que fue hasta ahora el único país miembro donde no había habido encuentros, y como soy el miembro más antiguo de la red me tocó a mí coordinarlo.

Lo itinerante surge de esta historia de la red. Está en muchos países, es un grupo de grupos: somos cerca de 100 miembros de casi 30 agrupaciones. Es una red abierta y cambiante.  El carácter itinerante está también a muchos de nosotros que somos un poco nómades y siempre nos impulsa el objetivo de intercambiar saberes y diseminar las herramientas. Nuestra idea es tomar talleres con maestro para luego compartir esos saberes en nuestros respectivos países.

En la programación hay artistas muy reconocidos relacionados a nuevas formas de la dramaturgia; como la performance y el circo. También muchos trabajos que ponen al cuerpo como lugar de resistencia. ¿Qué podés contar al respecto de estos encuentros que nos propone el FITLA?

Si, por un lado hay artistas de mucho renombre como Arístides Vargas, los componentes del Teatro de los Andes, Conchi León o Aristizabal, junto a las nuevas dramaturgias. Allí aparecen las nuevas dramaturgias y el cuerpo en escena como forma de resistencia, eso es muy notable en los espectáculos que vienen de Brasil.

Pero también tiene que ver con la línea de trabajo que tenemos desde 2010 que es recuperar la tradición de teatro de grupo y creación colectiva junto a la trabajar la dramaturgia de actor. Y si hablamos del actor, él es cuerpo y voz. Como nuestro colectivo tiene una gran base en el teatro antropológico, lo corporal y lo vocal siempre es muy importante y se ve en todas las propuestas.

Yo no soy especialista en el teatro de Brasil, pero siempre es llamativo como muchas de las propuestas que son seleccionadas para el FITLA son brasileras. Nos costó mucho no incluir más obras de ese origen para ser equilibrados. Siempre las propuestas de Brasil son muy potentes, muy interesantes. Quizás eso tiene que ver con la gran producción que tienen y los apoyos que hasta ahora solían tener.

Hay un espectáculo, La pajarera. Gesto femenino de resistencia, que entra en esta categoría de nuevas dramaturgias y del cuerpo en un discurso de resistencia. Hay varias de las propuestas que hablan de esto, como Viento nocturno, de Héctor Aristizábal, un unipersonal muy potente que relata su propia historia como víctima de la tortura en Colombia. Dura 35 minutos que te dejan tarado y luego, durante media hora, Héctor hace una dinámica de taller sobre teatro del oprimido con el público.

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¿Cómo estás viendo y cómo caracterizarías este momento de la escena de nuestra región?

Esta pregunta es muy similar a la que le hizo Jorge Dubatti a Arístides Vargas en la presentación del festival. Él dijo que es muy difícil definir al teatro latinoamericano porque allí dentro hay muchísimas vertientes, técnicas y temáticas. Señaló que es muy diferente lo que se hace en las ciudades de Argentina y lo que se crea en la región andina. Mencionó el teatro brasileño por separado. Lo mismo separó el centroamericano y el del Caribe, como dos escenas diferentes. Y por supuesto también el mexicano.

También dijo que había escenarios muy distintos dentro de cada país. No es lo mismo el teatro que se hace en Buenos Aires del que se hace en el norte, o en la Patagonia o en Cuyo. Yo agregaría que incluso dentro de Buenos Aires hay una gran diversidad de propuestas teatrales.

Si tengo que pensar en el teatro latinoamericano pienso en los maestros del Teatro de los Andes, el Malayerba, el teatro La Candelaria, que están dentro de una misma línea de trabajo, que se mantiene en el tiempo. Sobre esas tradiciones se puede seguir construyendo con nuevas búsquedas y nuevos temas, pero rescatando aquella esencia. Como dice esa frase “no busquen a los maestros, busquen lo que buscaban los maestros”.

Arístides también habló de la recuperación de las formas teatrales que se encuentran en las tradiciones de los pueblos originarios. Aquellas formas primeras de los actos rituales o religiosos. Esto es algo que también se está haciendo visible en el teatro de América Latina y el Caribe.

¿Por qué la elección de las sedes y zonas para el Festival, mayoritariamente por fuera del centro de la Ciudad de Buenos Aires?

Descentralizar el Festival es central en el FITLA. Desde la primera edición buscamos correr del centro la actividad artística, como forma de democratizar el acceso a la cultura. Por eso también hay muchas propuestas gratuitas y muchas con entrada a la gorra. Lo mismo intentamos con los talleres. Aunque la mayoría de ellos son pagos, pero tenemos algunos gratis o con contribución voluntaria.

Originalmente el Festival iba a ser en la Patagonia, porque teníamos la idea de salir de Buenos Aires, que es la gran metrópoli cultural de Argentina. Pero no pudimos hacerlo allí. De modo que cuando entendimos que lo haríamos en Buenos Aires, decidimos correrlo del centro y lo llevamos hacia la zona norte de la ciudad. También incluimos algunas salas en zonas más céntricas y una sede en el Teatro Catalinas, en el sur. Hay muchas sedes para que el teatro llegue a la gente.

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¿Cómo son las propuestas de talleres durante el Festival?

Como bien dijiste el FITLA es un festival, pero también es un espacio de encuentro e intercambio. Este festival va, como la mayoría, hacia afuera, pero también hacia adentro. Incluso al finalizar la muestra, durante cuatro días hacemos un encuentro de intercambio interno entre todos los miembros de la red donde analizamos lo sucedido en el festival y compartimos los trabajos en proceso y hacemos talleres. La idea es que esto además nos permita retroalimentarnos.

La mayoría de los grupos que viajan a Buenos Aires dan talleres, por lo cual hay una dinámica muy interesante de intercambio porque las experiencias y las culturas son muy diversas. Ese intercambio es en doble sentido, hacia afuera y hacia adentro. En la mayoría de los talleres los participantes son protagonistas. En cada uno de esos encuentros se da una cosa muy potente.

Programación FITLA
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