Raciel del Toro, director del Festival de Cine de Costa Rica: «Nos proponemos no ser condescendientes con nuestro público»

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

El Festival Internacional de Cine de Costa Rica –CRFIC- llega a su octava edición consolidado como la principal ventana del cine centroamericano y como un lugar de encuentro para cineastas de la región y el resto de América Latina. Raciel del Toro es su director artístico. Tiene una clara convicción sobre el lugar del liderazgo del cine tico en Centroamérica –junto con Guatemala- pero reconoce que debe desarrollarse más, especialmente en torno al cine documental.

En conversación con Nodal Cultura habló sobre la edición que  comienza este 12 de marzo, la diversidad en la programación, la relación con las audiencias, el cine de Costa Rica y la necesidad de una nueva ley de cine, cuyo votación se decidiría en el mes de abril.

“Creo que por el compromiso de todo el equipo, finalmente lo logramos de nuevo” dice Raciel del Toro al comenzar la comunicación. Al momento de la entrevista no estaba declarada la pandemia ni el gobierno costarricense había tomado medidas especiales sobre los espectáculos públicos. De modo que, además de las actividades inagotables que requieren un festival, el equipo ha tenido que asistir a reuniones para conocer los alcances de las resoluciones y adecuar la grilla a las decisiones de la autoridad sanitaria. A pesar de esta situación el CRFIC se realizará como estaba previsto entre el 12 y el 21 de este mes.

Tienen una edición muy interesante por delante

Espero que sí. Hemos tomado varias decisiones desde el punto de vista artístico en respecto de ediciones anteriores. El festival sigue siendo diverso y con muchas secciones, sobre todo por la necesidad de seguir construyendo audiencias, que es un proceso a mediano y largo plazo. Todas las secciones responden a diversos estilos o maneras de hacer cine, pero lo que sigue primando es el respeto al lenguaje audiovisual. Si no respetamos esto, morimos como festival. La gente se quedaría en su casa mirando Netflix. No tendría sentido no poner algo de buena calidad para la gente que se llega al cine. Y aunque sean estilos o géneros diversos, sea terror o humor negro, queremos que sean respetuosas en relación con las personas, que nos acompañen a descubrir que el cine no es solo narrativo y que nos abran a pensar.

Algo que estuvo presente en las ediciones anteriores, y aquí se confirma con la sección “Cine queer”, es que la diversidad está instalada en el CRFIC

Si, es así y se hace imprescindible ante la realidad de nuestros países. El cristianismo cada vez está cobrando más terreno en la política. Incluso en Costa Rica en las elecciones anteriores estuvo muy cerca de ganar el candidato de un partido cristiano, y la discusión tenía que ver con respetar al otro o no. Por lo tanto tener una sección que ponga el foco en la diversidad, en los retos y las problemáticas de las comunidades LGBTIQ+, es nuestro granito de arena para abrir el entendimiento sobre lo que sucede.

Este año incluyen una retrospectiva de Denis Coté, a quien podemos considerar un realizador de vanguardia y que si bien está presente en muchos festivales de cine, no es habitual que se muestre en un festival de corte popular o masivo como el CRFIC. Esta es una apuesta interesante

Primero, hay algo implícito en tu pregunta: sí, queremos que llegue mucha gente al cine. Pero también nos proponemos no ser condescendientes con nuestro público. Creo que asumir que nuestro público no va a entender las películas o no les van a gustar, es asumir que nuestro público de alguna manera no está preparado para disfrutar de otras maneras de hacer cine o que no es lo suficientemente inteligente para asumir esas otras formas.

Denis Côté nos parecía una elección súper interesante por una decisión artística del festival, que no establece diferencias entre el cine de ficción y de no ficción. Creemos firmemente que son fronteras que vienen desdibujándose desde que el cine documental experimentó un boom desde principios de  los años ’90 con todo el repunte en la televisión sobre todo en Europa y ahora con las plataformas audiovisuales en streaming. Cada vez esas fronteras se desdibujan más y nosotros creemos que el cine y sus diferentes géneros pueden abordarse tanto desde el cine de ficción como desde el documental. Esa en definitiva es una postura de cada realizador o realizadora. Tanto el cine de ficción como el cine documental tienen cine bélico, los dos pueden hacer thrillers o ambos pueden hacer comedias. Todo es parte de una visión ideo-estética de cada realizador.

Por lo tanto nos parecía interesante la potenciación de los híbridos que se producen en sus películas, así como que la columna vertebral de su cine está asociada a personajes que no están o no quieren vincularse al ser humano como ser social, sino que son personajes que de alguna manera viven al margen. Eso es muy interesante desde el punto de vista conceptual en el cine de Denis.

¿Se mantiene el CRFIC como la gran ventana del cine centroamericano hacia el mundo? ¿Qué diálogos se producen entre las diferentes cinematografías y entre realizadores noveles con otros con carreras consolidadas?

Este año hay un cambio en la sección competitiva principal, porque el año pasado tuvimos una competencia costarricense y una centroamericana. Algo que yo no comparto desde el punto de vista artístico. Yo defiendo la que proponemos este año, que es una competencia de Costa Rica y Centroamérica. Costa Rica tiene que verse como parte de un contexto mayor. El CRFIC es un festival internacional y todavía el país tiene una industria en crecimiento. Hacemos una media de 10 largos al año entre ficción y documental, por lo tanto todavía no tenemos la cantidad suficiente como para tener una competencia específica de cine costarricense.

