Jóvenes directores

Verónica Etienne (25), Aguasanta Rojas (25), Glenda Medina (26), Francisco Aguana (28), Natacha Pérez (31), Danny Cruz (34) y Raquel Zapata (26) - Foto: Andrea Hernández
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Se inauguró la sexta edición del Festival de Jóvenes Directores del Teatro Trasnocho de Caracas. De las 38 obras presentadas ya han sido seleccionadas ocho que llegarán a la final y subirán al escenario hasta el día de la entrega de premios, en marzo.

Entre las obras seleccionadas la mayoría están dirigidas por mujeres que han decidido para esta edición presentar al público grandes clásicos de la tradición teatral internacional, pero no sólo. Verónica Etienne con Las sillas, de Eugène Ionesco; Agusanta Rojas con La ciudad rota, de María Prado; Andrea Levada con La última actuación de Sara Bernhardt, de Néstor Caballero; Natacha Pérez con Añicos, de Carlos Bé; y Francisco Aguana con Escindida, de Elio Palencia, son algunas de las obras en concurso, una demuestra de la resistencia de un teatro joven a pesar de las circunstancias.

Como escribió Florantonia Singer en las páginas de Babelia: “Una iniciativa que se ha convertido en cantera para el teatro venezolano que resiste en una escena cada vez más reducida y golpeada por la profunda y larga crisis económica. El teatro sigue bullendo en salas experimentales y espacios no convencionales impulsados por los propios artistas y por entes privados. Una generación rota se sigue regenerando en este arte, con varios trabajos a la vez para poder pagar las cuentas y prestándose actores, vestuarios y escenografías para ahorrar presupuesto de producción”.

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Danzon Park: la calle de los sueños donde convergen las artes

La obra del dramaturgo argentino Arístides Vargas participa en el VI Festival de Jóvenes Directores Trasnocho bajo la dirección de Raquel Zapata, de 26 años de edad. La historia escenifica las consecuencias de la falta de comunicación y los celos tóxicos en las relaciones de pareja

Por Alba Freitas

Leda y Arcos se conocieron en Danzon Park cuando tenían 17 años de edad. Jóvenes, soñadores e inocentes, les gustaba bailar en esa calle, bajo las estrellas. Ahora, ambos sienten el peso de los años en su matrimonio. Deben afrontar problemas como la falta de comunicación y los celos. Él, un héroe retirado que perdió contundencia. Ella, una soñadora que se escapa a sus sueños para bailar con el recuerdo de su amor juvenil. Juntos deberán vencer las intrigas y manipulaciones de la tía Yoga, un personaje semejante a una bruja que causa la desconfianza entre ambos.

Esta es la historia de Danzon Park, la obra del dramaturgo argentino Arístides Vargas que participa en el VI Festival de Jóvenes Directores Trasnocho. Bajo la dirección de Raquel Zapata, la escena con dos faroles, una cama y algunas ramas transportan al espectador a los límites entre los sueños y la realidad. Es una historia sobre la venganza, lo onírico y los recuerdos que aborda problemas vigentes en las relaciones de pareja.

Raquel Zapata, de 26 años de edad, escogió esta obra por lo actual que resulta el conflicto central de los personajes. Leda y Arcos, a través de textos poéticos, metafóricos y surrealistas, ponen en escena algunos conceptos primitivos y a la vez universales. Los celos, la frustración, el anhelo y el amor son algunos de ellos.

Carlos Arráiz interpreta a Arcos, un héroe de guerra que cada día olvida un poco más quién es realmente, lo que vivió en el pasado y lo que quiere. Esta situación lo hace vulnerable a la manipulación de la Tía Yoga, interpretada por Nakary Bazán. «Presa de sus sueños tantea la noche y llega dormida a Danzon Park. Allí las mujeres dormidas bailan con una pasión furiosa y precisa», dice el personaje de la Tía Yoga sobre Leda.

Danzon Park – Foto Prensa Trasnocho

Es este personaje el que desencadena el conflicto en el matrimonio al revelarle a Arcos que su esposa lo engaña en sus sueños con otro hombre. Leda, interpretada por Karla Fernandes, solo quiere dormir porque así puede bailar bajo las estrellas con su joven enamorado. Interpretado por Mateo Cestari, ambos se escabullen entre la niebla de los sueños para estar juntos.

El texto de Danzon Park le dio una amplia libertad como directora a Raquel Zapata. La joven tesista de Artes, mención Artes Escénicas de la Universidad Central de Venezuela, considera que eso fue lo más difícil del montaje.

«Lo más complicado fue el reto actoral que supone esta obra, la cual casi no tiene acotaciones. En las 21 escenas solo se indica el lugar, no las acciones de los personajes. Por eso mi reto era lograr las atmósferas, los cambios, las transiciones sin exagerarlas porque el texto no me lo permite como directora», afirma.

Zapata decidió, por ende, poner como soporte de la obra el talento actoral del elenco para lograr transmitir la esencia del sueño y lo surrealista de la pieza. En su propuesta convergen y se encuentran diferentes manifestaciones artísticas como la danza, el ballet, el tango, el canto, la música instrumental en vivo y la magia del teatro.

Los personajes interactúan con el público en una obra que rompe la cuarta pared y no teme mostrar las costuras del hecho escénico. Y, para Zapata, es una historia necesaria para sensibilizar al público en cuanto al tema de las relaciones insanas.

«Esta obra habla de la falta de comunicación y de cómo esto hace que te dejes llevar por cualquier pensamiento que te surja. Luego dejas que alguien más te llene de intrigas y te manipule. Me llama la atención cómo nosotros como seres humanos todavía en el siglo XXI no hemos superado este tipo de situaciones, amores tóxicos, relaciones posesivas”, reflexiona.

