Festival Basado en Hechos Reales en Buenos Aires: el decir de una región que se hace cargo

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Por Lucía Cholakian Herrera para NodalCultura

Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida”: aquella vez que Gabriel García Márquez recibió el Premio Nóbel de Literatura puso en palabras esa estaca y a la vez salvación que es contar a la región latinoamericana con las letras y símbolos que tenemos a mano. El desafío de quien quiera retratar a una región con recovecos infinitos sin recurrir a mitos lejanos o metáforas demasiado abstraídas: América Latina, en palabras, es la ficción que se come a sí misma. Tiene todos los elementos para ser leída como una novela fantástica, y están todos los motivos para tomarla literalmente y entender que esa letra es ni más ni menos que la realidad misma. 

La tercera edición del Festival Basado en Hechos Reales (BaHR) es un encuentro gratuito de tres días de duración para leer, mirar, pensar y experimentar las distintas formas de la no ficción. Este año se llevará a cabo los días 28, 29 y 30 de noviembre en el Centro Cultural Kirchner y tendrá una agenda cargada de voces regionales que discutirán en paneles y actividades el presente de los medios y la producción periodística enfocada en lo narrativo. Durante esta edición se pondrá el enfoque en la edición, proponiendo en el programa actividades para pensar no sólo el lugar de las y los editores sino también el ejercicio de recibir y tomar una edición como redactores/as. 

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A pesar de que la lectura y producción del periodismo narrativo crecen cada día más, surgen algunas preguntas ante un evento de estas dimensiones: ¿por qué llama tanto la atención el periodismo narrativo? ¿hay una demanda producto de necesidades sociales, intelectuales, culturales y políticas? Y sobre todo: ¿qué puede lograr el periodismo narrativo en América Latina? Para discutir estos ejes conversamos con Juan Heilborn, editor visual de El Surtidor de Paraguay y Roberto Herrscher, director de la Carrera de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, y autor de Periodismo narrativo (Marea) y de Los viajes del Penélope (Tusquets) 

Hechos versus conspiranoia

Juan Heilborn dictará el jueves un taller llamado “Edición ilustrada de noticias” y formará parte del panel “Infoxicados” el sábado 30. En ambas instancias pondrá en juego experiencias de medios que combinan distintos diseños, soportes y recursos para contar historias con mayor profundidad: los riesgos y estrategias para hacer un mapa tridimensional de historias reales. Sobre estos desafíos y las posibilidades narrativas de hoy conversamos en la siguiente entrevista: 

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El Surti es conocido como un medio disruptivo y que disputa narrativas dentro de una sociedad que tiende, cada vez más, a un conservadurismo censor. ¿Qué rol crees que puede jugar el periodismo narrativo ante las avanzadas de derecha, tanto en Paraguay como en América Latina? 

En este momento el periodismo tiene la tarea de disputar la prevalencia de los hechos y los derechos por sobre las narrativas que se basan en creencias antes que en evidencias. Y los formatos periodísticos deben llegar a públicos cada vez más de nicho y de consumo especializado de información. Por ejemplo, para el inmenso público de YouTube el periodismo verificado y atractivo debe competir con muchísimo contenido de pseudociencia y conspiranoico. Y compite en desventaja porque para mentir no hace falta verificar, solo enlazar una mentira tras otra. En el caso de El surti, nuestro periodismo ilustrado se difunde mayormente en las redes sociales y cumple el rol de ser un contrapeso a un discurso hegemónico en un país muy conservador, desigual y con índices de desarrollo por debajo de la región. Nos gusta resumir que nuestro periodismo combina el enfoque de derechos, el rigor del oficio y la potencia de la ilustración.

Fueron premiados por innovación, uno de los mayores desafíos del periodismo independiente en América Latina por ausencia de recursos o de medios de producción tecnológica. ¿Cómo se plantearon el ‘innovar’? ¿Qué lugar crees que tienen las nuevas tecnologías en la forma de contar historias sobre todo en nuestra región?

Somos una organización pequeña y relativamente nueva. Y llegamos a este formato de medio con metodologías de constante innovación, de hecho. No nos planteamos innovar, estamos seguros que si no cambiamos cada tanto vamos a ser irrelevantes. Y no necesariamente innovación basada en la tecnología, también puede ser en formatos, formas de relacionarnos con la audiencia, maneras de trabajar en equipo, canales fuera de redes sociales, etc. Por supuesto, ahora todo tiene que ver con tecnología, pero, a veces, volver a lo que alguien hizo antes, mezclarlo con otras cosas y plantearlo con honestidad puede ser innovador.

Las nuevas tecnologías permiten una diversidad inédita de formatos para contar historias, eso me parece fascinante. El problema es cómo hacemos que esas historias lleguen a la audiencia que las necesita; y ahí las tecnologías pueden ser también una traba. 

El BAHR es un evento que generalmente reúne a periodistas de distintos puntos del mundo, pero convoca sobre todo a público periodístico porteño, de Buenos Aires. Me gustaría saber si tenés alguna lectura acerca de qué distingue al periodismo narrativo de acá respecto a otros países del cono sur o del mundo.

