A 30 años de «Corazones», el disco que cambió la música popular chilena

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“Mezcla de Salvatore Adamo con house”: Las razones por las que “Corazones” es la obra más importante de Los Prisioneros

Por Patricio Pérez

El 20 de mayo de 1990 llegó a las disquerías de Chile el cuarto cassette de Los Prisioneros. De tapa blanca, con una mancha roja en el lado opuesto del órgano motor, Corazones fue una obra concebida más como un trabajo solista, pero que por contrato terminó siendo el último álbum de la etapa histórica de la banda sanmiguelina.

Su sonido resultó un shock para muchos. Aún hoy, para quienes comienzan a conocer la discografía prisionera, significa un quiebre total con el sonido tradicional de guitarra, bajo y batería que marcó la primera etapa del grupo. La razón no solo está en los brillantes sintetizadores y la gran calidad de la producción (a cargo del argentino Gustavo Santaolalla y su compañero Anibal Kerpel), sino también en las crudas historias de amor que esconden sus letras.

Hasta el día de hoy, este disco es el trabajo más vendido de la historia de Los Prisioneros y de Jorge González en general. ¿A qué se debe su éxito? Te contamos los detalles a continuación:

“Ese disco fue una mezcla de Salvatore Adamo con house. Era un sonido muy cálido hecho con computador. No existía esa mezcla y aún no existe”, define en pocas palabras González, en una reciente entrevista dada a La Tercera.

Y es que, desde su génesis, Corazones nació como un disco de synth pop y acid house, empujado por el material que sorprendía a fines de los ’80 de artistas como New Order, 808 State y A Guy Called Gerald, además del pop de Rick Astley y George Michael. Estas referencias, junto a la influencia de cantantes románticos como Salvatore Adamo, Camilo Sesto, Manolo Otero y Raphael, hicieron posible la creación de las nueve canciones del álbum con títulos tan directos como Amiga míaPor amarte y Estrechez de corazón.

Desde que Tren al sur comenzó a sonar en radios en abril de 1990 y el cassette llegaba a las tiendas poco después, Jorge y Miguel debieron enfrentar la promoción en medio de un clima de desinterés general. El boom del rock latino era cosa del pasado y el dúo tuvo que responder constantemente a la prensa sobre la salida de Claudio Narea.

Tras incorporar a Cecilia Aguayo como tercera integrante del grupo y lanzar el recordado videoclip de Tren al sur, dirigido por Cristián Galaz, poco a poco los nuevos Prisioneros se fueron haciéndose terreno, hasta alcanzar el disco de platino en agosto al superar las 25 mil copias vendidas del disco.
Junto a las extensas giras por Chile y el extranjero, las nuevas canciones de González se convirtieron en las de mayor rotación de la época. Mientras Estrechez de corazónAmiga mía y Cuéntame una historia original se sumaban a las parrillas radiales, el grupo recibió la invitación de ser parte del Festival de Viña del Mar en febrero de 1991.
En dos noches históricas, el ‘monstruo’ pudo al fin corear canciones como Sexo, Muevan las industrias y El baile de los que sobran, a cuatro años desde que la organización del evento les negara la invitación, hecho que fue visto como una de las señales de censura que vivió la banda en dictadura.
Algunos meses más tarde, y antes de anunciar la disolución del grupo con una gira de despedida, Los Prisioneros lanzaron el video de Corazones Rojos, reconocido actualmente como uno de los grandes himnos feministas de la música chilena.
Se trata de un rap que desnuda las prácticas machistas de nuestra sociedad y que González compuso originalmente para el colectivo artístico Las Cleopatras, integrado por Cecilia Aguayo, Tahia Gómez, Jacqueline Fresard y Patricia Rivadeneira.