En ese sentido,  Costa Rica tiene que verse como parte de un contexto centroamericano y caribeño. Creo que es mucho más saludable. Incluso me gustaría que no se vean como competencia. Para mí las competencias son el cáncer de los festivales de cine, porque lo que hacen es incentivar los egos. Creo que lo importante es que las películas convivan y que convivan también los realizadores en la fiesta que significa la reunión en el CRFIC. Se trata de que podamos ver todas las realidades y las interpretaciones sobre estas realidades que existen en la región.

Este año la competencia se fortalece aún más sumando al Caribe. Creo que el Caribe hispano parlante (Cuba, Puerto Rico, República Dominicana) comparte identidades e historias con Centroamérica, y eso fortalece aún más la región. Estamos sumando con ellos a una cinematografía con cierto prestigio en la región como la cubana, a una cinematografía emergente como la dominicana que tiene una gran ley de cine y bajo ese impulso están realizando cada vez más y mejores películas.  Con esta nueva conformación creo que tenemos la competencia más fuerte en toda la historia del festival.

Tenemos varias películas con importantes recorridos en festivales, pero también estrenos mundiales como Río sucio de Gustavo Fallas o la última película de Julio Hernández Cordón, que si bien es su película más pequeña y personal, no deja de ser el cineasta centroamericano más premiado en la historia.

¿Qué es lo que vamos a ver en el cine tico que se presentará en esta edición del CRFIC?

El cine tico vuelve a mostrarse como un cine atípico con respecto a la región, porque si bien en Centroamérica son los hombres los que llevan la voz cantante, en Costa Rica siguen siendo las mujeres las que están haciendo cine, buen cine, y las que están proponiendo cosas diferentes con la historia del cine regional. De las 9 películas en competencia un tercio son ticas, y dos de ellas son películas de mujeres: Paz León con Aquí y ahora Sofía Quirós con Ceniza Negra, la primera película costarricense en estar en competencia en Cannes. Las nuevas cineastas siguen marcando hitos en el cine costarricense.

Hay una sección no competitiva de películas costarricenses, Ventana Costarricense, que seguramente van a crear en un diálogo con el público local y que tiene una película que es uno de los mejores documentales hechos en la región en los últimos años, Avanzaré tan despacio (que te parecerá que retrocedo) de Natalia Solórzano, que no está en competencia porque el director del fotografía de la película es del equipo de programación del CRFIC y por una cuestión ética estaba vetado de estar en la sección principal. De todos modos tendrá su estreno latinoamericano en el festival y creo que puede abrir nuevos futuros para el cine documental costarricense y centroamericano.

Yo soy de los que creen que Centroamérica aun no participa de ese boom que experimentó el cine documental desde los ’90, sobre todo en el cine de autor. Todavía hay demasiada confusión con el video institucional y el reportaje largo. Creo que porque la región fue durante muchos años centro de la mirada de ONGs o agencias de cooperación y el audiovisual se nutrió mucho de esas agencias, produciendo video institucional sobre temas candentes en la región, pero que carecen de interpretación de la realidad.

El año pasado el CRFIC cerró con diferentes videos reclamando por la nueva ley del cine para Costa Rica. En uno de los cuales incluso hablaba la esposa del actual presidente. ¿Cuál es el estado de esa ley, que aún no fue sancionada?

El reclamo continúa, pero hubo avances. Avances y retrocesos. Es una actualización de la ley de espectáculos públicos más que una ley de cine. La actual dice que las salas de cine deben pagar un 3% de impuestos de su taquilla y que esos impuestos van directamente al teatro. O sea, el cine estaba financiando el teatro. Según esa ley, los cines de cabecera pagan el 6%. Es una ley de los años ’70. Los cines de cabecera hoy no existen, porque los cines de los mall, que son los de más de 500 butacas, no están en las cabeceras de provincias.

La nueva ley implica que esos fondos no vayan solo al teatro sino también al Centro de Cine y  baja el impuesto a las salas al 1,5%. A su vez agrega como aportantes a las cableras y las plataformas de cine en streaming, que cada vez son más. Esto provocó que las salas de cine, que siempre se oponía a cualquier ley, sumaran su apoyo. Pero aparecieron nuevos enemigos, los representantes de Netflix y las cableras. La ley pasó el primer debate en la Asamblea y el segundo debate va a ser en abril, justo después del festival. O sea que este festival va a ser plataforma de bulla y reclamos, se va a aprovechar seguramente por la comunidad audiovisual, que ahora está muy unida en pos de esta ley. Porque con el lobby que han hecho las cableras y las plataformas, en la asamblea la votación está muy dividida y va a darse una discusión muy fuerte en abril.

Yo creo que aún es insuficiente porque no incluye los temas de exhibición y distribución, que son fundamentales, porque de nada nos sirve hacer 80 películas si luego no las ponen en los cines; pero es un paso fundamental discutir que el cine necesita un apoyo sostenido, porque no es el apoyo a un sector privilegiado, sino que es el motor fundamental para mostrar la identidad de un país o una región, una gran herramienta para decir, existimos, somos así y hablamos así. Costa Rica, Centroamérica y el Caribe tienen estas situaciones, estos problemas y estos sueños.

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