Y concluye: «Me gustaría que la gente se sensibilice con este tema porque considero que a nivel de pareja los venezolanos debemos entender que lo primero es el amor propio. Antes de amar a otra persona debemos amarnos a nosotros mismos. Y, sobre todo, debemos entender que nuestra pareja no nos pertenece ni nosotros a ella».

Danzon Park

Del 21 de febrero al 1 de marzo
Viernes: 5:00 pm – Sábado y domingo: 4:00 pm

El Nacional


La batalla por resucitar el teatro venezolano

El Festival de Jóvenes Directores de Caracas se ha convertido en una cantera de talento que resiste en un país donde los jóvenes se van y los teatros cierran

Por Florantonia Singer

Dos personajes recorren una ciudad arrasada, que ha perdido la escala y se ha vuelto miniatura. No tiene centro ni periferia. No queda gente, “porque a veces hay que irse”. Queda un cuadro derretido y la columna de un mercado, no hay avenidas principales. A los carteles le faltan letras. Los dos personajes deben ponerse un nombre para existir en La ciudad rota, un texto de la dramaturga española María Prado, cuyos ecos venezolanos resuenan en un pequeño teatro en Caracas adaptados por la joven directora caraqueña Aguasanta Rojas.

El montaje es uno de los más destacados en la sexta edición del Festival de Jóvenes Directores del Teatro Trasnocho, que se realiza en Caracas de enero a marzo. Una iniciativa que se ha convertido en cantera para el teatro venezolano que resiste en una escena que cada vez más reducida y golpeada por la profunda y larga crisis económica. El teatro sigue bullendo en salas experimentales y espacios no convencionales impulsados por los propios artistas y por entes privados. Una generación rota se sigue regenerando en este arte, con varios trabajos a la vez para poder pagar las cuentas y prestándose actores, vestuarios y escenografías para ahorrar presupuesto de producción.

Una escena de ‘Ciudad rota’ de María Prado en el Espacio Cultural de Caracas – Foto: Andrea Hernández

“Caracas es mi ciudad rota y creo que todos somos ciudades que vamos cambiando y necesitamos reconstruirnos todo el tiempo”, dice Rojas, de 25 años, que se abre camino en la dirección teatral con esta obra en la que guía los pasos de los también jóvenes actores Jeslin Valbuena y José Alejandro España. “Es impresionante cómo un texto de una persona que no conozco y tiene otra realidad pueda encajar tan bien. He hablado por Skype con la autora, que vive en Madrid, y el tema de la migración y la soledad lo entendemos muy bien. Es un texto que me conmueve mucho. Es un reto porque viene sin acotaciones, no especifica ni edades ni acciones ni lugares, es solo un diálogo, un juego con la palabra y el idioma para crear algo”.

Es la primera vez que La ciudad rota se monta en algún teatro. Ocurre también con Escindida, un texto del venezolano Elio Palencia -radicado en España- que dirige Francisco Aguana, de 28 años. Esta obra da una mirada fronteriza sobre el período especial cubano a partir de un drama familiar en el que se cruzan el racionamiento de alimentos o de electricidad, una historia que hace orilla con la Venezuela de hoy.

“Nuestra sociedad es bastante evasiva para abordar las crisis, es curva. Vuelve chiste la desgracia y las crisis dejan heridas para siempre”, dice el joven de Maracay. “Creo que desde esos miedos y esos dolores se sustenta mi dirección en esa obra. Hay países que entraron en crisis y las superaron, como Alemania e incluso Rusia, pero hay otros como los africanos que no salieron nunca y son pueblos diezmados. Y esto hay que hablarlo y confrontarlo porque si no todo esto nos va a pasar por encima como sociedad”.

Los miedos de Aguana sobre ser el último, el que deba apagar la luz, tienen asidero. Tras una riada de cierres durante los últimos años, en la capital quedan alrededor de unas 40 salas. Este mes se despedirá el llamado Teatro de 1/4 o microteatro, uno de los espacios donde jóvenes dramaturgos como Aguana tenían cabida. Las funciones se realizaban en un centro comercial de Caracas, con una frenética programación de martes a domingo, con 30 obras simultáneas de 15 minutos, de todos los géneros y calidades, que por seis años sirvió para el fogueo del talento.

Año de mujeres

Eva Ivanyi, del comité de programación del Trasnocho, asegura que el festival que ha servido para la renovación de un talento que ha migrado dejando solas las salas. Las obras de Trasnocho son también un mapa de las inquietudes del país. Seis de los ochos directores que compiten son mujeres. El año pasado solo compitieron dos mujeres y fueron las ganadoras. “Las mujeres hoy se atreven a mostrar que son más consistentes en roles en los que el hombre ha tenido la hegemonía como es la dirección”, dice Ivanyi. “Ojalá llegue un momento en que deje de ser noticia ver mujeres dirigiendo”, replica Rojas.

Con la batuta de las mujeres también ha entrado temas como la violencia de género Glenda Medina trabajó ¿Te duele?, del argentino César Brie, en el que el apartamento de una pareja se transforma en un cuadrilátero de boxeo. Natacha Pérez montó Añicos del español Carlos Be, concentrada en el momento en el que una familia empieza a recomponerse luego de la violación de la hija. Para la directora, 31 años, madre desde muy joven y que vive de dar clases en colegios, el teatro no es un punto de fuga sino todo lo contrario: “Es ese proceso catártico de enfrentar la realidad y lo que somos, de ver que si soy capaz de matar a mis hijos como Medea entonces algo no está bien en mí. Todos estamos rotos y depende de nosotros recomponernos o seguir siendo estos trozos de sociedad en que nos hemos ido convirtiendo. Esta obra ahonda en eso, en temas muy barridos bajo la alfombra en Venezuela”.

El País

 

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