Aunque el disco continuó siendo uno de los más vendidos y reproducidos, tanto en CD, vinilo o streaming, es en la década de los ’00 cuando Corazones es reconocido oficialmente, al ser destacado en algunos ránkings como uno de los mejores discos de la historia del rock y pop chileno, además de ser citado como una influencia crucial por los artistas que sacarían la cara por la música chilena en este siglo: Javiera Mena, Francisca Valenzuela, Alex Anwandter, Camila Moreno, Pedropiedra, Dënver y Gepe.

El propio Jorge González acusó recibo de la importancia de su propia obra, cuando aceptó recrear las 9 canciones de este álbum en el festival Primavera Fauna el 24 de noviembre del 2012. Acompañado nuevamente de su amiga Cecilia Aguayo y el músico alemán de electrónica, Uwe Schmidt, el ex Prisionero agradeció porque “es la primera vez que me invitan solo por la música”.

CHV Noticias


Sudamerican Rockers o cómo un lío amoroso terminó haciendo de Corazones un disco totalmente distinto

Por Raúl Álvarez

Los Prisioneros no estaban conformes. EMI, su casa disquera, tampoco. El tercer disco de la banda La Cultura de la Basura (1987) no había llenado las expectativas. Oscuro, desordenado y con un sonido más tosco que sus antecesores, fue lanzado con una ambiciosa meta: recorrer Chile de norte a sur con casi 40 fechas confirmadas para 1988, justo en el año en que el país decidiría el futuro de la dictadura militar.

La conferencia de prensa en que Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea anunciarían sus buenas nuevas terminó en polémica. “Votaremos No”, dijo el vocalista ante una “inocente” pregunta de la prensa. Al día siguiente, El Fortín Mapocho tituló: “Los Prisioneros anuncian que votarán ‘NO’ en el plebiscito”. Aquello sellaría la suerte de esa promisoria gira. Sólo se alcanzaron a hacer algunos pocos shows y en lugares reducidos, lejanos a los grandes gimnasios y estadios con los que soñaron.

Descontando su presencia en tres masivas concentraciones por el NO y su vistosa presencia en la franja televisiva de la campaña, eran escasas las noticias de la banda para sus fanáticos chilenos. En cambio, EMI decidió reforzar la promoción del grupo para Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, mercados en los que Los Prisioneros eran artistas valorados, casi como una suerte de excepción ante la invasión argentina del rock latino.

Así, en común acuerdo, decidieron lanzar una nueva versión de La cultura de la basura para estos mercados con solo 10 canciones (el disco originalmente se empina en 14) agregando la inédita “We are Sudamerican rockers”, grabada en esos meses de vacas flacas y falta de shows.

El disco, que nunca fue reeditado digitalmente ni es considerado parte del canon oficial de la banda, además contiene nuevas versiones de “Pa Pa Pa”, “Que no destrocen tu vida” y “Lo estamos pasando muy bien”, esta vez cantada por Jorge y no por Claudio. El disco fue todo un éxito de ventas y afianzó a Los Prisioneros en el ámbito internacional, además supuso una especie de “primera piedra” para lo que sería el cuarto disco. Como curiosidad, “We are Sudamerican rockers” fue editada en Chile recién en 1991, como parte esencial (y novedosa) del disco de Grandes éxitos que el sello lanzó cuando Los Prisioneros anunciaron que dejarían de existir.

Aquel triunfo entusiasmó a EMI y hacia 1989 son nombrados artistas prioritarios de la firma para todo el mundo. Viajes a México y multitudinarios shows en casi todos los países del países del Pacífico sudamericano se quebraron con una noticia terrible y que dejaría huellas profundas en la relación entre sus pilares fundacionales.

Las cartas

“Descubrí en un cajón de la cómoda de nuestro dormitorio, en febrero de 1989, unas cartas con la inconfundible letra de Jorge. Una escritura desordenada y plagada de alusiones, en donde trataba (a Claudia, su mujer) de ‘niña’. Cuando las leí, enloquecí”. Aquel fragmento es parte de Biografía de una amistad (Thabang, 2014), el segundo libro autobiográfico de Claudio Narea. Allí describe cómo se enteró de la furtiva relación que su esposa mantenía con Jorge, su amigo desde los 14 años.