La tradición narrativa de Buenos Aires es muy importante para la región, para los paraguayos es la primera referencia como metrópoli –aunque no sea la única– y de su industria editorial nos educamos todos los pre-internet –desde los cómics a las enciclopedias. Tengo la sensación que la crisis del modelo de negocio editorial, luego de décadas de bonanza, crea muchos temores lógicos en la gente que trabaja la narración. Pero también veo mucho entusiasmo en experimentar con nuevos lenguajes y formatos; intuyo que las generaciones más globalizadas quizá sienten menos el peso de la tradición y quizá no olviden lo mejor de ella.

Ejercicios de memoria

Roberto Herrscher participará del #3Basado dictando un taller este sábado 30 de noviembre llamado “La cocina de la crónica”. Allí propondrá claves para hacer un periodismo descriptivo a partir de objetos y sabores. Sin tratarse solo de periodismo gastronómico, la comida jugará un rol central en la clase que dictará el periodista y escritor. Conversamos con él a raíz de su mirada acerca del lugar del periodismo narrativo en América Latina y su relación con la memoria. 

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Escribiste un libro llamado “Periodismo narrativo”, una tradición que cobra peso cada vez más fuerte en América Latina y que demuestra la importancia de su rol en escenarios coyunturales como los que estamos viviendo ahora en Chile, Bolivia, Brasil, Colombia.. si tuvieras que definir un lugar para el periodismo narrativo en América Latina, ¿cuál sería?

Para mí, un lugar cada vez más central a medida que la realidad se vuelve más compleja, el conocimiento y empatía con los otros más extraño por el atrincheramiento de cada uno en sus propios grupos y grupitos (ayudado por las redes sociales, que hacen que cada uno escuche solo a los suyos) y por la sofisticación y mejora de los cronistas y de los lectores. Creo que no es un deseo propio sino que realmente está sucediendo: el periodismo narrativo, o literario, o crónica ya no se aplica con preferencia a personajes freaks, criminales, esperpentos y abominaciones sino a los mismos temas y personajes que siempre trataron las tapas de los diarios. Más que nunca, a las noticias se las entiende mejor bien contadas. 

En Chile el periodismo, la crónica, la poesía y la ficción fueron los lugares donde circularon construcciones de memoria post-dictadura. Pienso en Lemebel, en Zurita, en Pepe Cuevas; pero también en la obra de lxs periodistas más jóvenes. ¿Creés que el periodismo narrativo es un lugar de transmisión de memorias? ¿Se te ocurren ejemplos latinoamericanos que te resulten interesantes en esta materia? 

En Chile hubo una fascinante mezcla de poesía de la realidad, en las variantes tan distintas de Neruda y Nicanor Parra, con el periodismo de investigación, el de Mónica González, Patricia Verdugo y Juan Cristóbal Peña. En Chile hay grandes ejemplos de periodismo narrativo como instrumento de la memoria, como el ya clásico El empampado Riquelme de Francisco Mouat, el reciente y escalofriante Solos en la noche de Rodrigo Fluxá y el flamante Jóvenes pistoleros de Peña. 

Hay mucho que contar de la dictadura y la construcción de la memoria y del país mismo en postdictadura es lo que está en entredicho en esta sorprendente revuelta popular. Ya se está contando de forma descarnada esto que pasa en las calles. En Latinoamérica hay cada vez más un lugar, vinculado a la literatura, al poesía, la historia y la antropología, que combina las memorias individuales con las tragedias y gestas colectivas. Después de que las memorias de matanzas y dictadura fueron centrales en el contar el pasado (memoria era símbolo de memoria del horror), ahora hay más memorias privadas. El libro colectivo Los atrevidos, editado por Julián Gorodischer muestra que Argentina está a la vanguardia con mucha calidad en este encuentro entre lo social y lo íntimo. 

Venís a Argentina seguido y tenés conexión con la escena argentina de periodismo narrativo. ¿Hay algún elemento que pensás que distinga a lxs cronistas argentinxs? 

Voy todo lo que puedo. Mucho por razones familiares. Pero acá o donde esté sigo de cerca el desarrollo de los escritos de mi generación y las siguientes, sigue siendo mi mundo. Creo que hay un realismo fantasioso, mágico o sucio muy propio de la literatura argentina que mezcla la ficción y la no ficción. Carlos Busqued, Samanta, Schweblin, Mariana Enríquez, Marcelo Figueras. Tal vez muchas cosas vengan de Borges, de Cortázar, de Walsh, de Tomás Eloy Martínez. ¿Qué es lo argentino en estos y muchos otros escritores? No quiero hacer teoría de morondanga en tres líneas, pero creo que acá la realidad fue siempre tan increíble que tanto la ficción como la no ficción fueron siempre híbridas, mezcladas, en una danza o pelea a facón. Hay en Argentina mucha poesía y prosa que combinan en distintas proporciones lo visto, lo oído, lo inventado, lo soñado y lo pensado. Desde Facundo. 


Ver la programación completa del Festival aquí

 

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