Lo que parece una noticia fatal se agiganta al considerar que aquel amigo era, además, líder y compositor de la banda que le había permitido vivir de la música y establecer una familia a muy temprana edad.

González, que meses antes había decidido poner fin a su matrimonio con Jacqueline Fresard, también describe aquel momento en Héroe (Avenida La Novena), el texto sobre su vida que publicó en 2017. “Supo el colega de lo nuestro por cartas que yo escribí y mandé y nos pilló. Ardió Trosha (sic) y la banda se fue a la mierda en una semana”.

Claudio esperó a Jorge en su casa de Beaucheff (la misma del video de “Sexo”, grabado un año antes) para encararlo. “Le propiné el golpe más fuerte que he dado en mi vida y no tuvo oportunidad de reaccionar”, relata en el libro. Pese a esto, y a una conversación que se extendió por horas, decidieron seguir pensando en la banda. Tenían una gira de un mes por Colombia a la que no podían fallar. Lo que pasó esa tarde era su secreto mejor guardado.

El pacto, eso si, fue desechado tras un viaje que González hizo sorpresivamente a Chile mientras todo el equipo y la banda gozaban de unos días de descanso. Claudia y Jorge se reunieron otra vez, arrastrados por la pasión y la culpa.

“Tanto se me acercó la mujer de Claudio que me caí para no levantarme en años. Me enamoré profundamente y poco me importaba nada, así estaba de envanecido. Caro lo pagué y aún duele cagarla de tal manera”, escribió Jorge en 2014.

En el viaje a México, que hicieron un mes más tarde, todo parecía volver a tener un final esperanzador. Claudio fue diagnosticado con hepatitis y estuvo al borde de la muerte, lo que frenó los planes de tocar consistentemente en el país azteca. Narea volvió a Chile y estuvo dos meses en cama, tiempo en que ambos amigos parecieron haber recobrado las confianzas y las bromas que los mantenían unidos.

El maldito día de sol

En esos meses de incertidumbre, González y Narea alcanzaron a grabar un demo bajo el rótulo de “El maldito día de sol”, una canción con guitarras rockabilly y beat alegre que escondía una desesperanzadora letra de Jorge. “Hoy me corresponderá llorar tengo mucha pena sin remediar, y sin dinero y sin amor, ninguna esperanza de algo mejor (…) Es un maldito día, maldito día de sol”.

La idea era que, tal como en el disco pasado, los tres prisioneros aportaran canciones para un álbum que partiría con “We are Sudamerican rockers” y que vendría a afianzar el sonido que los llevó al éxito.

Narea y Tapia comenzaron a trabajar, ahora con el objetivo de superar aquellas discretas canciones que lograron colar en el pasado. Mientras que el guitarrista aportó con “Danza porque sí” (que luego grabaría con su nueva banda Profetas y Frenéticos) y “Fotos y autógrafos” (aparecida años después en el recopilatorio Ni por la razón, ni por la fuerza), Tapia por su parte compuso “Historia ociosa”, que también terminaría reciclada en el primer disco de Jardín Secreto, el dúo que formó junto a Cecilia Aguayo después de Los Prisioneros.

“No eran ninguna maravilla en todo caso. Temas del montón intentando hacerse un espacio en un terreno en donde Jorge nos llevaba una ventaja enorme: la composición”, acota Narea.

Aunque González intentó seguir hablando de las injusticias sociales y sus problemáticas -prueba de ello está en canciones como “Las Sierras Eléctricas”-, demos como “El cobarde”, “En forma de pez”, “G.A.T.O.” y “Soy lo peor” anunciaron lo que se venía. Aunque ninguna de esas canciones logró pasar el corte, esas pistas circularon durante años bajo el rótulo de Beaucheff 1435 entre los fanáticos.

Esas 11 composiciones fueron registradas entre el invierno y la primavera de 1989 en los Estudios Konstantinopla, propiedad de Carlos Cabezas (Electrodomésticos).

Con esa idea clara, Carlos Fonseca decidió reactivar los planes de la banda, haciendo que los tres atendieran a la prensa para demostrar que el conjunto seguía vivo. Allí se definieron “nuevamente humildes” ante los micrófonos y Jorge adelantó algo que los otros dos integrantes aún no tenían del todo claro. “El disco tendrá mejor tratamiento con la melodía (…) muchas canciones de amor, de vivir con la gente, de la relación las mujeres, asunto en el cual no habíamos hablado mucho”, dijo a La Época en septiembre de 1989.

No rebajes estas relaciones

Con el corazón roto por sentir que su amorío con Claudia terminaría inevitablemente, las composiciones de González fueron mutando hacia el desamor inspiradas en ella como destinataria. Fueron apareciendo en su radar canciones como “Estrechez de corazón”, “Tren al sur” junto a “Amiga mía” y “Cuéntame una historia original”, acaso las más explícitas de todas.

“Llené mis cuadernos con pensamientos que ella me provocaba y perdí la cabeza”, escribió escueto en Héroe (2017).

Con EMI apostando ciegamente en aquel disco y con un estudio y productores confirmados en Estados Unidos, Carlos Fonseca hizo llegar a Claudio y a Miguel una cinta con las canciones elegidas. Además de no incluir ninguno de los demos originales, “We are Sudamerican rockers” fue eliminada de la lista porque no se ajustaba al “nuevo sonido”.

“Cuando puse la cinta en mi equipo de música tuve una desagradable sorpresa. Me sentí humillado, ¿cómo era posible que compusiera canciones para Claudia y esperase que yo las tocara (…) Corazones casi no tendría guitarras. Eso significaba que yo comenzaría a tocar teclados, un instrumento que no me interesaba y para el cual no tenía habilidad”, rememora el guitarrista en su libro.

González terminó viajando solo a Estados Unidos durante esos últimos meses de la década de los ochentas. En tres períodos, grabó junto a Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel las nueve canciones de lo que se convertiría en el disco más vendido bajo el rótulo de Los Prisioneros. En tanto, el romance entre la mujer de su amigo y él se fue volviendo cada vez más intermitente, dejando como gran hito un viaje que realizó junto con ella al sur, en tren, semanas antes de uno de sus viajes a Norteamérica.

El último ensayo

Pese a que el contacto entre sus integrantes era mínimo, en enero de 1990 Jorge citó a sus dos compañeros en una fuente de soda en Gran Avenida. Narea sabía que dejar la banda significaba la cesantía y aprietos económicos, por lo que en común acuerdo con su pareja, decidió volver e intentar seguir siendo un prisionero.

Con una aparente nueva calma, se juntaron como en antaño a ensayar en la casa de González en San Miguel. Aquellas sesiones resultaron tortuosas. El vocalista estaba empecinado en tener largas horas de ensayo -algo a lo que nunca acostumbraron- y el guitarrista aún no comprendía su lugar en el trío. “Me sentía podrido. Obligado a oír toda esa mierda electrónica”.

“Narea no estaba ni ahí con la música esa de ‘Tren al sur’, ‘Amiga mía’ y todo eso… Le cargaba, la odiaba. Bueno… Okey, es su gusto, pero tampoco él había compuesto unos temas equivalentes a esos como para equipararlos”, dice González en Héroe, 25 años más tarde.

Aunque lo intentó, no fue posible ver al guitarrista tocando las nuevas canciones en su totalidad. Cuando el disco estaba en etapa de mezcla final, Narea se desentendió de los ensayos durante semanas y luego, en una conversación informal, comunicó su decisión a Miguel Tapia.

En marzo de 1987, la familia Narea decidió volver a unir sus lazos esta vez bajo las leyes de la iglesia. Miguel, quien por ese día se acercó bastante a Claudio, ofició de chofer de la pareja. González no estuvo invitado y perdió el contacto con el guitarrista hasta mediados de los noventas, cuando EMI los volvió a juntar para lanzar un rentable álbum recopilatorio.

“Tren al sur”, el primer single de Corazones, salió apenas cuatro días antes del álbum, y encontró una dispar recepción del público y las radios. Aquello no sonaba a Los Prisioneros.

En los meses siguientes, y con fe ciega en el disco-, González y Tapia decidieron reformular la banda con la incorporación de Robert Rodriguez de Banda 69 en el bajo (Jorge oficiaría como guitarrista) y a Cecilia Aguayo, ex Cleopatras, a cargo de los teclados.

Sumarían medio centenar de presentaciones en Chile y el extranjero, incluida una doble presentación en el Festival de Viña en febrero de 1991, tras años de prohibición. El punto final llegaría el 31 de octubre. “Se acabó, juntos no tenemos nada más que decir”, fue la frase de González a los diarios antes de abarcar una gira por el país bajo el rótulo “Adiós Prisioneros”.

Cuéntame una historia original

Como apéndice se consignan las versiones que circularon en la prensa por la ausencia de Claudio Narea en esa nueva etapa de Los Prisioneros. Aunque los rumores de un “lío de faldas” circulaban de boca en boca, Miguel y Jorge decidieron bajar el perfil al problema en las decenas de entrevistas de promoción para Corazones.

En mayo, Las Últimas Noticias consignó que Narea se había “alejado por razones personales” y en el Wikén, de El Mercurio, González declaró: “Hace rato que Claudio se estaba yendo. Es muy fuerte para él estar lejos de su familia, él tiene un niñito y una esposa y con esta pega -especialmente después de este disco-, iba a tener que estar muy alejado. Además, en la parte musical él tiene intereses más rocanroleros y el disco nuevo es con sintetizadores, lo que no significa que más adelante no hagamos una cosa con guitarra y eso”.

Narea, en cambio, no tuvo tantos problemas para hablar del tema. Un año más tarde, en medio de la promoción de su nueva banda Profetas y Frenéticos, dijo al diario La Época: “La verdad es otra. Decidí irme porque no estaba a gusto. Todo se hacía a la pinta de Jorge (…) teníamos canciones con Miguel que queríamos incluir pero él nunca nos dejó. Creo que es tiempo que se acaben las mentiras. Los Prisioneros fueron una farsa a partir de un momento (…) fui el prisionero que más conservó los pies en la tierra. Pienso que no es bueno vivir por el dinero ni enfocar la vida en un suicidio constante como lo hace Jorge. Atacaba a los ricos y al final terminó subiéndose al mismo carro”.

En 2001, la formación original de Los Prisioneros se reunió en dos históricos conciertos en el Estadio Nacional y una posterior gira por Chile, América y España. Pese a las heridas del pasado, Claudio Narea tocó por primera vez junto a la banda canciones como «Tren al sur”, “Corazones rojos” y “Estrechez de corazón”.

La Tercera


Gustavo Santaolalla: “(Jorge) es un referente importantísimo que no sé si tiene todo el reconocimiento que debería tener”

Por Cristofer Rodríguez

En la primavera de 1989 Jorge González pasaba por un momento complejo y de gran inspiración. Ese motor emocional motivó la composición de las canciones que luego integrarían Corazones, el cuarto disco de Los Prisioneros. Así llega a Los Ángeles, Estados Unidos, con poco dinero y sintiéndose un extraño. El estudio del argentino Gustavo Santaolalla sería un refugio virtuoso para el joven músico de 25 años.

Tanto Jorge como Gustavo han declarado públicamente su admiración mutua y cómo de su trabajo en este disco nacieron nuevos tiempos profesionales para ambos. En el caso de González, Corazones sería el álbum que puso su nombre en el mapa latinoamericano, el mismo año de discos como Tercer Mundo de Fito Páez y Canción Animal de Soda Stereo. En el caso de Santaolalla, a partir de aquella experiencia, iniciaría su camino como un verdadero “Rey Midas” del rock latino de los noventa.

Desde su propia cuarentena en Los Ángeles y en medio de una apretada agenda de trabajo entre música para cine, documentales, series, videojuegos y promoción de la reedición de su disco GAS (1995), el productor argentino nos cedió minutos de su tiempo para conversar del que, en sus palabras “es un disco que quiero mucho”.

– ¿Qué recuerdos vienen a tu cabeza de la época de grabación de Corazones?
– Es un disco hermoso. Jorge es mi gran amigo, un tipo que yo aprecio, admiro y valoro muchísimo como artista, como persona. Lo quiero mucho. Para mí ha sido un honor trabajar con él, aprendí mucho. Y poder participar en este proyecto ha sido maravilloso en mí vida. Sé que le encanta, le gusta mucho el disco. Tuve la oportunidad de verme con él, porque hice mi concierto solista el año pasado en Santiago.

– ¿Sientes el mismo orgullo?
– Corazones es un álbum que es increíble, que hoy en día, vos vas a una noche acá a algún club donde pasen rock en cualquier esquina y en algún momento van a poner ‘Tren al sur’ y ‘Estrechez de corazón’, clavado. Ya es clásico.

– Venías del rock más tradicional y transitabas hacia el folclor en los ochenta. ¿Fue también para ti un aprendizaje grabar ese sonido más techno del disco?
– Sí, pero Jorge siempre estuvo a la vanguardia. ¿Vos viste que fue el primero de los latinos nuestros que fue a Alemania y se puso a hacer combinaciones de cumbia con electrónica? Mucho antes del boom de la cumbia villera y todo eso. Él estaba muy metido en eso y más aún cuando se fue a Alemania. Me he visto con él en Berlín y estaba aún más metido, sabe mucho.

– Pese a que Jorge recuerda que en esos días no lo estaba pasando bien.
– La verdad es que lo pasamos muy bien haciendo música y mis recuerdos son todos positivos, de mucha creatividad y trabajo en común, aprendiendo mucho entre todos. Para mí, es un referente importantísimo que no sé si tiene todo el reconocimiento que debería tener. Sé que por cierto ya lo tiene en Chile, donde siempre tuvo muchísimos fans, pero también muchísima gente que no se lo fumaba mucho a Jorge, porque sin duda es un tipo muy serio y que dice cosas fuertes.

– ¿Luego de grabar Corazones y el disco solista de 1993, se han vuelto a encontrar con fines artísticos?
– En aquel momento, cuando fue el terremoto en Chile, se hizo “El Abrazo” argentino-chileno y nosotros fuimos a tocar a Chile para presentarnos con él. Habíamos armado una versión de ‘Tren al sur’ acústica que estaba increíble y Jorge se puso a hablar un montón de cosas medias Jorge y lo cortaron del escenario, no alcanzamos a cantar. Hoy en día ya se le muestra mucho más el cariño, no solamente en Chile, sino que en otros países. Sé que en Argentina no es tan conocido y para mí es una pena porque es un tipo que es valiosísimo.

– Pero luego tuviste la oportunidad de interpretar ‘Por amarte’ para el disco tributo y en tu concierto en Santiago el año pasado.
– Cuando salió el tema de qué canción hacer para el tributo, obviamente las primeras que saqué fueron ‘Tren al sur’ y ‘Estrechez de corazón’. Pero, por ejemplo, a mí ‘Por amarte’ es un tema que adoro, por eso me decidí por ese.

– ¿Es tu canción favorita?
– Las canciones de un álbum son como los hijos, uno les pone amor y cariño a todas, pero la verdad es que me gustan mucho todas las canciones, todas me encantan. Me encanta ‘Corazones rojos’, ‘Cuéntame una historia original’, hay tantos temas buenos… todo el disco es bueno.

– En Corazones hay un mundo romántico, uno techno, pero también uno más escondido que es el latinoamericano, como el charango de ‘Tren al sur’ y en otros discos que produjiste como Re de Café Tacvba y Aquí de Julieta Venegas también se encuentra ese matiz sonoro del cono sur. ¿Es parte de un sello personal?
– El 6/8 es un ritmo que me encanta porque es tan nuestro, hasta en el tema principal de The Last of Us (videojuego para el que compuso la música) lo ocupo y está compuesto con un ronroco, que es un instrumento andino. Pero no es algo que me proponga, es algo que me sale natural. En todos mis proyectos hay algo latinoamericano, pero es algo espontáneo.

– ¿Corazones suena chileno?
– Jorge suena chileno, por supuesto.

– ¿Qué otros artistas chilenos te gustan?
– Quiero mucho a Chile, siempre he tenido una relación muy afectuosa. Aparte de Jorge me encanta Nano Stern, soy fan de Mon Laferte que la conocí en la gira de Soda, Álvaro y Los Tres siempre me ha gustado mucho, ni hablar de Violeta. Hay una tradición de música y de creadores impresionantes en Chile y realmente es un lugar que quiero mucho.

El Desconcierto


“Corazones Rojos”: Lastesis reinterpreta la canción de Los Prisioneros dejando un fuerte mensaje de lucha feminista

Por Javiera Vallejos

“Dios, sin duda, es un hombre”, es así como el grupo Lastesis reinterpretan la gran obra de Los Prisioneros, ”Corazones Rojos”, en conmemoración a sus 30 años del lanzamiento del disco.

En medio del estallido social en octubre del 2019, el colectivo Lastesis creadoras del himno “Un violador en tu camino”, lejos de ser una coreografía, fue más un himno que representaba a todas las mujeres en la lucha contra la violencia de género.

Es así, tras la conmemoración de los 30 años de la creación de uno de los álbumes considerados como, uno de los más trascendentales para la música chilena, LASTESIS reinterpreta una de las primeras canciones que abren la visión sobre la violencia de género.

“…Nos contaron una historia de abnegadas y de explotación, pero esa historia terminó, ahora la escribo yo, en mi historia…”,”…se acabó esa historia, se acabó ese orden…”, una de las estrofas que incluyeron las cuatro oriundas de Valparaíso, entregando un nuevo final a la historia de la canción, además de incluir y representar la violencia que viven las mujeres actualmente a través de imágenes, canción que puede trascender tras los años.

Antofagastinas, quienes son participes de las marchas y del movimiento nos dieron su opinión con respecto a la representatividad de la canción, y por sobretodo su pensamiento ante esta versión.

“Yo, como fan de los prisioneros, siempre defendí mucho la canción, ya que viene de los 90´s y hace una sátira al machismo de la época que lamentablemente hasta ahora lo seguimos viendo. Ahora, creo que Lastesis plasmaron lo que muchas de nosotras sentimos, en esta historia nunca más volveremos a ser “ciudadanas de segunda clase”, ya no lo permitiremos y eso lo dejaron en evidencia, sobretodo en la parte “se acabó esa historia, se acabó ese orden, con mis muertas a la lucha, a la calle y al desorden”, demuestra la ideología del feminismo”, Marcia Reumante.

“Tomar un recurso musical para potenciar el mensaje de la sexualización de la mujer y el conservadurismo es potente, sobretodo por la vuelta que entrega el final. Dejando en claro que la libertad de los cuerpos pertenecen a cada quien”, Sofia Maturana.

En diciembre del 2019, Jorge González da una entrevista a La Tercera, en donde hace referencia: “Corazones rojos es una canción atrasada a su tiempo ya que el problema de una sociedad machista y patriarcal viene hace mucho tiempo”. También recalca el impacto que tuvo Lastesis en medio de la crisis social, vinculando el himno “violador en tu camino” con “corazones rojos”,” hacen falta expresiones como esas sobre todo si son artistas que te cuentan cosas que las palabras no te cuentan”.

El Diario de Antofagasta

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